6 mar 2014

No tengo intención de detenerme a contemplar el paisaje: Robert Redford

Miguel Cane.



Es, literalmente, una leyenda. Uno de los actores más célebres de las década de los sesenta con interpretaciones memorables en filmes como El golpe, El candidato, Butch Cassidy y Sundance Kid, Nuestros años felices, El Gran Gatsby, Los tres días del cóndor y Todos los hombres del presidente, que le valieron un sitio permanente en la cultura popular contemporánea.

Sin embargo, Robert Redford (Santa Monica, California, 1936) no ha dejado de trabajar y de evolucionar a ambos lados de la cámara. Ahora reaparece en Todo está perdido, filme dirigido por JC Candor (egresado de la Academia de Cine de Sundance que fundó el mismo Redford), en el que se revela en plena forma como un hombre solitario que debe enfrentar los embates de la naturaleza al quedar solo en una embarcación. Por este trabajo, Redford ha recibido una plétora de premios y las mejores críticas de su carrera en más de una década.

¿Por qué considera que ha causado tanto revuelo este filme? ¿Siente que ha venido a cambiar su carrera en este momento?
No lo sé muy bien. Verás, la industria del cine ha cambiado mucho y el surgimiento de internet ha contribuido. Cierta cantidad de misterio es bueno para una película, aumenta lo atractivo de una historia. En el caso de esta, yo hubiera preferido dejarla salir y que la audiencia la experimentara. Cuando era joven, no había las herramientas de promoción de hoy. Estrenaban una película en el cine y tú ibas a verla sin saber de qué se trataba. Toda la nueva tecnología, que nos permite saber más y más de nosotros mismos, coarta el verdadero poder del arte. Pero también debo reconocer que ha causado tanto impacto porque es una película que rompe con el molde. Ya no se hacían películas así, y volver a este formato es interesante. Todo lo viejo es nuevo otra vez, supongo.



Usted ha impulsado al cine independiente. ¿Qué tan importante es ahora cuando resulta tan difícil hacer una película en Hollywood?
Es verdad que hacer películas hoy en día es muy difícil. Pero algo que noto, y que me da gusto ver, es que el cine independiente, como dices, ahora tiene un espacio más grande que el de Hollywood, porque el sistema de estudio ya no puede con ello. A menos que estés haciendo una superproducción que tenga muchas explosiones y efectos especiales y sea atractiva para la audiencia más joven, no hay lugar para contar una historia como ésta. Hay un vacío de películas sobre el interés humano, y en eso se enfoca el cine independiente. Esto que te digo no es nuevo, empezó a suceder a mediados de los ochenta, y por eso decidí crear una alternativa para los cineastas que quisieran hacer algo diferente con Sundance.

¿Cuáles son las historias que hoy le interesan a usted como actor y como director?
Siempre me ha gustado más hacer algo difícil, que algo sencillo. Todo está perdido es, en este sentido, una experiencia cinematográfica pura, completamente diferente de otras películas. Se hizo con muy poco dinero, y todo se trató del esfuerzo artístico y la preparación creativa. Fue como volver a los primeros tiempos del cine. Me entusiasmó mucho hacerlo, que JC me invitara a ser parte de esto, sobre todo porque quería contar una gran historia y a mi edad no llegan papeles así con frecuencia.

¿Fue difícil hacer un filme así?
Fue agotador, pero muy satisfactorio. Hace años hice películas que me exigían tanto como ésta, en el aspecto físico y mental, como Jeremiah Johnson, que es una de las películas que más me gusta de todas las que he hecho en 50 años de hacer cine. Y aquí estuve prácticamente solo, nada más con JC y el operador de cámara y un equipo muy pequeño. Y eso ya no se estila. No fue tan difícil como cansado, pero de verdad, cada día terminaba de rodar mis escenas con una sensación de entusiasmo que, como actor, hacía mucho que no sentía. Eso es algo muy valioso para cualquier actor.

Usted es el único miembro del elenco. ¿Es intimidante llevar el peso de una película en hombros?
JC y yo lo hablamos mucho cuando estábamos planeando la película. Él me la ofreció en el festival de Sundance en 2012, y me dijo “va a ser algo único, no hay más actores que tú” y pensé, bueno. Es un reto. Tengo 76 años y ¿por qué no? Le dije que sí y lo hicimos. No sé si sea “intimidante” exactamente, pero es una responsabilidad muy grande, porque no puedes apoyarte en nadie más para hacerlo. Pero eso también hace que todo el proceso sea interesante. Y eso lo consigue muy bien el cine independiente: una historia tan simple se vuelve una épica, con una gran economía de recursos. Y funciona.

Sin embargo, no le da la espalda a Hollywood, pues forma parte del elenco de Capitán América y Soldado del invierno, una producción de superhéroes…
¡Ah! Quería tener la experiencia de hacer algo completamente diferente, y por donde se vea esa película es muy distinta de todo lo que he hecho antes. Es completamente un producto de lo que hemos estado hablando: toda la nueva tecnología está absolutamente vertida en el proyecto. No creo que alguien haya pensado que los cómics llegarían a ocupar los primeros lugares en la industria fílmica. Lo que hacen es tan extravagante que quería verlo de primera mano, experimentarlo. Es algo realmente fascinante, ver cómo se hacen ese tipo de películas hoy en día.

¿Fue divertida la experiencia?
No lo sé (ríe). Supongo que sí. Todo fue completamente nuevo Había tanta tecnología que la mayor parte del tiempo no entendía muy bien lo que estaba pasando (ríe). Era algo que quería hacer y no me quedé con las ganas. Fue muy sorprendente ver todo lo que se puede hacer hoy con una computadora.

Con toda la filmografía que tiene, como actor y como director, ¿siente que le falta algo por hacer?
¡Seguro que sí! Mucho de lo que he hecho últimamente no lo había planeado. Siento que me falta mucho por hacer. Hay muchas cosas interesantes que están ahí, para que uno se acerque y las lea, las haga. No tengo intención de detenerme a contemplar el paisaje, todo lo que he hecho, empezó con pasos que llevaron a otros. Así es como hago las cosas. Un paso a la vez, y siempre con el deseo de hacer algo más. Cuando se te acaban las ganas de hacer las cosas, es que entonces no tienes nada qué hacer en este oficio. Y ese, me alegra decirlo, no es mi caso.





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