El triunfo de la carcajada
Miguel Cane.
Desde su aparición a mediados de la década de los 60, el personaje de María Nicolasa Cruz, o bien, “La India María” se convirtió en el personaje cómico femenino más perdurable en la historia del cine nacional. María Elena Velasco, su creadora, supo capitalizar este personaje y desde 1972 lo convirtió en una figura irónica que rivaliza con Cantinflas, Tin-Tán, Clavillazo y otros memorables personajes cómicos que protagonizaron sus propias series de películas; un reto aún más notable, si se toma en cuenta que doña María Elena no sólo fungió como actriz, sino también como productora, guionista y en ocasiones, directora.
En este filme dirigido con buena mano por su propio vástago, Iván Lipkies, volvemos a una aventura que es territorio conocido: la peripecia de la cándida aborigen, que es tonta, tonta, pero no tanto, por deshacer un entuerto: en este caso, debe encontrar en un sitio inaccesible y secreto, El Mágico Espejo Negro de Tezcatlipoca, pues el espíritu de su antepasado, el mismísimo tlatoani Moctezuma Xocoyotzin (Rafael Inclán) lo requiere para evitar la destrucción de México. En su aventura, se cruza en el camino de un arqueólogo español llamado Alonso (Ernesto Pape), Bianchi y la siniestra gobernadora Brígida Troncoso – Raquel Garza, en plan de villanaza estupenda tipo Cruela DeVil—, que desean encontrar el tesoro perdido.
No hay grandes pretensiones en la cinta, pero hay un humor astuto. Quizá un poco añejado — la cinta se rodó en 2011 y tardó dos años en el limbo para estrenarse —, y con alusiones políticas que ya están algo pasadas de moda (“Cállate Chachalaca”, “Y yo por qué”, alusiones al desencanto post-Fox, etcétera), pero esto no afecta el propósito general, que es hacer una cinta familiar que arranque risas (el don de doña María Elena para el slapstick sigue intacto y cumple bien con esta función) y que satirice con mordacidad las formas sociales. El personaje se pasa la corrección política por un tubo, y si bien no olvida que gran parte de su público cautivo no es muy sofisticado, tampoco cae en la simpleza o la estupidez, ni mucho menos en el molesto regaño de tinte moralino, en el que Cantinflas se regodeaba hacia el final de su carrera.
La Hija de Moctezuma no es arte. Es una cinta familiar, comercial, bien hecha, con ingenio y sobre todo, anclada en el carisma de su protagonista, que no ha perdido ni un ápice de simpatía con los años transcurridos. Aquí hay una mujer para admirar en su empresa y una de las escasas figuras iconicas (e irónicas) que le quedan al cine mexicano.
La Hija de Moctezuma
Con María Elena Velasco, Rafael Inckán, Raquel Garza, Ramón Sevilla, Irma Dorantes.
Dirige: Iván Lipkies
México 2014