Miguel Cane
Red de mentiras, la cuarta película en la que colaboran el director británico Ridley Scott y el neozelandés Russell Crowe cuenta con co-protagonista a Leonardo DiCaprio y narra la historia de dos miembros de la CIA en una situación crítica: Roger Ferris (DiCaprio), es el (presuntamente) mejor agente de la Inteligencia estadounidense, y Ed Hoffman (Crowe), es su jefe, la voz al otro lado de la conexión telefónica que rige los destinos de los agentes. Juntos, deben localizar a un líder de la organización terrorista Al Qaeda.
El objetivo de Ferris es crear una organización terrorista ficticia cuyas atrocidades fuercen a Al-Saleem (Alon Aboutboul), el terrorista que busca, a salir a la luz, pero este dilema moral puede resultar complicado y hasta peligroso a la larga. Ferris, en un viaje que le llevará por Irak, Jordania y Siria, contará para lograr su objetivo con la ayuda de Hani (Mark Strong), el elegante jefe de la Inteligencia jordana, una de las múltiples relaciones de confianza que surgen en la cinta y a las que se refiere la frase que le da Hoffman: "No confíes en nadie. Engaña a todos".
Basada en la novela homónima de David Ignatius, columnista del Washington Post, y con guión de William Monahan, ganador del Óscar por Los Infiltrados, Red de mentiras fue rodada en parte en Rabat y Uarzazate (Marruecos), valiéndose de las locaciones y la atmósfera para establecer una tensión que si bien se mantiene a lo largo de las dos horas y fracción que dura la cinta, no consigue satisfacer del todo, pese al patentado estilo de Scott en la dirección. El problema principalmente reside en que la cinta cae en lo que el público espera de las películas de acción de Hollywood, en vez de seguir su propio camino, que podría haber sido mucho más absorbente y provocativo. No importa cuán creíble y realista sean los escenarios, porque lo que ocurre en ellos resulta cada vez más artificioso.
En su afán por ser un producto visualmente llamativo, la cinta sacrifica la sustancia por el estilo y no es tan divertida como las antiguas películas de espías protagonizadas por Sean Connery o Michael Caine; ni siquiera tiene el ritmo trepidante de filmes sobre el tema más recientes Juego de Espías, dirigida por Tony Scott, hermano de Ridley.
En el plano actoral, DiCaprio sale mejor parado que Crowe, que engordó 25 kilos a petición del director para dar vida a su personaje, pero el efecto de ambos, tan entregados a sus caracterizaciones subraya el hecho de que es mucho talento involucrado en un esfuerzo que resulta baladí y muy bien confeccionado, pero frío, sin la chispa que, desde su debut con Los Duelistas (1977), Ridley Scott había logrado meter en casi todos sus filmes, aún con excepciones como Cruzada – que hizo aguas debido a la nulidad como protagonista de Orlando Bloom-.
Aquí la cosa funciona a la inversa: los actores son muy capaces y de hecho, DiCaprio demuestra que ya no es el ídolo juvenil de la última década, sino que es un intérprete comprometido y Russell Crowe nuevamente hace gala de su habilidad para transformarse. Tampoco hay reproche en la fotografía, banda sonora y edición – es sólo que la cinta no consigue intrigar ni transmitir sensación alguna y cuando esto sucede en un filme tan elaborado, el precio que se paga es aún más alto que sólo el desencanto del espectador: repercute en los involucrados como una mácula, un gol fuera de campo, en lo que sería una carrera consistentemente brillante. Un tropiezo del que sin duda se repondrán, pero un tropiezo, al fin de cuentas.
Red de Mentiras /Body of Lies
Con Leonardo DiCaprio, Russell Crowe, Alon Aboutboul, Mark Strong, Golshifteh Farahani, Oscar Isaac y Simon McBurney.
Estados Unidos, 2008.