Miguel Cane.
A lo largo de su carrera en la industria del cine, Nicole Kidman (Honolulu, 1967) ha demostrado ser una de las actrices más osadas del medio, pues pasó de ser la esposa de un ídolo de las masas (Tom Cruise) a convertirse en figura por mérito propio. El camino no fue fácil, pero ha logrado reconocimiento con su participación en filmes como Las Horas, Ojos bien cerrados, Dogville, Todo por un sueño, Reencarnación o Fur; ha trabajado con grandes directores como Kubrick, Jane Campion y Lars Von Trier y eso parece haberle dado más satisfacción que el tener (o no) éxito en taquilla.
Por otra parte, parece haber conquistado su lucha por la intimidad y los últimos años los ha pasado tranquilamente, al lado de su segundo marido, el cantante country Keith Urban, y las hijas de ambos Sunday Rose y Faith Margaret, en sus hogares en Nashville, Tennessee, y Sydney, Australia. Su más reciente filme es No confíes en nadie, un thriller psicológico basado en la exitosa novela de S. J. Watson, en el que interpreta a Christine Lucas, una escritora de 47 años que, a raíz de un accidente sufrido años atrás, es incapaz de recordar el pasado y de retener los recuerdos más recientes. La cinta, en la que comparte créditos con Colin Firth y Mark Strong, se estrena en México y América Latina el 6 de marzo.
¿Por qué elegiste hacer un thriller como este? No son frecuentes en tu carrera...
Es verdad. Supongo que es porque hay pocas buenas películas de suspenso, y te diré algo, ése es mi género favorito, soy gran fan de Hitchcock, de Claude Chabrol, todas esas películas clásicas... Pero no siempre hay buenos guiones con esa temática, y de verdad me gustan mucho, algunas de las que he hecho en el género son de mis favoritas personales, como Los Otros.
¿Sientes que Christine es uno de los personajes más difíciles que has encarnado?
En realidad es difícil saber si vas a lograr encontrar un papel realmente complejo o interesante de nuevo. A veces sientes que ya no va a llegar. Encontrar un personaje así, solo me ha pasado pocas veces, con Las Horas y Reencarnación o Dogville... papeles que te llevan a un sitio que sientes que es donde debes estar. Es frustrante para un actor saber que tienes mucho que dar y que no tienes la oportunidad, o simplemente que el papel no es lo complejo que debe ser. O porque no llega, porque el material no es el adecuado. Es muy difícil encontrar el personaje que realmente te haga sentir desafiado.
¿Cómo fue que encontraste este?
¡Buscando por todos lados! (risas). Encontrar esta historia no fue nada fácil, y que Ridley Scott produjera fue una garantía. Primero leí el guión y después la novela, el guión lo escribió Rowan Joffé, que también es el director, y creo que hizo un gran trabajo porque pese a ser muy complejo en su trama, el argumento es fácil de seguir. Tiene una tensión y un ritmo muy particulares que te atrapan. ¿Te acuerdas de Memento? Pues es una historia con una temática similar, pero a la vez muy diferente. Christine es fascinante en los niveles que maneja la historia. No pude resistirme a interpretarla, su conflicto me atrapó por completo.
¿Cómo podrías describirla para el espectador?
Ella, a consecuencia de un accidente ocurrido 10 años atrás, padece amnésica psicogénica, una patología real, que hace que uno olvide la historia de su vida dentro de un periodo de tiempo, lo que le ocurre a ella es que todas las noches, al dormirse, olvida todo lo que ha sucedido durante el día; entonces se levanta al día siguiente sin saber quién es, dónde está o qué ha hecho. Christine puede hablar, conversar y manejarse, pero no sabe nada del último periodo de su vida. No sabe con quién está casada, dónde vive... nada. Eso la hace vulnerable a la maldad que oculta la trama; no puede confiar en nadie, porque no tiene modo de saber quién le dice la verdad y quién no. Es algo muy clásico, pero Rowan lo maneja de un modo muy dinámico y no es solo una historia de una mujer en peligro... es algo mucho más complicado que creo que al público le dará varias sorpresas.
Aquí trabajas de nuevo con Colin Firth, después de haber hecho Un pasado imborrable...
Yo podría trabajar con Colin cualquier día del año. Es un compañero maravilloso, un gran actor, muy tranquilo y sutil. Cuando estás en una escena con él, escucha y responde, siempre tiene consideración por el trabajo en equipo. Disfruté mucho cuando rodamos en Sudáfrica la película que mencionabas, y al terminar, le dije "sería maravilloso volver a trabajar juntos. Lo pediré de regalo de Navidad", y nos reímos mucho. Luego, cuando entramos en producción de esta película, el rol de Ben, el marido de Christine, no estaba aún asignado a nadie formalmente; yo dije que me gustó mucho trabajar con Colin y fue todo. Unos días después me mandó un mensaje "Feliz navidad", aunque estábamos en enero. Luego me di cuenta de a qué se refería y me puse feliz. Trabajar con él es una delicia y lo volveré a hacer siempre que se pueda.
Antes hablabas de la dificultad de encontrar retos... ¿Cómo seleccionas tus papeles?
Hace más de 30 años que empecé a trabajar, en Australia. Era una chica demasiado alta para mi edad y me sentía desgarbada. Como era muy blanca y de piel delicada, no me dejaban hacer surf ni otras actividades en exteriores, así que mi mamá me metió a clases de arte dramático y danza. Eso me cambió la vida, porque encontré lo que quería hacer; ya desde entonces supe que lo que más me gustaba era perderme en un personaje. Han sido muchos años de trabajo y de aprendizaje, cada película es una experiencia, así que aprendí también hace algunos años a ser selectiva con mis próximos trabajos, cuando termino uno, siguiendo mi instinto y deseos de experimentar. Verás, para crecer realmente en este oficio, debes moverte en territorios en los que no te sientas cómoda, en los que, de cuando en cuando, encuentres cosas que te perturben. Amo los papeles que desafían y perturban. Ese fue el caso aquí, y lo ha sido en otras películas, pero tampoco indica que me cierre a otras posibilidades o intereses, como hacer comedia, o quizá volver a un musical... cuando hice Nine y Moulin Rouge, ambas las disfruté mucho. Soy una actriz, puedo hacer cualquier personaje.
Además de actriz, eres mamá de tiempo completo. No puede ser fácil.
No lo es, desde luego, pero tengo el apoyo de mi marido al ciento por ciento y una familia que nos ayuda y nos ha formado una red de amor. Cuando Keith no está en gira, compone en casa y trabaja en Nashville, que es donde vivimos hace ya muchos años. Así yo puedo filmar y tratar de estar cerca siempre. Por otro lado, cuando él está en gira, las niñas y yo lo acompañamos siempre que podemos y cuando ninguno de los dos tiene que alejarse de casa para trabajar, estamos juntos. Comemos, paseamos, vemos películas de Disney en la televisión — a las niñas les encantan La bella durmiente y La sirenita— o les leo libros. Pasamos mucho tiempo en Australia y mi madre disfruta enormemente su rol de abuela. Lo bueno de estar casada con un músico es que siempre hay música en casa. Es algo muy alegre. Keith toca cualquier instrumento y está enseñando a nuestras hijas. A las siete de la mañana ya está tocando. Algunos días desayunamos alrededor de un piano. La música es algo muy importante en nuestras vidas. Nos hace sentir unidos.
Hace algunos meses declaraste en una entrevista que no descartas tener otro bebé...
Así es. No ha sido fácil tener una familia, pero realmente, nada de lo que uno ama hacer es realmente fácil, ¿no lo crees? Tengo 47 años y me gustaría tener otro bebé, ¿por qué no? Amo mucho a mis cuatro hijos (los dos mayores los adoptó casada con Tom Cruise y hoy son mayores de edad). Bueno, mi abuela lo logró con 49 años, así que aún tengo tiempo (risas).
¿Has llegado a valorar más la familia que el estrellato?
Pues claro. Naturalmente. Yo siempre quise tener una familia, además de mi carrera. Llega un punto en el que hay solo una cierta cantidad de cosas que se pueden hacer una vez que hay niños y una familia en tu vida, y tienes que tomar decisiones. Alguna vez le pedí consejo a Meryl Streep, que lo había conseguido, el equilibrio entre ambas cosas y me dijo algo muy cierto, no siempre puedes tenerlo todo, y hay prioridades. Algunos dicen que el arte se ve afectado cuando se tiene una familia, pero yo prefiero mil veces tenerla, es mi familia que amo.
Mostrando entradas con la etiqueta Entrevistas Miguel Cane. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Entrevistas Miguel Cane. Mostrar todas las entradas
6 mar 2015
19 feb 2015
Gustavo Egelhaaf: Cuatro Lunas, contra los estigmas de la homosexualidad
Miguel Cane.
Ganadora de numerosos premios en el circuito de festivales nacionales e internacionales, Cuatro Lunas, ópera prima dirigida por Sergio Tovar Velarde, aborda con total naturalidad cuatro aspectos de las relaciones amorosas homosexuales. Tras una exitosa temporada de exhibición en Estados Unidos, esta semana la cinta tiene su estreno comercial en México. Uno de los protagonistas de la cinta es Gustavo Egelhaaf (Hermosillo, Sonora, 1984) actor con una década de trabajo en cine, televisión, publicidad y sobre todo teatro.
En la cinta, interpreta a Leo, un joven universitario que experimenta por primera vez una atracción por alguien de su mismo sexo, así como las consecuencias de esto en el foro abierto de la sociedad mexicana, un tema relevante dentro y fuera de la pantalla. En la cinta, Gustavo comparte cartel con Mónica Dionne, Alejandro de la Madrid, Karina Gidi, César Ramos, Juan Manuel Bernal, Hugo Catalán, Alejandro Belmonte y Alonso Echánove.
Para ti, ¿qué representa Cuatro Lunas al estrenarse en este momento en México?
Creo que Cuatro Lunas representa evolución y cambio. Que en este país sea posible hacer y ver una película como ésta es un logro, que a todo su equipo ha costado mucho trabajo por la temática, pero que a pesar de que se nos cerraron puertas, también hubo muchas otras que se abrieron. Es un soplo de aire fresco para el cine mexicano ver una película con personajes que son homosexuales y que se salen de los clichés a los que la industria nos ha expuesto durante tantos años. Es una película que nos ayuda a dejar de ver etiquetas y comenzar a ver seres humanos que aman a seres humanos. Por eso es que representa un paso adelante y una cinta importante para la situación actual del país.
¿La temática de la cinta es aún algo “escabroso”, o es momento de hablar con naturalidad de esto?
A mi me sorprende que en pleno 2015 se siga tratando el tema como si fuese todavía tabú. Entre las personas homosexuales y heterosexuales solo existe una “diferencia”. ¿Por qué no mejor enfocarnos en las tantas similitudes que existen entre todos? Se debe tratar el tema como lo que es, una realidad. Y una realidad que tenemos que respetar. Los derechos humanos y constitucionales no tienen por qué dividirse por preferencias sexuales, tienen que legislarse para todos y punto. El respeto debe ser la base de nuestra sociedad y esta cinta creo que ayuda a dar pasos hacia adelante en este sentido por la manera en la que aborda la historia, sin subrayar nada, solo mostrando una realidad que existe y que es mucho más cercana a todos de lo que piensan.
¿Cómo describirías la manera de Sergio Tovar para acercarse a los actores y al rodaje?
Sergio es una persona muy agradable y bastante cómico. Siempre se acerca con una sonrisa y con mucho entusiasmo, esta historia es de su autoría, entonces tenía muy claro lo que quería ver plasmado en pantalla y eso ayudó mucho a que el resultado fuera éste. Sergio es un director que, a diferencia de muchos, se preocupa bastante por lo que sucede con los actores en una escena, no se trata solo de dirigir cómo se verá el encuadre o planificar el movimiento de la cámara; es muy dedicado con sus actores y te puedo decir que al igual que yo, todos mis compañeros están muy agradecidos de haber trabajado con él en un proyecto al que se le puso tanto entusiasmo y corazón.
¿De las cuatro tramas que plasma el guión, cuál es la que sentiste más cercana?
Creo que hay algo de mí en cada una de ellas, la película muestra personajes tan humanizados y cercanos, es una historia con tanta verdad y honestidad, que es difícil no empatizar con todos los personajes, incluso con los que no representan un estilo de vida gay; es una cinta que trata sobre todas las facetas de la naturaleza humana. Todos hemos hecho algo increíble por amor, tuvimos una primera vez, hemos aguantado humillaciones por estar con la persona que amamos, todos estamos plasmados de alguna manera, hay que entrar dispuestos a ser tocados por estas historias de amor que hablan con honestidad.
¿Hoy existe todavía razón para temer a la opinión ajena sobre las elecciones propias?
En un plano personal, no lo creo. Pero creo que en este tema específico no se trata de uno, el discurso va más lejos, se trata de gente que no tiene los derechos que debería, de niños que sufren de acoso en las escuelas, de jóvenes discriminados en las calles y gente que no puede casarse legalmente con la persona amada. En este caso, no es que importe la opinión de una persona, lo que importa es cómo abordamos el tema como sociedad para evolucionar hacia un país más responsable y consciente, a un México incluyente, para que un día una película como Cuatro Lunas no tenga que ser tratada como un caso aparte, ni tener que cuestionarnos estas cosas.
El lema de la película es “Amor es amor”, ¿qué piensas al respecto?
Eso precisamente, que el amor es amor, no importa de dónde o de quién provenga ni el destinatario. Los sentimientos son universales, las personas no “sienten” distinto a ti, todos experimentamos miedo, rechazo, aceptación y amor de la misma manera. Creo que cuando entendamos eso, lograremos ver que quien está junto a ti es mucho más cercano de lo que crees.
¿Es difícil hacer cine en México? ¿Qué piensas del talento que emigra buscando oportunidades afuera?
La industria del cine va en gradual crecimiento, hay más oportunidades; ciertamente es difícil, el talento muchas veces se repite porque son gente “ya probada” y entonces las oportunidades se limitan; por eso tanta migración. Es difícil hacer de una película mexicana algo redituable y normalmente recurren a gente conocida. Espero que con el crecimiento se den oportunidades a gente nueva y que la fuerza de una película mexicana para ser exitosa radique en el argumento, un buen texto y actores talentosos, sean o no conocidos. Que se produzcan más películas.
¿Cómo ha sido el trayecto hasta aquí para ti? ¿Qué ves al mirar en retrospectiva?
No ha sido un camino fácil y mucho menos corto. Creo que para nadie lo es. Pero si te puedo decir que no me arrepiento de absolutamente nada. Desde muy niño decidí que iba a ser feliz, fuera como fuera, y una vez que descubrí que lo que me da felicidad es la actuación no miré hacia otro lugar. Para mí, la frase de Bertrand Russell “cuando un hombre sabe a dónde va, el mundo entero se aparta para darle paso”, es completamente cierta.
¿Qué ves hacia el futuro?
Quiero ver la reacción del público ante Cuatro Lunas, saber que le habla a todo tipo de personas. Ahora mismo estoy en teatro, que es algo que me llena mucho; trabajo con Susana Alexander y un gran equipo en Locos por el té y estoy dedicado a sus funciones. Hay propuestas de cine y teatro y estoy muy contento. En el futuro veo eso, nuevos personajes y retos. Eso es la vida de un actor, no fama y alfombras rojas, sino trabajo en cualquier escenario. Es lo que importa, lo que busco.
Fuente: Milenio Diario.
Ganadora de numerosos premios en el circuito de festivales nacionales e internacionales, Cuatro Lunas, ópera prima dirigida por Sergio Tovar Velarde, aborda con total naturalidad cuatro aspectos de las relaciones amorosas homosexuales. Tras una exitosa temporada de exhibición en Estados Unidos, esta semana la cinta tiene su estreno comercial en México. Uno de los protagonistas de la cinta es Gustavo Egelhaaf (Hermosillo, Sonora, 1984) actor con una década de trabajo en cine, televisión, publicidad y sobre todo teatro.
En la cinta, interpreta a Leo, un joven universitario que experimenta por primera vez una atracción por alguien de su mismo sexo, así como las consecuencias de esto en el foro abierto de la sociedad mexicana, un tema relevante dentro y fuera de la pantalla. En la cinta, Gustavo comparte cartel con Mónica Dionne, Alejandro de la Madrid, Karina Gidi, César Ramos, Juan Manuel Bernal, Hugo Catalán, Alejandro Belmonte y Alonso Echánove.
Para ti, ¿qué representa Cuatro Lunas al estrenarse en este momento en México?
Creo que Cuatro Lunas representa evolución y cambio. Que en este país sea posible hacer y ver una película como ésta es un logro, que a todo su equipo ha costado mucho trabajo por la temática, pero que a pesar de que se nos cerraron puertas, también hubo muchas otras que se abrieron. Es un soplo de aire fresco para el cine mexicano ver una película con personajes que son homosexuales y que se salen de los clichés a los que la industria nos ha expuesto durante tantos años. Es una película que nos ayuda a dejar de ver etiquetas y comenzar a ver seres humanos que aman a seres humanos. Por eso es que representa un paso adelante y una cinta importante para la situación actual del país.
¿La temática de la cinta es aún algo “escabroso”, o es momento de hablar con naturalidad de esto?
