25 sept 2014

Volver a empezar / Begin again, de John Carney

Canta para mí

Miguel Cane.




Con ecos de la clásica Nace una estrella (Cukor, 1954) y una semejanza con Balada de un hombre común (Los Coen, 2103), John Carney, el director irlandés creador de la notable cinta también de corte musical Once, cuenta la historia de tres personajes estrechamente vinculados con el mundo de la música, cuyas vidas se ven trastocadas por la llegada de la fama (y sus inconvenientes).


Gretta (Keira Knightley) y su novio Dave (Adam Levine) llegan a Nueva York para cumplir su sueño, poder vivir de su música y composiciones. Él batalla y Gretta es su apoyo. Pero un buen día la fama hace que sus vidas se separen, el triunfo le llega a él, y quiere volar solo. Abandonada, Gretta, debe buscar qué hacer con su vida. Así, mientras canta en un bar, conoce Dan, a un productor de música venido a menos (Mark Ruffalo), que está separado de su mujer (Catherine Keener) y bebe mucho. Tras escucharla, él decide que esta chica puede ser su oportunidad que le ofrece un futuro mejor pero incierto, mientras entre ambos surge una amistad estrecha, que cambiará sus vidas.



El guión, del mismo Carney, habla acerca de la fidelidad a uno mismo, de la perseverancia y de los sacrificios que a veces tenemos que hacer para seguir adelante, todo aderezado tanto por locaciones auténticas de Nueva York — que en cierta forma pasa de ser sólo un escenario a ser un elemento tangible de la atmósfera del filme — como por una excelente banda sonora en la que Levine (que es también el vocalista de la banda Maroon 5) y Miss Knightley dan la nota con temas interpretados con talento.



Especialmente sorprende Keira Knightley, que hace una interpretación vulnerable (algo que ya había hecho en Anna Karenina y Buscando a un amigo para el fin del mundo) ahora enriquecida por un sólido rango vocal, que cautiva al espectador.



La cinta reboza de pura vitalidad y se nota en cada secuencia, asimismo reflexiona y hace hincapié en las distintas opciones que hay dentro de la industria discográfica para poder triunfar y llegar al público sin dejarse llevar por el materialismo.



Carney es sentimental pero no sensiblero, sus personajes son sólidos y la música les da una dimensión nueva y rica: hay matices, hay textura, hay sonido y hay calidez, lo que hace que la película, más allá de un mensaje positivista que podría ser visto como algo ramplón, presente también una historia de interés humano, cosa que la distingue de las demás.

Volver a empezar / Begin again
Con Mark Ruffalo, Keira Knightley, Adam Levine y Catherine Keener
Dirige John Carney
EU 2014

Justin Theroux: O manejas la fama o te fastidia la vida

Miguel Cane.



Aunque todavía no es considerado una estrella de fama internacional, Justin Theroux (Washington DC, 1971) ha cimentado su sólida carrera con base en el cine, donde ha tenido una trayectoria variopinta: lo mismo actúa o escribe guiones que dirige y aparece en series de televisión. Ahora ha obtenido reconocimiento como el protagonista de la nueva serie de éxito sorpresa de HBO, The Leftovers, que recién terminó la transmisión de su primera temporada y ya ha sido renovada para una segunda que se transmitirá en 2015.



En esta serie, basada en una novela de Tom Perrotta y co-creada por Damon Lindelof (autor de Lost), 140 millones de personas —2 por ciento de la población mundial— desaparecen de la faz de la Tierra sin ninguna explicación. Tres años más tarde los misterios se suceden en un pequeño pueblo de Estados Unidos, donde la familia Garvey, encabezada por Kevin (Theroux) el jefe de policía de Mapleton, está en el centro de los misterios provocados por las desapariciones. La serie fue un éxito sorpresivo en su estreno en Estados Unidos, así como en sus estrenos internacionales, incluyendo HBO Latinoamérica, que lo transmitió en México, y las expectativas para la temporada dos son muy altas luego de su temporada de estreno.

Por otra parte, Theroux —hijo y nieto de escritores y artistas, pareja de la célebre Jennifer Aniston desde hace algunos años— se revela como un hombre inteligente y jovial, con los pies bien plantados en la tierra, algo que sus casi 20 años de carrera le han enseñado.



¿Qué es lo que más te gusta, en perspectiva, de esta serie?
Lo que me gusta más de la serie es que no se parece a ninguna otra que conozca. Es sobrenatural y también muy humana. Es todo eso. Es diferente y todo parece bastante real. Y eso ocurre desde el primer episodio. Me parece algo muy original y creo que al público también le pareció así. Se han dejado llevar, nos tuvieron paciencia y creo que quedaron satisfechos. Tanto como nosotros.

Eres un jefe de policía al que abandona su mujer para unirse a un culto extraño, con un hijo desaparecido huyendo de la ley y una hija adolescente rebelde. Demasiados problemas para una sola persona ¿no?
Me encanta Kevin. Es muy rico en matices. Es un gran tipo. Es la clase de hombre que piensa que si continúa haciendo lo correcto y siendo una buena persona, el mundo volverá a ser el mismo de antes. ¿No es algo conmovedor? Alguien que no solo ama a su familia, fracturada como está, sino que también tiene la necesidad de arropar en sus brazos a mucha gente, por lo que esta experiencia se convierte, para él, en algo muy frustrante, pero no se deja caer. Es un tipo increíblemente generoso. Espero que existan tipos así.



