Paxton Hernández
Es como si el tiempo hubiera regresado 20 años atrás. Alejandro Camacho y Humberto Zurita en las pantallas nacionales en dramas dizque sórdidos. Televisa involucrada en la producción de largometrajes. Cintas de terror muy pero muy pinches tratan de llenar las salas a huevo. Exactamente, ¿qué nos pasó?
El primer desliz (y qué desliz carajo) dentro del programa de óperas primas del CUEC de la UNAM, lleva por título Todos los días son tuyos, eternometraje de José Luis Gutiérrez.
De inenarreble trama, el bodrio se solaza en las intrascendencias de un grupo de etarras, aparentemente unos "buenos" y otros "malos", y sus rocambolescos procederes por estas tierras, y como se tiran plomazos entre ellos, comandados por la mercenaria calientahuevos La Rubia (Emma Suárez insufrible), que se alia con el comandante de policía Carvajal (Alejandra Camacho) para inculpar el pusilánime fotógrafo de nota roja Eliseo (Mario Oliver) de un crimen de una tal María (Barbará Lennie sonámbula). Ajúm.
En automático se cancela toda posibilidad de suspenso o tensión, como cualquier buen thriller debe tener. Agotada en un sinnúmero de incoherencias sin ton ni son, la cinta también es un modelo de edición espantosamente atropellada. Una acción no está terminando cuando se volca a lo bestia sobre la siguiente. Hasta ahí llegó a lógica interna.
Peligrosamente parecida a otro bodrio incoherente de temas españoles titulado Otaola o la república del exilio, que también confundía la incoherencia con la profundidad y la trascendencia, Todos los días son tuyos le pide al espectador la atención a esa plasta de taradeces. Imposible.