En sus 43 años de existir como uno de los cómics más populares de la historia, los alumnos de la escuela del Profesor Charles Xavier han pasado por las buenas, las malas y las peores y en esta cinta, que marca el propuesto final de una trilogía comenzada en el 2000, definitivamente encaran su momento más difícil, para lo que sin duda será por partes iguales motivo de gozo y vituperio entre sus millones de fans alrededor del mundo, que han saturado foros de internet con años de especulación, previa al estreno.
Aquí, uno debería hacer un aparte y confesar que también es fan de los X. Ustedes disculparán que me ponga personal: leí mi primer ejemplar en 1980 y era precisamente el episodio #138, en que Cíclope abandona la mansión X después de la muerte de Jean Grey en la parte oscura de luna.
Es un momento clave para toda una generación de lectores de esta saga en particular, que marca un parteaguas en su historia. Hoy, más de un cuarto de siglo después, el niño de seis años que habita en algún rincón de mi memoria, se llenó de alborozo al ver en cine secuencias muy semejantes a las que vio por primera vez escritas por Chris Claremont y dibujadas por John Byrne, ahora presentadas por Brett Ratner y casi tan auténticas como las vio en su imaginación.
La gran pregunta es: ¿esta película está a la altura del mito? La respuesta es afirmativa. Bryan Singer, director de las dos anteriores, rompió las ilusiones de muchos fans al dejar tirado el proyecto en pre-producción, llevándose a su staff, para hacer Superman Returns en un estudio rival.
Ratner, especialista en secuencias de acción no fue visto con mucho entusiasmo, pero su trabajo con actores siempre es de considerarse (¿recuerdan lo bien que logró con Emily Watson crear a la heroína ciega en Dragón Rojo?) y aquí no es la excepción: trabaja con un amplio cuadro de actores, encabezado por Ian McKellen como el villano Magneto, Halle Berry como Tormenta (ahora sí, más allá de ser un bonito adorno) y Hugh Jackman como Wolverine.
Todos han crecido, desde la primera película hasta ahora y el desarrollo de personajes se nota. La cinta abre con una escena que no procede del canon comiquero, pero lo mismo encaja perfectamente con esta nueva mitología del cine: a los 12 años, Jean Grey (que de adulta será interpretada por la sexy Famke Janssen) es el mutante más poderoso sobre la faz de la tierra y es el deber de Charles Xavier (Patrick Stewart) el controlarla para que pueda vivir normalmente. Sin que ninguno lo imagine, el resultado de esta decisión, a futuro, podrá costarles la vida… pero acaso ese sea el precio a pagar para salvar las vidas de millones.
La cinta fluye velozmente y no pierde ritmo en ningún momento. Naturalmente, los efectos visuales (a cargo del ganador del Oscar John Bruno) son tan espectaculares como cualquier fan podría desear: una secuencia por completo destruye el hogar de infancia de Phoenix y otra muestra – no exenta de escalofríos- cómo el puente Golden Gate es arrancado de sus cimientos por el amo del magnetismo. Estas secuencias han sido cuidadosamente planeadas para abrumar al espectador y lo consiguen con creces. No hay más qué decir de la trama, so pena de arruinarla (hay muchas sorpresas, algunas son ecos de los días del futuro pasado y otras son un auténtico shock estremecedor), pero lo cierto es que esta tercera aventura se deja ver con un sentido de la maravilla que perdura hasta – literalmente- el último sorprendente segundo.
En una temporada de estrenos realmente decepcionantes, esta es la mejor contendiente, hasta ahora, para ser la mejor película palomera del año, bien actuada y dirigida con un sentido claro de lo que ésta clase de cintas deben ofrecer a su público, sin pretender nada más que devolverle la ilusión que tuvo en su niñez, leyendo cómics.
X-Men: La última batalla/X-Men The Last stand
Con Halle Berry, Hugh Jackman, Ian McKellen, Kelsey Grammer, Anna Paquin, Famke Janssen y Patrick Stewart.
Dirige: Brett Ratner
Estados Unidos, 2006