A mi me sorprende que en pleno 2015 se siga tratando el tema como si fuese todavía tabú. Entre las personas homosexuales y heterosexuales solo existe una “diferencia”. ¿Por qué no mejor enfocarnos en las tantas similitudes que existen entre todos? Se debe tratar el tema como lo que es, una realidad. Y una realidad que tenemos que respetar. Los derechos humanos y constitucionales no tienen por qué dividirse por preferencias sexuales, tienen que legislarse para todos y punto. El respeto debe ser la base de nuestra sociedad y esta cinta creo que ayuda a dar pasos hacia adelante en este sentido por la manera en la que aborda la historia, sin subrayar nada, solo mostrando una realidad que existe y que es mucho más cercana a todos de lo que piensan.
¿Cómo describirías la manera de Sergio Tovar para acercarse a los actores y al rodaje?
Sergio es una persona muy agradable y bastante cómico. Siempre se acerca con una sonrisa y con mucho entusiasmo, esta historia es de su autoría, entonces tenía muy claro lo que quería ver plasmado en pantalla y eso ayudó mucho a que el resultado fuera éste. Sergio es un director que, a diferencia de muchos, se preocupa bastante por lo que sucede con los actores en una escena, no se trata solo de dirigir cómo se verá el encuadre o planificar el movimiento de la cámara; es muy dedicado con sus actores y te puedo decir que al igual que yo, todos mis compañeros están muy agradecidos de haber trabajado con él en un proyecto al que se le puso tanto entusiasmo y corazón.
¿De las cuatro tramas que plasma el guión, cuál es la que sentiste más cercana?
Creo que hay algo de mí en cada una de ellas, la película muestra personajes tan humanizados y cercanos, es una historia con tanta verdad y honestidad, que es difícil no empatizar con todos los personajes, incluso con los que no representan un estilo de vida gay; es una cinta que trata sobre todas las facetas de la naturaleza humana. Todos hemos hecho algo increíble por amor, tuvimos una primera vez, hemos aguantado humillaciones por estar con la persona que amamos, todos estamos plasmados de alguna manera, hay que entrar dispuestos a ser tocados por estas historias de amor que hablan con honestidad.
¿Hoy existe todavía razón para temer a la opinión ajena sobre las elecciones propias?
En un plano personal, no lo creo. Pero creo que en este tema específico no se trata de uno, el discurso va más lejos, se trata de gente que no tiene los derechos que debería, de niños que sufren de acoso en las escuelas, de jóvenes discriminados en las calles y gente que no puede casarse legalmente con la persona amada. En este caso, no es que importe la opinión de una persona, lo que importa es cómo abordamos el tema como sociedad para evolucionar hacia un país más responsable y consciente, a un México incluyente, para que un día una película como Cuatro Lunas no tenga que ser tratada como un caso aparte, ni tener que cuestionarnos estas cosas.
El lema de la película es “Amor es amor”, ¿qué piensas al respecto?
Eso precisamente, que el amor es amor, no importa de dónde o de quién provenga ni el destinatario. Los sentimientos son universales, las personas no “sienten” distinto a ti, todos experimentamos miedo, rechazo, aceptación y amor de la misma manera. Creo que cuando entendamos eso, lograremos ver que quien está junto a ti es mucho más cercano de lo que crees.
¿Es difícil hacer cine en México? ¿Qué piensas del talento que emigra buscando oportunidades afuera?
La industria del cine va en gradual crecimiento, hay más oportunidades; ciertamente es difícil, el talento muchas veces se repite porque son gente “ya probada” y entonces las oportunidades se limitan; por eso tanta migración. Es difícil hacer de una película mexicana algo redituable y normalmente recurren a gente conocida. Espero que con el crecimiento se den oportunidades a gente nueva y que la fuerza de una película mexicana para ser exitosa radique en el argumento, un buen texto y actores talentosos, sean o no conocidos. Que se produzcan más películas.
¿Cómo ha sido el trayecto hasta aquí para ti? ¿Qué ves al mirar en retrospectiva?
No ha sido un camino fácil y mucho menos corto. Creo que para nadie lo es. Pero si te puedo decir que no me arrepiento de absolutamente nada. Desde muy niño decidí que iba a ser feliz, fuera como fuera, y una vez que descubrí que lo que me da felicidad es la actuación no miré hacia otro lugar. Para mí, la frase de Bertrand Russell “cuando un hombre sabe a dónde va, el mundo entero se aparta para darle paso”, es completamente cierta.
¿Qué ves hacia el futuro?
Quiero ver la reacción del público ante Cuatro Lunas, saber que le habla a todo tipo de personas. Ahora mismo estoy en teatro, que es algo que me llena mucho; trabajo con Susana Alexander y un gran equipo en Locos por el té y estoy dedicado a sus funciones. Hay propuestas de cine y teatro y estoy muy contento. En el futuro veo eso, nuevos personajes y retos. Eso es la vida de un actor, no fama y alfombras rojas, sino trabajo en cualquier escenario. Es lo que importa, lo que busco.
Fuente: Milenio Diario.
13 feb 2015
Meryl Streep: Aún con mi experiencia, siempre siento presión
Miguel Cane.
A lo largo de los últimos 35 años, Mary Louise Streep (Nueva Jersey, 1949), más conocida como Meryl, ha establecido una de las carreras actorales más sólidas y respetadas del mundo. Lo suyo no es ser “celebridad”, aunque lo sea (literalmente, todo mundo sabe quién es y a qué se dedica); sin embargo, la imagen de la actriz seria y ganadora de premios pierde terreno frente a la de esta mujer, amable y risueña, cuyo ángel y carisma en la vida real ha logrado trasladar a la pantalla de cine.
Ahora presenta su más reciente película, En el bosque, adaptación del éxito teatral originado en Broadway y creado por Stephen Sondheim. Inspirado en cuentos de hadas, pero con un aire más adulto, este filme de la casa Disney cuenta acompañada de canciones memorables la historia de diversos personajes —Cenicienta, Rapunzel, los príncipes y la bruja, entre otros— que demuestran que no todo acaba con “y vivieron felices para siempre”. El elenco de la cinta, encabezado por la Streep, lo redondean Emily Blunt, James Corden, Frances de la Tour, Anna Kendrick, Chris Pine y Christine Baransky.
Si tuviera que definir cuál es el tema del filme, ¿qué diría?
Que es una película sobre la relación entre los padres y los hijos, maridos y mujeres, amigos y enemigos. La relación que como personas tenemos con la música, sobre los sueños y los deseos, sobre personajes que siguen aprendiendo cosas, aún después de un final feliz de cuento... creo que esos son los temas principales. Eso y el amor, claro, en muchas de sus facetas.
¿Cómo fue volver a un musical para usted?
Me encantan los musicales desde niña. Siete novias para siete hermanos, Oklahoma, Cabaret, My Fair Lady, La Novicia Rebelde... Creo que los vi todos. Ya había hecho Mamma Mia y lo había pasado tan bien que no lo pensé mucho. Rob Marshall sabe cómo hacer un proyecto muy tentador. Además, no le dices que no a Sondheim. Por otra parte, existe una noción de mí que es muy distinta a como soy y los proyectos que me interesaban son escrutados de cierta forma... ¿Por qué querría alguien como yo hacer algo como esto? ¡Porque se me antoja! ¡Porque el guión es irresistible!
¿Había visto la obra antes?
Desde luego. Hace muchos años. Me encantó, me sentí muy entusiasmada cuando me la ofrecieron... ¿Qué van a hacer? ¿Cómo lo van a hacer? El proyecto llegó en el momento ideal.
Existe la leyenda de que cuando cumplió 40 había establecido una regla muy estricta: “nada de brujas”… pero aquí es precisamente ése el personaje que encarna.
Hay de brujas a brujas (ríe), y la de Sondheim es maravillosa. Es el hilo conductor de la historia. Y es muy divertido hacer cosas que nadie espera. Es verdad que dije eso hace años, pero siempre se puede cambiar de opinión, ¿no crees?
¿Pudo vivir el rodaje con menos presión que en otras películas que ha hecho antes?
No, porque aun con mi experiencia siempre siento presión (ríe). Soy así, es mi personalidad. No puedo evitarlo. Con el elenco y el staff formamos una gran familia. Pero, igual, yo me tomo el trabajo muy en serio. Soy muy selectiva en lo que elijo, muy cuidadosa. Hago solamente lo que realmente tengo ganas de hacer, como te dije. Así que me sentí igual de presionada haciendo esta, que cualquier otra película.
¿Como La decisión de Sofía, por ejemplo?
Por ejemplo. Aunque el registro emocional de ambas es muy distinto, ambas requerían mi concentración total y mi compromiso con el personaje. Siempre me pasa lo mismo.
¿Cuesta encontrar películas como ésta hoy en día?
Los filmes son una amalgama del esfuerzo de mucha gente. Unas veces empiezan de una manera, cambian y terminan de forma inesperada, que es lo que ocurre aquí. Otras veces la historia se anuncia tarde y no consigues lo que deseabas. El resultado siempre es un misterio.
Usted ha sido nominada al Oscar en 20 ocasiones. Ha ganado tres y le falta uno para igualar a Katharine Hepburn. ¿Qué cruza por su cabeza cuando la nominan?
Las nominaciones son como esas latas que les ponen a los recién casados en la parte de atrás del coche (ríe): mucho ruido. Pero si ese ruido ayuda a la película, me doy por satisfecha. Es muy bonito que reconozcan tu trabajo.
Hablando de los Oscar... ¿Qué siente cuando se menciona la estatuilla?
¿Te digo la verdad? ¡Terror! (ríe). Piensa que he perdido muchas más veces de las que he ganado. Yo no me acostumbro a perder con gracia, aunque parezca que sí. ¿A quién le gusta? (ríe).
Como madre en el filme y en la vida real, ¿influye en el personaje su propia experiencia?
En parte sí. Sentí al crearlo que con su historia pueden identificarse muchas mujeres modernas. Los problemas que tiene la bruja son sentimentales, al enfrentarse a la idea de que la gente hace cosas terribles por motivos razonables. Ella ama por encima de todo a esa niña que se convierte en su hija, alguien a quien quiere proteger de lo malo que existe en el mundo. Por eso la mete en una torre, no es por maldad. Creo que eso cualquier padre lo entiende, aunque ella lo lleve hasta el extremo. Cantando la canción “Stay with” me sentí las palabras que decía: “¿No sabes lo que hay fuera en el mundo? Alguien tiene que protegerte de eso”, me hablaban muy claro. Y otra cosa que te ocurre cuando educas niños es que te olvidas de la edad que tienen, quieren ser tratados como adultos cuando son niños, y los tratas a veces como niños cuando ya son adultos. Aunque debo decir que, como madre, la bruja protege a su hija más que yo a las mías ¡es una exageración! (risas).
¿Qué tipo de música escucha? ¿Qué les cantaba a sus hijos?
Muchas cosas. Canciones de cuna irlandesas. Yo escucho mucha música. Soy apasionada de la música clásica, especialmente Mozart y Bach, aunque tengo mi lado rockero y folk: me gustan cosas como Emmylou Harris o Neil Young. Y también me gusta Joni Mitchell y Los Beatles. Y claro, Sondheim.
Hacer un musical no es cosa fácil. ¿Cómo es que cuida su voz?
Estudié voz muchos años. Pero siempre hay que prepararse; los años no pasan en balde. Hice muchos ejercicios, me acordé de cómo me insistían en Yale, hablo de otra época, para que limpiara mis conductos nasales. Ha sido un gran esfuerzo que valió la pena.
Es de las pocas actrices que se atreven con personajes de su edad.
Sobre eso, creo que estamos acostumbrados a ver tanta gente con cirugías plásticas, que cuando nos encontramos a alguien que envejece de forma natural nos sorprendemos. En Inglaterra no pasa así; ahí están Maggie Smith o Vanessa Redgrave, que han envejecido con mucha elegancia. Pero en Hollywood mucha gente piensa que estoy loca porque no me he hecho nada en la cara.
Usted trabaja sin parar y tiene 65 años, aunque muchas actrices no tienen trabajo a los cuarenta y pico…
Es trágico. Personalmente me siento privilegiada por poder interpretar personajes de calidad. En el cine no vemos suficientes mujeres de edad y eso es importante. Esa es mi causa, quiero que el mundo disfrute de las mujeres de 60 años. De cualquier edad.
¿Qué es lo más importante en su vida hoy en día?
La paz mental, la creatividad, mi familia, mis amigos.
¿Hay Meryl Streep para rato?
Seguiré trabajando mientras haya papeles y proyectos que me interesen. Ahora mismo, tengo todo lo que he soñado. Tampoco creo en codiciar de más. He tenido una carrera muy afortunada y eso me satisface. Pienso que es necesario que haya espacio para otra gente. Entiendo el cansancio que provoca tanta Streep. A mí también me sorprende que no se hayan cansado aún de ver siempre a Meryl Streep en todas partes (ríe). ¡Yo lo estaría!
A lo largo de los últimos 35 años, Mary Louise Streep (Nueva Jersey, 1949), más conocida como Meryl, ha establecido una de las carreras actorales más sólidas y respetadas del mundo. Lo suyo no es ser “celebridad”, aunque lo sea (literalmente, todo mundo sabe quién es y a qué se dedica); sin embargo, la imagen de la actriz seria y ganadora de premios pierde terreno frente a la de esta mujer, amable y risueña, cuyo ángel y carisma en la vida real ha logrado trasladar a la pantalla de cine.
Ahora presenta su más reciente película, En el bosque, adaptación del éxito teatral originado en Broadway y creado por Stephen Sondheim. Inspirado en cuentos de hadas, pero con un aire más adulto, este filme de la casa Disney cuenta acompañada de canciones memorables la historia de diversos personajes —Cenicienta, Rapunzel, los príncipes y la bruja, entre otros— que demuestran que no todo acaba con “y vivieron felices para siempre”. El elenco de la cinta, encabezado por la Streep, lo redondean Emily Blunt, James Corden, Frances de la Tour, Anna Kendrick, Chris Pine y Christine Baransky.
Si tuviera que definir cuál es el tema del filme, ¿qué diría?
Que es una película sobre la relación entre los padres y los hijos, maridos y mujeres, amigos y enemigos. La relación que como personas tenemos con la música, sobre los sueños y los deseos, sobre personajes que siguen aprendiendo cosas, aún después de un final feliz de cuento... creo que esos son los temas principales. Eso y el amor, claro, en muchas de sus facetas.
¿Cómo fue volver a un musical para usted?
Me encantan los musicales desde niña. Siete novias para siete hermanos, Oklahoma, Cabaret, My Fair Lady, La Novicia Rebelde... Creo que los vi todos. Ya había hecho Mamma Mia y lo había pasado tan bien que no lo pensé mucho. Rob Marshall sabe cómo hacer un proyecto muy tentador. Además, no le dices que no a Sondheim. Por otra parte, existe una noción de mí que es muy distinta a como soy y los proyectos que me interesaban son escrutados de cierta forma... ¿Por qué querría alguien como yo hacer algo como esto? ¡Porque se me antoja! ¡Porque el guión es irresistible!
¿Había visto la obra antes?
Desde luego. Hace muchos años. Me encantó, me sentí muy entusiasmada cuando me la ofrecieron... ¿Qué van a hacer? ¿Cómo lo van a hacer? El proyecto llegó en el momento ideal.
Existe la leyenda de que cuando cumplió 40 había establecido una regla muy estricta: “nada de brujas”… pero aquí es precisamente ése el personaje que encarna.
Hay de brujas a brujas (ríe), y la de Sondheim es maravillosa. Es el hilo conductor de la historia. Y es muy divertido hacer cosas que nadie espera. Es verdad que dije eso hace años, pero siempre se puede cambiar de opinión, ¿no crees?
¿Pudo vivir el rodaje con menos presión que en otras películas que ha hecho antes?
No, porque aun con mi experiencia siempre siento presión (ríe). Soy así, es mi personalidad. No puedo evitarlo. Con el elenco y el staff formamos una gran familia. Pero, igual, yo me tomo el trabajo muy en serio. Soy muy selectiva en lo que elijo, muy cuidadosa. Hago solamente lo que realmente tengo ganas de hacer, como te dije. Así que me sentí igual de presionada haciendo esta, que cualquier otra película.
¿Como La decisión de Sofía, por ejemplo?
Por ejemplo. Aunque el registro emocional de ambas es muy distinto, ambas requerían mi concentración total y mi compromiso con el personaje. Siempre me pasa lo mismo.
¿Cuesta encontrar películas como ésta hoy en día?
Los filmes son una amalgama del esfuerzo de mucha gente. Unas veces empiezan de una manera, cambian y terminan de forma inesperada, que es lo que ocurre aquí. Otras veces la historia se anuncia tarde y no consigues lo que deseabas. El resultado siempre es un misterio.
Usted ha sido nominada al Oscar en 20 ocasiones. Ha ganado tres y le falta uno para igualar a Katharine Hepburn. ¿Qué cruza por su cabeza cuando la nominan?
Las nominaciones son como esas latas que les ponen a los recién casados en la parte de atrás del coche (ríe): mucho ruido. Pero si ese ruido ayuda a la película, me doy por satisfecha. Es muy bonito que reconozcan tu trabajo.
Hablando de los Oscar... ¿Qué siente cuando se menciona la estatuilla?
¿Te digo la verdad? ¡Terror! (ríe). Piensa que he perdido muchas más veces de las que he ganado. Yo no me acostumbro a perder con gracia, aunque parezca que sí. ¿A quién le gusta? (ríe).
