21 mar 2013

Jean Reno. Eso de ser estrella de cine, una tontería

Miguel Cane.



Carismático y versátil intérprete francés pero de origen español (nació Juan Moreno y Herrera-Jiménez, en Casablanca, Marruecos, en 1948), Reno tiene una carrera internacional que lo ha llevado de Europa a Hollywood interpretando toda clase de roles. De la mano del director Luc Besson apareció en Nikita y Azul profundo, fue luego el protagonista de El perfecto asesino (filme que lanzó la carrera de Natalie Portman) y también ha aparecido en grandes éxitos como El Código Da Vinci. No obstante, también es partidario entusiasta del cine independiente y así llega a las pantallas mexicanas al frente de El chef, una divertida comedia francesa en la que comparte créditos con el español Santiago Segura, misma que resultó uno de los éxitos sorpresa del 2012 en la taquilla europea.



HA TENIDO UNA CARRERA DE LO MÁS DIVERSA, INCLUSO SE DA EL LUJO DE HACER COMEDIA...
¿Y por qué no? (sonríe). Como actor siempre escojo los papeles que me interesan más y aquellos que me hacen reír son de los que más me gustan y atraen. Leí este guión y pensé que me gustaría hacerlo, precisamente porque iba a pasármela bien.

¿POR QUÉ DIRÍA QUE LA RISA VA TAN DE LA MANO CON ALGO TAN SERIO COMO LA GASTRONOMÍA?
Porque la cocina es como un gran teatro, está llena de intensidad y de emociones. Desde el viejo cine mudo, las situaciones cómicas se multiplicaban si había platos y manjares de por medio. Lo mejor de todo es que al terminar el rodaje del día siempre teníamos oprtunidad de comer las delicias que habíamos preparado en el set.



SU PERSONAJE LIDIA ENTRE LA COCINA MODERNA Y LA TRADICIONAL. ¿EN SU PROFESIÓN ESTÁ ENTRE EL CINE DE HUMOR Y EL DE ACCIÓN?
Pues no es un equilibrio premeditado. Verás, yo no me levanto un día y pienso: “Mi última película fue de tiros, así que tengo que pedir a mi agente algo que me haga reír”. A veces me apetece reír, otras descargar adrenalina y, en ocasiones, algo más serio. Por ejemplo, acabo de trabajar en la adaptación de La gaviota, de Chéjov, que se estrenó en el Festival de Sundance. El equilibrio y la balanza los pongo yo.

¿TAMBIÉN PONE EN LA BALANZA ALTERNAR HOLLYWOOD CON EL CINE EUROPEO?
Pues la verdad es que yo no encuentro muchas diferencias a la hora de rodar en París, Cancún, China, Los Ángeles o Japón. Mi concepto de Hollywood no es el mismo que manejan habitualmente. Hacer una película como El código Da Vinci es, para mí, poder compartir un rodaje con mis colegas Tom (Hanks) y Ron (Howard). Nada más. Soy un tipo que ha tenido la suerte de que en Hollywood lo tratan con respeto porque lo ven como un actor todoterreno y con cierta aura de prestigio europeo. Ellos son así, les impresiona mucho lo que llega de Europa. Pero yo solo soy un actor como cualquiera, que trabaja en una compañía. Eso de ser una estrella de cine, me parece una tontería.

EL CINE FRANCÉS HA TENIDO UNA BUENA RACHA CON FILMES COMO EL ARTISTA, AMOUR, METAL Y HUESO, INTOCABLES Y ÉSTA MISMA, EL CHEF...
Es verdad. Vivimos una racha estupenda, aunque siempre ha tenido una gran conexión con el público de todo el mundo. No hay más que ver la cantidad de remakes que hace Hollywood de éxitos del cine francés. Aunque ahora ha llegado también la época de las vacas flacas y los recortes. Sin el apoyo de las instituciones y, sobre todo, las televisiones, el cine estaría muerto. O, al menos, sería muy difícil mantener la producción. Espero que no lo aniquilen.

