29 ago 2010

El Escritor Fantasma / The Ghost Writer, de ROMAN POLANSKI

Historia de un Complot

Miguel Cane



Radiante de carisma y con largas sombras en su carrera, Adam Lang (Pierce Brosnan), un ex Primer Ministro británico expatriado en una isla de los Estados Unidos, contrata a un joven escritor (Ewan McGregor) para que le ayude con la redacción de sus memorias. Un encargo económicamente más que suculento, pero que se complicará de manera vertiginosa cuando empiece a desvelar secretos que deberían permanecer ocultos. Tras cinco años de ausencia, Roman Polanski regresa con El escritor fantasma, adaptación de la novela de Robert Harris que nos devuelve al cineasta en mejor forma desde hace mucho, mucho tiempo (posiblemente, desde El Pianista o La Muerte y la Doncella. La novena puerta no cuenta, porque es horrorosa).




Polanski regresa a los territorios del suspenso y se nota extraordinariamente cómodo a la hora de manejar un thriller político ácido y punzante con pasmosa, epatante eficacia camuflada desde un aire de convencionalidad, del que se despoja para mostrarnos la carne bajo la superficie, como hiciera antes en sus obras maestras El Bebé de Rosemary y Chinatown.

A partir de una suposición tan cínicamente intencionada ─«¿quién se va a leer las memorias de un político?»─ como el mismo tono que mantiene toda la película, Polanski construye una atmósfera inquietante, que se establece en un terreno lleno de intereses cruzados ─el de las poderosas editoriales que manejan los manuscritos de las grandes figuras internacionales─ para meterse directamente en el más espinoso de los charcos políticos y diplomáticos del siglo XXI: la guerra de Iraq.




La manipulación propia del estado oficial anglosajón para con sus ciudadanos fija una narración fenomenalmente amena en la que Polanski, desde la apariencia de un thriller convencional, juega a su antojo con la percepción del espectador, concienciadamente incapaz de discernir qué posición tomar ante las figuras centrales de la trama, más allá del progresivamente entrampado personaje interpretado por McGregor.

La cinta exhibe con rigor y contundencia un suspense creciente que se sirve de los lugares comunes evidentes en la trama, ─conspiraciones, complots, aislamiento de los personajes, entornos opresivos─ para contar una tram, abiertamente crítico pero sutilmente capaz de atrapar al espectador con la libertad de sus interpretaciones; ambientada en una isla extraña que se dice Estados Unidos aunque no lo sea (no se nota). Está muy bien ejecutada por un reparto principalmente brillante, con algunas excepciones (Kim Catrall no consigue sacudirse su imagen sexosa de Samantha Jones y James Belushi no viene al caso, aunque por suerte, su participación es un cameo, casi) en el que destacan además de los principales, la enigmática Olivia Williams, Timothy Hutton, Tom Wilkinson, y el colosal Eli Wallach, acompañada de una estupenda banda sonora del francés Alexandre Desplat (que hizo maravillas para Jonathan Glazer, David Fincher y Ang Lee).

El escritor fantasma es una cinta de muchas lecturas, de una elegancia formidable, se vale del juego de la intriga, de trampas lógicas, de sinsabores vitales ocultos en caracteres férreos. Así, sacude nuestra percepción de la ficción con un velo de alucinación fascinante y sostenido que demuestra que el mejor Polanski , el de la trilogía de los apartamentos (El Bebé..., Repulsión y El Inquilino) y Luna Amarga, sigue en plena forma.

El Escritor Fantasma/The Ghost Writer
Con: Pierce Brosnan, Ewan McGregor, Olivia Williams, Timothy Hutton, Tom Wilkinson, Kim Cattrall y Eli Wallach.
Dirige: Roman Polanski.
Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá 2010



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La doble vida de Rachel Weisz

Es una estrella de cine, una madre amorosa y una mujer comprometida; protagonista de la nueva cinta de Alejandro Amenábar y un rostro inolvidable.

Miguel Cane


Rachel Weisz in Focus Features' The Constant Gardener


Rachel Weisz ha tenido una carrera sorprendente, por decir lo menos: debutó con un papelito pequeño en Belleza Robada, pero el director en cuestión era Bernardo Bertolucci – de ahi vinieron roles en teatro (Shakespeare y Tennessee Williams) y otras cintas. Pronto, esta joven londinense nacida en 1971 comenzó a llamar la atención por su belleza, su carisma, su talento y su habilidad para transformarse de cinta a cinta.


Rachel Weisz Confidence Sundance Film Festival 1/21/2003 Photo: Jeff Vespa, Wireimage.com


Después de haber ganado un Oscar (como mejor actriz de soporte) por su conmovedora interpretación como una activista asesinada en El Jardinero Fiel (de Fernando Meirelles), Rachel apareció como co-protagonista en La Fuente de la Vida, dirigida por su compañero Darren Aronofsky (juntos son padres del pequeño Henry, que pronto cumplirá tres años) y tuvo un papel al lado de Jude Law y Natalie Portman en el debut anglosajón de Wong Kar Wai My Blueberry Nights. Y ahora regresa en la muy anticipada cinta del aclamado cineasta español Alejandro Amenábar Ágora, que se desarrolla en Alejandría en el alba del Cristianismo.


Rachel Weisz in The Weinstein Company's My Blueberry Nights


¿Tenías muchas ganas de trabajar con Amenábar?
Desde que vi Los Otros y vi lo que hicieron Nicole y él, me quedé impactada. ¡Es maravilloso! Desde los encuadres, hasta la música y cada palabra del guión… todo. ¡Es increíble qué cuidado tiene para los detalles! Por supuesto que quería trabajar con él. Imagínate cómo me puse cuando supe que había escrito su guión pensando en mí...no te imaginas, fue uno de esos grandes momentos. ¡Saltaba por toda la habitación! Dije que sí, en el acto. Fue de esas experiencias insólitas en la vida, un gran, gran, gran placer. Una sorpresa. Un personaje increíble y un director que, para empezar, como siente un enorme respeto por cada miembro del equipo y del elenco. Yo soy una gran admiradora de su trabajo y naturalmente, estar en sus manos es algo que me parece fascinante. Es un estilista visual. Sus películas no se parecen a las de ningún otro director. Pero al mismo tiempo sabe dirigir a los actores, no se queda en otra habitación tras el monitor. Es muy profesional y directo y perfeccionista, pero también muy cálido y generoso y creativo. Trabajar con él es maravilloso.