Ya vimos el final de la primera temporada… ¿Has pensado en cómo va acabar la serie?
Le dije a Damon Lindelof que por favor se abstuviera de venir a decirme. Yo no quiero saber lo que va a suceder. Yo me limito a leer los guiones que me pasan y a trabajar en ellos. Para mí la trama también es un misterio, así veo la serie de la misma manera que lo hace el espectador. Estoy en una posición de igualdad frente al personaje que interpreto, sé lo mismo que él sabe. Al final de la primera temporada es donde se bifurca del todo de la novela de Tom Perrotta y crea su propio universo. No sé qué va a pasar y me encanta que así sea.

Como Lindelof escribió Lost no sabemos si todas las preguntas serán alguna vez respondidas y si conseguiremos enterarnos de lo que está ocurriendo. Con la otra serie no lo cumplió.
Para empezar, no creo que The Leftovers en realidad se parezca a Lost. Hay elementos comunes, claro, el enigma, lo inexplicable, algo que ha pasado y no se sabe muy bien qué es, pero lo que más me gusta es que dos personas pueden ver la serie y tener diferentes interpretaciones de lo que está sucediendo y eso es bueno. Es como ir a un museo, ver las pinturas y tener diferentes reacciones. Creo que es lo mejor de la serie. Además, en su novela, Tom Perrotta tampoco responde nada. Como sabemos, en la vida real muchas de las preguntas no se hacen para ser respondidas.



Tu caso es totalmente opuesto al del actor encasillado. ¿Hay pros y contras en ser tan versátil?
Bueno, siempre he intentado que no se me estereotipe como actor, porque si te conocen por hacer un cierto tipo de cosas, finalmente eso se convierte en una trampa de la que es difícil salir. A lo largo de mi carrera he tratado de elegir cuidadosamente lo que hago. Por eso escribo también. Eso no quiere decir que todavía no haya encontrado lo que realmente me gusta, la cosa conmigo es que si hago la misma cosa durante mucho tiempo empiezo a aburrirme; necesito variar para que mi vida sea interesante. Cuando escribes tienes mucho control sobre lo que estás creando y eso me gusta, pero cualquiera que se dedique a la escritura sabe que es la parte más difícil de este negocio. Tienes que hacerte muchas preguntas. Actuar es casi como sacarte la lotería, porque te dan un guión, sabes que alguien ha hecho el trabajo duro y tú solamente tienes que interpretarlo… que tampoco es un lecho de rosas (ríe).

Uno de tus filmes más famosos es Mulholland Drive ¿Cómo fue trabajar con David Lynch?
Es fabuloso. Estamos interesados en la misma clase de cosas, como sueños o acontecimientos inexplicables, sin sentir necesariamente la presión de racionalizarlos. Es muy abstracto, tiene un tipo de creatividad incomparable. Lynch es una persona totalmente distinta a la que la gente cree o a lo que uno puede deducir de sus películas. Cuando trabajas con él tienes la impresión de que estás filmando una comedia. Es el tipo más adorable del mundo. Hay muchas risas, es muy divertido. Luego, cuando ves la cinta, te extraña, porque es totalmente diferente a como ha sido el rodaje. Eso nos pasó a Laura Dern y a mí durante el rodaje de Inland Empire. La pasamos muy bien durante la filmación y cuando ves el producto terminado, dices “¡Wow! ¡Qué clase de material es éste!”. ¿Me explico? Esa es la clave de su talento. No se nota todo lo que tiene dentro, su universo interior que es tan rico.

¿De dónde aprende más un actor, de los buenos papeles o las películas malas que desearía no haber hecho?
Cuando uno empieza en este oficio no lo hace siempre con el mejor material. A veces tienes que hacer mierda, porque debes pagar la renta. O la comida. O lo que sea. Y lo haces porque al final de cuentas es trabajo. Personalmente jamás miro atrás pensando que cualquier película o programa, el que sea, era horrible, porque todo lo que uno hace tiene algo valioso que enseñarte. Nunca veo las cintas con las que crecí de esa forma, les tengo más respeto. Y a los primeros directores con quienes trabajé, como Mary Harron, Greg Berlanti o David Mishkin, les tengo un mayor respeto porque creyeron en mí, aunque fuera en roles pequeños de los que aprendí mucho.

