3 oct 2013

Ron Howard: "Rush es un trabajo que hice por amor. Eso es lo que importa. Amar lo que haces".

Miguel Cane.



El caso de Ron Howard (Duncan, Oklahoma, 1954) es un auténtico fenómeno en el mundo del cine: lleva más de cinco décadas en el negocio, sin tener un solo escándalo, con una sólida vida familiar – se casó en 1975 con su novia del bachillerato y tienen tres hijas adultas, dos de ellas actrices – y una filmografía notable. Hizo su debut a los cinco años con Deborah Kerr y Yul Brynner en el drama de Anatole Litvak Rojo atardecer (1959) y alcanzó la fama de niño como el coprotagonista de El Show de Andy Griffith, donde apareció varios años. En los 70, el sitcom Happy Days fue un éxito de audiencia por diez temporadas y le permitió irse fogueando.



Con tres décadas y media como director y algunos filmes realmente clásicos en la cultura pop como la comedia de 1984, Splash o la célebre Apolo 13, así como proyectos de prestigio como Frost vs Nixon, Howard incursiona por primera vez en uno de los más emocionantes subgéneros del cine de acción: las películas de carreras de autos, mezclándola finamente con elementos de la vida real de dos mitos de la Fórmula 1 en Rush, que llega a pantallas de México, precedida por elogios de la crítica internacional para la cinta y las interpretaciones centrales, especialmente la de Daniel Brühl como el legendario corredor Niki Lauda.



Rush es un filme que requiere un espectador particular y así está hecho ¿Es usted admirador de las carreras de autos o de la F-1?
No especialmente. Me gusta de un modo muy periférico. No soy un fan devoto, ni sigo todos los circuitos anuales. Pero si hay algo que siempre me ha interesado, es el drama humano. En ese deporte, en todos ellos, de hecho, éste abunda. Es una realidad aumentada. Extrapolada. Esta es una historia fresca y original en ese sentido. Peter Morgan la escribió así. Los personajes son poderosos como dioses modernos del siglo XX y tienen, sorprendentemente, mucha sustancia bajo la adrenalina. Aunque Rush también es acción y yo tenía muchas ganas de hacer una película de acción. Precisamente por eso, la Fórmula 1 es un deporte muy cinematográfico; hay grandes filmes, de grandes cineastas como John Frankenheimer, por ejemplo. El vértigo está ahí. Curiosamente, como señalas, está hecha para un espectador especial, para el que hacía mucho no se hacía algo así. Ahora mismo no hay un filme que se parezca a Rush.



Decía usted “dioses modernos” y es verdad. Aunque la cinta no sólo gira en torno a la rivalidad entre Lauda y Hunt, también recrea con sumo cuidado la atmósfera de los 70.
Así es. Peter y yo ya habíamos colaborado en un tema y tiempo parecidos, en Frost vs. Nixon. La época me fascina por razones personales. Para mí es importante. Y también lo era hacerla de un modo que no pareciera un facsímil, como pasa muchas veces. Buscamos autenticidad. Por suerte hay mucho documental de aquella década, así que eso me ayudó muchísimo. Toda esa estética tan especial es la que transporta al público de Rush en el tiempo. No estamos ante una película de carreras nada más. Lo que he intentado ha sido entrar en la psicología de los personajes y mostrarlos tal como son. Cada uno tiene una perspectiva de vida diferente. Su propio destino en la pista. Eran dioses para sus seguidores y también hombres muy humanos en todo, excepto cuando estaban detrás del volante.

Un detalle importante en la cinta, es el enfoque que se da a las mujeres en la vida de los corredores, cosa que usualmente sólo es adorno en las cintas de este tipo y aquí aporta sustancia al desarrollo.
Eso me interesaba mucho. Las escenas con Suzy Miller (Olivia Wilde), la novia de Jim Hunt, y Marlene Knaus, la esposa de Niki Lauda, y madre de sus hijos (Alexandra Maria Lara), son fundamentales para la trama, porque revelan aspectos íntimos de ellos que nunca habríamos podido explorar, si solo los viéramos en la pista. Con ellas se quitan la máscara y vemos cómo son en realidad; James es un hombre inseguro y Lauda es un hombre familiar, con sentimientos. Nadie lo habría creído con sus imágenes de dioses de la velocidad. La angustia de ellas, su incertidumbre, da el interés humano al filme. Ellas están estupendas y son una parte indispensable de la película.

