15 ago 2014

Las vidas de Grace / Short term 12, de Destin Daniel Cretton. Por Claudi Etcheverry

Claudi Etcheverry.


El director es un hawaiano que se trasladó a California al acabar el instituto, donde trabajó en un hogar de acogida para adolescentes en situación de riesgo. Es evidente que muchos elementos de la cinta trasladan seguramente esas experiencias, y se narra la historia de Grace, una cuidadora en una institución privada para adolescentes conflictivos sin causas penales. En su trabajo de ayudar a los internos acaba por enfrentar su propio universo de fantasmas personales.



Aquí voy a hacer una aclaración inicial: siempre pienso que el orden de los dos términos que relaciona la palabra “pero” sí altera el producto. Si digo “Pedro es desordenado, pero es bueno”, resalto su cualidad positiva; y si digo “Pedro es bueno pero muy desordenado”, el razonamiento es sustractivo, y tan completamente bueno no resulta el bueno de Pedro. Por eso, voy a detallar de esta producción lo que me parece que tiene de bueno; y completamente aparte, lo que no me ha parecido bueno en absoluto, y que sea quien vaya a verla el que ponga ambos términos en el orden que mejor le parezca.



Al director se le ve la construcción de la trama desde muy temprano en la cinta. No porque el factor sorpresa haya de ser absolutamente necesario siempre: la historia de la serie “Breaking bad”, por ejemplo, es el detalle descarnado de una deriva moral que se adivina ya desde el primer instante, y la pretensión de la serie no es sorprender sino detallar con ánimo meticuloso, figurativo –y siempre morboso– el universo amoral del protagonista. En “Las vidas de Grace” creo que esto resulta accidental, y no se trata ni de lo uno ni de lo otro, porque Cretton ni disecciona ni sorprende. Visto así, lo entiendo como un fallo del mecanismo dramático, que no se decide por ir a repicar o quedarse dando misa.



Por otra parte, hay un aspecto en que Cretton (director y también guionista) peca de rigidez en un afán de darle la marca indie a su producto. Sin llegar a ser en ningún momento políticamente incorrecta, la cinta se desliza por un terreno muy resbaladizo porque Cretton aborda la locura con una cierta mirada bohemia. Casi todas las miradas bohemias y burguesas de los trastornos mentales pecan de ingenuidad porque resaltan los aspectos libres y creativos del delirio pero desatienden la inmensa carga de angustia que suponen. Con más mesura que esto, el director-guionista no llega tan lejos pero no se sabe bien si su copa trae chicha o si es limonada. No pude dejar de pensar en otra cinta, “One flew over the cuckoo’s nest” (“Alguien voló sobre el nido del cuco”, o “Atrapado sin salida” en Latinoamérica, de Milos Forman) que a pesar de estar mucho más encajada en los típicos moldes made-in-Hollywood, muestra una institución psiquiátrica con rigor, tal como es; en la institución de Grace, todo está por hacerse y uno se hace cruces de pensar que ese sea el protocolo de actuación en una casa de acogida como ésta, con cuidadores laxos, en pleno descubrimiento de su propia personalidad, y sin contención ni supervisión más que la de un Gerente cuya única virtud y consistencia parece ser la edad. Aquello de que el Diablo sabe por viejo está por verse en bretes como éste. Desde esta perspectiva, el desenlace de la cinta es casi un milagro porque las cosas podrían haber ido infinitamente peor y todo se hace poco verosímil.

El protocolo de este hogar colectivo es un caos metódico. De solo imaginar una institución que funcionara así uno entiende que necesariamente el director moraliza y encarga a una empatía errática y mágica que los vínculos entre cuidadores e internados se sellen o que los individuos se curen. Mejor no entrar en la fábula psicoanalítica de esta película porque no hay por dónde pillarla y se abusa de los primeros planos de una buena actriz expresiva, pero el aura de Grace no le alcanza ni para santa ni para líder. En la fábula psicoanalítica de Cretton, el trasiego de Grace por los andurriales de los dramas ajenos la arrastran al abismo de su propia condición, y el intercambio de roles entre Grace y sus internos resulta francamente risible porque entonces el aura la tienen ellos. Hay que ser un titán de la lucidez y del afán de salud mental para dar semejante salto sin red, y caer de pie.

Sin embargo (aquí está el “pero” para que ponga usted esa primera parte antes o después de ésta si le parece) prefiero esta película desigual pero valiosa y no un producto impecable que cumpla con todos los signos del cine comme il faut y no se trate de apenas nada. Me parece que el día que el Director haga una terapia en serio todo esto le va a sonar a cuentos de hadas. Aun así, prefiero los tropiezos de “Las vidas de Grace”, a la desgracia de tantas otras películas que nos muestran vidas en historias en las que todo va sobre cintas de terciopelo. Película desigual, sí, con virtudes reales y errores insalvables, pero que al menos transita un espacio para ensayar otra manera de mostrar el cine.

Director: Destin Daniel Cretton; con Brie Larson (Grace), John Gallagher Jr. (Mason), Stephanie Beatriz. (Jessica), Rami Malek (Nate), Alex Calloway (Sammy), Kevin Hernandez (Luis), Lydia Du Veaux (Kendra), Lakeith Lee Stanfield (Marcus), Frantz Turner (Jack), Kaitlyn Dever (Jayden), Diana Maria Riva (enfermera Beth).