Hace algún tiempo, en una entrevista dijiste que desde hace años aprendiste a tolerar la fama y a no darle demasiada importancia al hecho de ser un personaje público. ¿Cómo le haces?
Mira, es muy fácil. Hay una diferencia bastante clara entre ser famoso y ser una celebridad. Ser famoso es el resultado del trabajo duro, ser una celebridad puede ser producto de cualquier cosa, como ocurre con toda esta gente de los reality shows y demás mierda, que salen de la nada y de pronto todo mundo sabe quiénes son y al cabo de tres o cuatro años acaban más hundidos en la mierda de lo que ya estaban, ricos o pobres, da igual. Exhiben su vida privada sin responsabilidad para con terceros y es un desmadre. Eso francamente nunca me ha interesado. Tú me ves en cualquier parte y yo voy siempre igual, relajado y jovial, pero la verdad es que tampoco está bien eso de que cada vez que sales a la calle con tu mujer —mi caso, por razones obvias— alguien te persigue para tratar de sacarte una fotografía. La pasas mal. Es decir, ¿soy el mismo tipo que va a comprar al mismo súper que tú y no soy ni mejor ni diferente. Por eso la fama me da lo mismo. Pero tiene sus desventajas como tiene ventajas. O la manejas o te fastidia la vida.

18 sept 2014

Cantinflas, de Sebastián del Amo

Ahí está el detalle

Miguel Cane.



A estas alturas del poema, todo el mundo sabe que, si se desea acceder a la carrera por el Oscar, lo que hay que hacer es una “biopic”. Las ha habido de todos los tonos: algunas vibrantes y otras sensibleras. Pero lo importante es darle al público una “mirada privilegiada” al mundo íntimo de una figura conocida.



En México se había dado poco éste molesto género — acaso la más afortunada cinta en memoria reciente de este tipo sea La Reina de la Noche de Ripstein, sobre Lucha Reyes, infinitamente superior a las horrorosa y baratonas cintas que Carlos Amador produjo en los 90 sobre José Alfredo Jiménez, Álvaro Carrillo y José José—, pero el afán de conseguir una “justificación” del cine nacional obteniendo un Oscar, ha sido más fuerte, y con esa intención específica se creó Cantinflas, con un presupuesto de producción considerable, un reparto lucidor — controversialmente (aunque esto de hacer polémica siempre es una ventaja en este país) encabezado por el catalán de origen gitano Óscar Jaenada — y la pretensión de llegar a Hollywood.



Esto en sí no es reprobable. Lo triste es que se quiera hacer, con un producto mediocre (pese a todos los elementos que lo componen, que son de calidad innegable) y finalmente fallido, hecho para sorprender a un público poco exigente, con la guisa de ser “un relato verdadero” al que se sanitizó al punto de convertirse en una versión con más recursos de cualquier programa pseudobiográfico de la televisión.



Jaenada está muy bien en un rol decididamente difícil, y captura bien el lenguaje corporal de Mario Moreno y de su personaje, en distintas etapas de su vida, no obstante, tan buen elemento se diluye en un guión débil que promete una “historia no contada” que no sucede nunca.



El resto del reparto se pierde en cameos completamente inútiles (¿qué tantas figuras históricas reconoce usted?) que no hacen justicia a los actores que los representan: Ahí está José Sefami como Diego Rivera, Anna Layevska como Miroslava, Luis Gerardo Méndez como Shilinsky, Bárbara Mori como Elizabeth Taylor — su tercer marido, Mike Todd, produjo La vuelta al mundo en 80 días y aquí es encarnado por Michael Imperioli —, y un largo etcétera que poca sustancia aporta a lo que al final resulta un carnaval insostenible de clichés del género y un desperdicio de sus actores (especialmente Ilse Salas, que está muy bien en un papel ingrato como la esposa), que desesperadamente busca agradar y dar la sensación de que se está viendo un filme importante, cuando en realidad ni siquiera es malo: es mediocre.



Y mejor hubiera sido que fuera malo. Así, por lo menos, Sebastián del Amo (que ya había intentado algo similar en su opera prima sobre Juan Orol, que en su resultado fue ligeramente mejor) tendría algo que causara una reacción visceral y no sólo tedio.



Cantinflas es tan blanda y tan complaciente, que en lo único que resulta es en sensiblería corriente y la promesa defraudada de algo que no llega; una cinta objetiva sobre un personaje complejo. Incluso las últimas cintas de Cantinflas, en las que se regodeaba en una superioridad moral antipática (y más cercana a su verdadera personalidad hacia el fin de sus días), eran mejores que esto.


Cantinflas
Con Óscar Jaenada, Ilse Salas, Luis Gerardo Mendez, Adal Ramones y Joaquín Cosío.
Dirige Sebastián del Amo
México/EU 2014

Eric Bana: Soy católico y creo en el mal

Miguel Cane.



La palabra versátil es la que se presta para definir la carrera de Eric Banadinovic (nacido en Melbourne, Australia, en 1968, dentro de una familia de inmigrantes croatas). Comenzó haciendo comedia y una gran variedad de sketches en la serie de la Australian Broadcasting Co. Full Frontal —respuesta antípoda a Saturday Night Live. En el 2000, ya famoso, dio un giro a su imagen de joven apuesto y jovial para encarnar al célebre criminal Mark Read en Chopper, filme debut del neozelandés Andrew Dominik, que le valió a Bana (como es mejor conocido) el reconocimiento internacional y la entrada a Hollywood. Ahí ha trabajado con directores como Ridley Scott (La caída del halcón negro), Ang Lee (Hulk), J.J. Abrams (Star Trek), Steven Spielberg (Munich) y Judd Appatow (Funny People).