¿CON CUÁL DE TODAS LAS PELÍCULAS QUE HA HECHO SE QUEDA?
Con todas, desde luego. Las películas son, ante todo, momentos imborrables e insustituibles. No tengo ninguna preferida, y me resulta imposible quedarme con una, o con varias. Aunque sí hay situaciones que he vivido con ellas que me convierten en un privilegiado. Por ejemplo, recuerdo que durante el rodaje de Misión imposible hice una visita al cementerio judío de Praga junto a Jon Voight, que siempre ha sido uno de mis ídolos, y en el mismo rodaje, Brian DePalma me presentó a la formidable Vanessa Redgrave, una de las más grandes actrices de nuestro siglo, y pude estrechar su mano. Fue algo maravilloso.

¿CON QUÉ PERSONAJES SE IDENTIFICA MÁS, CON VÍCTOR EN NIKITA, LÉON EN EL PERFECTO ASESINO Y EL POLICÍA DE LOS RÍOS DE COLOR PÚRPURA, QUE ERAN DUROS, INDEPENDIENTES, SOLITARIOS, O CON ESTE ALEX LAGARDE EN EL CHEF?
Bueno, yo tengo pocos amigos en la vida real. Y cuando digo amigos, me refiero a esas personas a las que conozco desde los años sesenta. Somos un grupo de unas cinco personas, todos oriundos de Casablanca, y todavía estamos en contacto. Por lo tanto, no diría que soy un tipo así de solitario, de esos que pasan semanas enteras solos en el campo. Quiero decir, sí necesito estar en contacto con gente, incluso si estoy en el país. Incluso tengo mi propio olivo, con el cual hago mi propio aceite, pero paso un montón de tiempo trabajando con gente en los árboles y así. Eso me gusta. Sobre como son los personajes, hago lo que me interesa, como te decía, y Alex Lagarde me cayó bien porque es un hombre jovial, inteligente y apasionado por algo, en este caso, la gastronomía. Y me pareció que quería explorar un personaje así porque me gusta ese tipo de gente.

¿A USTED LE APASIONA LA GASTRONOMÍA TAMBIÉN?
Me gusta comer bien y beber bien. No soy un gran cocinero, pero para la cinta me tuve que preparar, asistí como oyente a clases en Le Cordon Bleu. Y me lo pasé muy bien. Descubrí que cocinar es mucho más que hacer huevos revueltos con jamón. No te diré que dejaría este trabajo para poner un restaurante ni nada por el estilo, pero claro que me interesa. Especialmente me gusta conocer de vinos.

ESTÁ POR CUMPLIR 65 AÑOS. ¿PIENSA RETIRARSE O REINVENTARSE? ¿NO LE TIENTA SENTARSE EN LA SILLA DE DIRECTOR?
Dirigí una película para la televisión francesa, de tamaño pequeño, hace algunos años, y dirigí otra para los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín. Fui muy feliz pero no es lo mío. Prefiero trabajar como actor, moverme de un grupo a otro. Creo que, principalmente, esto me ocurre porque empecé en el teatro y se me ha pegado. No tengo la amargura del inmigrante eterno, aunque justo yo sea eso. E ir de un grupo a otro me sirve de medicamento sobre posibles heridas emocionales. Ahora bien, la verdad es que también dirigir me da algo de pereza. Prefiero hacer otras cosas, como viajar y cambiar de aires lo máximo posible. Me gusta moverme, no estar sentado en una silla, aunque sea la de director.

¿SE SIENTE USTED UN ACTOR INFRAVALORADO? ¿LE IMPORTA TENER MENOS PREMIOS DE LOS QUE PODRÍA MERECER?
No, no, para nada. Los premios que me los den mis vecinos y mi familia. Hay un dicho andaluz muy sabio, que mi madre solía decir y que suscribo plenamente: la vida es más importante que el reconocimiento. ¿No crees? En todo caso, creo que es mejor simplemente ir a ver las películas que hablar sobre ellas. Es como cuando uno ama a alguien; siempre es mejor hacer el amor que hablar sobre él.

¿ES ÉSA LA FILOSOFÍA DE JEAN RENO PARA LA VIDA?
Puede ser, amigo, pero no te lo voy a decir (risas). ¡Es mejor que lo descubras por ti mismo!





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