En la última década se ha revelado como uno de los grandes cineastas de su generación, pero la fama no le ha impedido perseguir sus sueños y ahora presenta Ágora, su filme más ambicioso.
Cuando realizó Tesis (que fuera uno de los filmes sensación de mediados de los 90), Alejandro Amenábar no tenía veinticinco años. Nacido en 1972, de ascendencia chilena y criado en Madrid, dio muestras de ser inquieto y creativo desde niño; esto se tradujo en una obsesión con el cine, que devino en una carrera que ya suma cinco largometrajes – nada mal en casi quince años-, numerosos premios Goya, y un prestigio internacional, que ha logrado sin tener que sacrificar su integridad.
Con Ágora, que protagoniza la hermosa Rachel Weisz y que narra momentos claves en la gloria y posterior destrucción de la legendaria Biblioteca de Alejandría, Amenábar, que ha tocado el thriller violento, la ciencia ficción, el horror gótico y el melodrama realista, ahora se asoma al género épico/histórico y su cinta es un asomo a una era desconocida y maravillosa, que retrata con un detalle inusitado, algo que imprime como rúbrica a todo lo que hace, y que lo distingue de manera excepcional entre los cineastas de su generación.
La cinta empezó como un proyecto para hablar de la historia de la astronomía y acabado siendo algo más complejo. ¿Cierto?
Es verdad, mi idea de la película empezó con una reflexión sobre las estrellas y hemos acabado, de un modo bastante lógico, hablando de Hipatia, que es la madre de esa y otras ciencias y de ese paraíso cultural que fue Alejandría. Respecto a la cinta, quiero mostrar que yo no soportaría un mundo en que toda la gente pensara igual que yo, que no hubiera gente mas progresista o conservadora que yo. Es algo con lo que hay que vivir. Somos diferentes, por muchas afinidades que tengas con otras personas.
¿Podría decirse queun tema es denunciar a aquellos que quieren imponer sus ideas por la fuerza?
En el set de rodaje convivían agnósticos, ateos, musulmanes, cristianos, judíos... Todos nos levantábamos por la mañana y hacíamos la película, todos juntos. El ágora, en el fondo, es el planeta en el que tenemos que convivir todos. Lo único que denuncio es que si para defender las ideas tienes que defender la violencia, te conviertes en un insecto.
¿Podrías explicarnos por qué titular así su película?
Ágora me parecía el único título posible. Lo que más nos ha costado ha sido encontrar el título, no sabíamos cómo llamarla. Pero cuando ves que en el ágora se precipitó todo, la reyerta de los paganos contra los cristianos; y la simetría de la propia palabra, con el círculo en el centro, te das cuenta de que es el título perfecto. También marca una línea en el suelo entre el pensamiento racional y el irracional... Cuando usas tu razón contra la sinrazón y no puedes defenderte es muy injusto. Ágora tiene una visión humanista. He intentado ver las cosas desde un punto de vista humano, vemos la tierra desde la estratosfera y lo hacemos como si estuviéramos subidos a un satélite. Es una visión humanista y racionalista, y no por eso tiene que ser menos apasionada.
¿Habías pensado en Rachel Weisz para que hiciera el papel desde el principio?
Mateo Gil y yo habíamos seguido la carrera de Rachel Weisz y la directora de casting la sugirió entre varios nombres. Nos pareció perfecta. Reúne el lado intelectual; es una persona brillante que podía entender la complejidad de la astronomía; y también tiene la pasión y la belleza. Lo que no sabía, es que además es una persona extraordinaria. Fuera de serie.
En la cinta hay muchos planos desde el cielo. ¿Querías mostrar la insignificancia de los hombres?
Buscábamos una aproximación al mundo del pasado. Cuando cuentas algo que ha pasado hace 1600 años en películas épicas, lo tiendes a ver desde un punto de vista épico y me parece que es muy distante, que no te llega. Queríamos llevar al espectador muy cerca y a veces la mejor manera de conseguirlo es usar la cámara lenta. Pero nos dimos cuenta que si acelerábamos la velocidad los hombres parecían hormigas, y se conseguía llamar la atención sobre lo absurdo que era lo que hacían allí abajo. También quería cambiar la perspectiva a la hora de ver las cosas. Esto es una gran tragedia, pero mírala en comparación con todo esto, con las estrellas de alrededor.
¿Dirías que Hipatia es un icono feminista a nivel histórico?
Creo que sí, es una mujer rodeada de hombres, pero una mujer que defiende su integridad y que quiere ser tratada como un intelectual más. El que sea una mujer, es, de hecho, una casualidad. Yo lo que quería era hacer un homenaje a los astrónomos, a los intelectuales, a todos los pensadores que nos han abierto los ojos, nos han dado alimento para la mente. Hipatia, desde luego, es uno de ellos. Es uno de los pasos que nos llevaron a Einstein.
¿Dirías que éste fue tu rodaje más difícil?
No, no. Creo que ese honor le corresponde a Abre los ojos, por las complejidades del guión, comparado con los límites de nuestros recursos. También Los otros, que era un proyecto que para mi era un salto tremendo: entrar en contacto con Hollywood, que no conocía, rodar con niños, que no lo había hecho nunca, y rodar con una superestrella como Nicole Kidman, que no lo había hecho nunca. De ella aprendí mucho, nunca he vuelto a ver la interpretación igual después de trabajar con ella. Me enseñó a respetar el trabajo de los actores. En Ágora, el problema eran las dimensiones del proyecto. Pensaba que iban a pasar desgracias, la locación en Malta, el tamaño del reparto. Soñé una noche que un huracán nos llevaría el decorado, pero no, mira, salió muy bien. Esta es una película que me gusta mucho.
Ostensiblemente, la película se presenta como “basada en hechos reales” ¿Cuál dirías que es el porcentaje de hechos reales de lo que se ve en la película?
Creo que se ajusta razonablemente mucho a la realidad. Lo digo sabiendo que ni ésta ni Mar adentro son exactamente reales al 100%. Pero creo que se puede decir que está inspirada en hechos reales, el personaje de ella es real. Hemos cambiado el final. A Hipatia la mutilaron y la descuartizaron en público de una manera brutal y lo cambiamos en el último momento por una lapidación porque me parecía que tiene una connotación más actual, más inmediata. Hubiera sido hacer un baño de sangre,la escena de una película de terror, en cambio, hacerlo así es algo que nos habla directamente. Es algo que pasa hoy en día.
Partiendo de eso, ¿podría decirse que la cinta hace una analogía con la situación política actual?
Ágora te muestra el momento en el que un grupo toma las armas y empieza a impartir justicia por su cuenta. Ahí es cuando empieza el problema. El juego que quise hacer, que puede ser un poco burdo, es que el imperio romano es Estados Unidos, Alejandría representa las provincias y Europa es la provincia, una cultura más ancestral. En cuanto el imperio entra en crisis, todo lo que está alrededor lo hace. Y de pronto emerge un grupo que tiene un elemento que le hace más atractivo y eso es lo que atrae a la gente. No pretendo emitir un mensaje. Yo hago historias que me gustan a mí, pero eso no es lo importante. Lo importante es que alguien se acerque al cine, vea la película en la oscuridad de una sala y al salir, piense en lo que vio, que ahora forme parte de su vida. Eso es lo que realmente más me importa de lo que hago, contar historias.