Ese interés humano hace que atraiga tanto a fans de la F-1 como a quienes no saben nada de carreras.
Exacto. Esa era la idea de Peter y mía. Aquí lo que hay es una combinación arriesgada: dos personajes insólitos, con velocidad, drama, glamour, conflicto... es entretenimiento. Creo que Rush puede gustar a un público muy variado. Aunque cada uno se fijará más en alguno de los aspectos de la historia que más le atraiga.

Algunas figuras de la Fórmula 1 la vieron ya terminada con usted. ¿Qué tal lo tomaron?
Fue un gran alivio la buena recepción por parte de todos ellos. Me dijeron que las carreras se sentían auténticas y que había captado la psicología de la competición. Eso es algo que descubrí al hacer películas basadas en hechos reales. Hablé con matemáticos para Una mente brillante y con astronautas para Apolo 13 y bomberos para Backdraft. Pero ellos nunca me podían explicar bien lo que hacían o cómo lo hacían. Lo mismo con la Fórmula 1. Como director de cine, mi trabajo siempre ha consistido expresar a través de imágenes lo que a otros les cuesta poner en palabras.

Daniel Brühl trabajó con Tarantino pero no es conocido en América. Hemsworth es muy popular por sus películas de cómics. ¿Cómo surgió la elección del binomio?
Chris firmó para hacer esta película antes de hacer The Avengers. Tuvimos suerte de tenerlo. Nos garantizó la luz verde para financiar sin problemas. Es profesional y dio un buen papel como Hunt. Sobre Daniel, fue idea de Peter Morgan. Me lo recordó. Había visto una película con él, alemana. Peter dijo que era versátil y podía ser perfecto para el papel. Nos reunimos en Londres y al verlo no tuve duda. Daniel es generoso, creativo y valiente y un actor de gran corazón y futuro. Con sencillez y pies en el suelo. Además, hay algo que quiero dejar claro: aunque Rush parece película de Hollywood, es totalmente una producción europea independiente. Eso me parece importante destacarlo.

¿Tuvieron ayuda o colaboración por parte de los ejecutivos de la F-1?
En realidad no... es más, te puedo decir que no recibimos ninguna ayuda. Pero los que sí colaboraron con nosotros y dieron mucho de sí, fueron algunos pilotos históricos. No nos regalaron nada, pero tampoco nos cobraron y hablaron mucho, nos facilitaron algunos coches. La verdad es que todo el dinero que teníamos fue a la parte de producción. Los creativos no tuvieron tantas facilidades económicas. Lo hicimos por muy poco dinero. Por eso te digo, es mi película indie europea de carreras y me encantó hacerla. Lo trabajamos muy de cerca todo. Fue sensacional trabajar así.

En estos treinta años de carrera, casi siempre ha hecho películas de presupuestos modestos que generan buena taquilla, aún si a veces la crítica no es hospitalaria, y algunos proyectos de prestigio o algún blockbuster. ¿Qué opina usted del discurso de Spielberg acerca de que en un futuro los cines solo programarán películas de ese tipo, blockbusters de gran presupuesto?
Es la realidad. Aunque no nos guste. Y tendremos que acoplarnos. Los que quieran ganar dinero haciendo cine, harán filmes de efectos especiales vistosos y escasa trama. Y los demás, pondrán, pondremos, su corazón en sus trabajos. Lo digo, porque hasta hoy, es lo que he tratado de hacer. Lo bueno es que hay público para todos tipos de cine y aunque no puedan ir a las salas, buscarán formas de ver cine que les hable. También hay que gente a la que le gusta el riesgo cuando entra en una sala. Aunque, no sé, a veces me pregunto si habrá espectadores para Rush, porque ni es una secuela o precuela de algo, ni está basada en un cómic de superhéroes, que es lo que más gusta. Pero, vamos, que no quiero sonar cínico o cruel. Hay realizadores que hacen películas de efectos especiales y que no lo hacen sólo por dinero. James Cameron, por ejemplo. Puede hacer una película muy personal, con un presupuesto desmesurado y ese tipo de cine. Creo que el público no es estúpido y si se da cuenta cuando el director ha puesto su corazón en su trabajo, tenga o no efectos especiales, lo apreciará más. Rush es un trabajo que hice por amor. Eso es lo que importa. Amar lo que haces.



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