Rachel Weisz in Warner Bros. Pictures' Fred Claus


¿Qué puedes decir sobre Hypatia?
Es una figura histórica fascinante, importante en Alejandría y en la historia de la ciencia y la filosofía. Muchos saben quién fue, pero eso no es todo lo que se ve en la película. Hay mucho, mucho más en el trasfondo de lo que escribieron Alejandro y Mateo Gil. Tomaron a un personaje de leyenda y lo transformaron en un ser tridimensional, una mujer llena de anhelos, deseos, cuitas... un ser humano como todos. Y encarnarla no solo fue un reto, podría decirte que también fue, para mí, un privilegio.

¿Sientes que hay algún papel que te gustaría hacer y que aún no te ha llegado?
La verdad es que yo no pienso en esos términos respecto a mi trabajo. Me interesa interpretar a mujeres que tengan historias interesantes pero no puedo decirte que quiero interpretar a una mujer japonesa porque no puedo. Creo que todos los personajes son interesantes y poco a poco he ido encontrando algunos que me han dejado una satisfacción enorme. Hypatia es uno de ellos. Su inteligencia tan preclara es un gran atractivo y también algo que intimida...


Rachel Weisz at the LA premiere of Lions Gate's Confidence


¿Sientes que tú intimidas a los demás? Hay encuestas que dicen que tu presencia impone…
(Se ríe) Bueno, no sé. A Darren, desde luego, no. Él es de Brooklyn (risas) y creo que eso lo hace ser fuerte y, por tanto, valora ese aspecto en la persona que tiene a su lado. De hecho, cuando defiendo algo a ultranza, él bromea relinchando como un caballo a punto de lanzarse al galope. De hecho, te diré que él y yo tenemos eso en común, la fuerza del carácter: Nos gusta comer bien y vivir en una casa cómoda, pero no somos amantes de los lujos. De hecho, cuando nos conocimos, él vivía en un pequeño apartamento de Hell's Kitchen, en un quinto piso, casi sin muebles. Allí es donde escribió los guiones de Pi, Réquiem por un sueño y La Fuente... Yo le dije que si quería vivir conmigo teníamos que tener muebles , por el amor de dios (risas). Ahora vivimos en un apartamento un poco más grande, con muebles. Por lo demás, compartimos las mismas inquietudes.

Y además son una familia ¿Ha cambiado el orden de tus prioridades con la maternidad?
Soy una más de las millones de mujeres que trabajan y también son madres. Pero aunque ser madre es mi prioridad principal, no podría vivir sin trabajar porque es importante para mí. Gracias a Dios puedo hacer las dos cosas. Pero eso sí, Henry siempre vendrá primero. ¿Qué puedo decir? Es el gran amor de mi vida…

¿Dirías que hay algo que te haga falta?
Nada, no me hace falta nada. Reconozco que ganar un Oscar es increíble, lo máximo que le puede suceder a un actor en su vida porque te ganas el respeto de la industria, de la comunidad de gente con la que trabajas cada día. Es algo maravilloso y no creo que nunca pueda superar lo que conseguí profesionalmente con El Jardinero Fiel. Fue una película que me marcó, que me dio muchísimo. Incluso, la decisión de ser madre. Darren había planteado la posibilidad de que tuviéramos un bebé, y yo le dije “es que creo que no estoy segura”… luego, tuve que interpretar a Tessa, que pasa una buena parte de la cinta embarazada, y me sentí profundamente identificada. Tanto así, que le llamé a Darren y le dije sí. “¿Sí qué?” me dijo “Sí quiero tener un bebé”… y ahora, aquí está y no deja de maravillarme. ¡Crece en un suspiro!


Rachel Weisz at the LA premiere of Lions Gate's Confidence


¿Te lo llevas contigo cuando vas de rodaje?
Sí. Cuando filmamos Agora en Malta, Henry estuvo conmigo todo el tiempo, mientras que Darren iba y venía de Nueva York a Londres o Malta, porque estaba con toda la promoción de El Luchador, pero siempre nos las ingeniamos para estar juntos; nos adaptamos. Sin embargo, desde el principio acordamos que lo que duren los rodajes, Henry estará conmigo. Cuando estuve filmando The Lovely Bones, nos veíamos más, porque él estaba descansando, así que en cuanto terminé el rodaje, nos reunimos todos en Nueva York y estamos juntos. Lo más importante es que nos amamos, que somos, como dijiste, una familia.

¿Es difícil sostener la doble vida, personal y profesional, en ambos lados del Atlántico?
Lo es, pero te acostumbras. Es lo que hay. Cuando te dedicas a esto, lo tienes que aceptar. ¿Tú crees que no me encantaría estar en Nueva York todo el tiempo, en mi casa, en mi camita, sin tener que preocuparme de nada? ¡Claro que me encantaría, pero no puedo hacer eso! Así que si mi trabajo me lleva a Londres, o a Malta, o a China o a cualquier otra parte del mundo, tengo mi maleta lista y mi cepillo de dientes a mano y ¡a volar! Somos actores, somos gente de cine. Nuestra vida, nuestra doble vida, como tú dices, es así.


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22 ago 2010

En el ágora con Alejandro Amenábar

Miguel Cane


En la última década se ha revelado como uno de los grandes cineastas de su generación, pero la fama no le ha impedido perseguir sus sueños y ahora presenta Ágora, su filme más ambicioso.

Cuando realizó Tesis (que fuera uno de los filmes sensación de mediados de los 90), Alejandro Amenábar no tenía veinticinco años. Nacido en 1972, de ascendencia chilena y criado en Madrid, dio muestras de ser inquieto y creativo desde niño; esto se tradujo en una obsesión con el cine, que devino en una carrera que ya suma cinco largometrajes – nada mal en casi quince años-, numerosos premios Goya, y un prestigio internacional, que ha logrado sin tener que sacrificar su integridad.

Con Ágora, que protagoniza la hermosa Rachel Weisz y que narra momentos claves en la gloria y posterior destrucción de la legendaria Biblioteca de Alejandría, Amenábar, que ha tocado el thriller violento, la ciencia ficción, el horror gótico y el melodrama realista, ahora se asoma al género épico/histórico y su cinta es un asomo a una era desconocida y maravillosa, que retrata con un detalle inusitado, algo que imprime como rúbrica a todo lo que hace, y que lo distingue de manera excepcional entre los cineastas de su generación.



