16 abr 2014

Ser independiente genera tensión matrimonial: Jessica Paré

Miguel Cane.



Convertida en la estrella revelación desde la cuarta temporada de la exitosa teleserie Mad Men, Jessica Paré (Montreal, Quebec, 1980) regresa en la primera parte de la temporada final (que inicia su transmisión este 13 de abril) con su interpretación de Megan Draper, el más vibrante de los misteriosos activos de su esposo Don Draper.

Megan continúa con su carrera de actriz en el Nueva York de finales de los sesenta, en un clima cambiante y turbulento no solo en el mundo, sino en el plano profesional y doméstico de los Draper y la agencia Sterling Cooper, en la que se conocieron.



Al final de la sexta temporada, todo quedó en el aire —el futuro de Don y su relación con Megan, por dar un ejemplo de todos los cambios impactantes— y ahora el público desea saber qué ocurrirá, aunque, siguiendo la tradición impuesta por su creador, Matt Wiener, el elenco no puede revelar demasiado, aún si quisiera.

Megan resultó una sorpresa desde la cuarta temporada y se está convirtiendo en una de las protagonistas de la serie por derecho propio. ¿Qué se siente al volver?
¿Te confieso algo? La temporada pasada fue aterradora para mí porque sentía que las apuestas estaban mucho más altas, mientras que antes no tenía nada que perder... Estaba nerviosa por hacerlo realmente bien y gustar a la gente. Antes de rodar la sexta temporada no podía ni dormir, pero pasado un tiempo, ya que estaba en el set casi cada día de la semana, estaba demasiado ocupada como para estar pensando en esas cosas, en lo que pensaría la audiencia. Me alegra la aceptación que ha tenido el personaje, pero en realidad esa no es mi prioridad. Estoy aquí para contar la historia de Megan. Y volver al set, a interpretarla, es algo increíble.



¿En qué forma dirías que el personaje te cambió?
Fue algo gradual, no inmediato. Primero noté que más gente me reconocía en la calle y no solo en Los Ángeles. En aeropuertos, en casa... Pero creo que mi mayor sorpresa fue el día que se me acercó una niña de 12 años preguntándome si era la de Mad Men. ¡Menos mal que me dijo que su madre le hacía cerrar los ojos en ciertas escenas! (risas). Pero lo cierto es que mi vida no ha cambiado tanto, porque no lo he permitido. Mis amistades son las mismas, vivo en el mismo vecindario y en realidad el único cambio importante fue que pasé de tener un Volvo destartalado a un coche más nuevo, pero eso es todo.

¿Cómo llegaste a la serie?
Yo audicioné para un papel diferente, más pequeño. Matt no me lo dio pero me llamó y me dijo que me había visto actuar en Jack & Bobby (otra teleserie que había hecho años atrás) y pensaba que yo podría ser útil para una idea que tenía en mente, que eventualmente se convirtió en Megan, aunque no me imaginaba que iba a llegar a tener el peso que alcanzó conforme fue avanzando la temporada en que debutó.



¿Cuánto dirías que tiene Megan de ti?
Muchas cosas. Matt y los escritores se sentaron conmigo para darle matices al perfil de Megan. Así fue que decidieron que sería de Montreal; su padre es catedrático universitario, como mi papá y ¡ella es actriz! (se ríe). Aparte de esas cosas, creo que es muy optimista y jovial, vibrante y apasionada por la vida. Creo que la temporada pasada la vimos hacer una elección muy interesante, la de perseguir su pasión por la actuación pese al hecho de que tenía un trabajo muy interesante y cómodo en el que se sentía bien. En la sexta temporada la vimos en su faceta de actriz, en una telenovela. Y eso a Don no le gustó mucho, pero ella no piensa comprometer su carrera ni por él.

¿Cómo describirías la relación entre Megan y Don?
Creo que Megan ve a un Don que nadie más ve, amoroso, generoso. Pero ella no es capaz de ver la otra parte de él que el resto del mundo ve. No es consciente de sus defectos, al menos hasta el final de la sexta temporada, cuando se da cuenta de que Betty, la esposa anterior, no es el monstruo que ella creía, y que Don es capaz de hacer daño a quien sea, incluso a sus propios hijos, aunque no lo hace deliberadamente. Solo puede pensar en sí mismo. Don había visto a Megan como una tabla de salvación y resulta ser que es una mujer independiente. Es obvio que eso genera tensión, lo mismo sucede en los matrimonios en la vida real.

¿Con cuánta antelación te llegan los guiones o el desarrollo del personaje?
Normalmente no lo descubrimos unos cuantos días antes de la primera lectura, que es cuando llega el guión. Por eso siempre nos sorprende. Si hay algún cambio importante, solo lo sabe el actor o la actriz que interpreta al personaje, y no se hace público hasta el ensayo. Matt y los escritores trabajan siempre a puerta cerrada aunque no nos excluyen del todo del proceso. A veces no nos enteramos hasta el último minuto, así se mantiene el suspenso.

Debe ser agotador, ¿no?
No te creas, a mí me gusta. Fue algo a lo que me tuve que adaptar. Antes había trabajado más en películas donde te dan el arco de tu personaje incluso antes de que pongas un pie en el rodaje. El reto especial aquí es no anticipar nada en tu actuación y ver con qué te van a sorprender.

¿Para ti, qué es lo más duro de que llegue a su final Mad Men?
¡Eso mismo, que no dura para siempre! (ríe). Adoro este trabajo, el guión es tan increíble y las historias que tenemos que contar... Es realmente importante para todos nosotros y todos creemos en lo que estamos haciendo. Quisiera que no se terminara nunca, pero creo que Matt tiene razón, hay que terminar en alto, no cuando ya no tenemos otro lugar adónde ir.

Sé que no puedes revelar la trama pero ¿Veremos a Megan en toda la temporada?
Pues sí, por contrato no podemos revelar nada de lo que va a pasar. Pero aquí estoy, ¿no? Eso es lo que puedo decir hasta ahora. La historia de Megan aún no se termina (sonríe).

¿Te vamos a volver a ver cantar?
No lo sé… (ríe). Bueno lo mío era más bien una afición que practicaba en la ducha, el coche y poco más, pero cuando grabamos “Zou Bisou Bisou” cambió todo. Se difundió, a toda velocidad, por YouTube y ahora canto, pero no necesariamente en la tele. Los miembros de The Jesus and Mary Chain, un grupo que siempre admiré, me invitaron a participar, de vez en cuando, en alguno de sus conciertos, aunque no tengo planes de hacer algo más profesional en este terreno. Ganas no me faltan, pero me lo tomo en serio y si lo hago, debo prepararme, así que todavía no hay nada firme, pero ya se verá. ¡El futuro siempre está lleno de cosas inesperadas!