Como madre en el filme y en la vida real, ¿influye en el personaje su propia experiencia?
En parte sí. Sentí al crearlo que con su historia pueden identificarse muchas mujeres modernas. Los problemas que tiene la bruja son sentimentales, al enfrentarse a la idea de que la gente hace cosas terribles por motivos razonables. Ella ama por encima de todo a esa niña que se convierte en su hija, alguien a quien quiere proteger de lo malo que existe en el mundo. Por eso la mete en una torre, no es por maldad. Creo que eso cualquier padre lo entiende, aunque ella lo lleve hasta el extremo. Cantando la canción “Stay with” me sentí las palabras que decía: “¿No sabes lo que hay fuera en el mundo? Alguien tiene que protegerte de eso”, me hablaban muy claro. Y otra cosa que te ocurre cuando educas niños es que te olvidas de la edad que tienen, quieren ser tratados como adultos cuando son niños, y los tratas a veces como niños cuando ya son adultos. Aunque debo decir que, como madre, la bruja protege a su hija más que yo a las mías ¡es una exageración! (risas).
¿Qué tipo de música escucha? ¿Qué les cantaba a sus hijos?
Muchas cosas. Canciones de cuna irlandesas. Yo escucho mucha música. Soy apasionada de la música clásica, especialmente Mozart y Bach, aunque tengo mi lado rockero y folk: me gustan cosas como Emmylou Harris o Neil Young. Y también me gusta Joni Mitchell y Los Beatles. Y claro, Sondheim.
Hacer un musical no es cosa fácil. ¿Cómo es que cuida su voz?
Estudié voz muchos años. Pero siempre hay que prepararse; los años no pasan en balde. Hice muchos ejercicios, me acordé de cómo me insistían en Yale, hablo de otra época, para que limpiara mis conductos nasales. Ha sido un gran esfuerzo que valió la pena.
Es de las pocas actrices que se atreven con personajes de su edad.
Sobre eso, creo que estamos acostumbrados a ver tanta gente con cirugías plásticas, que cuando nos encontramos a alguien que envejece de forma natural nos sorprendemos. En Inglaterra no pasa así; ahí están Maggie Smith o Vanessa Redgrave, que han envejecido con mucha elegancia. Pero en Hollywood mucha gente piensa que estoy loca porque no me he hecho nada en la cara.
Usted trabaja sin parar y tiene 65 años, aunque muchas actrices no tienen trabajo a los cuarenta y pico…
Es trágico. Personalmente me siento privilegiada por poder interpretar personajes de calidad. En el cine no vemos suficientes mujeres de edad y eso es importante. Esa es mi causa, quiero que el mundo disfrute de las mujeres de 60 años. De cualquier edad.
¿Qué es lo más importante en su vida hoy en día?
La paz mental, la creatividad, mi familia, mis amigos.
¿Hay Meryl Streep para rato?
Seguiré trabajando mientras haya papeles y proyectos que me interesen. Ahora mismo, tengo todo lo que he soñado. Tampoco creo en codiciar de más. He tenido una carrera muy afortunada y eso me satisface. Pienso que es necesario que haya espacio para otra gente. Entiendo el cansancio que provoca tanta Streep. A mí también me sorprende que no se hayan cansado aún de ver siempre a Meryl Streep en todas partes (ríe). ¡Yo lo estaría!
29 ene 2015
Steve Carell: El Oscar no es un estímulo para mí
Miguel Cane.
En Hollywood, los buenos comediantes a veces buscan demostrar sus dotes histriónicas con películas dramáticas que den variedad de géneros a su repertorio, el riesgo puede ser incluso recompensado con el reconocimiento de la crítica, del público o de la Academia. Así es como Tom Hanks obtuvo dos Oscares consecutivos y Jim Carrey fue nominado por encarnar a otro comediante en una cinta.
Quien parece indicado para seguir esta tendencia es Steve Carell (Boston, 1962), pues luego de su intenso protagónico en la teleserie cómica The Office y una serie de exitosas cintas como El Superagente 86, Little Miss Sunshine, Loco y estúpido amor y Buscando un amigo para el fin del mundo, ahora recibe su primera nominación al Oscar por su interpretación de John E. du Pont, en la aclamada cinta Foxcatcher, dirigida por Bennett Miller (Capote, Moneyball), un personaje trágico en una historia sobre un auténtico crimen estadunidense.
Se te considera comediante, pero has declarado que eres actor y estás dispuesto a hacer todo tipo de papeles. ¿Es difícil que el público acostumbrado a verte en papeles cómicos pueda aceptarte en un drama?
Algunas veces pasa eso. Hay quienes al verte en una película que no es comedia, como cuando hice Dan in Real Life, esperan que haya como mínimo un chiste o alguna puntada. Y se decepcionan, me temo, si no es así. En Foxcatcher no hay nada de cómico. Es una tragedia. Y es una tragedia real. Eso es lo que la hace más atractiva. La posibilidad de adentrarse en un aspecto más oscuro de la naturaleza humana. Lo que dices es verdad. Soy un actor y por lo mismo puedo trabajar en cualquier género, si el argumento me interesa. Por eso hice esta película y la reacción del público siempre es una moneda en el aire. Pueden abrazar tu trabajo en un filme oscuro, o pueden rechazarlo. Pero como actor, simplemente no puedes rechazar la oportunidad de hacer un personaje como Du Pont. No debes. Es de esos personajes que solo llegan pocas veces.
¿Cómo describirías a John du Pont?
Creo que era una persona muy triste, alguien que pese a su inmensa fortuna siempre se sintió inseguro y muy solo. Hay una escena en la película que me conmueve mucho: cuando le cuenta a Mark Schulz (Channing Tatum), al que por fin considera su amigo, que él, John, tuvo un gran trauma en su niñez al descubrir que su madre, Jean (Vanessa Redgrave), pagaba a otros niños para que fueran a jugar con él. No conocía la amistad y lo subestimaban mucho. Supongo que necesitaba que lo quisieran y lo respetaran y no lo creía posible. Esto eventualmente lo llevó a perder un ya de por sí tenue contacto con la realidad y a cometer un crimen atroz. No es algo para nada común, pero siento que nunca sintió amor o afecto por parte de los demás, y esto acabó por conducirlo a un sendero muy destructivo y trágico.
¿Dirías que Foxcatcherrepresenta un cambio total en tu carrera profesional?
No quiero sonar pretencioso y darte una respuesta que menosprecie un género como la comedia, al que debo grandes satisfacciones. Eso sería hipócrita de mi parte y muy injusto para las otras películas que he hecho y que me dieron una carrera. Como actor, lo mismo puedo interpretar un rol dramático muy diferente al de una comedia, pero uno no es mejor que otro. Foxcatcher es lo más oscuro que he hecho y yo no quería esforzarme en convencer a la gente de que puedo hacer esto. Simplemente quería interpretar al personaje y tratar de hacer la mejor representación de este ser humano dentro de mis posibilidades. No quería agregar la sensación de “espero que la gente me la crea”, porque la gente no necesariamente me ha visto haciendo este tipo de papel antes. Así que tenía que superar esto y hacerlo, y Bennett Miller comprendió perfectamente esto y era lo que ambos buscábamos.
¿Es mucho más difícil actuar en un drama como éste que en una comedia?
Sinceramente, no creo eso de que un género sea más fácil que otro. Cada película es un mundo en sí misma. Algunos trabajos son más fáciles que otros, pero eso pasa en todo. Éste en particular fue un gran desafío, me dio pánico por momentos, porque no tenía nada que ver con lo que había hecho antes y llegué a pensar “no sé qué hago aquí”. Bennett, Channing y Mark Ruffalo me ayudaron a sentirme más seguro al interactuar. Le dimos forma a la historia, que por ser real, desafiaba incluso lo que podíamos haber imaginado. Y fue una experiencia estupenda. Pero una comedia, por ser más ligera, no necesariamente te exige menos como actor.
Cuando actúas, ¿utilizas el archivo de tus experiencias personales?
Supongo que sí. Tal vez sea aventurado decirlo, pero creo que todos los actores y actrices en un momento u otro han hecho eso. Cuando estás construyendo un personaje, recuerdas y haces referencia a los momentos que viviste a nivel personal, para así lograr un trabajo más natural y más honesto. No me parece bueno buscar una completa creación con ninguna actuación. Uno siempre aprovecha la vida, las experiencias propias y la gente que uno también conoció. Creo que eso hace que una interpretación sea más honesta. En Foxcatcher interpreto a un personaje real y eso es más difícil…
Exacto. ¿Cómo te preparaste para personificar a John du Pont?
Desde un principio le dije a Bennett que no iba a intentar imitar a John du Pont de ninguna manera, pero fue necesario estudiarlo, porque había ciertos movimientos específicos o su forma de hablar, en los que era necesario observarlo para tratar de mostrar la esencia de la clase de persona que era. Antes de rodar hicimos mucha investigación; de hecho, el documental que se muestra en la película lo pude ver en la versión original sin cortes. Y fue muy valioso para mí, porque me permitió ver todos los aspectos de todos los personajes, conocerlos más íntimamente.
Como actor, ¿a quienes consideras una inspiración?
Admiro muchísimo a Jack Lemmon, Walter Matthau y Bob Newhart. Ellos hacían esa clase de personajes que tanto me gustan. Hombres cualquiera que tienen aventuras que no se imaginan. Muy clásicos. También admiro a Peter Sellers. Doctor insólito y Desde el jardín son dos filmes que me impresionaron mucho y que me enseñaron lo que te decía antes: un actor puede hacer cualquier película y salir victorioso. Todo es cuestión de compromiso con la cinta que se hace.
Ahora, la pregunta inevitable, al acercarse la temporada del Oscar. ¿Aspiras a él?
No, no. El Oscar no es un estímulo para mí. Para algunos actores, comprendo, sí que lo es, pero para mí, no. Imaginarlo es algo con muchas aristas y puede ser contraproducente. Es como cualquier aspirante a actor que entra en este negocio. Si todo lo que quiere es ser una estrella o una celebridad, está entrando por las razones equivocadas. Deberían querer ser actores, deberían aprender a serlo, disfrutando el proceso de la actuación, en vez de buscar el potencial de lo que puedan llegar a conseguir haciéndolo. Definitivamente esta es la película más compleja en su temática que he hecho y el hecho de que Bennett haya tenido fe en mí para hacerlo, recibir ese tipo de reafirmación de un gran director, fue en sí un premio. Con eso, cuando eres actor, te basta. Los demás reconocimientos son maravillosos, pero no pueden ser la razón para querer hacer esto que hacemos.
En Hollywood, los buenos comediantes a veces buscan demostrar sus dotes histriónicas con películas dramáticas que den variedad de géneros a su repertorio, el riesgo puede ser incluso recompensado con el reconocimiento de la crítica, del público o de la Academia. Así es como Tom Hanks obtuvo dos Oscares consecutivos y Jim Carrey fue nominado por encarnar a otro comediante en una cinta.
Quien parece indicado para seguir esta tendencia es Steve Carell (Boston, 1962), pues luego de su intenso protagónico en la teleserie cómica The Office y una serie de exitosas cintas como El Superagente 86, Little Miss Sunshine, Loco y estúpido amor y Buscando un amigo para el fin del mundo, ahora recibe su primera nominación al Oscar por su interpretación de John E. du Pont, en la aclamada cinta Foxcatcher, dirigida por Bennett Miller (Capote, Moneyball), un personaje trágico en una historia sobre un auténtico crimen estadunidense.
Se te considera comediante, pero has declarado que eres actor y estás dispuesto a hacer todo tipo de papeles. ¿Es difícil que el público acostumbrado a verte en papeles cómicos pueda aceptarte en un drama?
Algunas veces pasa eso. Hay quienes al verte en una película que no es comedia, como cuando hice Dan in Real Life, esperan que haya como mínimo un chiste o alguna puntada. Y se decepcionan, me temo, si no es así. En Foxcatcher no hay nada de cómico. Es una tragedia. Y es una tragedia real. Eso es lo que la hace más atractiva. La posibilidad de adentrarse en un aspecto más oscuro de la naturaleza humana. Lo que dices es verdad. Soy un actor y por lo mismo puedo trabajar en cualquier género, si el argumento me interesa. Por eso hice esta película y la reacción del público siempre es una moneda en el aire. Pueden abrazar tu trabajo en un filme oscuro, o pueden rechazarlo. Pero como actor, simplemente no puedes rechazar la oportunidad de hacer un personaje como Du Pont. No debes. Es de esos personajes que solo llegan pocas veces.
¿Cómo describirías a John du Pont?
Creo que era una persona muy triste, alguien que pese a su inmensa fortuna siempre se sintió inseguro y muy solo. Hay una escena en la película que me conmueve mucho: cuando le cuenta a Mark Schulz (Channing Tatum), al que por fin considera su amigo, que él, John, tuvo un gran trauma en su niñez al descubrir que su madre, Jean (Vanessa Redgrave), pagaba a otros niños para que fueran a jugar con él. No conocía la amistad y lo subestimaban mucho. Supongo que necesitaba que lo quisieran y lo respetaran y no lo creía posible. Esto eventualmente lo llevó a perder un ya de por sí tenue contacto con la realidad y a cometer un crimen atroz. No es algo para nada común, pero siento que nunca sintió amor o afecto por parte de los demás, y esto acabó por conducirlo a un sendero muy destructivo y trágico.
¿Dirías que Foxcatcherrepresenta un cambio total en tu carrera profesional?
No quiero sonar pretencioso y darte una respuesta que menosprecie un género como la comedia, al que debo grandes satisfacciones. Eso sería hipócrita de mi parte y muy injusto para las otras películas que he hecho y que me dieron una carrera. Como actor, lo mismo puedo interpretar un rol dramático muy diferente al de una comedia, pero uno no es mejor que otro. Foxcatcher es lo más oscuro que he hecho y yo no quería esforzarme en convencer a la gente de que puedo hacer esto. Simplemente quería interpretar al personaje y tratar de hacer la mejor representación de este ser humano dentro de mis posibilidades. No quería agregar la sensación de “espero que la gente me la crea”, porque la gente no necesariamente me ha visto haciendo este tipo de papel antes. Así que tenía que superar esto y hacerlo, y Bennett Miller comprendió perfectamente esto y era lo que ambos buscábamos.
¿Es mucho más difícil actuar en un drama como éste que en una comedia?
Sinceramente, no creo eso de que un género sea más fácil que otro. Cada película es un mundo en sí misma. Algunos trabajos son más fáciles que otros, pero eso pasa en todo. Éste en particular fue un gran desafío, me dio pánico por momentos, porque no tenía nada que ver con lo que había hecho antes y llegué a pensar “no sé qué hago aquí”. Bennett, Channing y Mark Ruffalo me ayudaron a sentirme más seguro al interactuar. Le dimos forma a la historia, que por ser real, desafiaba incluso lo que podíamos haber imaginado. Y fue una experiencia estupenda. Pero una comedia, por ser más ligera, no necesariamente te exige menos como actor.
Cuando actúas, ¿utilizas el archivo de tus experiencias personales?
Supongo que sí. Tal vez sea aventurado decirlo, pero creo que todos los actores y actrices en un momento u otro han hecho eso. Cuando estás construyendo un personaje, recuerdas y haces referencia a los momentos que viviste a nivel personal, para así lograr un trabajo más natural y más honesto. No me parece bueno buscar una completa creación con ninguna actuación. Uno siempre aprovecha la vida, las experiencias propias y la gente que uno también conoció. Creo que eso hace que una interpretación sea más honesta. En Foxcatcher interpreto a un personaje real y eso es más difícil…
Exacto. ¿Cómo te preparaste para personificar a John du Pont?
Desde un principio le dije a Bennett que no iba a intentar imitar a John du Pont de ninguna manera, pero fue necesario estudiarlo, porque había ciertos movimientos específicos o su forma de hablar, en los que era necesario observarlo para tratar de mostrar la esencia de la clase de persona que era. Antes de rodar hicimos mucha investigación; de hecho, el documental que se muestra en la película lo pude ver en la versión original sin cortes. Y fue muy valioso para mí, porque me permitió ver todos los aspectos de todos los personajes, conocerlos más íntimamente.
Como actor, ¿a quienes consideras una inspiración?
Admiro muchísimo a Jack Lemmon, Walter Matthau y Bob Newhart. Ellos hacían esa clase de personajes que tanto me gustan. Hombres cualquiera que tienen aventuras que no se imaginan. Muy clásicos. También admiro a Peter Sellers. Doctor insólito y Desde el jardín son dos filmes que me impresionaron mucho y que me enseñaron lo que te decía antes: un actor puede hacer cualquier película y salir victorioso. Todo es cuestión de compromiso con la cinta que se hace.
Ahora, la pregunta inevitable, al acercarse la temporada del Oscar. ¿Aspiras a él?
No, no. El Oscar no es un estímulo para mí. Para algunos actores, comprendo, sí que lo es, pero para mí, no. Imaginarlo es algo con muchas aristas y puede ser contraproducente. Es como cualquier aspirante a actor que entra en este negocio. Si todo lo que quiere es ser una estrella o una celebridad, está entrando por las razones equivocadas. Deberían querer ser actores, deberían aprender a serlo, disfrutando el proceso de la actuación, en vez de buscar el potencial de lo que puedan llegar a conseguir haciéndolo. Definitivamente esta es la película más compleja en su temática que he hecho y el hecho de que Bennett haya tenido fe en mí para hacerlo, recibir ese tipo de reafirmación de un gran director, fue en sí un premio. Con eso, cuando eres actor, te basta. Los demás reconocimientos son maravillosos, pero no pueden ser la razón para querer hacer esto que hacemos.
