Felicity Huffman es una actriz extraordinaria y esto se advierte no solo en su trabajo en la popular serie de TV Desperate Housewives, sino también en sus participaciones en cine, aunque casi siempre esto resultan escasas: su aspecto no es el de una leading lady habitual (no es una mujer convencionalmente atractiva y lo sabe), lo que invariablemente la encasilla en roles de soporte – léase, la esposa, la hermana, la hija, la vecina, la maestra…- pero en este filme del debutante Duncan Tucker sin lugar a dudas ella y su actuación son la estrella.
De hecho, el papel está tan hecho a la medida que resulta imposible tratar de concebir siquiera a otra actriz en el personaje de Sabrina “Bree” Osborne (Nacida Stanley), un tímido y algo atormentado transexual preoperatorio con abundantes traumas y complejos, que espera con ansias el momento en que su largo proceso de cambio de sexo – que incluye un consumo programado de hormonas y aprender a vivir como mujer- pero una semana antes de su operación definitiva, el destino le tiene una sorpresa: descubre que en las calles de Nueva York hay un joven muchacho que se prostituye y éste es nada menos que su hijo, mismo que es producto de dar un traspié con el sexo opuesto.
La cosa es, que Toby no sabe la verdad de su origen. Bree se traslada a Manhattan y haciéndose pasar por una trabajadora social cristiana, inicia un viaje de costa a costa – la ruta trans-América a la que alude el título- acompañada por el muchacho, que desea vivir en Los Angeles. Como es natural, el viaje será de descubrimiento para ambos y aunque tengan muy poco en común, hallarán que ambos tienen mucho qué aprender el uno del otro. Esto se verá contrapunteado con el encontronazo de Stanley/Bree con sus padres (Burt Young y la siempre estupenda Fionnula Flanagan, a quien recordarán como la misteriosa ama de llaves en Los Otros), una pareja de vetarros acedos y resentidos, presentados aquí como los infaltables estereotipos de la gente discriminadora y cruel que deliberadamente rayan casi en la caricatura de lo peor que puede ofrecer la “gente decente” y que ameritan más ser exhibidos por lo que son – hipócritas, estúpidos y enfermos- que su hijo, quien finalmente encuentra la oportunidad de amarse, aceptarse y ser quien realmente es.
La principal razón para ver esta cinta, cuyo guión no es el epítome de la originalidad y que pudo ser mucho mejor si a Duncan Tucker no le hubiera ganado la inexperiencia – sólo había realizado un corto en 2001-, es definitivamente apreciar el excepcional retrato, pleno de matices y texturas, que Felicity Huffman hace de un personaje que no es de ninguna manera perfecto, pero que, gracias a su interpretación y sus detalles (la voz, el lenguaje corporal, la medrosa ternura que manifiesta), se logra volver casi tangible para el espectador.
En Juego de Lágrimas, Neil Jordan nos presentó un personaje similar en Dil (interpretado por Jaye Davidson), pero aquí el efecto es aún más impactante, sobre todo al tomarse en cuenta que se trata de una mujer que hace a una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre que, finalmente, conseguirá su sueño de ser mujer. Hay filmes que no necesitan más que una actuación prodigiosa para justificar su presencia en la pantalla y éste es uno de ellos. Véanla y disfrútenla.
Transamérica
Con Felicity Huffman, Kevin Zegers, Buró Young, Graham Greene y Fionnula Flannagan.
Dirige: Duncan Tucker
Estados Unidos 2005