La adaptación al cine de la exitosa novela (nominalmente para jovencitas) Crepúsculo, de Stephanie Mayer, tenía todo para ser un éxito de taquilla y de hecho, lo fue, con 70 millones de dólares recaudados en su primer fin de semana de exhibición en Estados Unidos. Esto era tan obvio, como lo es la película en sí: un ejercicio casi redundante y muy poco original, que será causa de furor entre las quinceañeras, pero no resistirá el cinismo de otro tipo de espectadores.
La saga de Crepúsculo, para los que todavía no se hayan enterado de su existencia, gira en torno a la sacarina y convulsa historia de amor entre Isabella “Bella” Swan (encarnada sin mucha gracia por Kristen Stewart), una insípida adolescente que acaba de mudarse a vivir con su padre a un frío pueblo de Washington, y Edward Cullen (Robert Pattinson, el mayor beneficiado por esta campaña de marketing), un vampiro de casi cien años, obligadamente sexy, que por principio ‘moral’ no se alimenta de sangre humana y que siente una atracción sexual irrefrenable por la tal Bella. ¿Esto qué quiere decir? Pues que obviamente, la trama contiene todos los tópicos para convertirla en el absoluto éxito de taquilla en el que se ha convertido. Lo único decepcionante, es que la película no cumple lo que promete y deviene en algo baladí y, lo que es peor, barato.
Cuando, como en el caso de Harry Potter, hay tantos lectores que tienen una versión muy personal de la historia en sus cabezas, que es menester de los encargados de traducirlo al cine, hacer justicia a este hecho. Sin embargo, Crepúsculo falla en todo esto de modo monumental.
Su principal error comienza por el guión, cuyos diálogos se pierden en el territorio del culebrón venezolano (sin ánimo de ofender ni a los culebrones ni a los venezolanos, pero se pasan de castaño oscuro) y cuyos personajes no encuentran ninguna razón lógica para justificar sus actos o existencia. Para aquél que no ha leído los libros resulta casi imposible comprender por qué demonios Bella actúa de una manera tan irracional, peligrosa y estúpida y qué le ve a Edward – más allá de que es un tío bueno como tantos otros.
El otro problema es sin duda el casting, o bien miscasting de la película. Aunque es el más beneficiado y se convertirá en el ídolo de la muchachada, Pattinson es un novato y se nota. Su apostura evidente (otro tópico… vampiros sexies… ¿dónde quedaron los vampiros que se veían como Christopher Lee o Bela Lugosi?) no es excusa para mantener un único registro a lo largo de toda la película y tener una apatía que resulta contagiosa hasta el bostezo (a la única a la que le funcionó hacer esto fue a Catherine Deneuve en El Ansia, pero ella es el monstruo más bello del mundo). ¿Será necesario tener 16 años para poder realmente disfrutar de esta película? No tanto. El problema de Crepúsculo no es que sea una sólo para adolescentes, sino que es una mala película.