Reese Witherspoon: Mi vida es muy aburrida para la prensa
Miguel Cane.
Rubia y esbelta, irradia carisma. Laura Jean Witherspoon (Nashville, 1976) también es alguien muy consciente de qué representa para mucha gente y lo que desea de la vida. Tras una ausencia de casi dos años de las pantallas cinematográficas, regresa como protagonista de Alma salvaje.
Esta cinta dramática basada en la historia real de Cheryl Strayed, retrata a una mujer en crisis que a manera de catarsis decidió recorrer mil 800 kilómetros a lo largo del famoso camino Pacific Crest Trail (una ruta de senderismo de larga distancia que se extiende a todo lo largo de la costa oeste, desde la frontera de Estados Unidos con México hasta el límite del estado de Washington con Canadá).
En la cinta, Reese interpreta a Cheryl, y le da un giro a su carrera al encarnar a una mujer ordinaria que se involucra en una situación extraordinaria y aprende algo de ella.
Las cintas románticas, comedias o dramas, parecen del género cinematográfico que más te ofrecen, ¿por qué hacer este cambio tan drástico?
Yo creo que como actriz tienes que adaptarte a lo que te ofrezcan. Por ejemplo, no es un secreto que me gustaría hacer películas de acción o un buen thriller, pero a la mesa de mi agente suelen llegan comedias (se ríe) y en este caso se presentó una historia diferente. La verdad es que me gusta hacer comedias románticas, pero también he hecho muchas otras películas que nada tienen qué ver con el género, y ésta, en particular, me gustó por su temática. Tanto, que decidí producirla yo misma.
¿Cómo desarrollaste el proyecto?
Leí el libro de Cheryl, porque me lo recomendó una amiga. Había pasado por completo fuera de mi radar hasta que me dijeron: “¡Tienes que leer esto!”, y eso hice. Leí el libro prácticamente en dos días. Lo devoré. De inmediato quise conocer a Cheryl, y concerté una cita con ella. Cuando llegó le dije “no te conozco de nada, pero tengo muchas ganas de darte un abrazo”… ¡Por suerte no se espantó! (risas). Hablamos durante horas de su experiencia, de lo que había vivido, de la historia del libro y de lo que había detrás de él, y decidimos que sería una película muy emocionante. Cheryl confió en mí para hacerlo y todo sucedió muy rápido; buscamos un director y el mejor fue Jean-Marc (Vallée)… él acababa de terminar de filmar Dallas Buyers Club y pensé que tenía una gran sensibilidad y un enorme sentido estético. El guión se lo encomendamos a Nick Hornby, que es un gran, gran escritor y su adaptación fue maravillosa: supo capturar exactamente lo que Cheryl anhelaba contar, lo que vivió, lo que la movió para escribir y se convirtió entonces en una historia. Fue una gran responsabilidad, porque es la primera película que produzco para actuar yo, y no quería que eso fuera a ser un impedimento para que la película pudiera brillar por sí sola. El rodaje fue totalmente en locación y yo no pensé que fuera a requerir tanto de mí… Cheryl es una mujer real y es un personaje bastante complejo. Hablar con ella me ayudó a entender mejor lo que le ocurría por dentro.
¿Fue muy demandante hacer todo lo que ella hizo? ¿Te exigió mucho, físicamente hablando?
Pues aprendí a respetar aún más a los que practican el senderismo, que es algo que siempre había considerado fascinante, pero que jamás pensé practicar. Lo cierto es que esta es la película más difícil que he hecho en mi vida, no te miento. La más agotadora. No me fui de excursión por miles de kilómetros, por supuesto, pero me exigió un tipo diferente de rigor físico. Había escenas que tenía que repetir, porque ya iba yo corriendo por un cerro, cargada con una mochila de 15 kilos y Jean-Marc me decía: “Espera, es que la mochila no se ve lo suficientemente pesada”. Entonces ponían más peso en la mochila y luego repetíamos hasta nueve o 10 veces. Literalmente, no paramos de rodar en esos remotos lugares, esos paisajes tan hermosos, porque había que aprovechar toda la luz posible, hacer de la naturaleza un personaje. Entonces no parábamos a comer, nos alimentábamos de bocadillos y agua. No había dónde ir al baño (risas), era una locura, pero era tan maravilloso… ¡fue una inmersión completa! Y nunca me he sentido más cerca de una tripulación. Todos nos ayudábamos a todos, todos cargábamos equipo… fue algo totalmente distinto a una película de Hollywood y fui muy feliz haciéndola.
¿Qué es lo que más satisfacción te deja de este filme?
Que Jean-Marc hizo un gran trabajo para recrear la experiencia de Cheryl y nos hizo partícipes a todos los miembros del equipo. En realidad, como está hecha, y fotografiada, es una película muy hermosa. Algunas de las escenas mejor realizadas son las que no tienen momentos verbales o diálogos, momentos en los que mi personaje se fija en el horizonte, o se da cuenta de que le duelen los pies, cuando es tan pequeña comparada con la naturaleza: eso te cuenta mucho sobre la historia sin necesidad de decir una palabra.
Llevas casi 25 años actuando profesionalmente. ¿Cómo te sientes al respecto?
¿Ya tan pronto? ¡No lo había pensado! Creo que ahora soy más selectiva con mi trabajo, trato de pasar más tiempo con mis hijos, soy madre de tres, una adolescente, un pre-adolescente y un bebé de dos años. Eso no te da mucho tiempo para irte a filmar. Desde que soy madre siento una responsabilidad con ellos. Es algo natural que llega con la maternidad. En el momento en el que Ava, mi hija mayor, salió de mi cuerpo, supe que esa personita iba a verme con otros ojos y que sería todo mi mundo.
¿Dirías que el éxito ha venido a complicarte la vida?
Tanto como eso no, pero no facilita las cosas en el ámbito privado. Yo creo que ser famosa es difícil, como te decía. Me consuela pensar que yo no intereso demasiado, mi vida es muy aburrida para la prensa y me dejan en paz. Soy una mujer familiar que me dedico por entero a mis dos hijos. Tardé mucho tiempo en equilibrar la balanza. Al principio, me sentía muy culpable al no poder estar siempre al lado de mis hijos. No les daba el desayuno y, cuando llegaba a casa de rodar, ya estaban dormidos. Era terrible y yo era muy joven y me sentía culpable. Eso es verdad.
¿Has conseguido eliminar esa sensación?
Ahora ya lo llevo mucho mejor. Los niños han crecido, se llevan muy bien entre ellos y el más pequeño llegó en un punto en el que podía detenerme para estar con ellos. De todas formas, intento no estar mucho tiempo alejada de ellos. He llegado a rechazar algunas películas que me obligaban a estar fuera de casa más tiempo del deseado. Y te diré que no me arrepiento.
Muchas actrices jóvenes te toman como ejemplo a seguir. ¿Qué opinas al respecto?
Me sorprende cuando sucede y me obliga a tener un nivel de exigencia mayor. Yo tuve grandes maestras e inspiraciones y modelos a seguir, como Diane Keaton, Meryl Streep. Las grandes actrices de su generación. Yo no sé si sea un ejemplo a seguir. Todavía siento que tengo mucho que aprender como para que sea un espejo para los demás. Espero tener más años para tener más respuestas y hacer más películas que aporten algo, justo como ésta.
Rubia y esbelta, irradia carisma. Laura Jean Witherspoon (Nashville, 1976) también es alguien muy consciente de qué representa para mucha gente y lo que desea de la vida. Tras una ausencia de casi dos años de las pantallas cinematográficas, regresa como protagonista de Alma salvaje.
Esta cinta dramática basada en la historia real de Cheryl Strayed, retrata a una mujer en crisis que a manera de catarsis decidió recorrer mil 800 kilómetros a lo largo del famoso camino Pacific Crest Trail (una ruta de senderismo de larga distancia que se extiende a todo lo largo de la costa oeste, desde la frontera de Estados Unidos con México hasta el límite del estado de Washington con Canadá).
En la cinta, Reese interpreta a Cheryl, y le da un giro a su carrera al encarnar a una mujer ordinaria que se involucra en una situación extraordinaria y aprende algo de ella.
Las cintas románticas, comedias o dramas, parecen del género cinematográfico que más te ofrecen, ¿por qué hacer este cambio tan drástico?
Yo creo que como actriz tienes que adaptarte a lo que te ofrezcan. Por ejemplo, no es un secreto que me gustaría hacer películas de acción o un buen thriller, pero a la mesa de mi agente suelen llegan comedias (se ríe) y en este caso se presentó una historia diferente. La verdad es que me gusta hacer comedias románticas, pero también he hecho muchas otras películas que nada tienen qué ver con el género, y ésta, en particular, me gustó por su temática. Tanto, que decidí producirla yo misma.
¿Cómo desarrollaste el proyecto?
Leí el libro de Cheryl, porque me lo recomendó una amiga. Había pasado por completo fuera de mi radar hasta que me dijeron: “¡Tienes que leer esto!”, y eso hice. Leí el libro prácticamente en dos días. Lo devoré. De inmediato quise conocer a Cheryl, y concerté una cita con ella. Cuando llegó le dije “no te conozco de nada, pero tengo muchas ganas de darte un abrazo”… ¡Por suerte no se espantó! (risas). Hablamos durante horas de su experiencia, de lo que había vivido, de la historia del libro y de lo que había detrás de él, y decidimos que sería una película muy emocionante. Cheryl confió en mí para hacerlo y todo sucedió muy rápido; buscamos un director y el mejor fue Jean-Marc (Vallée)… él acababa de terminar de filmar Dallas Buyers Club y pensé que tenía una gran sensibilidad y un enorme sentido estético. El guión se lo encomendamos a Nick Hornby, que es un gran, gran escritor y su adaptación fue maravillosa: supo capturar exactamente lo que Cheryl anhelaba contar, lo que vivió, lo que la movió para escribir y se convirtió entonces en una historia. Fue una gran responsabilidad, porque es la primera película que produzco para actuar yo, y no quería que eso fuera a ser un impedimento para que la película pudiera brillar por sí sola. El rodaje fue totalmente en locación y yo no pensé que fuera a requerir tanto de mí… Cheryl es una mujer real y es un personaje bastante complejo. Hablar con ella me ayudó a entender mejor lo que le ocurría por dentro.
¿Fue muy demandante hacer todo lo que ella hizo? ¿Te exigió mucho, físicamente hablando?
Pues aprendí a respetar aún más a los que practican el senderismo, que es algo que siempre había considerado fascinante, pero que jamás pensé practicar. Lo cierto es que esta es la película más difícil que he hecho en mi vida, no te miento. La más agotadora. No me fui de excursión por miles de kilómetros, por supuesto, pero me exigió un tipo diferente de rigor físico. Había escenas que tenía que repetir, porque ya iba yo corriendo por un cerro, cargada con una mochila de 15 kilos y Jean-Marc me decía: “Espera, es que la mochila no se ve lo suficientemente pesada”. Entonces ponían más peso en la mochila y luego repetíamos hasta nueve o 10 veces. Literalmente, no paramos de rodar en esos remotos lugares, esos paisajes tan hermosos, porque había que aprovechar toda la luz posible, hacer de la naturaleza un personaje. Entonces no parábamos a comer, nos alimentábamos de bocadillos y agua. No había dónde ir al baño (risas), era una locura, pero era tan maravilloso… ¡fue una inmersión completa! Y nunca me he sentido más cerca de una tripulación. Todos nos ayudábamos a todos, todos cargábamos equipo… fue algo totalmente distinto a una película de Hollywood y fui muy feliz haciéndola.
¿Qué es lo que más satisfacción te deja de este filme?
Que Jean-Marc hizo un gran trabajo para recrear la experiencia de Cheryl y nos hizo partícipes a todos los miembros del equipo. En realidad, como está hecha, y fotografiada, es una película muy hermosa. Algunas de las escenas mejor realizadas son las que no tienen momentos verbales o diálogos, momentos en los que mi personaje se fija en el horizonte, o se da cuenta de que le duelen los pies, cuando es tan pequeña comparada con la naturaleza: eso te cuenta mucho sobre la historia sin necesidad de decir una palabra.
Llevas casi 25 años actuando profesionalmente. ¿Cómo te sientes al respecto?
¿Ya tan pronto? ¡No lo había pensado! Creo que ahora soy más selectiva con mi trabajo, trato de pasar más tiempo con mis hijos, soy madre de tres, una adolescente, un pre-adolescente y un bebé de dos años. Eso no te da mucho tiempo para irte a filmar. Desde que soy madre siento una responsabilidad con ellos. Es algo natural que llega con la maternidad. En el momento en el que Ava, mi hija mayor, salió de mi cuerpo, supe que esa personita iba a verme con otros ojos y que sería todo mi mundo.
¿Dirías que el éxito ha venido a complicarte la vida?
Tanto como eso no, pero no facilita las cosas en el ámbito privado. Yo creo que ser famosa es difícil, como te decía. Me consuela pensar que yo no intereso demasiado, mi vida es muy aburrida para la prensa y me dejan en paz. Soy una mujer familiar que me dedico por entero a mis dos hijos. Tardé mucho tiempo en equilibrar la balanza. Al principio, me sentía muy culpable al no poder estar siempre al lado de mis hijos. No les daba el desayuno y, cuando llegaba a casa de rodar, ya estaban dormidos. Era terrible y yo era muy joven y me sentía culpable. Eso es verdad.
¿Has conseguido eliminar esa sensación?
Ahora ya lo llevo mucho mejor. Los niños han crecido, se llevan muy bien entre ellos y el más pequeño llegó en un punto en el que podía detenerme para estar con ellos. De todas formas, intento no estar mucho tiempo alejada de ellos. He llegado a rechazar algunas películas que me obligaban a estar fuera de casa más tiempo del deseado. Y te diré que no me arrepiento.
Muchas actrices jóvenes te toman como ejemplo a seguir. ¿Qué opinas al respecto?
Me sorprende cuando sucede y me obliga a tener un nivel de exigencia mayor. Yo tuve grandes maestras e inspiraciones y modelos a seguir, como Diane Keaton, Meryl Streep. Las grandes actrices de su generación. Yo no sé si sea un ejemplo a seguir. Todavía siento que tengo mucho que aprender como para que sea un espejo para los demás. Espero tener más años para tener más respuestas y hacer más películas que aporten algo, justo como ésta.
16 ene 2015
Eddie Redmayne: Me consumió interpretar a Stephen Hawking
Miguel Cane.
Forma parte de lo que se conoce como la “nueva invasión inglesa” de actores, junto con Tom Hiddleston, Benedict Cumberbatch, Andrew Garfield, Tom Hardy y James McAvoy; sin embargo, Eddie Redmayne (Londres, 1982), tiene una formación distinta y no alcanzó el estrellato muy rápido. Se inició en el teatro, donde obtuvo el mismo año un premio Olivier y un Tony por su trabajo en la obra sobre Mark Rothko Rojo, de John Logan.
En cine debutó en 2007 al lado de Julianne Moore en la polémica cinta Savage Grace, de Tom Kalin, en la que encarnaba un personaje real de la alta sociedad estadunidense que en 1972 cometió matricidio para acabar con una relación incestuosa instigada por su madre. El filme causó conmoción en Cannes y Redmayne comenzó a llamar la atención. Tom Hooper lo invitó entonces a formar parte del multitudinario elenco de su adaptación fílmica del musical Los miserables, en la que fue Marius.
Ahora puede ser nominado al Oscar por su encarnación del genio matemático Stephen Hawking en La teoría de todo, filme inspirado en la relación entre Hawking y su primera mujer, Jane Wilde (encarnada por la radiante Felicity Jones), a quien conoció a principios de la década de los sesenta, antes de que la enfermedad degenerativa que padece lo confinara a una silla de ruedas.
¿Cómo te sentiste al saber que habías obtenido el papel de Stephen Hawking?
Al principio tuve unos segundos de euforia y después me dominó un miedo abrumador. Y debo confesar que ese miedo permaneció a lo largo del proceso.
¿Por qué?
Porque hacer una película como ésta implica una responsabilidad muy grande. Yo nunca antes había tenido un papel principal, que me hiciera estar en casi todas las escenas, ni que me exigiera tanto físicamente. Y más aún cuando la persona que interpretas es tan importante, tan grande en todos los aspectos. Y tiene esta particularidad (su enfermedad), así que imagínate. Felicity y yo conocimos a Stephen Hawking y lo que me dijo fue: “Voy a decirte lo que pienso cuando vea la película, sea bueno o no”. Evidentemente es algo que no se puede ignorar así de fácil. Pero curiosamente también te sirve para hacer un buen trabajo.
Para un actor es el papel más complejo del año a nivel técnico…
Capturar paso a paso la desintegración por esclerosis lateral amiotrófica (ALS) que llevó a Hawking de ser un joven saludable a un adulto paralítico, es en efecto muy difícil, más si tomas en cuenta su mente de científico, la expansión sin trabas de su imaginación. Le dieron una sentencia de muerte cuando solo tenía 21 años, ¿te das cuenta? Se esperaba que no viviera mucho más. Y ahora tiene 72 años, tres hijos, se ha casado dos veces, ha realizado importantes descubrimientos en cosmología y escribió el clásico Breve historia del tiempo, así que de él aprendes que uno disfruta cada momento al máximo, y eso exactamente es lo que quise dejarle al público. Eso es lo que me dejó a mí esta experiencia.
