24 mar 2009

Nueve canciones / Nine songs, de Michael Winterbottom

David Guzmán





Ando con el ojo cuadrado. Anoche me receté Nine Songs, la nueva película de Michael Winterbottom, quién se hiciera famoso con Bienvenido a Sarajevo, pero del que guardo especial recuerdo por una cinta que nunca llegó a México en exhibición comercial llamada Wonderland y que para mi gusto representa su mejor película a la fecha. Es más, adelantándome un poquito creo que Nine Songs se disfruta mejor (en su caso) si alcanzaron a ver ese pequeño drama intimista del que trata Wonderland.

Nine Songs levantó ámpula en el mundo por una sencilla razón: Winterbottom es un director serio, con una brillante trayectoria, que pensó (me parece que inspirado por la intención de llevar al cine una novela cuyo nombre desconozco) que no es posible que una historia de amor en pantalla grande culmine con un beso o abrazos o incluso con escenas que sólo sugieran sexo. Supongo creyó que ese cliché de elevar la cámara y sacar de foco a la pareja en el acto sexual ya estaba muy añejo y con este trabajo de verdad no quiso dejar nada a la imaginación.

Así que con esa idea tan básica, se busca dos actores; el galán en turno es Kieran O’Brien, con quien ya había trabajado anteriormente en 24 Hour Party People; para la contraparte femenina, Winterbottom recurrió al casting. Se consiguió a la novata Margo Stilley, bastante buena actriz (como dato curioso fue de las pocas que se presentaron a la selección); después medio armó una historia muy sencilla que incluye (para darle frescura al asunto) diálogos improvisados y las 9 canciones del titulo.

Así que esto que parece ser un caprichito de Winterbottom tuvo que ser aderezado con algo más para llamar la atención de las masas y dado que es innegable que el joven director tiene un excelente sentido de la música ¿por qué no hacer un recorrido con la pareja protagónica por varios conciertos de grupos actuales? Así las cosas, 9 Songs arranca con números musicales de Black Rebel Motorcycle, The Dandy Warhols, Primal Scream, Elbow, Super Furry Animals y Franz Ferdinand todos con muy buenas rolas, de paso y un tanto metido a la fuerza (dada la tónica de las canciones que le precedían), le rinde homenaje al gran Michael Nyman (el otrora músico de cabecera de Peter Greenaway) haciendo que sus protagonistas acudan a su concierto a propósito del cumpleaños no. 60 del compositor.

El punto es que, entre concierto y concierto, Winterbottom comienza a servirse con la cuchara grande y a mostrar sendas escenas de sexo explícito entre sus protagonistas que van desde la masturbación, felación y penetración con desnudos totales (frontales) del hombre y la mujer. La trama repito, es casi inexistente: Un joven (Matt) que se dirige a la antártida en viaje de exploración, narra (con recurso de flashback) cómo conoce a Lisa, una joven americana alocada y despreocupada que está de vacaciones en Londres. Ambos se flechan en uno de los conciertos y pues, como sucede en este tipo de casos, viene el acostón.

Obviamente la convivencia se prolonga (me parece que un año, aunque nunca queda del todo claro) y se supone que ella permanece en el departamento de él todo el tiempo que dura su estadía en Londres. La cinta en síntesis, narra el inicio y el fin del romance entre estos dos jóvenes que van de canción en canción con diálogos irrelevantes, preparando el café, comiendo, encerrados en el apartamento y obviamente con sexo a todo lo que da.




No sé, la cinta la anuncian como un ejercicio audaz… pero al verla, pensé que estaba viendo una fina película pornográfica, aderezada con buena música y nada más. No hay desarrollo de un romance propiamente dicho. Los protagonistas parecen en un estado de semiletargo que a ratos amenaza con quitarnos la poca emoción de verlos y que sólo nos mantienen (hasta cierto punto) interesados por ver qué nueva ocurrencia sexual o posición tomarán en la siguiente escena.

Todo el film está rodado en cámara digital, con luz natural aunque muy cuidada por lo que hay que admitir se nota la mano del fotógrafo Marcel Zyskind. Como dato curioso, la mayoría de las escenas de Matt y Lisa en la alcoba, están musicalizadas por el trabajo que hizo Michael Nyman para Wonderland, es decir, los mismos tracks y la intención de buscar la misma atmósfera que en aquella mejor lograda cinta de Winterbottom.

¿Qué le pasó a Winterbottom? Tal vez buscó escandalizar un poco o quiso probar la experiencia de filmar porno imprimiéndole su sello. Lo cierto es que la película se antoja como una serie de viñetas que sólo terminan cuando ella se despide del galán y con una secuencia gratuita del mismo sobrevolando la antártida recordando los dulces momentos vividos con la chica. No niego que a ratos el director se da el lujo de poetizar con sus imágenes y música, pero estas secuencias son tan escasas que el experimento inicial de Winterbottom queriéndonos proveer de algo que muy raramente vemos en películas “de arte” (sexo explícito) acaba por rebasarlo y la cinta no consigue quedarse más que en fallido (y rebelde) experimento fílmico.

Pero algo bueno puede salir de todo esto así que veámoslo de esta forma: los que la consigan en DVD pueden tenerla tranquilamente en los estantes de su videoteca sin tener que esconderla a los ojos de familiares y amigos “pues se trata de una película del prestigiado director Michael Winterbottom”, aunque en el fondo y sin ponernos exigentes, no se trate más que de una buena y elegante película porno-musical e insisto, “buena” bajo esta clasificación.

Finalmente, hay que agradecerle a Winterbottom que el capricho que llevó a cabo, le dio sólo para una duración de 69 minutos (¿casualidad el número?), la mitad de los cuáles transcurre con grupos en el escenario sin mayor objeto que dotar de muy buena música la mínima historia. Si es el morbo el que los mueve a conseguir 9 Songs, créanme que encontrarán más placer viendo alguna película de Private Video.


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