La cinta empezó como un proyecto para hablar de la historia de la astronomía y acabado siendo algo más complejo. ¿Cierto?
Es verdad, mi idea de la película empezó con una reflexión sobre las estrellas y hemos acabado, de un modo bastante lógico, hablando de Hipatia, que es la madre de esa y otras ciencias y de ese paraíso cultural que fue Alejandría. Respecto a la cinta, quiero mostrar que yo no soportaría un mundo en que toda la gente pensara igual que yo, que no hubiera gente mas progresista o conservadora que yo. Es algo con lo que hay que vivir. Somos diferentes, por muchas afinidades que tengas con otras personas.

¿Podría decirse queun tema es denunciar a aquellos que quieren imponer sus ideas por la fuerza?
En el set de rodaje convivían agnósticos, ateos, musulmanes, cristianos, judíos... Todos nos levantábamos por la mañana y hacíamos la película, todos juntos. El ágora, en el fondo, es el planeta en el que tenemos que convivir todos. Lo único que denuncio es que si para defender las ideas tienes que defender la violencia, te conviertes en un insecto.




¿Podrías explicarnos por qué titular así su película?
Ágora me parecía el único título posible. Lo que más nos ha costado ha sido encontrar el título, no sabíamos cómo llamarla. Pero cuando ves que en el ágora se precipitó todo, la reyerta de los paganos contra los cristianos; y la simetría de la propia palabra, con el círculo en el centro, te das cuenta de que es el título perfecto. También marca una línea en el suelo entre el pensamiento racional y el irracional... Cuando usas tu razón contra la sinrazón y no puedes defenderte es muy injusto. Ágora tiene una visión humanista. He intentado ver las cosas desde un punto de vista humano, vemos la tierra desde la estratosfera y lo hacemos como si estuviéramos subidos a un satélite. Es una visión humanista y racionalista, y no por eso tiene que ser menos apasionada.

¿Habías pensado en Rachel Weisz para que hiciera el papel desde el principio?
Mateo Gil y yo habíamos seguido la carrera de Rachel Weisz y la directora de casting la sugirió entre varios nombres. Nos pareció perfecta. Reúne el lado intelectual; es una persona brillante que podía entender la complejidad de la astronomía; y también tiene la pasión y la belleza. Lo que no sabía, es que además es una persona extraordinaria. Fuera de serie.




En la cinta hay muchos planos desde el cielo. ¿Querías mostrar la insignificancia de los hombres?
Buscábamos una aproximación al mundo del pasado. Cuando cuentas algo que ha pasado hace 1600 años en películas épicas, lo tiendes a ver desde un punto de vista épico y me parece que es muy distante, que no te llega. Queríamos llevar al espectador muy cerca y a veces la mejor manera de conseguirlo es usar la cámara lenta. Pero nos dimos cuenta que si acelerábamos la velocidad los hombres parecían hormigas, y se conseguía llamar la atención sobre lo absurdo que era lo que hacían allí abajo. También quería cambiar la perspectiva a la hora de ver las cosas. Esto es una gran tragedia, pero mírala en comparación con todo esto, con las estrellas de alrededor.

¿Dirías que Hipatia es un icono feminista a nivel histórico?
Creo que sí, es una mujer rodeada de hombres, pero una mujer que defiende su integridad y que quiere ser tratada como un intelectual más. El que sea una mujer, es, de hecho, una casualidad. Yo lo que quería era hacer un homenaje a los astrónomos, a los intelectuales, a todos los pensadores que nos han abierto los ojos, nos han dado alimento para la mente. Hipatia, desde luego, es uno de ellos. Es uno de los pasos que nos llevaron a Einstein.



¿Dirías que éste fue tu rodaje más difícil?
No, no. Creo que ese honor le corresponde a Abre los ojos, por las complejidades del guión, comparado con los límites de nuestros recursos. También Los otros, que era un proyecto que para mi era un salto tremendo: entrar en contacto con Hollywood, que no conocía, rodar con niños, que no lo había hecho nunca, y rodar con una superestrella como Nicole Kidman, que no lo había hecho nunca. De ella aprendí mucho, nunca he vuelto a ver la interpretación igual después de trabajar con ella. Me enseñó a respetar el trabajo de los actores. En Ágora, el problema eran las dimensiones del proyecto. Pensaba que iban a pasar desgracias, la locación en Malta, el tamaño del reparto. Soñé una noche que un huracán nos llevaría el decorado, pero no, mira, salió muy bien. Esta es una película que me gusta mucho.

Ostensiblemente, la película se presenta como “basada en hechos reales” ¿Cuál dirías que es el porcentaje de hechos reales de lo que se ve en la película?
Creo que se ajusta razonablemente mucho a la realidad. Lo digo sabiendo que ni ésta ni Mar adentro son exactamente reales al 100%. Pero creo que se puede decir que está inspirada en hechos reales, el personaje de ella es real. Hemos cambiado el final. A Hipatia la mutilaron y la descuartizaron en público de una manera brutal y lo cambiamos en el último momento por una lapidación porque me parecía que tiene una connotación más actual, más inmediata. Hubiera sido hacer un baño de sangre,la escena de una película de terror, en cambio, hacerlo así es algo que nos habla directamente. Es algo que pasa hoy en día.

Partiendo de eso, ¿podría decirse que la cinta hace una analogía con la situación política actual?
Ágora te muestra el momento en el que un grupo toma las armas y empieza a impartir justicia por su cuenta. Ahí es cuando empieza el problema. El juego que quise hacer, que puede ser un poco burdo, es que el imperio romano es Estados Unidos, Alejandría representa las provincias y Europa es la provincia, una cultura más ancestral. En cuanto el imperio entra en crisis, todo lo que está alrededor lo hace. Y de pronto emerge un grupo que tiene un elemento que le hace más atractivo y eso es lo que atrae a la gente. No pretendo emitir un mensaje. Yo hago historias que me gustan a mí, pero eso no es lo importante. Lo importante es que alguien se acerque al cine, vea la película en la oscuridad de una sala y al salir, piense en lo que vio, que ahora forme parte de su vida. Eso es lo que realmente más me importa de lo que hago, contar historias.