James Marsh te eligió por tu afinidad física y tu trabajo teatral. ¿Cómo fue la relación en el set de rodaje?
James tenía muchas ideas y sabía contagiar su pasión por esto. Me explicó desde el principio que de algún modo esto conllevaría un gran peso en cuanto a la preparación y cualidad física que requería de mí como actor. Él vio en mí que tengo mucha ambición, no de fama o dinero, sino de hacer un gran trabajo. Para mí fue un verdadero salto a la oscuridad. Pasamos cuatro meses investigando, trabajando en el aspecto físico y estudiando las leyes físicas de Hawking. Me entrenó un coreógrafo, visité a académicos y a muchos enfermos de ALS y me puse a estudiar viejas fotos de Hawking para rastrear los efectos de la enfermedad. Me consumió interpretar a Hawking, debo decirlo.
¿Cómo describirías el proceso de filmar esta historia?
La película comienza con el noviazgo con Jane, que coincidió con el descubrimiento de su enfermedad motriz. Comenzó por una cojera y caminar con bastón, luego con dos piernas atrofiadas hasta terminar en silla de ruedas. Gradualmente va perdiendo la voz, su lenguaje corporal, sus expresiones faciales. Fue como armar un rompecabezas; sé que hubo momentos en los que se sintió derrotado, pero no se dejó caer.
¿Qué encontraste tú en Hawking al conocerlo?
Lo que emana de él cuando lo conoces es una genialidad y gran sentido del humor. Aun cuando solo puede mover unos pocos músculos, tiene uno de los rostros más carismáticos y expresivos que he visto en toda mi vida, lo que es una extraña ironía. Hubo muchas cosas de las que me enteré reuniéndome con él, pero una de las principales que me llevé es que él no vive una enfermedad; él sigue adelante con su vida y lo ha hecho desde que tenía 21 años. Tiene un optimismo infalible. Eso me impactó mucho y traté de imprimirlo en el personaje. Por otro lado, fue sumamente generoso: le ofreció personalmente a James el permiso para usar su voz generada por computadora única para que se oyera en el filme.
¿Y cuál fue su reacción, al final?
Dijo que lo que vio en la pantalla le pareció ampliamente verídico. Supongo que es lo que realmente esperábamos lograr. Me sentí aliviado. Y agradecido.
Has sido amigo de Felicity Jones por mucho tiempo, ¿tu amistad ayudó a dar matices a la historia de amor?
Yo creo que sí. Conocí a Felicity hace 10 años y ella es una actriz brillante. Siempre quise trabajar con ella, y fue genial, porque la relación de Jane y Stephen es bastante intensa y complicada y el que fuéramos amigos nos hizo ver que podíamos empezar a trabajar juntos, desafiarnos entre nosotros, apoyarnos el uno al otro.
¿Después de esta cinta, qué planes tienes? ¿Quedaste muy exhausto?
No he trabajado desde que filmé esta película, porque como dices, sí quedé agotado. La gravedad del papel, para el que perdí unos nueve kilos, me ha ido abandonando poco a poco. Además quería un tiempo para mí (se casó en diciembre con Hannah Bagshawe), porque antes había hecho tres películas seguidas, incluyendo Jupiter Ascending, y necesitaba descansar. Tom Hooper quiere que colaboremos en su próximo filme y yo también quiero, pero también voy a tomármelo con calma.
¿Ves un Oscar en tu futuro?
Me han dicho: “¡Guau, por esto podrías ganar un Oscar!”, pero la verdad es que no sé. Es decir, te nominan, pero hay muchos y muy buenos actores. Yo no quiero fama, ni dinero ni premios. Si llegan está bien. Yo lo que quiero es actuar en cosas que me reten y que me exijan y que me dejen satisfecho. Esa es mi recompensa y me basta.
Forma parte de lo que se conoce como la “nueva invasión inglesa” de actores, junto con Tom Hiddleston, Benedict Cumberbatch, Andrew Garfield, Tom Hardy y James McAvoy; sin embargo, Eddie Redmayne (Londres, 1982), tiene una formación distinta y no alcanzó el estrellato muy rápido. Se inició en el teatro, donde obtuvo el mismo año un premio Olivier y un Tony por su trabajo en la obra sobre Mark Rothko Rojo, de John Logan.
En cine debutó en 2007 al lado de Julianne Moore en la polémica cinta Savage Grace, de Tom Kalin, en la que encarnaba un personaje real de la alta sociedad estadunidense que en 1972 cometió matricidio para acabar con una relación incestuosa instigada por su madre. El filme causó conmoción en Cannes y Redmayne comenzó a llamar la atención. Tom Hooper lo invitó entonces a formar parte del multitudinario elenco de su adaptación fílmica del musical Los miserables, en la que fue Marius.
Ahora puede ser nominado al Oscar por su encarnación del genio matemático Stephen Hawking en La teoría de todo, filme inspirado en la relación entre Hawking y su primera mujer, Jane Wilde (encarnada por la radiante Felicity Jones), a quien conoció a principios de la década de los sesenta, antes de que la enfermedad degenerativa que padece lo confinara a una silla de ruedas.
¿Cómo te sentiste al saber que habías obtenido el papel de Stephen Hawking?
Al principio tuve unos segundos de euforia y después me dominó un miedo abrumador. Y debo confesar que ese miedo permaneció a lo largo del proceso.
¿Por qué?
Porque hacer una película como ésta implica una responsabilidad muy grande. Yo nunca antes había tenido un papel principal, que me hiciera estar en casi todas las escenas, ni que me exigiera tanto físicamente. Y más aún cuando la persona que interpretas es tan importante, tan grande en todos los aspectos. Y tiene esta particularidad (su enfermedad), así que imagínate. Felicity y yo conocimos a Stephen Hawking y lo que me dijo fue: “Voy a decirte lo que pienso cuando vea la película, sea bueno o no”. Evidentemente es algo que no se puede ignorar así de fácil. Pero curiosamente también te sirve para hacer un buen trabajo.
Para un actor es el papel más complejo del año a nivel técnico…
Capturar paso a paso la desintegración por esclerosis lateral amiotrófica (ALS) que llevó a Hawking de ser un joven saludable a un adulto paralítico, es en efecto muy difícil, más si tomas en cuenta su mente de científico, la expansión sin trabas de su imaginación. Le dieron una sentencia de muerte cuando solo tenía 21 años, ¿te das cuenta? Se esperaba que no viviera mucho más. Y ahora tiene 72 años, tres hijos, se ha casado dos veces, ha realizado importantes descubrimientos en cosmología y escribió el clásico Breve historia del tiempo, así que de él aprendes que uno disfruta cada momento al máximo, y eso exactamente es lo que quise dejarle al público. Eso es lo que me dejó a mí esta experiencia.
James Marsh te eligió por tu afinidad física y tu trabajo teatral. ¿Cómo fue la relación en el set de rodaje?
James tenía muchas ideas y sabía contagiar su pasión por esto. Me explicó desde el principio que de algún modo esto conllevaría un gran peso en cuanto a la preparación y cualidad física que requería de mí como actor. Él vio en mí que tengo mucha ambición, no de fama o dinero, sino de hacer un gran trabajo. Para mí fue un verdadero salto a la oscuridad. Pasamos cuatro meses investigando, trabajando en el aspecto físico y estudiando las leyes físicas de Hawking. Me entrenó un coreógrafo, visité a académicos y a muchos enfermos de ALS y me puse a estudiar viejas fotos de Hawking para rastrear los efectos de la enfermedad. Me consumió interpretar a Hawking, debo decirlo.
¿Cómo describirías el proceso de filmar esta historia?
La película comienza con el noviazgo con Jane, que coincidió con el descubrimiento de su enfermedad motriz. Comenzó por una cojera y caminar con bastón, luego con dos piernas atrofiadas hasta terminar en silla de ruedas. Gradualmente va perdiendo la voz, su lenguaje corporal, sus expresiones faciales. Fue como armar un rompecabezas; sé que hubo momentos en los que se sintió derrotado, pero no se dejó caer.
¿Qué encontraste tú en Hawking al conocerlo?
Lo que emana de él cuando lo conoces es una genialidad y gran sentido del humor. Aun cuando solo puede mover unos pocos músculos, tiene uno de los rostros más carismáticos y expresivos que he visto en toda mi vida, lo que es una extraña ironía. Hubo muchas cosas de las que me enteré reuniéndome con él, pero una de las principales que me llevé es que él no vive una enfermedad; él sigue adelante con su vida y lo ha hecho desde que tenía 21 años. Tiene un optimismo infalible. Eso me impactó mucho y traté de imprimirlo en el personaje. Por otro lado, fue sumamente generoso: le ofreció personalmente a James el permiso para usar su voz generada por computadora única para que se oyera en el filme.
¿Y cuál fue su reacción, al final?
Dijo que lo que vio en la pantalla le pareció ampliamente verídico. Supongo que es lo que realmente esperábamos lograr. Me sentí aliviado. Y agradecido.
Has sido amigo de Felicity Jones por mucho tiempo, ¿tu amistad ayudó a dar matices a la historia de amor?
Yo creo que sí. Conocí a Felicity hace 10 años y ella es una actriz brillante. Siempre quise trabajar con ella, y fue genial, porque la relación de Jane y Stephen es bastante intensa y complicada y el que fuéramos amigos nos hizo ver que podíamos empezar a trabajar juntos, desafiarnos entre nosotros, apoyarnos el uno al otro.
¿Después de esta cinta, qué planes tienes? ¿Quedaste muy exhausto?
No he trabajado desde que filmé esta película, porque como dices, sí quedé agotado. La gravedad del papel, para el que perdí unos nueve kilos, me ha ido abandonando poco a poco. Además quería un tiempo para mí (se casó en diciembre con Hannah Bagshawe), porque antes había hecho tres películas seguidas, incluyendo Jupiter Ascending, y necesitaba descansar. Tom Hooper quiere que colaboremos en su próximo filme y yo también quiero, pero también voy a tomármelo con calma.
¿Ves un Oscar en tu futuro?
Me han dicho: “¡Guau, por esto podrías ganar un Oscar!”, pero la verdad es que no sé. Es decir, te nominan, pero hay muchos y muy buenos actores. Yo no quiero fama, ni dinero ni premios. Si llegan está bien. Yo lo que quiero es actuar en cosas que me reten y que me exijan y que me dejen satisfecho. Esa es mi recompensa y me basta.
6 ene 2015
Patricia Arquette: El cine afecta nuestra vida
Miguel Cane.
Pertenece a una familia de padres y hermanos actores —la célebre Rosanna, David y Alexis— y durante la década de los noventa fue uno de los rostros más icónicos del cine. Después de protagonizar siete temporadas de la teleserie Medium, Patricia Arquette (Chicago, 1968) retorna a la pantalla con Boyhood, la reciente obra del polémico cineasta Richard Linklater —creador de la trilogía Before Sunset— que se estrena en México luego de una cálida acogida internacional. Las críticas la señalan como una de las películas más revolucionarias de los últimos tiempos, en buena medida porque se realizó a lo largo de 12 años, entre los seis y los 18 años de un niño, Mason (Ellar Coltrane). El resultado es un retrato de la típica familia de clase media —las navidades y el divorcio, las mudanzas, hasta la música y los peinados— mostrándonos un resultado deslumbrante, conmovedor y, por supuesto, increíblemente realista.
¿Cómo fue que Richard Linklater te eligió para protagonizar Boyhood?
Conozco hace muchos años a Ethan Hawke, que es actor y productor. Él sabía que yo había sido madre siendo aún muy joven, tuve a mi hijo Enzo a los 20 años, y quizá eso influyó. Me dijo: “¿Qué vas a hacer durante los próximos 12 años?”, y pensé que era broma. Después me invitó a reunirme con él y Richard para hablar de ese proyecto, filmar la historia de la vida de un niño con el mismo actor y reparto en Texas, durante ese periodo de tiempo. Aceptar me asustaba, nunca había hecho una cosa semejante pero finalmente, aunque con reservas, acepté porque me parecía una oportunidad actoral única en la vida.
¿Usaste inspiraciones reales para construir el personaje de Olivia?
Por supuesto. Usé mi experiencia y también influyeron en mí mi hermana Rosanna y nuestra madre, Mardi. El nombre de mi personaje lo tomamos de ella, era su segundo nombre. Recuerdo que durante el transcurso de su vida mi madre poco a poco fue convirtiéndose en una mujer más sensible y más sabia, mientras nosotros íbamos creciendo, y cuando me ofrecieron el papel yo tenía 33 años. No podía hacer de Olivia a los 45, ese proceso es algo que no puedes fingir. No habría podido reflejar cómo cambia nuestro modo de percibir el mundo cuando maduramos. Rosanna ha madurado así. Ella es mayor que yo, la vi convertirse en madre, en adulta, y es una gran actriz. Así que pensé mucho en ellas.
¿En algún momento llegaste a tener dudas acerca de la viabilidad del proyecto?
Te mentiría si te dijera que no. A ratos tuve algo de inquietud. Durante los siete años que pasé trabajando en la teleserie Medium la gente se acercaba a decirme: “Oye, tú solías trabajar con grandes cineastas como Scorsese o Lynch, ¿qué te pasó?”. Y yo contestaba: “¡Pero lo sigo haciendo! En estos momentos estoy rodando una película que va a revolucionar el cine”. Me miraban como si estuviera loca y no me creían. Ahora puedo decirte que estoy muy satisfecha de haber demostrado que estaban en un error.
¿Qué sentiste al verte ya en la película terminada?
Siempre maravillan las imágenes a cámara ultrarrápida, de semillas que empiezan a brotar y crecer, luego la flor se abre y después los pétalos caen hasta que finalmente la flor se marchita. ¿Sabes de lo que hablo? Los seres humanos somos criaturas orgánicas y nuestro ciclo vital es más o menos el mismo. Contemplar mi propio ciclo en Boyhood me resultó a la vez fascinante y embarazoso. Pero también me ha permitido recordar la niña que fui y preguntarme si queda algo de ella en mí.
¿Y sientes que sí queda algo?
¡Claro que sí! Mira, cuando era una niña me encantaba observar la conducta humana, pero no me gustaba sentirme observada, ¿sabes a lo que me refiero? Era terriblemente tímida y me sentía torpe y poco atractiva. Solía preguntar a mi madre: “¿Por qué me mira la gente?”. Ella contestaba: “Porque eres una niña muy hermosa”, pero yo no le creía. Sin embargo, acabé trabajando en una profesión en la que esencialmente me dedico a ser observada. No sé si he aprendido a lidiar con ello del todo, pero lo intento. Pero también crecí entre actores. Mi padre lo era en teatro y mi abuelo fue comediante. Rosanna empezó muy joven y yo la veía en televisión y en cine, y pensaba qué quería hacer y ya lo ves, mi hermano y mi hermana menores quisieron hacer lo mismo.
¿Fue difícil filmar esporádicamente a lo largo de 12 años, encontrar los momentos de vida de un personaje, mientras también tu vida cambiaba?
Desde luego, porque rodar así te exige mucho. Después de rodar mis primeras escenas supe que estaba embarazada y a principios de 2003 nació mi hija Harlow, y después tuve que volver a Texas y filmar escenas por unos pocos días cada año. Mientras, hacía Medium y otras cosas, y después pasé por una separación y un divorcio, igual que Olivia —que de hecho se divorcia dos veces en la película— y notaba que los cambios en mí influían de modo tangencial en mi interpretación. Y fue sorprendente ver cómo este tipo de cine afecta nuestra vida.
¿Sientes que has cambiado mucho como actriz a lo largo de los años?
Yo supongo que sí. Cuando empecé mi carrera estaba aprendiendo a ser actriz en público; mi primera película fue de terror y yo era una adolescente. Después fui viendo otros tipos de papeles. Una buena parte de los personajes que solía interpretar de joven eran mujeres muy sexuales, y mi primer papel sustancialmente serio fue para John Boorman en Beyond Rangoon, pero casi siempre era un objeto de deseo. Ahora echo la vista atrás y no me reconozco en ellas, siento que estaba dando tumbos en muchas películas que hice. Es decir, me siento feliz de haber participado en algunos otros proyectos, con cineastas fantásticos como David Lynch o Tony Scott, pero siento que entonces yo no sabía muy bien quién era. Y tal vez aún no lo sepa, pero me voy acercando a la respuesta.
Se habla mucho de Boyhood de cara a los Oscares. ¿Qué le auguras?
Le deseo lo mejor a Richard. Es un director de sensibilidad enorme. No sé qué vaya a ocurrir, porque en esto de los reconocimientos no hay nada escrito. Esta es una película que es una labor de amor. Es maravillosa y estoy muy satisfecha de haber participado en ella. El reconocimiento más importante es el del público y la han abrazado, se han identificado con ella. Eso es mejor que cualquier premio, en mi opinión.