No obstante su experiencia, Bana no había interpretado nunca a un agente de la ley ni había sido parte de un filme de terror, dos deudas que salda gracias a su participación al encarnar a un personaje real, el agente de la policía de Nueva York, Ralph Sarchie, en Líbranos del mal, una inquietante mezcla de thriller policiaco y relato de posesión diabólica que se estrena en pantallas mexicanas esta semana.



Nunca habías hecho una cinta de este género, ¿qué te gustó del proyecto?
La verdad, lo que me motivó fue la posibilidad de trabajar con Scott Derrickson, quien además de dirigir, co-escribió el guión basado en los textos de Ralph Sarchie y sus investigaciones reales. Yo ya conocía sus otras películas como El exorcismo de Emily Rose y Sinister. Me gustaron porque no era mera explotación, sangre y tripas, ¿me entiendes? Nada de violencia gratuita. El talento de Scott es crear atmósferas y el hecho de que él se interese en hacer cintas de ficción inspiradas en casos reales las vuelve más honestas y escalofriantes que otras de su tipo.



El filme se basa en las experiencias de Sarchie mientras patrullaba Nueva York. ¿Cómo te identificaste con eso?
Mi personaje lleva el mismo nombre y aparece en pantalla como un representante del orden que ha perdido la fe y no se encuentra en buenos términos con su familia debido a las aterradoras visiones que está teniendo así como a los numerosos crímenes que le ha tocado observar en los últimos tiempos. Él va a enfrentarse en algún momento a todas estas cosas que lo atormentan, lo que constituye una agregado a la trama principal que me pareció muy interesante. Creo que ésta es una película muy oscura, tanto en su estética como en su temática, y como actor es más interesante hacer de un personaje en medio de una crisis que alguien que está yendo por la vida de manera despreocupada y feliz.

¿Conociste a Sarchie? ¿Hablaste con él?
Scott lo invitó a conocer al elenco cuando estábamos en los ensayos y pude charlar con él. El Ralph Sarchie que aparece en la película es una representación ficticia de él, y no tuvo ningún problema con eso, al contrario. Decía que lo que le había pasado cuando hacía investigaciones era tan extraño, que solo podía entenderse a través de una narración ficticia, y él no quería influir de ninguna manera en mi actuación; sin embargo, me contó algunos detalles suyos que yo incorporé al personaje con ayuda de Scott. Estuvo bien, fue muy interesante hacer eso.

¿De joven eras fan del género del terror en el cine?
Como toda la gente de mi generación, crecí viendo películas de terror allá en Australia: El exorcista, El hombre de mimbre, El bebé de Rosemary, La profecía, Halloween, El ansia. Sí, vi todo eso, pero esto era diferente. Estaba intrigado por la idea básica de la historia, ya que no sabía casi nada de posesión ni esa clase de asuntos. Scott sí se metió de lleno en el tema cuando hizo El exorcismo de Emily Rose y cuando empezó a escribir el guión. Su ayuda me sirvió mucho para familiarizarme con aspectos del terror que ni siquiera conocía.

¿Qué tipo de material les proporcionó Derrickson para preparar su trabajo?
Como parte de su preparación, Sarchie nos dio una serie de registros de audio y de video extraídos de sesiones reales de exorcismo. Fue bastante incómodo exponerse a todo eso pero me sirvió mucho para identificarme con el relato y con todo lo que representa para alguien que se encuentra en esa situación.

Has reconocido ser católico. ¿Esto de algún modo se relacionó con tu interpretación?
Más allá de que seas o no creyente, ver y hacer algo así, en lo que te enfrentas a una persona que se encuentra en medio de un gran dolor, resulta impactante. Sí, soy creyente y creo en el mal. No exactamente en el diablo per se, pero sí que existe una fuerza del mal y una fuerza del bien y que son parte del delicado equilibrio de la existencia. Es algo que mucha gente cree, y yo no soy la excepción, aunque mis creencias no tuvieron realmente nada qué ver con la película. Son algo estrictamente personal que a nadie le atañe, la verdad sea dicha.

Compartes créditos con Édgar Ramírez, un venezolano que ha tenido participaciones cada vez más grandes en Hollywood.
Édgar es increíble en todos los aspectos. Es enorme como actor y me encanta como persona. Llegaba siempre puntual y absolutamente preparado, lo que le dio una dimensión muy especial al personaje de Joe Mendoza, el sacerdote que ayuda a Sarchie en su investigación. Le deseo lo mejor, y que siga encontrando papeles relevantes en el cine. Siempre entusiasma encontrarse un talento así.

¿Puede decirse que ésta no es una película de terror convencional?
En absoluto lo es. Aunque está inspirada en hechos reales. No todo es cierto, buscamos exagerarlo, hacer las cosas más siniestras, pero como el personaje central esté basado en una persona real se vuelve muy intrigante. Scott jugaba con otras nociones por debajo de este género de terror, algo más filosófico y profundo en la forma de desarrollar los acontecimientos que se van sucediendo y que ponen a prueba las creencias y la forma de pensar de los personajes. Eso es algo con lo que los espectadores podrán irse identificando. Creo que es algo un poco más rico que solo hacer una película sobre asesinos en serie o cosas así. Es más inteligente porque Scott la quiso hacer así, y a mí se me abrió la mente sobre el tema.