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Sed de sangre / Thirst, de Chan-woo Park

Thirst… esa endemoniada “sed de sangre”

Angélica Ponce



“Concédeme lo siguiente en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Como un leproso pudriéndose en vida, que todos me esquiven. Como un lisiado sin extremidades, que no me mueva libremente. Extrae mis mejillas para que las lágrimas no puedan correr por ellas. Aplasta mis labios y lengua para que no peque con ellos. Arráncame las uñas para que no pueda aferrarme a nada. Que mis hombros y espalda se doblen para que no pueda cargar nada. Como un hombre con un tumor en la cabeza, que pierda el juicio. Destruye mi cuerpo jurado a la castidad, déjame sin orgullo y hazme vivir en la vergüenza. Que nadie rece por mí. Que sólo la gracia del Señor Jesucristo se apiade de mí…”




Todo comenzó en la mísera África con un virus y una plegaria atendida. Un sacerdote coreano, en su búsqueda por salvar vidas, se somete a un experimento médico para erradicar al virus Emmanuel (VE) que, en los últimos años y pese a sufrir un freno, mata a 600 personas: todas ellas caucásicas o asiáticas… ningún africano.

Como si se tratara de la maldición de Bazira, la diosa de las viudas, el 80% de estos decesos fueron de misioneros u hombres solteros que al infectarse veían crecer ampollas en sus extremidades, luego alrededor de los labios, párpados y nariz. Sus sistemas respiratorio y digestivo sufrían grandes daños mientras las ámpulas se racimaban, crecían y se reventaban infectando los músculos y órganos internos, provocando úlceras, hemorragias y la muerte.

“Como un leproso pudriéndose en vida, que todos me esquiven…” reza el sacerdote Sang-hyun (Kang-ho Song) apenas comienzan las pruebas. Transcurre un mes. La vacuna falla. A las 15:31 horas fenece…




“Destruye mi cuerpo jurado a la castidad, déjame sin orgullo y hazme vivir en la vergüenza…”. Dios escucha. Llega el milagro. La resurrección. El Santo Vendado. Pasan seis meses. La beatitud muta. El milagro condena. Sang-hyun descubre que tiene un irresistible deseo de beber sangre y una hipersensibilidad a la luz solar. Sus hábitos cambian. Se vuelve noctámbulo… es un vampiro.

Basada en la novela Thérèse Raquin, de Émile Zola, Thirst o Sed de sangre (2009) explora y explota los miedos, prejuicios, doble moral y fe de un pueblo ávido de milagros, con el vampirisimo como variante. Lo que iniciara como un adulterio se transforma en una serie de crímenes que van del robo de sangre de un comatoso hasta el asesinato serial. La culpa será el eje. Las pasiones pretextos para la transgresión.

Construida como una tragedia clásica, la cinta del director coreano Park Chan-wook adereza los “pecados” del sacerdote vampiro con absurdas y sardónicas salidas a los complejos entramados que lo debaten entre su fe y la satisfacción de sus instintos, evidenciando, las más de las veces, que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”.



Contrario a la mayoría de los filmes de vampiros, Thirst no es una cinta oscura o cargada hacia un ambiente gótico. Su fotografía, aunque retrata atmósferas nocturnas, está llena de colores y luz. No hay encierro o sensación de claustrofobia. Interiores y exteriores, de día y de noche, nunca son una amenaza pasiva, son sólo los escenarios, los contextos de los debates internos de los personajes, son lugares que igualmente podrían contar una historia de amor.

Los tonos dramáticos que apuestan por las escenas de terror fantástico se inclinan hacia iluminaciones azules, verdes e incluso blancas, donde la aparición de la sangre denota una frialdad estética, que aleja a las carnicerías de esa sensación grotesca que genera la violencia; dejando que la repulsión, el vértigo o el estremecimiento lleguen con las acciones y pensamientos más cotidianos. El horror se centra mayoritariamente en la pérdida de humanidad de los seres no vampíricos, en el enjuiciamiento por la aparición del pecado.



Ganadora en 2009 del premio del jurado en Cannes, Thirst es una de esas cintas poco convencionales de vampirismo que, sin embargo, apuesta a la naturaleza primaria de estos personajes. Y aunque la ironía de hacer de un sacerdote un vampiro, corrompa el sentido estricto del personaje principal, no cabe duda que si uno no tiene fe y no cree en la eternidad no se puede temer al infierno e incluso, quién sabe, si se pueda llegar a él. Así que cómo sea que tenga que ser, “fue divertido”.






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Agora, de Alejandro Amenábar

La luz que falló
Miguel Cane



La obra de Alejandro Amenánbar, desde su debut con Tesis (en 1996) ha sido de lo más diversa, pasando de su pretenciosa pero muy lograda incursión en la ciencia ficción (Abre los ojos, 1997), a una formidable fabulita de horror gótico (Los Otros, 2001) a un melodrama realista (Mar Adentro, 2004) que no sólo fueron éxitos de taquilla, también le valieron el reconocimiento de la crítica, permitiéndole hacer la película que le venga en gana. Es así que en su afán por hacer cine de Hollywood fuera de Hollywood, y en el de aunar cine de autor con cine comercial, hace Ágora, que llega con un año de retraso a las pantallas mexicanas, acompañada del imbécil subtítulo de “La caída del imperio romano”, que demuestra la estupidez e ignorancia de los distribuidores locales, ya que la película de marras nada tiene qué ver con ese tema.




Amenábar de nuevo filma en inglés, y se atreve con una incursión en el cine histórico/épico, género del que son máximos exponentes Cecil B. DeMille y William Wyler, y al que en esta cinta pretende dotar de un estilo más realista, hablándonos de una mujer única, Hipatia, madre de la ciencia moderna, encarnada en una actuación irreprochable a manos de la deslumbrante Rachel Weisz. No obstante, es demasiada calidad y mucha ambición para unos resultados tan mediocres y desencantados.




El principal problema de la película es que se sustenta en un guión muy débil, obra del binomio Alejandro Amenábar/Mateo Gil, que no tienen a quién culpar de sus tambaleos. Según palabras del propio cineasta, su intención era hacer una película, o incluso un docudrama, sobre el cosmos, pero todo eso le llevó hasta la figura de Hipatia. De modo que se dispuso a armar un gran fresco histórico en el que la destrucción de la biblioteca de Alejandría, en el siglo IV, fuera el vórtice a partir del cual comienza una lucha entre religiones.




