He estado haciendo un recuento de mi vida última y ayer saliendo del cine me di cuenta de algo asombroso: desde hace como diez años no me he perdido mas que dos películas para niños, la del Espanta Tiburones y la última de Harry Potter.
No es que me considere autoridad en el tema, sencillamente lo menciono para dar cuenta de que me gustan las películas para niños. Me gustan mucho. Y con ese ánimo es que fui a ver Robots y la fui a ver en español, así que cuando la vea en inglés, seguramente eso ameritará otra sesión de sentarme a escribir mis impresiones.
¿Qué les cuento de Robots? Es una película MUY entretenida, muy divertida. No se me hace una película entrañable (quizá porque lo entrañable que me cuentan que es Robin Williams, no lo tiene), le falta ese poquito que hace que las buenas e infantiles almas salgan suspirando y que se identifiquen plenamente con un Woody, un Buzz Lightear o un Oso Perezoso…
Ahora, antes de entrar en materia, he de decir que el trabajo de doblaje está bien realizado, con mucha dignidad. Aleks Syntek y Bárbara Mori no se lucen más allá del guión y se portan muy cumplidores.
El tema está un poco gastado, eso sí. Ya lo hemos visto en Bichos y Hormiguitaz, aunque aquí el protagonista es un robot que sale de su pueblo (entonces, la colonia de hormigas) y se va a la gran ciudad en busca de su sueño, que en este caso se trata de un robot provinciano de nombre Rodney, que va a la gran ciudad en busca de un gracioso personaje llamado Gran Soldador, que es así como que el Martin Luther King o el JFK de los robots.
Al llegar a conocerlo (más bien tiene un poco de Mago de Oz), resulta que al frente de la corporacion de Gran Soldador, hay un nuevo ejecutivo –también robot– cuyo único interés en la vida es el negocio y del negocio lo único que le importa son las ganancias.
Toda la trama es una serie de pretextos para mostrar cómo es un mundo de robots, enseñar cómo viven, qué comen, cómo se arreglan ellos mismos y cómo van creciendo (no es como uno que va creciendo de poco a poco, a ellos, cada que cumplen años, les llegan cajas con ‘refacciones’ de actualización de acuerdo a su edad)… esto además de que se forma una banda tal como se hizo en La Era del Hielo, sólo que aquí todos son robots, de distinta manufactura, pero pobres (no pueden comprar actualizaciones de la última moda y usan sólo refacciones, algunas de segunda mano como los aviones de Taesa)… pobres pero honrados.
Y aquí, desafortunadamente, tengo que adoptar la postura de la izquierda y un poco, sólo un poco de la estúpida manía Macarthista de Para Leer al Pato Donald y es que es el sueño de los de abajo lo que vende la película, the great american dream, el pay de manzana, Disneylandia, la Coca-Cola… no me late. El individuo puede vencer al sistema, vale más el individuo que el sistema, la lucha de un solo hombre y esas cursilerías que están muy acendradas en el capitalismo moderno.
Eso no es que no me guste… pero no me gusta.
Por otro lado está el gran empresario, el Gran Soldador, una especie de John Rockefeller que tiene las puertas no de su oficina sino de su empresa abiertas a toda hora, esperando nuevos talentos que lleguen a su puerta, dispuestos a conquistar el mundo.
Este empresario, claro, ha sido sustituido por uno malvado, cuyo interés versa única y exclusivamente en las ganancias, no solamente desprecia a los pobres que no pueden comprar su mercancía sino quiere acabar con ellos y su modelo de negocio es cerrado, las únicas ideas que cuentan son las de él, para colmo, él es manipulado por su madre.
Así las cosas, estimamos al final mucho más al viejo capitalista, al que todavía se preocupa por la gente que trabaja para él, el que pregunta a su secretaria si a su hijo ya se le pasó la gripe en lugar de la figura fría, distante, irreconocible, de piel suave y nariz respingada que se erige por sobre la plebe jodida y apestosa bajo el título de Presidente del Consejo de Administración.
Pero bueno, de repente me sentí un izquierdista del Partido Comunista Mexicano de esos que sueñan que el cine va a regresar a ser barato, basado únicamente en buenos guiones y nada de efectos especiales.
En fin, una parte encantadora y entretenida de esta película me recordó a los Picapiedra y todos los utensilios que ellos usaban. Siendo robots, los creadores se dieron vuelo creando cualquier cantidad de cosas, pero sobretodo, la gran ciudad donde se desarrolla toda la acción, sus sistema de transporte, de comunicación, la forma en la que comen… y los personajes en sí.
Ahhh, los personajes… insisto, entrañables no son (e insisto en lo de Robin Williams), pero son muy efectivos. El Gran Soldador, grandote, redondo, rechoncho más bien, amable, poderoso ¿no les recuerda a nuestro Carlos Slim? El personaje principal, Rodney, sufre de lo mismo que la hormiguita principal de Bichos (cosa que en Hormiguitaz solucionaron con el gran y único Woody Allen), sencillamente es muy simple, las cosas le ocurren casi en contra de su voluntad y el show se lo roban los demás… incluso el malo tiene más personalidad y unos contrastes bastante divertidos.
Ahora el detalle final que no me gustó… y es que al final el personaje principal se queda con la chica guapa (bueno, el robot que da la pinta de chica guapa, ejecutiva, escultural y exitosa) y no con la robot amarilla de coletas que desde el principio quería con él…
Esta película es de verse muchas veces (por eso el DVD será un hit, no lo dudo), en la versión en inglés no sólo está Robin Williams sino Mel Brooks, Halle Berry, Drew Carey e incluso Terry Bradshaw. Y la 20th Century Fox acertó a la hora de hacer el libreto por los varios niveles en que se desarrolla la película pues está la aventura y los gadgets y la acción para los chavales, pero también referencias y chistes más de adultos así que, aunque se rían en diferentes momentos, todos la pueden pasar bomba…