Ahora sí, puedes decir que has hecho de todo.
Sí, ahora sí. Sólo me falta hacer un western y un musical (risas). Y no creas, no lo descarto, yo escucho todo lo que me propongan y si me gusta, lo hago. Creo que de todo lo que hago me he llevado algo que me enriquece.

¿Incluso de una película tan escalofriante y macabra como ésta?
De todas aprendes algo. Y de aquí me llevo mucho. No es lo más dulce que haya hecho, pero Ralph Sarchie es un personaje muy rico y fue una gran satisfacción; espero que eso se traduzca en sustos para los espectadores, como ha sido un gusto para mí hacerlo.

11 sept 2014

Annette Bening: El teatro mantiene vivo mi oficio

Miguel Cane.

Dos Globos de Oro, un BAFTA, cuatro nominaciones a los Oscar y más de 20 películas filmadas bajo otros tantos legendarios directores como Tim Burton, Mike Nichols, Itsvan Szabó, Sally Potter o Sam Mendes, dan fe de que Annette Bening (Topeka, Kansas, 1958) es una de las actrices de mayor prestigio y respeto en el mundo.



Ahora llega a México en un filme inspirado en hechos reales, titulado Reinventando el amor, que protagoniza junto a Ed Harris y el recién fallecido Robin Williams. La cinta fue estrenada hace un año en el festival de Toronto y la actriz —casada desde 1991 con Warren Beatty y madre de cuatro hijos— encarna aquí a Nikki, una mujer que enviuda y encuentra la posibilidad del amor en un hombre con un extraordinario parecido con su difunto marido, lo cual resulta en una sorprendente situación que cambia su vida.

¿Reinventando el amor es una historia de amor o una historia de pérdida?
Las dos cosas. Hay obsesión y duelo. También la posibilidad de un romance. Y sobre todo el descubrimiento de una vida nueva, después de la pérdida. Eso fue lo que encontré tan atractivo en el personaje y en la historia. No es un melodrama nada más, es una historia muy completa y muy humana.



¿Usted cree que puede combatirse el duelo con amor?
Espero que así sea (se ríe). No soy viuda y espero no serlo..., nunca he experimentado una pérdida semejante pero a todos nos sobrecoge la posibilidad. Aunque igual, mi personaje no es consciente al principio del nivel de duelo que sufre. No es algo que le pegue de golpe. Es una comprensión gradual.

La cinta narra una experiencia que le ocurrió a la madre del director. ¿Qué pensó cuando se enteró?
Hay que matizar. En realidad lo que le pasó a la madre de Arie Posin (el director) fue solo una semilla de una situación que luego germinó en su imaginación, al convertirla en la historia que quería filmar mediante un guión estupendo. Su madre es una mujer extraordinaria y Arie tiene una historia familiar muy interesante, sus padres emigraron de la Unión Soviética a Israel y después a Canadá; en algún momento tuvo que criarlo sola y lo hizo muy bien. Quizá por eso es tan poderoso el guión. Es una mujer que ha sufrido mucho dolor, es muy bella en todos los sentidos y cuando hablas con ella te transmite todos sus sentimientos.



Nikki trata de recuperar la felicidad del pasado, ¿hay algo que le gustaría recuperar a usted del suyo?
¿Sabes qué es lo mejor de entrar en una edad madura? Que puedes comenzar a mirar el pasado de otra manera y todo lo que te ha sucedido va transformándose según nuestra propia percepción. Vamos eligiendo quién ha sido realmente importante en nuestras vidas, y la experiencia nos permite moldearlo según nos conviene. Yo creo que no hay felicidad solo en el pasado. Creo que la hay en todos los momentos de la vida.

Es sabido que usted investiga a fondo sus papeles, pero que en esta ocasión se dejó guiar por el instinto…
Lo de investigar el papel es importante sobre todo si tu personaje tiene una profesión especial que debes aprender, como si se trata de un científico, un médico. Cuando estaba en la universidad pensaba que cuanto más investigabas, cuanto más ensayabas, más puntos ibas a ganar; pero lo más útil es la intuición. No investigué demasiado para este papel, lo que pasa es que los actores solemos presumir de lo mucho que trabajamos nuestros personajes para que parezca que hacemos mucho más de lo que realmente hacemos (ríe).



Pero usted no acepta papeles que no le supongan un desafío.
Cierto, esa es una de mis normas. El papel de Nikki fue todo un desafío por el hecho de que tenía que vivir dentro de él y no podía ser demasiado explícita con mis actos, ya que es un personaje que no sabe lo que está haciendo. Tenía que aceptar que el filme me llevara por el trayecto de la historia. No le di muchas vueltas antes de interpretarlo, trataba de dejar que mi mente estuviera libre para actuar y, así, poder estar en el momento con Ed Harris y entrar en la situación.

Usted tiene una carrera muy rica en interpretaciones.
He sido afortunada, supongo. He hecho mucho trabajo en el teatro de los que nadie sabe porque los hago en un pequeño teatro en Los Ángeles, y es casi anónimo. Y me encanta. Son trabajos que son muy gratificantes para mí y mantienen vivo a mi oficio. De joven siempre tuve la ambición de actuar toda mi vida y contar historias que reflejasen mi propio periodo de vida, así que he tenido mucha suerte de haber podido encontrar esos proyectos en el momento adecuado.