Esto suena muy bien, pero se ve estropeado por el reultado final, que se queda corto: su defecto es, notablemente, que Amenábar intenta abarcar demasiado. Por un lado, la historia del choque de culturas y de religiones (Roma vs. Los Cristianos, que se vuelve un argumento pesado y torpemente resuelto), por otro la búsqueda de conocimiento del universo que hace Hipatia a través de las matemáticas; por otro la destrucción de un sistema de creencias mediante los brotes de fanatismo totalitario (en claro contrapunto con situaciones muy semejantes que se viven aún hoy) Y a Amenábar le fallan las fuerzas. Es sencillamente incapaz de hilvanarlo todo de forma fluida y armónica, evidenciando graves trastornos rítmicos en el seguimiento a sus personajes, por lo que resulta incapaz de establecer un tono.

Ágora es una película hermosamente filmada y realizada, con una interpretación empática, memorable y muy sentida a manos de la Weisz, pero tanto trabajo de orfebrería cinematográfica de muy poco vale si no logra establecer el vínculo emocional que se dio en sus otros filmes (el desprecio por el niñato deforme en Abre..., la piedad por la madre abandonada con dos niños peculiares en esa mansión aislada en Los Otros... la angustia por la universitaria necia y temeraria en Tesis... ) y éste no se da. Uno puede admirar Ágora por cómo está filmada y editada, pero no se puede sentir nada por lo que en ella sucede.




Quizá esto derive de no saber exactamente qué nos quiere contar Amenábar. ¿Que los fanatismos son destructivos y terroríficos? Eso es obvio. ¿Que la razón siempre será más analítica que la fe? Ídem. Ahora, de los mecanismos de ese fanatismo, los intereses que los mueven y los promueven, las mentes que son manipuladas desde la ignorancia de una vida miserable, de todo eso no hay ni rastro en un relato que siempre se mueve por caminos fáciles, y que no profundiza. Intelectualmente, Ágora es un filme muy menor. No hay en él una sola idea, siendo una película que, en teoría, iba a hablar sobre las ideas, ni un hallazgo. No se hace preguntas, ni se las hace al espectador. Se deja ver, pero está vacía. No dice absolutamente nada. Y con esta lluvia de recursos y gran elenco, es una lástima y un desperdicio.

Ágora
Con Rachel Weisz, Ashraf Barhom, Oscar Isaac, Richard Durden, Max Minghella, Rupert Evans, Sami Samir y Michael Lonsdale
Dirige: Alejandro Amenábar
España/Reino Unido/Francia 2009



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21 ago 2010

Los dorados años de Ray Bradbury

El creador de Fahrenheit 451, Crónicas Marcianas, Las doradas manzanas del sol y La Feria de las Tinieblas cumple 90 años . Defensor apasionado del libro impreso y de la imaginación, aquí recibe un mínimo homenaje.

Miguel Cane




Parecería casi increíble que Ray Bradbury (Waukegan, Illinois, Agosto 22 de 1920), el “hombre que nos inventó el futuro” sea en la vida real un abuelito de cabeza blanca, que jamás ha conducido un auto, que detesta la Internet y que hace más de diez años no abandona la ciudad de Los Ángeles, donde vive en el apacible suburbio de Cheviot Hills, en una casa atiborrada de libros. Pero sí: el hombre que nos creó una descripción de la vida en Marte, e así, pero su persona literaria ha trascendido toda edad y sus sueños están ahora manifiestos no sólo en palabras, sino en realidades.

Escritor y novelista, visionario y arquitecto, guionista, ensayista y poeta, uno de los padres de la literatura fantástica contemporánea, Bradbury aprendió a leer a los tres años, comenzó a escribir sin parar desde los 15 y su inquietud del adolescente sigue reflejada en su obra, si bien hace casi una década que una embolia le privó parcialmente del movimiento y de la vista, aun si "fue capaz de verlo todo mucho antes" -- como le dijo el alemán Wernher von Braun, padre de la carrera espacial, a la llegada de la primera misión a Marte, cuando compartió con él ese triunfo para la humanidad.- El oído también le falla, pero su mente sigue intacta y sigue creando mundos, escribiendo cada día.




No hay nadie, nacido en los últimos sesenta años, que no haya, por lo menos alguna vez, oído su nombre o leído un libro suyo: Fahrenheit 451, la impactante historia de un futuro donde el hábito de la lectura es condenado al fuego, se ha convertido en heraldo de una truculenta realidad (un mundo donde la lectura y los libros son tratados con menosprecio por las grandes masas). Su visión de Marte como una colonia terrestre en la colección de relatos hilvanados como una novela en Crónicas Marcianas – que se publicó aún antes de que salieran hombres al espacio- es todavía hoy un punto de referencia no sólo en la literatura de género, sino de la literatura del siglo XX.

Mientras se formaba como escritor, Bradbury nunca recibió un consejo. Tampoco tuvo una preparación formal, ya que se graduó en la biblioteca pública, enseñándose a sí mismo rodeado de libros; en sus propias palabras, define su carrera autodidacta: "Me enseñó Shakespeare, me enseñó Julio Verne. Edgar Allan Poe me dijo que escribiera." El crecer en esas bibliotecas le provocó un amor desmedido por los libros, llegando a acumular una coleccion de más de tres mil volúmenes en su museo personal.




Al principio de s carrera, Bradbury no tenía máquina de escribir propia (la alquilaba), y fue hasta los 21 años que publicó su primer relato remunerado: un cuento titulado Péndulo en la revista Super Science Stories en el otoño de 1941. "Cuando me casé no ganaba ni tres dólares a la semana. Maggie,mi mujer, tenía que mantenernos. Y para 1950 la cosa tampoco había cambiado tanto. Ganaba seis dólares semanales" declaró en una entrevista reciente. Sin embargo, la publicación de Crónicas Marcianas en 1953 le valió un reconocimiento internacional y en 1956, apareció lo que se considera su obra maestra, Fahrenheit 451, que ha sido vista como una metáfora futurista y distópica basada en la quema de libros en las calles de Berlín durante el régimen Nazi. Algunos han interpretado el libro también como una respuesta a la caza de brujas del temible Joseph McCarthy. El propio Bradbury afirma que el libro sopesa las consecuencias que tiene en la literatura la aparición de la televisión, un medio que satura con información inútil. Son muchas las teorías que rodean esta obra, pero el autor ha dicho antes: "Mis libros se escriben solos y yo no hago preguntas."