Pertenece a una familia de padres y hermanos actores —la célebre Rosanna, David y Alexis— y durante la década de los noventa fue uno de los rostros más icónicos del cine. Después de protagonizar siete temporadas de la teleserie Medium, Patricia Arquette (Chicago, 1968) retorna a la pantalla con Boyhood, la reciente obra del polémico cineasta Richard Linklater —creador de la trilogía Before Sunset— que se estrena en México luego de una cálida acogida internacional. Las críticas la señalan como una de las películas más revolucionarias de los últimos tiempos, en buena medida porque se realizó a lo largo de 12 años, entre los seis y los 18 años de un niño, Mason (Ellar Coltrane). El resultado es un retrato de la típica familia de clase media —las navidades y el divorcio, las mudanzas, hasta la música y los peinados— mostrándonos un resultado deslumbrante, conmovedor y, por supuesto, increíblemente realista.
¿Cómo fue que Richard Linklater te eligió para protagonizar Boyhood?
Conozco hace muchos años a Ethan Hawke, que es actor y productor. Él sabía que yo había sido madre siendo aún muy joven, tuve a mi hijo Enzo a los 20 años, y quizá eso influyó. Me dijo: “¿Qué vas a hacer durante los próximos 12 años?”, y pensé que era broma. Después me invitó a reunirme con él y Richard para hablar de ese proyecto, filmar la historia de la vida de un niño con el mismo actor y reparto en Texas, durante ese periodo de tiempo. Aceptar me asustaba, nunca había hecho una cosa semejante pero finalmente, aunque con reservas, acepté porque me parecía una oportunidad actoral única en la vida.
¿Usaste inspiraciones reales para construir el personaje de Olivia?
Por supuesto. Usé mi experiencia y también influyeron en mí mi hermana Rosanna y nuestra madre, Mardi. El nombre de mi personaje lo tomamos de ella, era su segundo nombre. Recuerdo que durante el transcurso de su vida mi madre poco a poco fue convirtiéndose en una mujer más sensible y más sabia, mientras nosotros íbamos creciendo, y cuando me ofrecieron el papel yo tenía 33 años. No podía hacer de Olivia a los 45, ese proceso es algo que no puedes fingir. No habría podido reflejar cómo cambia nuestro modo de percibir el mundo cuando maduramos. Rosanna ha madurado así. Ella es mayor que yo, la vi convertirse en madre, en adulta, y es una gran actriz. Así que pensé mucho en ellas.
¿En algún momento llegaste a tener dudas acerca de la viabilidad del proyecto?
Te mentiría si te dijera que no. A ratos tuve algo de inquietud. Durante los siete años que pasé trabajando en la teleserie Medium la gente se acercaba a decirme: “Oye, tú solías trabajar con grandes cineastas como Scorsese o Lynch, ¿qué te pasó?”. Y yo contestaba: “¡Pero lo sigo haciendo! En estos momentos estoy rodando una película que va a revolucionar el cine”. Me miraban como si estuviera loca y no me creían. Ahora puedo decirte que estoy muy satisfecha de haber demostrado que estaban en un error.
¿Qué sentiste al verte ya en la película terminada?
Siempre maravillan las imágenes a cámara ultrarrápida, de semillas que empiezan a brotar y crecer, luego la flor se abre y después los pétalos caen hasta que finalmente la flor se marchita. ¿Sabes de lo que hablo? Los seres humanos somos criaturas orgánicas y nuestro ciclo vital es más o menos el mismo. Contemplar mi propio ciclo en Boyhood me resultó a la vez fascinante y embarazoso. Pero también me ha permitido recordar la niña que fui y preguntarme si queda algo de ella en mí.
¿Y sientes que sí queda algo?
¡Claro que sí! Mira, cuando era una niña me encantaba observar la conducta humana, pero no me gustaba sentirme observada, ¿sabes a lo que me refiero? Era terriblemente tímida y me sentía torpe y poco atractiva. Solía preguntar a mi madre: “¿Por qué me mira la gente?”. Ella contestaba: “Porque eres una niña muy hermosa”, pero yo no le creía. Sin embargo, acabé trabajando en una profesión en la que esencialmente me dedico a ser observada. No sé si he aprendido a lidiar con ello del todo, pero lo intento. Pero también crecí entre actores. Mi padre lo era en teatro y mi abuelo fue comediante. Rosanna empezó muy joven y yo la veía en televisión y en cine, y pensaba qué quería hacer y ya lo ves, mi hermano y mi hermana menores quisieron hacer lo mismo.
¿Fue difícil filmar esporádicamente a lo largo de 12 años, encontrar los momentos de vida de un personaje, mientras también tu vida cambiaba?
Desde luego, porque rodar así te exige mucho. Después de rodar mis primeras escenas supe que estaba embarazada y a principios de 2003 nació mi hija Harlow, y después tuve que volver a Texas y filmar escenas por unos pocos días cada año. Mientras, hacía Medium y otras cosas, y después pasé por una separación y un divorcio, igual que Olivia —que de hecho se divorcia dos veces en la película— y notaba que los cambios en mí influían de modo tangencial en mi interpretación. Y fue sorprendente ver cómo este tipo de cine afecta nuestra vida.
¿Sientes que has cambiado mucho como actriz a lo largo de los años?
Yo supongo que sí. Cuando empecé mi carrera estaba aprendiendo a ser actriz en público; mi primera película fue de terror y yo era una adolescente. Después fui viendo otros tipos de papeles. Una buena parte de los personajes que solía interpretar de joven eran mujeres muy sexuales, y mi primer papel sustancialmente serio fue para John Boorman en Beyond Rangoon, pero casi siempre era un objeto de deseo. Ahora echo la vista atrás y no me reconozco en ellas, siento que estaba dando tumbos en muchas películas que hice. Es decir, me siento feliz de haber participado en algunos otros proyectos, con cineastas fantásticos como David Lynch o Tony Scott, pero siento que entonces yo no sabía muy bien quién era. Y tal vez aún no lo sepa, pero me voy acercando a la respuesta.
Se habla mucho de Boyhood de cara a los Oscares. ¿Qué le auguras?
Le deseo lo mejor a Richard. Es un director de sensibilidad enorme. No sé qué vaya a ocurrir, porque en esto de los reconocimientos no hay nada escrito. Esta es una película que es una labor de amor. Es maravillosa y estoy muy satisfecha de haber participado en ella. El reconocimiento más importante es el del público y la han abrazado, se han identificado con ella. Eso es mejor que cualquier premio, en mi opinión.
2 ene 2015
Daniel Radcliffe: Trato de probar que no soy sólo Harry Potter
Miguel Cane.
A los 25 años, Daniel Radcliffe (Londres, 1989) es una de las figuras más reconocibles del mundo, gracias a la saga de filmes sobre Harry Potter, que prácticamente lo hicieron crecer frente a las cámaras. Después de concluir su compromiso con esas cintas, Radcliffe ha buscado diversificar su carrera, explorando diversos géneros tanto en cine como en teatro, y ahora regresa al género fantástico como el protagonista de Cuernos.
Esta comedia de horror es el más reciente filme del controvertido cineasta de culto francés Alexandre Aja y está basado en una exitosa novela de Joe Hill (primogénito de Stephen King). Radcliff interpreta a Ig Parrish, un joven que tras una terrible borrachera despierta una mañana con un par de cuernos en la frente, y aunque este inconveniente primero lo asusta, pronto descubre que le ayudará a resolver el misterio del brutal asesinato, un año antes, de su novia, mismo del que mucha gente lo cree culpable.
Realizada con efectos notables de maquillaje y un presupuesto moderado, la cinta parece estar muy lejana del ostentoso universo Potter, no obstante, Radcliffe parece cómodo y contento con su incursión en el cine independiente.
Estás ahora muy lejos de lo que habitualmente te había tocado hacer antes.
Me gusta hacer cine independiente. No es que tenga nada en contra de hacer cine más comercial, para nada, es solo que me permite hacer cosas que de otro modo no podría hacer, y que me interesan como actor y como espectador también.
No cualquiera a tu edad puede elegir un guión. ¿Cómo llegó a ti esta película y por qué decidiste hacerla?
No sé si puedo elegir el guión que me plazca. Lo que sí, es que ahora, más que nunca antes, me llegan muchos. Y tengo que ser muy selectivo, porque aunque me gustan muchos proyectos no puedo hacerlos todos, además de que hay otros proyectos que a mí me gusta desarrollar, es decir, hay tantas historias, que muchas veces no sabes por cuál decidirte, y no es fácil. Ahora, la segunda parte de tu pregunta, ¿cómo llegó? Fue casual, yo no sabía del proyecto, pero me gusta el trabajo de Alexander. Iba a ir otro actor, que finalmente se retiró y de pronto se dio la oportunidad. Dije, bueno, por qué no. El guión me gustó, me gustó el concepto y me gustó conocer a Alexander y a Joe Hill, que escribió la novela. Pensé que iba a divertirme haciendo la película y fue verdad.
Además es una buena manera de romper con la imagen de Harry…
Sí, se me ocurrió que podía ser una buena oportunidad para mostrar algo diferente. Es el comienzo de un proceso. La gente no va a pensar que soy el actor más talentoso con verme solamente en una película, o como un solo personaje, aunque le tenga yo todo el cariño del mundo, pero tengo que construir mi trabajo y es lo que he estado haciendo estos tres o cuatro años. Parte de la emoción de hacer Cuernos era encontrar algo diferente y nuevo.
Hay mucho humor, pero también horror y violencia…
Sí. Nunca pensé, que una historia tan escalofriante también pudiera ser tan graciosa. Pero así está escrita Cuernos, una comedia con una vena muy negra y con mucho terror, pero en el fondo es una comedia. Joe Hill dice que si algo aprendió de su padre, Stephen King, es que el horror y el humor tienen que ir tomados de la mano, porque uno sin el otro no puede ser. Y cuando escribes cosas de horror, no tienes mejor maestro que ese. El estilo violento de la película es muy cercano a Alexander, el director. Y me gusta porque no es gratuita, todo sucede con una motivación y por eso funciona bien.
En la película interpretas a un estadunidense. Siendo que se te identifica más como una figura muy británica. ¿Fue complicado?
No, ya había hecho el acento estadunidense antes, cuando estuve en teatro hace unos años. Y si eres actor, pues tienes que aprender a hablar con todos los acentos posibles, así que no tuve mayor problema.
Tienes ahora casa en Nueva York, ¿echas de menos tu vida en Londres?
Pues cuando no estoy trabajando en Estados Unidos siempre vuelvo a mi casa en Londres. Ese es realmente mi hogar. No extraño mucho, la verdad.
Comenzaste a trabajar con 10 años, ¿al principio era solo un juego o ya soñabas en ser una estrella de cine?
No. Ni siquiera me lo imaginaba. Al principio era algo divertido. Me gustaba salir a trabajar, me reía todo el tiempo, me encantaba cada día que pasaba en un estudio. No me parecía un trabajo y sabía que quería seguir siendo actor. Ahora lo veo como algo muy diferente, que requiere mucha disciplina y entrega. No ha sido fácil dedicarme a esto, pero creo que no podría hacer ninguna otra cosa.
Tienes 25 años y has cosechado una gran fortuna, ¿Piensas alguna vez en retirarte?
¿Qué? No (risas). Ni siquiera por un segundo. Trabajo todos los días, desde los 10 años. Ni siquiera sé lo que significa vivir sin trabajar. No disfruto cuando no trabajo, no me gustan las vacaciones. Y por eso, nunca, en ningún momento, pensé en dejar de trabajar después de Potter. Hasta ahora tuve mucha suerte, porque durante 10 años formé parte de una serie de películas lo suficientemente exitosas como para no pensar en la inseguridad profesional. Si no estuviese dispuesto a seguir trabajando tanto como pienso hacerlo, la gente seguramente pensaría que solamente tuve éxito con Harry Potter. Trato de probar a esa gente que no soy sólo Harry Potter, porque hago teatro, hago tele, cine. ¡Es una carrera de 24 horas! Sobre las finanzas, pues mi mamá está a cargo de mis finanzas. Ella lo organiza, ella invierte. Es la que, en cierta forma, está a cargo de ese lado en mi vida.
Aseguras vivir como un muchacho igual que todos, ¿Crees que la gente tiene algún concepto equivocado sobre tu vida real?
No sé lo que piensa la gente sobre mí, porque tampoco leo nada de lo que publican en internet. Supongo que mi secreto es que algún día quiero dirigir cine. No se lo dije a nadie antes. Desafortunadamente no tengo demasiados secretos interesantes. Hay momentos en los que me pregunto cómo sería mi vida si no fuera famoso. Nunca me arrepentí de haber hecho Harry Potter, nunca. Siempre estaré agradecido por la oportunidad que me dieron, porque tengo muchas oportunidades de trabajo que no hubiese tenido si no hubiera sido parte de ese éxito.
¿Cómo te ves dentro de 25 años?
Bueno, entonces voy a ser muy joven (risas). No lo sé. Espero haber podido dirigir alguna película, ése es mi mejor deseo. Y espero seguir tan interesado en la actuación.
¿Dentro de 25 años harías alguna continuación, en caso de que existiera, de Harry Potter?
(Vuelve a reír y no puede parar). Debería leer el guión, como cualquier otro trabajo. Y tendría que escribir la historia Jo (JK Rowling), Y si es bueno... a lo mejor sí. Pero es pura especulación, ¿no? Aunque bueno, es algo que fue tan importante en mi vida que no lo descarto del todo, no. Pero tendría que ser, si algún día sucede, algo excepcional.
A los 25 años, Daniel Radcliffe (Londres, 1989) es una de las figuras más reconocibles del mundo, gracias a la saga de filmes sobre Harry Potter, que prácticamente lo hicieron crecer frente a las cámaras. Después de concluir su compromiso con esas cintas, Radcliffe ha buscado diversificar su carrera, explorando diversos géneros tanto en cine como en teatro, y ahora regresa al género fantástico como el protagonista de Cuernos.
Esta comedia de horror es el más reciente filme del controvertido cineasta de culto francés Alexandre Aja y está basado en una exitosa novela de Joe Hill (primogénito de Stephen King). Radcliff interpreta a Ig Parrish, un joven que tras una terrible borrachera despierta una mañana con un par de cuernos en la frente, y aunque este inconveniente primero lo asusta, pronto descubre que le ayudará a resolver el misterio del brutal asesinato, un año antes, de su novia, mismo del que mucha gente lo cree culpable.
Realizada con efectos notables de maquillaje y un presupuesto moderado, la cinta parece estar muy lejana del ostentoso universo Potter, no obstante, Radcliffe parece cómodo y contento con su incursión en el cine independiente.
Estás ahora muy lejos de lo que habitualmente te había tocado hacer antes.
Me gusta hacer cine independiente. No es que tenga nada en contra de hacer cine más comercial, para nada, es solo que me permite hacer cosas que de otro modo no podría hacer, y que me interesan como actor y como espectador también.
No cualquiera a tu edad puede elegir un guión. ¿Cómo llegó a ti esta película y por qué decidiste hacerla?
No sé si puedo elegir el guión que me plazca. Lo que sí, es que ahora, más que nunca antes, me llegan muchos. Y tengo que ser muy selectivo, porque aunque me gustan muchos proyectos no puedo hacerlos todos, además de que hay otros proyectos que a mí me gusta desarrollar, es decir, hay tantas historias, que muchas veces no sabes por cuál decidirte, y no es fácil. Ahora, la segunda parte de tu pregunta, ¿cómo llegó? Fue casual, yo no sabía del proyecto, pero me gusta el trabajo de Alexander. Iba a ir otro actor, que finalmente se retiró y de pronto se dio la oportunidad. Dije, bueno, por qué no. El guión me gustó, me gustó el concepto y me gustó conocer a Alexander y a Joe Hill, que escribió la novela. Pensé que iba a divertirme haciendo la película y fue verdad.
Además es una buena manera de romper con la imagen de Harry…
Sí, se me ocurrió que podía ser una buena oportunidad para mostrar algo diferente. Es el comienzo de un proceso. La gente no va a pensar que soy el actor más talentoso con verme solamente en una película, o como un solo personaje, aunque le tenga yo todo el cariño del mundo, pero tengo que construir mi trabajo y es lo que he estado haciendo estos tres o cuatro años. Parte de la emoción de hacer Cuernos era encontrar algo diferente y nuevo.
Hay mucho humor, pero también horror y violencia…
Sí. Nunca pensé, que una historia tan escalofriante también pudiera ser tan graciosa. Pero así está escrita Cuernos, una comedia con una vena muy negra y con mucho terror, pero en el fondo es una comedia. Joe Hill dice que si algo aprendió de su padre, Stephen King, es que el horror y el humor tienen que ir tomados de la mano, porque uno sin el otro no puede ser. Y cuando escribes cosas de horror, no tienes mejor maestro que ese. El estilo violento de la película es muy cercano a Alexander, el director. Y me gusta porque no es gratuita, todo sucede con una motivación y por eso funciona bien.
En la película interpretas a un estadunidense. Siendo que se te identifica más como una figura muy británica. ¿Fue complicado?
No, ya había hecho el acento estadunidense antes, cuando estuve en teatro hace unos años. Y si eres actor, pues tienes que aprender a hablar con todos los acentos posibles, así que no tuve mayor problema.
Tienes ahora casa en Nueva York, ¿echas de menos tu vida en Londres?
Pues cuando no estoy trabajando en Estados Unidos siempre vuelvo a mi casa en Londres. Ese es realmente mi hogar. No extraño mucho, la verdad.
Comenzaste a trabajar con 10 años, ¿al principio era solo un juego o ya soñabas en ser una estrella de cine?