Usted prueba que aún hay papeles para actrices mayores de 50. ¿Se presiona menos hoy a las actrices maduras?
No creo que haya menos presión. Lo que sí he notado es que esa presión no solo existe en mi profesión, aunque obviamente te observan más cuando trabajas delante de una cámara. No es que me encante verme cada vez más arrugada (ríe), pero es inevitable, todo el mundo envejece, ya sabes, y hay que saber aceptarlo y verlo de forma positiva. Envejecer con gracia. Creo que en general se va aceptando más la idea de que la mujer, al llegar a esta edad, puede hacer las mismas cosas que el hombre.

Oí una anécdota sobre usted ¿Es cierto que sus padres nunca la llevaban al cine?
Sí, es verdad, ¿cómo supiste? (ríe). No, a ellos no les gustaba mucho el cine. Creo que una de las pocas películas que vi con ellos fue La novicia rebelde, con Julie Andrews, cuando era niña. Años después tuve una maestra que nos llevaba a toda la clase a ver obras de Shakespeare, y eso es lo que me inspiró. Luego vino el cine, pero mi vocación se origina en el teatro, que es mi gran amor.

Ha sido cuatro veces candidata al Oscar, ¿Todavía le interesa o no le quita el sueño?
¿Qué te puedo decir? Haber estado nominada cuatro veces es fantástico y ganar premios es muy lindo, pero me da la sensación que la importancia que se les da es hoy mucho mayor que cuando yo empecé. Es todo muy mediático, muy publicitario. Recuerdo un tiempo en el que no era tan complicado. Yo no pienso en premios ni en nada de eso cuando hago un trabajo. No le veo el caso.

¿Podría decirse que no es ambiciosa?
De joven, cuando empezaba, lo fui y creo que en cierta medida lo sigo siendo, pero de un modo muy diferente. Hay muchos tipos de ambición, pero ciertamente no soy Lady Macbeth (risas). Verás, la ambición es un elemento importante a la hora de querer hacer cosas y tener el deseo y la energía para hacerlas bien. Empecé a tener hijos en la cumbre de mi carrera y, como ocurre en la vida de toda mujer cuando llega ese momento, tuve que decidir. Me decidí por la familia y en ningún momento me he arrepentido. Ser madre de cuatro hijos se dice fácil, pero quizá es el rol más difícil y gratificante a la vez, porque son cuatro personas completamente diferentes y cada una es un mundo en sí misma. Han sido mi mayor escuela. Así que mi ambición se ve colmada con ellos.

Y a todo esto ¿cómo lleva eso de estar casada con una leyenda viviente?
Quizá a mi marido no le hará mucha gracia si digo que no es muy diferente (risas), pero la verdad es que probablemente sea como estar casada con cualquier otra persona, que se dedique a cualquier otra cosa. Es un gran padre, un gran compañero, un magnífico amigo y el complemento perfecto para mí. Básicamente, porque es un ser humano maravilloso, y lo sería de todos modos.

Líbranos del mal / Deliver us from evil, de Scott Derrickson

Ángeles y demonios

Miguel Cane.


Después del éxito sorpresa de la muy violenta Siniestro, Scott Derrickson regresa al género del cine de terror. Inspirada en la vida del policía e investigador de lo paranormal Ralph Sarchie, Líbranos del mal es una buena cinta de este tipo. Transita senderos familiares y en más de una ocasión prefiere crear una atmósfera a sumergirse en un baño de sangre o abusar de los efectos visuales, lo que da cuenta del talento del realizador a la hora de generar suspenso.



El protagonista es Eric Bana –que hace un buen trabajo como un escéptico policía neoyorquino que debe conjugar dos mundos, el real y el de los espíritus-, quien encarna a una versión imaginaria de Ralph Sarchie, y que tiene compañeros con quien repartirlo. El reparto lo redondean Olivia Munn como la esposa separada de Sarchie, que teme por sus hijos y que no comprende muy bien el horror que se cierne sobre ellos, el comediante Joel McHale, que asume un papel completamente ajeno a su carrera y el actor venezolano muy de moda en Hollywood, Edgar Ramírez, como un sacerdote poco corriente, cuya vida y falta de fe lo ponen en una terrible encrucijada.



En los términos de un thriller de estas características, el film funciona de un modo correcto. Si bien no presenta nada novedoso, Derrickson consigue sostener la tensión durante la totalidad de la película y establece su narrativa con fluidez, sin perder intensidad, ni aburrir al espectador. Ahora bien, no ofrece nada nuevo, tampoco. Todo aquél que haya visto El Exorcista — o incluso El Exorcismo de Emily Rose, que fuera el debut como director de Derrickson hace casi una década — no encontrará aquí algo novedoso; si bien la atmósfera es tan lograda que justifica el valor de la entrada; hay buenos elementos, no exentos de interés, como puede ser el uso siniestro que se da a la banda sonora compuesta por canciones The Doors.