François Truffaut llevó la novela a la pantalla con la celestial Julie Christie interpretó tanto el papel de Clarisse como el de Linda Montag, que es el único pero que Bradbury puso a esta adaptación, que se ha elevado al grado de clásico. Por otra parte, Jack Clayton hizo una impresionante cinta basada en La Feria de las Tinieblas y en 1981 se hizo una (fallida) adaptación en forma de miniserie de Crónicas Marcianas, siendo uno de los últimos trabajos de Rock Hudson. Para Bradbury, lo importante son los libros impresos, no las adaptaciones que se hagan. De hecho, asegura, son dos cosas completamente distintas.

Aunque Hollywood no ha sido el único medio del que el autor de El Hombre Ilustrado recela: el Internet le horroriza ("¡Que quemen la red en lugar de quemar libros!" declaró hace algunos años cuando Yahoo intentó pedirle una novela original para la red), y los libros electrónicos tipo Kindle, no le parecen libros. “Un libro sólo tiene dos olores: el olor a nuevo, que es bueno, y el olor a libro usado, que es todavía mejor". Su última batalla a favor de la palabra impresa a sido su defensa de las bibliotecas públicas. "No creo que las bibliotecas estén obsoletas,” declaró en una videoconferencia trasnmitida en la FIL de Guadalajara el año pasado “no permitiré que acaben con ellas, así me tenga que poner en medio para evitarlo".

Ray Bradbury, autor de más de quinientos relatos, diseñador del memorable pabellón estadounidense en la Feria Mundial celebrada en Nueva York en 1964 o de las atracciones espaciales tanto en el Epcot de DisneyWorld, en Florida, como en EuroDisney, en París no padece los efectos de la edad o del shock del futuro, si acaso, llega a los 90 más ávido de crear, de descubrir e imaginar. Sus sueños están en el espacio. “Nuestro futuro está en la Luna, en Marte, en Alpha Centauro. Y en un millón de años las nuevas generaciones estarán ahí para agradecérnoslo. Viviremos para siempre".

Al igual que Ray Bradbury, que lo ha logrado, gracias a cada una de las palabras que ha escrito y que le garantizan el que ahora ya es leyenda.

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17 ago 2010

ESPECIAL Música/Video - Jaime Roos / DURAZNO Y CONVENCIÓN. Recomienda PATRICIA FARÍAS

Para nuestr@s lector@s de Cine Visiones, un ESPECIAL de Música - Video

Patricia Farías, con todo cariño desde (y para) Uruguay, nos recomienda Durazno y Convención, de Jaime Roos, de la que nos escribe:



Recuerdos de hace mucho tiempo: Durazno y Convención, de Jaime Roos

Tenía diez años cuando nos mudamos al Barrio Sur (en Montevideo, “barrio” se le llama a las zonas en las que se divide la ciudad, a veces en forma no “oficial”). Esta es una zona de Montevideo cargada de historia, de nostalgia incluso. Ya en aquella época los que siempre habían vivido allí decían que ese lugar poco a poco estaba perdiendo su esencia: desaparecían edificios, se perdían tradiciones… Era muy joven la primera vez que escuché “Durazno y Convención”, de Jaime Roos, por lo que en aquel momento fue un tema que me gustó mucho, sin tener los recuerdos que tiene ahora, años después.


Este músico, compositor y productor uruguayo vivió desde que nació en esa zona, para luego radicarse en Amsterdam. Su música se ha caracterizado por la fusión de géneros como el rock and roll, tango, milonga, candombe y las murgas (típico de Uruguay, merecería comentario aparte sin duda) con letras muy representativas de lo que es mi ciudad. Usualmente se presenta acompañado por destacados músicos uruguayos.

Por esa característica de retratar nuestras cosas, ésta es una imagen clarísima de las calles que rodeaban mi infancia. El nombre del tema alude a la esquina de la calle Durazno con la calle Convención (esquina donde vivía J. Roos); yo viví al menos veinte años muy cerca de allí, en una calle que también se vestía “toda de lila”.
Convención esquina Maldonado

Convención casi Durazno

Convención entre Durazno y Carlos Gardel

Parque República Argentina / Cía del Gas (Dique Mauá) - Rambla Sur entre Florida y Convención



Durazno y Convención – Jaime Roos

La calle Durazno
Nace a la intemperie
Telón ceniciento
Palmeras al viento
Abierta a las olas
Marrones y blancas
De la playa chica
Que muere en el Gas
La calle Durazno
Muere sin saberlo
Cuando se ilumina
Toda de lila
En pleno diciembre
A la hora más lenta
La siesta obligada
Del jacarandá
La vida
La vida como siempre dura
La noche como siempre oscura
Por la calle Convención
El mismo
El mismo taconeo absorto
Los yiros del paseo corto
De la calle Convención
La vida
La vida tironeando el cobre
La tienda del judío pobre
De la calle Convención
Botijas
Botijas de la moña suelta
De las rodillas bien mugrientas
Por la calle Convención
La calle Durazno
Atraviesa dos barrios
De chata figura
De amarga dulzura
Son Sur y Palermo
Rivales y hermanos
Que cruzan Durazno
Camino del mar
Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Canilla
Canilla Acción El Plata Diario
Paquete bajo el brazo largo
Por la calle Convención
Los lentes
Los lentes de los relojeros
Los ojos de los bagayeros
De la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te lleve el viento
De Durazno y Convención
Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Los perros
Los perros de los bichicomes
Durmiendose por los rincones
De la calle Convención
Baldosas
Baldosas partidas hace años
Recuerdos que me hicieron daño
Por la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te abrace el viento
De Durazno y Convención

Y acá va la "traducción":

Que muere en el Gas (se refiere a la Compañía del Gas, que está sobre la rambla)

Los yiros del paseo corto (“yiros” = prostitutas, del italiano “girare”, dar vueltas)
La vida tironeando el cobre (= el dinero)

Botijas (“botijas” se les llama en Uruguay a los niños)

Botijas de la moña suelta (en la Escuela Pública en el Uruguay los chicos llevan túnica blanca y moña azul.. que muchas veces se desatan jugando)

