Bienvenidos al infierno
George A. Romero es una leyenda. Así, con todas sus letras.
Son pocos los cineastas que pueda decirse que son padres de un género que ha creado un seguimiento de culto tan feroz como las hordas de zombies que pululan en la serie de cintas que lo han hecho famoso. Tierra de los Muertos es, después de 20 años de espera, el colofón a la tetralogía que inició en 1968 con el estreno de la hoy mítica La Noche de los Muertos Vivientes, que en su época fue el non-plus-ultra del gore.
No se sabe ya cuánto tiempo ha pasado desde que la núbil Bárbara se encontró con ese primer zombi asesino en un fantasmal camposanto, a blanco y negro. Ahora la mayor parte de la población global está muerta... y hambrienta.
La película abre con una secuencia de acción en que un equipo de mercenarios profesionales se mueve por un pueblo devastado por los zombies; se dedican a buscar provisiones para la población que vive amurallada en una ciudad, que en este panorama apocalíptico, pareciera el último parapeto de la civilización.
En el más puro estilo de JG Ballard y su subversiva novela de los 70, Rascacielos, o bien, tal vez inspirándose en Metropolis de Fritz Lang, Romero nos muestra una división del mundo en sólo dos clases sociales: los ricos y sofisticados que tratan de vivir la vida aislados del horror afuera en el opulento rascacielos llamado Fiddler's Green, donde el resto del pópulo medio sobrevive en las calles muchos pisos más abajo.
En todas sus películas, Romero suele mezclar comentario social con la atmósfera del horror y eso es algo que siempre le funciona. La presente película no es la excepción: los ricachones actúan como si no existiera nada más que sus hedonistas placeres; naturalmente su encontronazo con los mercenarios, que han renunciado a las comodidades y amenidades, incluso a sus nombres, para seguir viviendo, será épico. Si a esto sumamos la ominosa presencia de los monstruos caníbales que están evolucionando, los resultados son la mezcla más explosiva de acción y horror desde Alien, de Ridley Scott (1979).
Los fans de Romero estarán fascinados, ciertamente, ya que al contar con el presupuesto más elevado de su carrera (15 millones de morlacos, que son una bicoca si tomamos en cuenta lo que costó hacer Batman Inicia o Guerra de los Mundos) el director va con todo: hay sangre, tripas, emoción, violencia y humor.
Después de años de películas decepcionantes, predecibles y aburridas, el retorno de Romero y sus zombies, que ya no son lo que antaño – ahora tienen un propósito definido más allá de comerse al prójimo, que es la venganza- es como un huracán. Esto es horror de alto voltaje, sin concesiones, compromisos, parejas románticas (aún si Asia Argento incendia la pantalla como una bomba sexy que responde al apelativo de Slack) o incluso, la posibilidad de finales felices (si uno entra a una película de este director sabe a qué atenerse). Romero trata a sus criaturas con respeto, las dota con rasgos de personalidad que nos recuerdan que ellos son nosotros, o bien, lo fueron.
Asia Argento
Si acaso hay algo qué reprocharle a Romero, es que en su guión, exceptuando a Kaufman (el habitualmente sobreactuado Dennis Hopper), el líder de los pudientes en Fiddler’s Green, y Cholo (John Leguizamo, que se instala en John Leguizamo, como siempre), el cabecilla de los mercenarios, no hay personajes bien redondeados, aunque el elenco es profesional y logra sacar adelante la trama.
Con todo y todo, el retorno de Romero es una causa para celebrar. Se trata del proverbial broche – si bien no de oro- a una saga clásica y fundamental del cinema moderno y se trata de una película de terror que efectivamente cumple su cometido y mete sustos, visuales y no, que se quedan en la cabeza aún días después y eso, tratándose de George A. Romero, es su especialidad.
George A. Romero dirige...
Tierra de los muertos/Land of the Dead.
Con: Simon Baker, Asia Argento, John Leguizamo y Dennis Hopper. Dirige: George A. Romero. Distribuye United International Pictures (2005).