No. Ni siquiera me lo imaginaba. Al principio era algo divertido. Me gustaba salir a trabajar, me reía todo el tiempo, me encantaba cada día que pasaba en un estudio. No me parecía un trabajo y sabía que quería seguir siendo actor. Ahora lo veo como algo muy diferente, que requiere mucha disciplina y entrega. No ha sido fácil dedicarme a esto, pero creo que no podría hacer ninguna otra cosa.
Tienes 25 años y has cosechado una gran fortuna, ¿Piensas alguna vez en retirarte?
¿Qué? No (risas). Ni siquiera por un segundo. Trabajo todos los días, desde los 10 años. Ni siquiera sé lo que significa vivir sin trabajar. No disfruto cuando no trabajo, no me gustan las vacaciones. Y por eso, nunca, en ningún momento, pensé en dejar de trabajar después de Potter. Hasta ahora tuve mucha suerte, porque durante 10 años formé parte de una serie de películas lo suficientemente exitosas como para no pensar en la inseguridad profesional. Si no estuviese dispuesto a seguir trabajando tanto como pienso hacerlo, la gente seguramente pensaría que solamente tuve éxito con Harry Potter. Trato de probar a esa gente que no soy sólo Harry Potter, porque hago teatro, hago tele, cine. ¡Es una carrera de 24 horas! Sobre las finanzas, pues mi mamá está a cargo de mis finanzas. Ella lo organiza, ella invierte. Es la que, en cierta forma, está a cargo de ese lado en mi vida.
Aseguras vivir como un muchacho igual que todos, ¿Crees que la gente tiene algún concepto equivocado sobre tu vida real?
No sé lo que piensa la gente sobre mí, porque tampoco leo nada de lo que publican en internet. Supongo que mi secreto es que algún día quiero dirigir cine. No se lo dije a nadie antes. Desafortunadamente no tengo demasiados secretos interesantes. Hay momentos en los que me pregunto cómo sería mi vida si no fuera famoso. Nunca me arrepentí de haber hecho Harry Potter, nunca. Siempre estaré agradecido por la oportunidad que me dieron, porque tengo muchas oportunidades de trabajo que no hubiese tenido si no hubiera sido parte de ese éxito.
¿Cómo te ves dentro de 25 años?
Bueno, entonces voy a ser muy joven (risas). No lo sé. Espero haber podido dirigir alguna película, ése es mi mejor deseo. Y espero seguir tan interesado en la actuación.
¿Dentro de 25 años harías alguna continuación, en caso de que existiera, de Harry Potter?
(Vuelve a reír y no puede parar). Debería leer el guión, como cualquier otro trabajo. Y tendría que escribir la historia Jo (JK Rowling), Y si es bueno... a lo mejor sí. Pero es pura especulación, ¿no? Aunque bueno, es algo que fue tan importante en mi vida que no lo descarto del todo, no. Pero tendría que ser, si algún día sucede, algo excepcional.
18 dic 2014
David Cronenberg: Los fantasmas de la memoria son reales
Miguel Cane.
Es el más célebre cineasta canadiense de su época. A él se deben filmes realmente subversivos e icónicos como como Videodrome (1983), Dead Ringers (1988), M. Butterfly (1991), Crash (1996) o Una historia violenta (2005). Sin embargo, David Cronenberg (Toronto, 1943) no se considera ningún genio, por el contrario, asegura que sus filmes no buscan exacerbar ningún aspecto antisocial, sino que más bien están comprometidos con revelar facetas más ocultas de las condiciones sociales y morales del mundo en que vivimos.
En su nuevo filme Mapa de las estrellas, hay una mirada muy directa y sin piedad al universo de la obsesión con la celebridad espontánea, tan de moda hoy en día, y un tema tan escabroso que, en cierta forma, le resulta irresistible a un director que ha hecho una gran carrera al margen de lo convencional.
Mapa de las estrellas es una denuncia muy violenta a Hollywood… ¿por qué?
No veo la película solo como una película sobre Hollywood. Es sobre la ambición, la fama, la inmortalidad, el dinero. Podría ser como El lobo de Wall Street, que se ambienta en el mundo financiero. La diferencia es que trata sobre la industria de la celebridad. Para mí no es una película anti-Hollywood. Sé que suena raro, pero si no me hubiera interesado el argumento de Bruce Wagner, no habría realizado una película sobre el cine. A muchos cineastas, a menudo jóvenes, les gusta hacer películas de cine, a mí no me interesa lo autorreferencial. Es como los escritores que escriben sobre la escritura, no me interesan. Pero este guión, sus personajes y diálogos me parecen fantásticos. Así que si la hice, básicamente es por Bruce.
No obstante, podría decirse que Hollywood, en términos más generales, es una especie de metáfora de nuestro tiempo.
Desde luego. Esta es otra razón por la que no es realmente un ataque contra Hollywood. La película en realidad trata sobre nuestra obsesión, no solo con la fama, sino con nosotros mismos. El guión fue escrito antes de que existiera Facebook o Twitter. Ahora todo el mundo es una estrella en redes sociales. Todo el mundo sube videos en YouTube. La gente imita la vida de las celebridades, quiere ser una celebridad. ¿Es eso bueno o malo? No lo sé. En cualquier caso, no me parece muy saludable.
¿Mapa de las estrellas existe por nuestra obsesión con los grandes mitos del cine?
Claro. Todavía estamos obsesionados por James Dean, Marilyn Monroe, Marlon Brando, Audrey Hepburn y Humphrey Bogart. La gente sigue adorando a esos íconos como si fueran dioses y trata de resucitarlos con las nuevas tecnologías. Hay en todo el deseo de inmortalidad. La película habla del temor más profundo de la muerte y la angustia. Por ejemplo, si Havana Segrand (Julianne Moore) no recibe una llamada de su agente, si no hace más películas, deja de existir y ese es su mayor terror. Ella está desesperada. No es solo la ambición, es el temor de ya no ser relevante. Creo que si el espectador entiende que no va a ver solo una película sobre el lado oscuro de Hollywood, sino una película sobre los deseos y traumas universales de la humanidad hoy en día, la comprenderá mejor.
Julianne Moore está impresionante en su papel. ¿Cómo fue que la eligió para el personaje?
Julianne es una figura extraordinaria y todo un caso. Tiene más de 50 años y sigue vigente. Conoce muy bien el negocio. Hay un montón de actrices excelentes que han desaparecido en esa edad. Ella es hermosa y sigue trabajando, por eso es una excepción. El mundo del cine es muy brutal. Julianne fue capaz de basar su personaje en actrices que conoce, actrices que han tenido ‘su tiempo’ durante tres o cuatro años, y han desaparecido debido a su falta de talento o porque no llevaban bien la edad. En su caso, ella encarna un trauma existencial: soy una actriz, pero no puedo seguir actuando. Entonces se pregunta: ¿Quien soy? ¿Todavía existo? Julianne fue maravillosa. Ella es el centro de todo en el filme.
¿Cuánto tiempo les llevó a Bruce Wagner y a usted realizar la película?
Hemos trabajado juntos durante varios años. El guión tuvo que actualizarse porque cuando empezamos a trabajarlo, ni Facebook ni Twitter existían y a Bruce le gusta usar referencias contemporáneas. También tuvimos que revisar el guión basado en la edad de los personajes. Originalmente, Agatha (Mia Wasikowska) era más joven, igual que Havana. También hice un cambio en los fantasmas. Yo no creo en los fantasmas, pero Bruce dice que sí cree. Me preguntaba ¿qué clase de espíritu son los fantasmas? Para mí solo los fantasmas de la memoria son legítimos, reales. Bruce y yo tuvimos que trabajar mucho y en ese tiempo, yo hice otras dos películas —Promesas del Este y Cosmópolis— y él escribió una novela. Cuando volvimos al proyecto, todo tomó forma. Pero puede que con la excepción de Crash, éste haya sido el filme que más trabajo me ha costado hacer realidad. Por eso me gusta más.
¿Qué contacto tiene usted con Hollywood?
Vivo en Toronto, tengo un agente y un abogado en Los Ángeles, que me mantienen informado de lo que pasa, pero mi contacto siempre es por interpósita persona. Rara vez visito el lugar. En cambio Bruce, toda la vida ha vivido ahí, conoce muy bien el negocio, el lenguaje, las locaciones. Mi trato con los ejecutivos de estudios suele ser muy restringido. Prefiero mi libertad creativa. Muchas de mis películas no podrían ser un producto de estudio en Hollywood. Casi todas son coproducciones entre Canadá y Gran Bretaña, Francia o Alemania.
Pero esta vez sí se trasladó a Los Ángeles.
Sí, no pudimos recrear Hollywood en Toronto, así que tuve que rodar allí, porque es tan especial. Resultó 24 días en Toronto y 10 en Los Ángeles, en lugares emblemáticos: el letrero de Hollywood, algunas calles de Hollywood Boulevard, con sus estrellas; el hotel Chateau Marmont, Beverly Hills, Rodeo Drive, donde los ricos y famosos hacen sus compras. Fue muy divertido. También daba la sensación de no ser del todo real. Siento que Los Ángeles es en cierta forma un lugar imaginario, un estado mental.
¿Hay otras cintas que influyeron en su manera de hacer Mapa de las estrellas, en el estilo fílmico o narrativo?
En el estilo fílmico, no sé… quería hacerlo todo muy limpio, muy aséptico. Mostrar a Hollywood como un set, completamente bello y estéril. Al mismo tiempo, quería aprovechar toda la luz natural que pudiera. Quería que fuera una película luminosa, ¿sabes? Es una especie de historia de horror, pero quería que fuese naturalista. Tal vez un poco como Sunset Boulevard, de Wilder. En el aspecto narrativo, Bruce hace muchas alusiones a otros filmes o a estrellas muertas. Rebecca, de Hitchcock, con la casa quemada, o Lilith, de Robert Rossen. Bruce hace referencia a, no sé, Jean Seberg o Sharon Tate… mitos de Hollywood que acabaron trágicamente. Esas cosas le encantan y ejercen una extraña fascinación sobre mí a veces. Por eso me gusta esta colaboración; Bruce es un cinéfilo muy apasionado y eso me sirvió de mucho para encontrar ciertos aspectos tonales para algunas escenas. Sin embargo, y aún con tantas referencias, debo decir que es algo muy original para mí.
Ahora usted ha debutado con su novela Consumed, que apareció este otoño. ¿Por qué le tomó tanto hacerlo?
No lo sé. Supongo que no me sentía listo del todo, aunque yo siempre he escrito. Pero hacer una novela es más difícil que hacer un guión. Requiere otra estructura. Otra disciplina. Pero también es más liberador, porque así la imaginación se expande. Me gustó contar esa historia como una aventura exótica, un thriller, pero también algo más. Explorar las psicologías de los personajes en papel es más complejo. Fue algo que me gustó y que no descarto volver a intentar.
Es el más célebre cineasta canadiense de su época. A él se deben filmes realmente subversivos e icónicos como como Videodrome (1983), Dead Ringers (1988), M. Butterfly (1991), Crash (1996) o Una historia violenta (2005). Sin embargo, David Cronenberg (Toronto, 1943) no se considera ningún genio, por el contrario, asegura que sus filmes no buscan exacerbar ningún aspecto antisocial, sino que más bien están comprometidos con revelar facetas más ocultas de las condiciones sociales y morales del mundo en que vivimos.
En su nuevo filme Mapa de las estrellas, hay una mirada muy directa y sin piedad al universo de la obsesión con la celebridad espontánea, tan de moda hoy en día, y un tema tan escabroso que, en cierta forma, le resulta irresistible a un director que ha hecho una gran carrera al margen de lo convencional.
Mapa de las estrellas es una denuncia muy violenta a Hollywood… ¿por qué?
No veo la película solo como una película sobre Hollywood. Es sobre la ambición, la fama, la inmortalidad, el dinero. Podría ser como El lobo de Wall Street, que se ambienta en el mundo financiero. La diferencia es que trata sobre la industria de la celebridad. Para mí no es una película anti-Hollywood. Sé que suena raro, pero si no me hubiera interesado el argumento de Bruce Wagner, no habría realizado una película sobre el cine. A muchos cineastas, a menudo jóvenes, les gusta hacer películas de cine, a mí no me interesa lo autorreferencial. Es como los escritores que escriben sobre la escritura, no me interesan. Pero este guión, sus personajes y diálogos me parecen fantásticos. Así que si la hice, básicamente es por Bruce.
No obstante, podría decirse que Hollywood, en términos más generales, es una especie de metáfora de nuestro tiempo.
Desde luego. Esta es otra razón por la que no es realmente un ataque contra Hollywood. La película en realidad trata sobre nuestra obsesión, no solo con la fama, sino con nosotros mismos. El guión fue escrito antes de que existiera Facebook o Twitter. Ahora todo el mundo es una estrella en redes sociales. Todo el mundo sube videos en YouTube. La gente imita la vida de las celebridades, quiere ser una celebridad. ¿Es eso bueno o malo? No lo sé. En cualquier caso, no me parece muy saludable.
¿Mapa de las estrellas existe por nuestra obsesión con los grandes mitos del cine?
Claro. Todavía estamos obsesionados por James Dean, Marilyn Monroe, Marlon Brando, Audrey Hepburn y Humphrey Bogart. La gente sigue adorando a esos íconos como si fueran dioses y trata de resucitarlos con las nuevas tecnologías. Hay en todo el deseo de inmortalidad. La película habla del temor más profundo de la muerte y la angustia. Por ejemplo, si Havana Segrand (Julianne Moore) no recibe una llamada de su agente, si no hace más películas, deja de existir y ese es su mayor terror. Ella está desesperada. No es solo la ambición, es el temor de ya no ser relevante. Creo que si el espectador entiende que no va a ver solo una película sobre el lado oscuro de Hollywood, sino una película sobre los deseos y traumas universales de la humanidad hoy en día, la comprenderá mejor.
Julianne Moore está impresionante en su papel. ¿Cómo fue que la eligió para el personaje?
Julianne es una figura extraordinaria y todo un caso. Tiene más de 50 años y sigue vigente. Conoce muy bien el negocio. Hay un montón de actrices excelentes que han desaparecido en esa edad. Ella es hermosa y sigue trabajando, por eso es una excepción. El mundo del cine es muy brutal. Julianne fue capaz de basar su personaje en actrices que conoce, actrices que han tenido ‘su tiempo’ durante tres o cuatro años, y han desaparecido debido a su falta de talento o porque no llevaban bien la edad. En su caso, ella encarna un trauma existencial: soy una actriz, pero no puedo seguir actuando. Entonces se pregunta: ¿Quien soy? ¿Todavía existo? Julianne fue maravillosa. Ella es el centro de todo en el filme.
¿Cuánto tiempo les llevó a Bruce Wagner y a usted realizar la película?
Hemos trabajado juntos durante varios años. El guión tuvo que actualizarse porque cuando empezamos a trabajarlo, ni Facebook ni Twitter existían y a Bruce le gusta usar referencias contemporáneas. También tuvimos que revisar el guión basado en la edad de los personajes. Originalmente, Agatha (Mia Wasikowska) era más joven, igual que Havana. También hice un cambio en los fantasmas. Yo no creo en los fantasmas, pero Bruce dice que sí cree. Me preguntaba ¿qué clase de espíritu son los fantasmas? Para mí solo los fantasmas de la memoria son legítimos, reales. Bruce y yo tuvimos que trabajar mucho y en ese tiempo, yo hice otras dos películas —Promesas del Este y Cosmópolis— y él escribió una novela. Cuando volvimos al proyecto, todo tomó forma. Pero puede que con la excepción de Crash, éste haya sido el filme que más trabajo me ha costado hacer realidad. Por eso me gusta más.
¿Qué contacto tiene usted con Hollywood?
Vivo en Toronto, tengo un agente y un abogado en Los Ángeles, que me mantienen informado de lo que pasa, pero mi contacto siempre es por interpósita persona. Rara vez visito el lugar. En cambio Bruce, toda la vida ha vivido ahí, conoce muy bien el negocio, el lenguaje, las locaciones. Mi trato con los ejecutivos de estudios suele ser muy restringido. Prefiero mi libertad creativa. Muchas de mis películas no podrían ser un producto de estudio en Hollywood. Casi todas son coproducciones entre Canadá y Gran Bretaña, Francia o Alemania.
Pero esta vez sí se trasladó a Los Ángeles.
Sí, no pudimos recrear Hollywood en Toronto, así que tuve que rodar allí, porque es tan especial. Resultó 24 días en Toronto y 10 en Los Ángeles, en lugares emblemáticos: el letrero de Hollywood, algunas calles de Hollywood Boulevard, con sus estrellas; el hotel Chateau Marmont, Beverly Hills, Rodeo Drive, donde los ricos y famosos hacen sus compras. Fue muy divertido. También daba la sensación de no ser del todo real. Siento que Los Ángeles es en cierta forma un lugar imaginario, un estado mental.
¿Hay otras cintas que influyeron en su manera de hacer Mapa de las estrellas, en el estilo fílmico o narrativo?
