Miguel Cane
Así, llega Up: Una aventura de altura, que desafía los temas tocados por el estudio anteriormente y explora nuevos terrenos tanto narrativos como visuales: una serie de escenas y momentos memorables, con personajes entrañables.
Por lo demás, haciendo referencia y homenaje a la obra de Julio Verne, René Magritte, Charles Chaplin y Hayao Miyazaki, Pete Docter (que ya se había anotado un jonrón con Monsters, Inc.) presenta una película de animación que no utiliza los efectos por computadora como razón de existir, sino como un elemento más de su puesta en escena. De este modo, cuenta la historia de un anciano solitario y un entusiasta y despistado boy scout que viajan hasta Sudamérica en una casa colgada de centenares de globos de colores (una imagen icónica que queda para la posteridad, tanto como la explosión de la estrella de la muerte o la sorprendente risa de la Garbo en Ninotchka) es prueba de la prodigiosa imaginación de los creadores, que parecen haber encontrado el delicado balance entre vanguardia y comercialidad, entre sensibilidad única y para todos los públicos.
Up es una aventura, como la promoción lo dice, pero es mucho más que eso: es una historia inteligente, humana y con corazón. Pixar sigue navegando fuerte, dejando a sus competidores desesperados, dependientes de secuelas (agárrense, ya viene Shrek 4…) y de puntadas que no siempre salen bien, donde una cinta con este sello es garantía de originalidad, detalle, astucia y deleite, que devuelve siempre la fe en el cine, y no sólo en la categoría de animación. Nadie se la debería de perder y, para iniciar a los pequeños en el amor al cine, es ideal.
Up: Una aventura de altura/Up
Dirige: Pete Doctor
Estados Unidos 2008