Eric Bana es un actor versátil y sobre sus hombros recae todo el peso de la película. La cinta funciona en gran parte gracias a él y a su manera de conectar con el espectador. Por otra parte, Derrickson ya demostró que lo que haga es un éxito dentro del género que lo hizo famoso, y quizás lo único que tenga que hacer es dejar de jugar sobre seguro y abrirse hacia otros terrenos donde pueda realmente destacarse, como será en su próximo proyecto, ahora para los estudios Marvel, dirigiendo una nueva versión de Doctor Strange. De ser así, será interesante ver hacia donde llega, porque en este género ya no tiene más que hacer. Sus sustos funcionan, pero ya no impactan.

Deliver us from evil/Líbranos del mal
Con Eric Bana, Olivia Munn, Joel McHale y Edgra Ramírez.
Dirige Scott Derrickson
EU 2014

4 sept 2014

Reinventando el amor / The Face of Love, de Arie Posin

Segunda vuelta

Miguel Cane.


Con el tercer largometraje de Arie Posin, el espectador se encuentra ante una película adulta, con un tema adulto, con unos actores adultos que han hecho de sus arrugas bellos surcos de experiencia, y con un tono que oscila entre la comedia y el drama que nunca cae ni en lo lacrimógeno ni en el chiste barato, sino que se sostiene muy bien.

Desde finales de los años 70, no se hacía cine comercial de esta manera y con este estilo; y eso es altamente prometedor.



Annette Bening, actriz de primera categoría, encarna a Nikki, una diseñadora de interiores viuda que trata de reconstruir su vida después de perder a su marido (Ed Harris), y lo hace con un hombre que, extraordinariamente, parece el doble de su difunto. La Bening es capaz de iluminar la pantalla con el brillo de sus ojos y su sonrisa y la película utiliza esta característica para contar lo que es básicamente casi una parodia del cine fantástico: la nueva pareja es recibida de forma distinta por vecinos, amigos y familiares, mientras que el espectador observa el drama desde la comedia, pero siendo consciente del peso trágico de la historia.



El problema es que el film no sabe resolver todos esos conflictos que plantea (¿confesará Nikki por qué se siente tan atraída hacia él?), y toda la madurez demostrada en su primer rollo se desploma parcialmente en un final que sabe a salida por la puerta de atrás: lo sentimental acaba venciendo, aunque es de esperar y la resolución no es indigesta; Posin se colocó en esta posición él mismo como director-guionista y la encara lo mejor que puede, valiéndose de una gran intérprete.



Reinventando el amor, en definitiva, es una comedia romántica con sustancia, y hay que reconocerle el saber hacer de sus intérpretes y un mínimo atrevimiento para poner en imágenes una cuestión tan espinosa como la pérdida y el redescubrimiento del amor a edades maduras, algo que en el panorama actual de tramas juveniles e insípidas comedias sexuales, es algo notable. Como sea, la interpretación de Annette Bening es más que suficiente para garantizar la película.

Reinventando el amor/The Face of Love
Con Annette Bening, Ed Harris y Robin Williams
Dirige Arie Posin
EU 2013

Scarlett Johansson: Me doy el lujo de hacer solo las películas que quiero

Miguel Cane.



Lleva ya 20 años de carrera (debutó en 1994 con North) y desde entonces, Scarlett Johansson (Nueva York, 1984) ha tenido una filmografía versátil, coronada por interpretaciones centrales en filmes bien reconocidos como Lost in Translation (2003), La joven de la perla (2003) o Match Point (2005). También se ha colocado como reina de la taquilla con su rol de La Viuda Negra en las cintas de superhéroes Marvel —incluyendo un rol central en Los Vengadores.



Gracias a esas elecciones tan poco convencionales, que alternan los taquillazos con filmes poco comunes como Under the skin, que causó estupor y furor en el Festival de Venecia, la crítica especializada dice que Scarlett ha pasado de ser la actriz más sensual de su generación a ser la más interesante. Ahora retorna al género de la acción de la mano de Luc Besson, en Lucy, donde interpreta a una joven que es secuestrada por un cártel de droga, pero cuando la someten a una operación quirúrgica para que transporte una droga que altera las funciones neuronales, la chica se convierte, literalmente, en el ser más poderoso de la tierra.



Con casi 300 millones de dólares recaudados en su estreno en Estados Unidos, la cinta aspira a ser un nuevo hito en la carrera de la actriz, que además este año se convertirá en madre por primera vez y contraerá matrimonio con el publicista francés Romain Dauriac, con quien reside parte del año en París desde 2012.

¿Has superado que algunos de tus papeles alimenten tu imagen de ícono sexual, para ahora demostrar que eres más versátil que tu aspecto?
Después de unos años muy productivos tengo la ventaja de haberme establecido como actriz, así que ya no me importa dónde pueda posicionarme mi carrera. Disfruto mucho de esa libertad. Así que prácticamente me puedo dar el lujo de hacer las películas que yo quiero. Ya no tengo que demostrarle nada a nadie. Es una gran ventaja. Puedo escoger proyectos más interesantes, arriesgarme.



