Miguel Cane
Cuando una película cuenta con una buena directora al frente (Lone Scherfig hizo un trabajo excelente con Enseñanza de vida), dos buenos actores como cabezas de un elenco sólido – Anne Hathaway es posiblemente la mejor actriz de su generación, por mucho, y su carisma casi siempre basta para elevar un proyecto, mientras que Jim Sturgess tiene lo necesario para protagonizar una cinta de este tipo y Patricia Clarkson brilla en sus cuatro escenas – , tiene escenarios naturales de primera (Londres rara vez ha lucido más atractivo) y está basada en una novela de éxito, adaptada por su propio autor, es inexplicable que fracase. Pero este es el caso: Siempre el mismo día es un desastre espantoso, sin ninguna cualidad que la redima, pese a los recursos arriba enumerados. Ahora sí que ni siquiera Anne la pudo salvar.
La trama inicia el 15 de julio de 1988, cuando el petulante niño rico (pero con buen corazón) Dexter Mayhew y Emma Morley, que es pobre pero muy inteligente, se conocen e inician una relación de amistad que durará dos décadas. Entre Anne y Sturgess hay química, entonces, ¿qué es lo que no funciona? Los personajes, por mucha química que tengan los actores y mucho método que le apliquen, no interesan. Da igual si Dexter se desubica mientras busca su lugar en el mundo y cae en las drogas y el vicio de la piel ajena. No lo llegamos a conocer lo suficiente como para que nos importe. Cuando llegamos al 15 de julio de 1993 o 1997, da igual. Lo mismo pasa con Emma – Anne, como siempre, es excelente en su trabajo; su acento británico de clase obrera es perfecto, su presencia en pantalla cuando la vemos ir en bicicleta es radiante, pero como con su comparsa, también da igual.
Para cuando llega el momento en que de veras tiene que importarnos, conmovernos y sacudirnos lo que le va a pasar a esta pareja, ya lo adivinamos, lo vimos venir desde muy lejos y la verdad es que no nos importa para nada: no hay impacto emocional, no hay empatía. No es culpa de los actores – aunque uno espera sinceramente que a la Clarkson le hayan pagado bien por hacer esto – ni de la directora, que aquí es congruente con su reparto y obtiene de ellos un trabajo sólido, aunque, valga la redundancia, indiferente. Quizá en parte el problema es que David Nicholl, al adaptar su propia novela se pasa de indulgente y acaba por sabotear su propia trama, que acaba volviéndose demasiado banal y la pobreza del guión lo deja bien claro. Los recursos se sienten deseperdiciados y la sensación de desencanto se hace aparente en los primeros treinta minutos de proyección, para crecer ominosa y cargante hasta el desenlace, que se siente como una bofetada, como un chiste que se ha alargado tan innecesariamente que pierde la gracia.
Vendida como una comedia romántica (cosa que no es) o bien, como una chick-flick (cosa que tampoco es), este melodrama predecible, monótono y estéril condesciende en su publicidad, en un esfuerzo del departamento de marketing de su distribuidora para llegar a un sector del público que se acerca a la sala con la idea de que verá algo muy concreto, y no merece ser estafado. No vale la pena, y eso, considerando todo el talento involucrado, es una verdadera lástima.
Siempre el mismo día/One day
Con Anne Hathaway, Jim Sturgess, Romola Garai, Rafe Spall y Patricia Clarkson
Dirige Lone Scherfig
EU/Reino Unido
2011