Candombe murga y batucada (“batucada” = en Uruguay, toque de tamboriles en el candombe)

Canilla (“canilla” o “canillita” vendedor de periódicos, salía con los diarios bajo el brazo en un paquete, ver más abajo en la letra)

Canilla Acción El Plata Diario (Acción, etc son nombres de periódicos que ya no salen)

Los ojos de los bagayeros (“bagayeros” = contrabandistas)

Los perros de los bichicomes (“bichicome” = quien vive en la calle y se alimenta de desperdicios)











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14 ago 2010

Pasión en El Cairo / Cairo Time, de Rubba Nadda

Amor entre las Ruinas

Miguel Cane




Las películas protagonizadas por mujeres maduras en escenarios exóticos (Summertime – de David Lean, con Katharine Hepburn, por ejemplo o Shirley Valentine o la espectacular Yes, de Sally Potter) siempre han tenido un nicho en el cine: son historias que sirven para que una actriz – usualmente una notable, de edad madura- tenga la ocasión de brillar en una locación poco habitual.

En el caso del último filme de Rubba Nadda, la cineasta canadiense opta por El Cairo como el escenario para su trama: de este modo lo incorpora como un personaje más, una urbe que oscila entre lo ancestral y lo moderno, entre una cultura mulsumana como occidental, un Cairo que por momentos deja ver aspectos tercermundistas representado esto último en el bullicio de sus calles, en el caos reinante, su edificación que la hace muy similar incluso a una gran urbe como es México, mientras convive con las ruinas de recintos milenarios.




A este lugar llega la elegante y sofisticada Juliette Grant (una radiante Patricia Clarkson), esposa de un diplomático comisionado a la ONU, para descubrirse a sí misma entre sensaciones, emociones y sentimientos sorpresivos. Mark, su marido (Tom McCarmus), no puede verla pues está en misión diplomática en Gaza, por lo cual, deja en manos de su amigo, Tarek Alexander Siddig), un ex-policía, el cuidado de su esposa. Tarek actúa como el anfitrión, protector , guia y ayudante de Juliette. Pronto surgirá una chispa entre ambos: el resultado no es incendiario, sino algo mucho más humano, sosegado y con visos de realidad.




Esta es una película donde el verdadero protagonismo no radica en los papeles que deban cumplir estos actores en si, sino las contradicciones entre un mundo antiguo como moderno contrastado por los afectos, que si bien están a flor de piel, no son permitidos expresarlo tan públicamente. Para ello, Rubba Nadda, reconocida por la agilidad de su ritmo al dirigir, utiliza la técnica expresiva, sea mediante el uso de la voz, muy bien representada en Juliette, como las miradas, el contacto. Por otro lado, están representadas las costumbres mulsumanas, como el rezo al alba, un lugar exclusivo para hombres de negocios que mediante la ingesta del café o té, hacen negocios o simplemente se reúnen, pero las mujeres están vedadas, (claro las mulsumanas, no Juliettte. Esto la inquieta). Es costumbre bailar en las bodas, y es así que cuando un familiar de Tariek se casa, éste la invita a participar en el evento, y vemos como se integra a la cultura mulsumana que aflora en todo momento.



La cinta tiene buena factura y se libera de los clichés de los que abusó Sex & The City 2, al mostrar a Juliette como una mujer sin ningún tipo de prejuicios concernientes al mundo mulsuman, es así que ella se integra a la familia de Tarek, y se involucra emocionalmente con él, dejando de lado la grosera imposición del American Style, algo que vulgarmente hizo la película de Sarah Jessica Parker.

Respetuosa de las tradiciones y atenta a los contrastes, Rubba Nadda hace un trabajo muy logrado y Patricia Clarkson disfruta cada escena: es una actriz formidable y una mujer en plenitud, lo cuál da una dimensión de autenticidad a la trama. Esto no es un filme “ligero”, mas sí optimista. No es simplón ni explota clichés de la “American Woman se redescubre en otro país” (para eso está Julia Roberts con Come, Reza, Ama). Su autenticidad es más refrescante. Algunas veces, un poco de honestidad no le hace daño a una película, como en la extraordnaria Japanese Story (2003, de Sue Brooks, con Toni Collette) y el resultado es que se deja ver y muy bien.

Pasión en el Cairo/Cairo Time
Con Patricia Clarkson, Alexander Sidding, Tom McCarmus y Elena Anaya
Dirige: Rubba Nadda
Canadá/Irlanda/Egipto 2009


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La pasión de Patricia Clarkson

Es reconocida como una de las mejores primeras actrices del mundo: su presencia en infinidad de filmes de los más reconocidos directores lo demuestra y ahora, con Pasión en El Cairo, le llega el momento protagónico.

Miguel Cane




No hay papeles pequeños. Ese es un mantra actoral que Patricia Clarkson (Nueva Orleans, 1959), ha seguido al pie de la letra desde que hizo su debut como la esposa de Elliot Ness (Kevin Costner) en Los Intocables de Brian DePalma. De ahí, su voz rasposa y su rostro elegante han aparecido en filmes como Milagros inesperados, Dogville, Lejos del Cielo, Vicky Cristina Barcelona y, más reciente, La isla siniestra. La actriz, quien estuvo nominada al Oscar por Pieces of April, y obtuvo dos premios Emmy por su participación en la serie A tres metros bajo tierra ahora tiene el rol central de Pasión en El Cairo, presentada en el festival internacional de cine de Toronto, donde obtuvo el premio a la mejor película.




En esta cinta de factura canadiense, interpreta a Julitette Grant, una mujer sofisticada y de mundo, que es esposa de un diplomático y que, sin proponérselo, entabla romance con un hombre árabe. “Me doy un festín con los personajes que interpreto, no importa si es una escena. A veces una sola presencia es importante. Lo veo como adentrarse a un mundo que no es de uno, pero que hay que transitarlo y desarrollar. Es verdad eso que dicen. No hay papeles pequeños.”