Como sucede con Lucy.
Exacto. Me fascinó el concepto que tenía Luc Besson. Existe el mito de que los humanos solo usamos 10 por ciento de nuestro cerebro y mi personaje usa el ciento por ciento. Fue irresistible la idea de hacer esto; me intrigaba saber cómo iba a integrar todo el pensamiento filosófico con una serie de secuencias de mucha acción.

La cinta no se parece realmente a La Femme Nikita, aunque muchos pensaban que iba a ser así…
Oh, no. Besson no quería volver a hacer eso, y me lo dijo. Nikita fue uno de los primeros filmes suyos que vi, junto con El profesional, hace años. Desde entonces era una gran admiradora de Luc y de su trabajo. Y aquí lo que plantea es que Lucy es en todos los aspectos una muchacha ordinaria que vive y trabaja en Taipei y que de pronto ve su vida cambiada radicalmente por esta situación en contra de su voluntad. El novio la engaña para que transporte drogas, pero las drogas son un arma muy potente y la convierten en lo más parecido a un dios, con todos estos poderes… ¿viste la película? Pues cuando la leí, no me imaginaba que Luc iba a hacer lo que hizo. Me sorprendió mucho.



Sobre tu experiencia en la cinta, ¿Cómo fue interpretar a Lucy y convertirte en heroína de acción?
Bueno, ya había hecho cine de acción en Iron Man 2, The Avengers y Capitán América… pero esto es distinto. Ahí yo era parte de un elenco, un ensamble y muchos efectos se tenían que hacer por computadora… pero aquí Luc me pidió que entrenara para que yo hiciera la mayor parte posible de mis secuencias de acción y le dije que me parecía perfecto. En ese momento aún no estaba esperando un bebé, así que no tuve miedo de aprender a hacer la mayor parte de mis acciones yo misma. Ahora, por supuesto, la situación es muy distinta. Pero con Luc tuve una confianza instantánea y dejé que me guiara. Me encantó el reto. Fue al mismo tiempo, una experiencia liberadora. No tuve que trabajar dentro de los límites de mi cuerpo, así que ha fue una actuación realmente diferente. Debía preocuparme de todas las transformaciones de Lucy, desde su lenguaje corporal hasta lo más sutil, como los matices de la voz.



Este año también se estrenó Under the Skin, una de tus películas más complejas y sorprendentes…
Casi nunca veo mis películas, no creas… pero esta sí que quise verla. Tenía que ver cómo quedó, porque, ¿sabes? Fue una experiencia bastante surrealista ver el corte final. Es que mientras la rodaba no era consciente del resultado final que tendrían las escenas. No sabía lo que Jonathan Glazer estaba filmando, me puse completamente en sus manos. Soy su admiradora número uno: creo que Sexy Beast y Birth son dos de las mejores películas de los últimos 20 años, así que rodar con él, y sin muchos efectos, aunque es una cinta de corte fantástico, fue una experiencia muy íntima. Mi personaje ha sido tan intenso que ver después el film terminado ha sido un impacto. No puedo mentir, estoy muy orgullosa de este trabajo y creo que Glazer es uno de los directores con más talento de hoy en día. Que me invitara a colaborar con él en un proyecto que le tomó tantos años concretar es un privilegio, uno de los mejores momentos de mi carrera hasta ahora.

Aunque has trabajado con Woody Allen y Scorsese…
Sí, he sido tremendamente afortunada. Con Martin Scorsese solo fue un corto para promover una fragancia, con Matthew McCounaghey, pero me encantaría poder repetir con él y con Woody, cualquier día. Es, te digo, lo que me gusta, tener la libertad para elegir mis proyectos.

¿Las reseñas o lo que se escribe de ti te ha afectado de algún modo?
La verdad es que no suelo leerlas. Ni las entrevistas. No soy vanidosa. Alguna vez me llegan a mandar alguna pieza que es perspicaz o brillante, y la leo y aprecio, pero siendo honesta, trato de que no me afecten, ni para bien ni para mal. Por otra parte, no hay forma de volver atrás y rehacer las cosas, así que la película ya está ahí ¿para qué me mortifico? Preocuparme por lo que ya hice, me parece una pérdida de tiempo. Prefiero concentrarme en los proyectos a futuro. Es más interesante.

¿Te ves trabajando en el cine para siempre?
Me veo trabajando en este negocio, sí, pero puede que de otra manera. No creo que mi trabajo como actriz vaya a llenarme por completo el resto de mi vida, ni que vaya a dedicarme a ello para siempre. Tengo otras prioridades, voy a empezar una familia y eso evidentemente me cambiará la vida, así que no me pienso quedar todo el tiempo obsesionada con una carrera que no será eterna. Además tengo muchos intereses que me gustaría emprender. Me gusta la moda, no es secreto, y tal vez me gustaría crear una línea de ropa masculina. También, sería muy bonito implicarme en el mundo de la agricultura de alguna forma y, además, no descarto tener mi propio restaurante (risas). También siento algo de interés por la política y el servicio público, ayudar a los demás. Si pudiera hacer algo más allá de la filantropía, tal vez sería impulsando la ley dirigida a los servicios de salud de mi país. Me gustaría ver qué se puede conseguir en ese ámbito. Como ves, hay mucho más en mi vida que solo hacer cine, aunque, claro, esto es lo que más me gusta.