En el estilo fílmico, no sé… quería hacerlo todo muy limpio, muy aséptico. Mostrar a Hollywood como un set, completamente bello y estéril. Al mismo tiempo, quería aprovechar toda la luz natural que pudiera. Quería que fuera una película luminosa, ¿sabes? Es una especie de historia de horror, pero quería que fuese naturalista. Tal vez un poco como Sunset Boulevard, de Wilder. En el aspecto narrativo, Bruce hace muchas alusiones a otros filmes o a estrellas muertas. Rebecca, de Hitchcock, con la casa quemada, o Lilith, de Robert Rossen. Bruce hace referencia a, no sé, Jean Seberg o Sharon Tate… mitos de Hollywood que acabaron trágicamente. Esas cosas le encantan y ejercen una extraña fascinación sobre mí a veces. Por eso me gusta esta colaboración; Bruce es un cinéfilo muy apasionado y eso me sirvió de mucho para encontrar ciertos aspectos tonales para algunas escenas. Sin embargo, y aún con tantas referencias, debo decir que es algo muy original para mí.
Ahora usted ha debutado con su novela Consumed, que apareció este otoño. ¿Por qué le tomó tanto hacerlo?
No lo sé. Supongo que no me sentía listo del todo, aunque yo siempre he escrito. Pero hacer una novela es más difícil que hacer un guión. Requiere otra estructura. Otra disciplina. Pero también es más liberador, porque así la imaginación se expande. Me gustó contar esa historia como una aventura exótica, un thriller, pero también algo más. Explorar las psicologías de los personajes en papel es más complejo. Fue algo que me gustó y que no descarto volver a intentar.
Julianne Moore: Los que manejan este negocio solo quieren dinero.
Miguel Cane.
Con una carrera brillante y el respeto de sus colegas en una industria difícil, Julianne Moore (Fayetteville, 1961) ha conseguido conjugar su trabajo ante cámaras con su prioridad: ser madre de tiempo completo. No es cosa fácil, pero se las ingenia para conseguirlo. De este modo, selecciona los proyectos en los que se involucra siguiendo un criterio muy claro: la película debe permitirle libertad. Su participación en Mapa a las estrellas entra en esta categoría. El director David Cronenberg había detenido por algunos años el proyecto escrito por Bruce Wagner —una mirada escrutadora y cínica a los monstruos sagrados del Hollywood de hoy—, pero al fin logró sacarlo adelante. Julianne encarna a Havana Segrand, una actriz capaz literalmente de cualquier cosa para recuperar la fama. Su actuación ha causado polémica entre críticos y espectadores, pero obtuvo el prestigiado premio a mejor actriz en el Festival de Cannes.
¿Qué fue lo que la motivó a involucrarse en este proyecto, además de trabajar con Cronenberg?
Siempre admiré las películas de David y quería hacer algo con él; estuvimos en charlas para ver si podía trabajar en Cosmópolis, pero no pude por otros compromisos, entonces me ofreció Mapa a las estrellas y me comprometí a hacerlo con él. Me encantó el guión, en particular el hecho de que sea una historia de este tipo y que sea algo que pudiera ocurrir realmente. Sus personajes trascienden los convencionalismos, con un resultado de tragedia griega moderna, me llamó mucho la atención.
¿Te preocupaba que la película cayese en el morbo fácil?
No, porque conociendo el trabajo previo de David y habiendo discutido juntos el proyecto sabía que no lo iba a tratar de manera sensacionalista. Eso tampoco pasó con Bruce Wagner, el escritor. A ninguno le interesaba nada el morbo, y tenían muy claro que había que tratar el tema con gracia para no caer en lo sórdido. También así lo pensé yo, porque mi intención era crear una interpretación lo más normal y humana posible para mi personaje, evitando juzgar sus actos, aunque sean terribles.
¿Sientes que Havana Segrand es una especie de monstruo?
Es difícil… porque la veo de dos formas, como la actriz que la encarna, y como una persona común y corriente que se entera de los pormenores de su historia. Como actriz, te puedo decir que resultaría muy fácil catalogarla como monstruo e interpretarla como tal. Es cierto que Havana hace cosas monstruosas, pero ella no es un monstruo, sino una mujer con traumas muy graves, perturbada psicológicamente, que abusa del alcohol y las drogas y carga con la pesada loza de un abuso sexual prolongado en su infancia... Esos elementos tan complejos te sirven para crear al personaje y darle vida en la pantalla. Y tiene más matices que un simple personaje perverso.
¿Y a nivel humano, cómo la consideras?
No lo sé… no sé de qué podría servir mi opinión. Es solo la opinión de una persona. Te voy a poner un ejemplo: cuando filmamos Hannibal, a Anthony Hopkins mucha gente le preguntaba cómo veía él a su personaje y si se sentía cómodo en la piel del mismo. Algunos, incluso, tenían problemas para distinguir a Tony del personaje Hannibal Lecter. Y eso era algo que lo desconcertaba. Para él era muy fácil dejar el traje de Hannibal en el ropero, pero para el público no.
Supongo que eso hace una diferencia notable a la hora de hacer el personaje.
Eso es cierto. No quise juzgar a Havana, al menos mientras estábamos preparando el rodaje. Lo que más me llama la atención de ella es su dualidad. Por un lado es una mujer hermosa, divertida, que encanta a todo mundo, una estrella de cine de pura cepa, pero que a la vez tiene un carácter difícil, retorcido, desequilibrado. El desafío para mí radicaba en interpretar a una mujer tan dinámica por un lado y tan destructiva por otro, y que el espectador asimilase todo ello con interés. Después, cuando ya habíamos terminado de filmar, cuando estaba “desintoxicándome”, por así decirlo, quitándome los aspectos de la recreación de Havana, pude verla de otra manera. Es un alma tan perdida, terriblemente adolescente en el mejor de los casos. Su deseo de que la vean y la reconozcan y la validen, toda esa externalización de su necesidad interior es en cierto modo desgarradora.
Tu personaje y tú son actrices. ¿Cómo fue para ti asimilar a alguien tan opuesta a ti?
Tuve que hacer una división: dónde está Julianne y hasta dónde está Havana. Como actor no puedes etiquetar a las personas con base en un aspecto de tu vida, porque en ese caso te limitas tú y limitas a tu personaje. Cada uno es distinto, igual que nosotros somos diferentes. En este caso, Havana y yo somos completamente distintas, venimos de lugares muy diferentes, aunque tengamos en común la profesión. El contraste es muy grande; ella vive en un mundo de privilegio total, de completa irrealidad, todo obedece a su propia lógica personal, retorcida y turbia, pero es su lógica. Y al interpretarla, tenía que ser mi lógica, al menos hasta que David gritaba ¡corte!... no sé si soy una buena actriz, pero me gusta pensar que lo soy. Puedo decirte que estoy segura de que Havana piensa lo mismo de sí misma, aun si, a todos los demás —aun a mí, que la interpreté— nos parece que sus actos son reprobables, con un profundo patetismo.
¿Cuál es el método que sigues para interpretar personajes tan complejos, cómo es que los consigues en un mundo tan competitivo y difícil?
Luchando. En serio. Lo importante es no dejar de buscarlos. Porque a mí, como a todo el mundo, me sigue resultando complicado encontrar papeles interesantes, sobre todo a mi edad… curiosamente, eso sí lo tengo en común con Havana. No hay muchos papeles para mujeres de 50 o de 60 o más, que tengan sustancia. Esto es un negocio, y a quienes lo manejan no les preocupa lo más mínimo ofrecer papeles con interés; lo único que quieren es que las películas que financian den dinero. Por eso no me extraña que de cuando en cuando recurran a hologramas en vez de a actores (risas). Es difícil. Y no me gusta la idea de ir a la yugular de alguien por un papel. Por suerte, no me obsesiona mi carrera. Es sólida y me hace sentir orgullosa, pero para mí es más importante mi familia. Tenerla me hace sentir profundamente afortunada.
¿Preferirías no actuar antes de aceptar papeles superficiales?
En un mundo ideal, podría decirte que no hay papeles superficiales, sino que las circunstancias de determinadas películas son las que hacen que lo sean. Pero este no es un mundo ideal y como dije, esta es una industria. Un negocio. Me ha pasado muchas veces que veo un papel y digo, “¡Yo no puedo hacer eso!”, no soy de las que cree que pude hacerlo todo. No puedo. Pero si tengo una conexión y respondo a algo, tiendo a estar consciente de lo que soy capaz. Por eso también hago cintas más comerciales. Porque por cada película así que haga, puedo hacer dos o tres proyectos independientes como éste, que me pareció interesante y quise hacerlo. Obviamente, busco nuevos retos, personajes desafiantes e historias que pienso que merece la pena que se cuenten. En ocasiones las intenciones no corresponden con los resultados, pero la vida es así.
¿Podrías decir que tu profesión es el reto en sí?
Podrías ponerlo en esa perspectiva, sí. No creo que exista un solo actor en el mundo que haya elegido este trabajo que no lo piense. Pero todo, los rodajes, las locaciones, los imprevistos, los proyectos que se caen y no se filman, los proyectos que fracasan, ya sea con crítica o público, o peor aún, ambos (ríe); el estar ausente por un cierto tiempo de mi hogar, el tener que estar por teléfono con mis hijos cuando preferiría estar jugando con ellos, extrañar a mi marido, despertarme en habitaciones desconocidas, encarar a la prensa, hacer alfombras rojas… todas esas cosas son aspectos que tienen que ver con el negocio en torno a lo que hacemos, y hay que aceptarlos porque van implícitos con el trabajo. A mí me gusta estar en el set, levantarme todos los días para ir rodar y trabajar con un montón de gente para hacer una película. Esa es la parte divertida. La otra es la que ya te digo. Pero supongo que es el precio que pago por trabajar en lo que me gusta.
Con una carrera brillante y el respeto de sus colegas en una industria difícil, Julianne Moore (Fayetteville, 1961) ha conseguido conjugar su trabajo ante cámaras con su prioridad: ser madre de tiempo completo. No es cosa fácil, pero se las ingenia para conseguirlo. De este modo, selecciona los proyectos en los que se involucra siguiendo un criterio muy claro: la película debe permitirle libertad. Su participación en Mapa a las estrellas entra en esta categoría. El director David Cronenberg había detenido por algunos años el proyecto escrito por Bruce Wagner —una mirada escrutadora y cínica a los monstruos sagrados del Hollywood de hoy—, pero al fin logró sacarlo adelante. Julianne encarna a Havana Segrand, una actriz capaz literalmente de cualquier cosa para recuperar la fama. Su actuación ha causado polémica entre críticos y espectadores, pero obtuvo el prestigiado premio a mejor actriz en el Festival de Cannes.
¿Qué fue lo que la motivó a involucrarse en este proyecto, además de trabajar con Cronenberg?
Siempre admiré las películas de David y quería hacer algo con él; estuvimos en charlas para ver si podía trabajar en Cosmópolis, pero no pude por otros compromisos, entonces me ofreció Mapa a las estrellas y me comprometí a hacerlo con él. Me encantó el guión, en particular el hecho de que sea una historia de este tipo y que sea algo que pudiera ocurrir realmente. Sus personajes trascienden los convencionalismos, con un resultado de tragedia griega moderna, me llamó mucho la atención.
¿Te preocupaba que la película cayese en el morbo fácil?
No, porque conociendo el trabajo previo de David y habiendo discutido juntos el proyecto sabía que no lo iba a tratar de manera sensacionalista. Eso tampoco pasó con Bruce Wagner, el escritor. A ninguno le interesaba nada el morbo, y tenían muy claro que había que tratar el tema con gracia para no caer en lo sórdido. También así lo pensé yo, porque mi intención era crear una interpretación lo más normal y humana posible para mi personaje, evitando juzgar sus actos, aunque sean terribles.
¿Sientes que Havana Segrand es una especie de monstruo?
Es difícil… porque la veo de dos formas, como la actriz que la encarna, y como una persona común y corriente que se entera de los pormenores de su historia. Como actriz, te puedo decir que resultaría muy fácil catalogarla como monstruo e interpretarla como tal. Es cierto que Havana hace cosas monstruosas, pero ella no es un monstruo, sino una mujer con traumas muy graves, perturbada psicológicamente, que abusa del alcohol y las drogas y carga con la pesada loza de un abuso sexual prolongado en su infancia... Esos elementos tan complejos te sirven para crear al personaje y darle vida en la pantalla. Y tiene más matices que un simple personaje perverso.
¿Y a nivel humano, cómo la consideras?
No lo sé… no sé de qué podría servir mi opinión. Es solo la opinión de una persona. Te voy a poner un ejemplo: cuando filmamos Hannibal, a Anthony Hopkins mucha gente le preguntaba cómo veía él a su personaje y si se sentía cómodo en la piel del mismo. Algunos, incluso, tenían problemas para distinguir a Tony del personaje Hannibal Lecter. Y eso era algo que lo desconcertaba. Para él era muy fácil dejar el traje de Hannibal en el ropero, pero para el público no.
Supongo que eso hace una diferencia notable a la hora de hacer el personaje.
Eso es cierto. No quise juzgar a Havana, al menos mientras estábamos preparando el rodaje. Lo que más me llama la atención de ella es su dualidad. Por un lado es una mujer hermosa, divertida, que encanta a todo mundo, una estrella de cine de pura cepa, pero que a la vez tiene un carácter difícil, retorcido, desequilibrado. El desafío para mí radicaba en interpretar a una mujer tan dinámica por un lado y tan destructiva por otro, y que el espectador asimilase todo ello con interés. Después, cuando ya habíamos terminado de filmar, cuando estaba “desintoxicándome”, por así decirlo, quitándome los aspectos de la recreación de Havana, pude verla de otra manera. Es un alma tan perdida, terriblemente adolescente en el mejor de los casos. Su deseo de que la vean y la reconozcan y la validen, toda esa externalización de su necesidad interior es en cierto modo desgarradora.
Tu personaje y tú son actrices. ¿Cómo fue para ti asimilar a alguien tan opuesta a ti?
Tuve que hacer una división: dónde está Julianne y hasta dónde está Havana. Como actor no puedes etiquetar a las personas con base en un aspecto de tu vida, porque en ese caso te limitas tú y limitas a tu personaje. Cada uno es distinto, igual que nosotros somos diferentes. En este caso, Havana y yo somos completamente distintas, venimos de lugares muy diferentes, aunque tengamos en común la profesión. El contraste es muy grande; ella vive en un mundo de privilegio total, de completa irrealidad, todo obedece a su propia lógica personal, retorcida y turbia, pero es su lógica. Y al interpretarla, tenía que ser mi lógica, al menos hasta que David gritaba ¡corte!... no sé si soy una buena actriz, pero me gusta pensar que lo soy. Puedo decirte que estoy segura de que Havana piensa lo mismo de sí misma, aun si, a todos los demás —aun a mí, que la interpreté— nos parece que sus actos son reprobables, con un profundo patetismo.
¿Cuál es el método que sigues para interpretar personajes tan complejos, cómo es que los consigues en un mundo tan competitivo y difícil?
Luchando. En serio. Lo importante es no dejar de buscarlos. Porque a mí, como a todo el mundo, me sigue resultando complicado encontrar papeles interesantes, sobre todo a mi edad… curiosamente, eso sí lo tengo en común con Havana. No hay muchos papeles para mujeres de 50 o de 60 o más, que tengan sustancia. Esto es un negocio, y a quienes lo manejan no les preocupa lo más mínimo ofrecer papeles con interés; lo único que quieren es que las películas que financian den dinero. Por eso no me extraña que de cuando en cuando recurran a hologramas en vez de a actores (risas). Es difícil. Y no me gusta la idea de ir a la yugular de alguien por un papel. Por suerte, no me obsesiona mi carrera. Es sólida y me hace sentir orgullosa, pero para mí es más importante mi familia. Tenerla me hace sentir profundamente afortunada.
¿Preferirías no actuar antes de aceptar papeles superficiales?
En un mundo ideal, podría decirte que no hay papeles superficiales, sino que las circunstancias de determinadas películas son las que hacen que lo sean. Pero este no es un mundo ideal y como dije, esta es una industria. Un negocio. Me ha pasado muchas veces que veo un papel y digo, “¡Yo no puedo hacer eso!”, no soy de las que cree que pude hacerlo todo. No puedo. Pero si tengo una conexión y respondo a algo, tiendo a estar consciente de lo que soy capaz. Por eso también hago cintas más comerciales. Porque por cada película así que haga, puedo hacer dos o tres proyectos independientes como éste, que me pareció interesante y quise hacerlo. Obviamente, busco nuevos retos, personajes desafiantes e historias que pienso que merece la pena que se cuenten. En ocasiones las intenciones no corresponden con los resultados, pero la vida es así.
¿Podrías decir que tu profesión es el reto en sí?
Podrías ponerlo en esa perspectiva, sí. No creo que exista un solo actor en el mundo que haya elegido este trabajo que no lo piense. Pero todo, los rodajes, las locaciones, los imprevistos, los proyectos que se caen y no se filman, los proyectos que fracasan, ya sea con crítica o público, o peor aún, ambos (ríe); el estar ausente por un cierto tiempo de mi hogar, el tener que estar por teléfono con mis hijos cuando preferiría estar jugando con ellos, extrañar a mi marido, despertarme en habitaciones desconocidas, encarar a la prensa, hacer alfombras rojas… todas esas cosas son aspectos que tienen que ver con el negocio en torno a lo que hacemos, y hay que aceptarlos porque van implícitos con el trabajo. A mí me gusta estar en el set, levantarme todos los días para ir rodar y trabajar con un montón de gente para hacer una película. Esa es la parte divertida. La otra es la que ya te digo. Pero supongo que es el precio que pago por trabajar en lo que me gusta.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)