Es un soleado día de verano por la mañana. Para el matrimonio convencional conformado por Anne (Naomi Watts) y George (Tim Roth) Farber, lo que parece ser un fin de semana tranquilo en su casa de descanso junto con su hijo de diez años, Georgie (Devon Gearhart) y su perro, se convertirá en cuestión de unos minutos, en una experiencia inolvidable, tanto para ellos como para el espectador, que no podrá despegar los ojos de la pantalla.
En esta cinta, el cineasta alemán Michael Haneke revisita, al estilo americano, la historia que le ayudó a romper el molde y trascender fronteras, hace poco más de una década. Cuando Funny Games tuvo su aparición original en el circuito de cine de arte de México, provocó las más diversas reacciones, polarizando a crítica y público; tanto había quienes abandonaban la sala a media proyección, como había quienes permanecían hasta el final, en diversos grados de estupor y salían ya fuera admirados del temple del director, o bien, maldiciéndolo. Y eso, precisamente, era su propósito entonces como ahora.
En este remake plano-por-plano de su propio original, Haneke nos muestra su tema favorito: la existencia del mal y cómo éste se manifiesta de manera calculada e implacable en el contexto de la vida cotidiana, de la comodidad burguesa de las clases medias y privilegiadas. En este caso, Anne y George funcionan como el espejo de la gente como uno, que se encuentran en la presencia del monstruo, de su temor más primario – no tanto el monstruo en sí, si no aquello a lo que nos va a someter-. Sólo que aquí los monstruos no son psycho killers con máscara de hockey, o cubiertos de quemaduras o con una sierra eléctrica. Son dos chicos de aspecto pulcro y muy cordiales, que podrían llamarse Peter y Paul – o Tom y Jerry, o Beavis y Butthead- interpretados por Michael Pitt y Brady Corbet, que llaman a la puerta con absoluta cortesía y de repente, sin previo aviso, dejan ver sus auténticas intenciones para con la familia.
La cinta, aunque muestra un torrente de vejaciones, humillaciones y situaciones sádicas y abominables, no es, curiosamente, gráfica y sangrienta – como las cintas de Eli Roth (Hostal I y II) ni espectacularmente violenta, como el trabajo del mejor Tarantino (Kill Bill I y II) o Brian DePalma (Scarface, Carrie, Los Intocables). Haneke mantiene una mirada casi fría sobre los acontecimientos y, en algunas escenas clave, rompe la “cuarta pared” para hacer al espectador no sólo testigo, si no en cierto modo “cómplice” de lo que está viendo.
Naturalmente, no faltará quien acuse al director de manipular al público, pero ése mismo es su propósito, primero expone nuestras emociones y temores más íntimos y después los explota sin piedad. De este modo, la cinta representa un desafío y una crítica a los añejos estándares morales que se han inculcado en la sociedad occidental desde tiempo atrás – un ejemplo de esto es que se nos ha enseñado a desconfiar de aquél cuyo aspecto, hábitos higiénicos, educación o nivel social son ostensiblemente distintos al nuestro; ¿qué hacer cuando el enemigo está encarnado no en un “naquete gandallón”, sino en “gente decente y bien educada”?
La respuesta a la pregunta se manifestará en cada espectador, pero mientras, resulta imposible no admirar el trabajo de los actores, especialmente Roth [que se ha especializado en interpretar villanos repelentes y aquí, como el amoroso paterfamilias sorprende y afecta] y la Watts, que llega a niveles donde ni David Lynch la pudo llevar: su interpretación es descarnada, conmovedora y magistral, sin caer en el melodrama estridente, por lo cuál, resulta mucho más inevitable sentir que uno la conoce y desear que salga bien librada de su suplicio.
Funny Games, hay que advertir, no es una película fácil. No hay que comprar palomitas y refresco para verla. Hay que tener la mente muy abierta para recibirla y para analizar el impacto que va a causarnos. Lo que, junto con su aterradora hermana gemela anterior, la hace indeleble y a Michael Haneke, lo coloca en la posición de ser cualquiera de estas dos cosas: un cineasta enorme, o un gran hijo de puta. O ambos a la vez.
Funny Games/Id.
Con Naomi Watts, Tim Roth, Michael Pitt, Brady Corbet, Devon Gearhart y Siobhan Fallon Hogan.
Dirige Michael Haneke
Estados Unidos/Francia/Austria/Reino Unido (2008)