31 may 2009

Cloverfield: Monstruo / Cloverfield, film de Matt Reeves

Miguel Cane


Paramount Pictures' Cloverfield


Michael Stahl-David , Lizzy Caplan and Jessica Lucas in Paramount Pictures' Cloverfield



Cinematográficamente hablando, la ciudad de Nueva York no ha sentido lo duro, si no lo tupido: no sólo le ha tocado ser la cuna del hijo del diablo, también ha sido destruída por extraterrestres, meteoros, tsunamis, el cambio climático, un legendario gorila gigante (en tres ocasiones) y hasta una bastardización de la nipona Godzilla.


Cualquiera creería que vivir ahí es exponerse a numerosos peligros y el caso de Cloverfield, la cinta creada por JJ Abrams (Star Trek) – uno de los responsables de que medio mundo ande “Perdido”- parece probarlo: una noche cualquiera, un grupo de jóvenes neoyorquinos son testigos presenciales del ataque de un monstruo colosal que destruye todo a su paso. Mediante una videocámara, presuntamente hallada entre los restos de la ciudad, el espectador es entonces partícipe de los acontecimientos y, muy al estilo de El Proyecto de la Bruja de Blair, la sensación de angustia se vuelve palpable, si bien la cinta deviene en una experiencia desagradabilísima en la que durante hora y media la cámara no deja de moverse, resultando en que gran parte los espectadores, básicamente los no entrenados, no puedan evitar la náusea.

Al no haber trama, no es necesario romperse mucho la cabeza sobre qué hacer – o sentir- respecto a los personajes, aunque eso sí, durante los primeros 20 minutos nos regalan con una historia que no tiene nada que ver con el resto de la película, (salvo quizás como “pista” para luego tratar de sorprendernos), lo que se llama técnicamente “relleno”. Es de admirar que salvo algunas tomas en locación, toda la película fue rodada en estudio, y sin embargo casi no se nota. La película se apoya en la atmósfera caótica y en la brillante edición – saltando de la noche del ataque a escenas grabadas previamente que ayudan a establecer la historia romántica de los ostensibles protagonistas, Rob y Beth (Michael Stahl-David y Odette Yustas)-, pero esto no alcanza para establecer una lógica y si bien el pánico habitualmente no tiene coherencia, una película de este tipo la necesita –de un modo sutil- para no convertirse en un desbarajuste, cosa que finalmente sucede.

Precedida por una campaña viral de marketing que debería servir de manual sobre como utilizar Internet para vender una película, Cloverfield pretende utilizar un estilo hiperrealista, con el grave problema de que sus protagonistas no lo son. Dispuestos por y para la trama, la función principal de los personajes – todos antipáticos yuppies neoyorquinos que suenan y se comportan como clichés- es reflejar los terrores del espectador, que es lo que éstos acuden a (y pagan por) ver: una cámara de DV8 que graba, en primera persona, el ataque del monstruo a la urbe de hierro. Y en eso el film cumple, aunque el resultado es anticlimático e incluso, decepcionante.

Esto es una pena, ya que el debutante Matt Reeves hace su transición de la TV al celuloide con un nivel de dirección apasionantemente alto (un ejemplo es la claustrofóbica y brutal secuencia en el metro de Manhattan), y la acción de la cinta se mueve en tres actos claramente marcados y poderosamente rodados, pero se deshilvana muy rápidamente. Es como si después de improvisar la trama, llegara un momento en que no se sabe qué más hacer con los personajes y su viacrucis. Es verdad que las apariciones de la bestia están calculadas en un ritmo que va in crescendo y su diseño resulta realmente aterrador, pero no basta. El resultado final es desbalagado y pobre, convirtiendo a lo que podría haber sido una experiencia alucinante, en un enorme y costoso lugar común en la historia del Nueva York que conocemos en el cine y que ha enfrentado cosas peores, con mucha más dignidad.

Cloverfield: Monstruo/Cloverfield
Con: Michael Stahl-David, Mike Vogel, Jessica Lucas, Odette Yusman, Lizzy Caplan.
Dirige: Matt Reeves
Estados Unidos 2008.

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