¿Siente que te costó mucho llegar a este punto de tu carrera profesional en Hollywood?
Mira, cuando comencé a hacer cine, hace unos veintitantos años, yo era una chica rubia y bonita. Sólo era considerada para los papeles de esposa o novia encantadora, comprensiva. Los intocables fue algo muy especial. Para ser mi debut cinematográfico, con Brian De Palma, Kevin Costner, Sean Connery y Robert De Niro, fue muy emocionante. Ten en cuenta, que era la única mujer en una película “de hombres”. Yo en esa época estaba haciendo una obra en Broadway y tuve que abandonarla, muy a mi pesar, pero era un riesgo que tenía que correr. Yo soy egresada de Yale en arte dramático, que es una de las mejores escuelas y me enamoré del teatro, pero fue con ese filme que aprendí otras cosas, como técnicas de cámara, tomas y ángulos. Fue como tomar un curso de postgrado. Y desde entonces, trato de aprender todo lo que puedo de los trabajos que hago. Así que sí, ha sido un camino muy largo, pero no me ha importado en absoluto recorrerlo.




¿Cuándo dirías que comenzó a tomar vuelo tu carrera?
Creo que fue cuando interpreté a Greta en High Art, dirigida y escrita por Lisa Cholodenko, en 1998. Desde ahí todo cambió para mí. Me tocó hacer un personaje muy radical, algo que nunca en mi vida había hecho: el de una ex-modelo de haute couture alemana, neurótica, lesbiana y adicta a la heroína. Ciertamente fue demandante, porque tenía que hacerlo creíble y yo soy muy neurótica (se ríe), pero no soy ni alemana ni lesbiana y nunca he tomado drogas en mi vida. Pero sentía que la conocía. Nadie podía creerlo cuando vieron mi trabajo. Era como si dijeran: “¡Wow! ¿Ella puede hacer eso?” y empezaron a ofrecerme otros papeles que no eran los de la novia buena y comprensiva. Diría que ahí me empezaron a ofrecer retos. Y yo los tomé encantada.




¿Cómo llegó a tus manos el personaje que interpretas en Pasión en El Cairo?
Ruba Nadda, la directora, es una mujer joven y muy talentosa, que sabe muy bien qué es lo que quiere- Perfectamente pudo haber concebido el mismo relato con una mujer joven, pero prefirió hacerlo con una mujer de cierta edad. Sí, qué pasa, soy una mujer de cierta edad y ésa era la historia que ella quería contarle a la audiencia y por las reacciones que ha habido en las proyecciones, en festivales en las premieres, te das cuenta de que muchos disfrutaron. Son historias de mujeres, y hay mercado para ello, a pesar de que opinen distinto. ¿Quién no quiso ver Vicky Cristina Barcelona? Aparte del encantador Javier Bardem, ese relato fue conducido por mujeres. Y fue un éxito.

¿Sientes que Hollywood no aprovecha a sus actrices maduras?
Somos muy pocas. Admiro a Helen Mirren y, por supuesto, a Meryl Streep. A Sigourney Weaver, Susan Sarandon, Glenn Close, Mia Farrow... Son mujeres muy hermosas y han madurado con una gracia impresionante. Ahora bien, hay menos papeles de este tipo. Ya sabes, si es para una película grande, primero se lo van a ofrecer a Meryl y si ella pasa, entonces... Pero no me puedo quejar. Ya he trabajado con Woody Allen dos veces y todo se debe a que asumo pequeños papeles que me permiten trabajar en mayor número de proyectos y con otros directores. Es una manera de ser versátil y me manengo activa.

¿Qué opinas de quienes esperan un papel que los defina?
Creo que es un terrible error como actor hacer eso. Cada interpretación que he realizado tiene cierto valor para mí. Me ha hecho mejor actor y no sólo por trabajar con Allen, Von Trier o Scorsese, sino con todos. Considero que una carrera es la combinación de muchas partes y el hecho de seguir haciendo cine a la edad de 50 es increíble. Aún estoy trabajando. Soy una mujer muy afortunada.

¿Con quién te gustaría filmar?
¡Con Pedro Almodovar! Él lo sabe, se lo he dicho. Escribe para mujeres y es un gran director de actrices... yo sueño con ser chica Almodóvar. Aprenderé español si es necesario. No me importa. Mientras tanto, haré otra película con Ruba. Será un thriller de suspenso y yo volveré a ser la fuerza conductora de ese relato. Será emocionante.

¿Filmar Pasión en El Cairo en Egipto te mostró algo que desconocieras del Medio Oriente?
Sí, fue una experiencia fascinante. Yo nunca habia estado en Egipto, ni como turista, así que fue una experiencia cultural, es cierto. Hay belleza, hay romance en esos lugares; personas viviendo vidas normales. Estoy agradecida de participar en un filme con locaciones que tengan un clima político. Hay momentos políticos en ella, pero Ruba le devuelve la belleza a El Cairo. Es ofensivo englobar inmediatamente a esa ciudad como si fuera todo en ella un reflejo de los conflictos actuales. Hay tantas culturas diferentes y ciudades tan distintas... Tenemos que honrarlas a cada una. El Cairo es un personaje maravilloso en esta cinta. Igual que trabajar con Alexander Ziddig, trabajar con él fue extraordinario. Interpreta a un hombre común, nada que ver con ese cliché de que al final resulta un terrorista o una persona de alta jerarquía. Estoy agradecida de estar en un filme que enfatice la belleza de una ciudad como El Cairo y su gente.




Tu personaje, Juliette, vive una apasionada historia de amor ¿hay romance en la edad madura, entonces?
¡Pues claro! ¡Claro que puede haber historias de amor, y apasionadas, hasta eso, a cualquier edad! Yo he estado enamorada en mi vida de dos hombres. Sé lo que es estar en un momento de amor con una persona, por muy momentáneo que sea. Algo que no te cambie la vida pero que defina lo que eres. Cambios internos. Qué puedo decirte? ¡Soy una romántica incorregible!

Y una trabajadora incansable... ¿cuántas peliculas filmas al año?
Oh, no creas que tanto. Dos. O tres. Pero sí, tengo suerte de que hay mucho trabajo. Y si no es cine, es teatro o TV o grabar audiolibros, o dar talleres de actuación o tomar talleres de actuación. Esto no es “bien, ya estoy haciendo cine, ahora mírenme todos y adórenme”. La época de las grandes estrellas ya se acabó. No todo mundo puede ser Bette Davis. Pero trabajas y buscas trabajo. Soy actriz, tengo muchos años de experiencia. Así que si hay un proyecto y creen que funciono para él, yo encantada. Nunca le hago ascos al trabajo. Es mi pasión.




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