Miguel Cane
Christopher Nolan – nacido en Londres en 1970- admite que desde niño estuvo obsesionado con el cine y ahora, literalmente, vive de su obsesión: en sólo doce años, ha establecido una de las carreras más admiradas y mejor recibidas de las últimas décadas y ha sido nombrado en más de una ocasión “El nuevo Kubrick”, un título que, asegura, lo abruma y siente que no merece: sin embargo, su fascinante nuevo filme, El Origen, refuerza esta noción y probablemente sea la cinta que lo cimente definitivamente como uno de los nuevos genios del séptimo arte.
Esta es tu primera película a gran escala basada en una idea original desde tu debut. ¿Qué te dio la confianza para dar este salto?
La adaptación de un cómic, la adaptación de una novela, el remake de otra película… una secuela, todo eso es lo que he hecho antes. Lo interesante de este concepto original es que han pasado diez años desde que tuve las primeras ideas hasta que terminé el guión; para entonces, has vivido con esas ideas por tanto tiempo que no es algo tan distinto como trabajar con la historia de alguien más, por ejemplo. Como con Memento, cuando adapté el cuento de mi hermano, ocurrió lo mismo. Tomas esa historia como propia, y como para mí el proceso de hacer un guión es muy largo, me toma años el conjuntar un guión. Para cuando llegas al final, se empieza a sentir que es un poco irrelevante el punto desde el cuál comenzaste. Así que la experiencia ha sido muy similar, de hecho.
Debido a que es muy complejo el concepto de El Origen, me parece que es una película que sólo pudo ser hecha después del éxito comercial de Batman: el caballero de la noche. ¿Esa libertad te dio poder para ir más allá de los límites de lo que puedes hacer, o hubo más presión para amoldarse, quizás, a una estructura y una forma más convencional, más accesible a la audiencia?
Después de filmar Batman: el caballero de la noche, me preguntaron si sentía alguna presión particular para la próxima película, y no es realmente el caso. Te lo pongo de esta manera: sentí una responsabilidad. No es muy frecuente que tengas éxito comercial y que luego tengas algo que quieras hacer que puede entusiasmar a la gente, así que es una gran oportunidad, y la responsabilidad que sentimos en hacer lo que creímos que es la mejor película posible –la película más interesante posible ya que, obviamente, con el éxito de Batman: el caballero de la noche estábamos en una posición donde el estudio nos tenía mucha fe y confianza para hacer algo realmente especial. Esas oportunidades para los cineastas son muy raras, y sentí mucha responsabilidad para tratar de hacer algo realmente memorable en esta oportunidad.
Has hecho un trabajo fantástico al mantener El Origen en el misterio durante todo el año pasado. Todos sabíamos que se estaba filmando, que se iba a estrenar, pero nada más. ¿Cómo equilibras ese secreto con la necesidad de darle a la audiencia información suficiente para que quiera comprar un boleto?
Bueno, en verdad es difícil equilibrar el mercadeo de una película y mantenerla fresca para el público. Mis experiencias más placenteras como espectador siempre han sido el ir al cine, sentarme, que las luces se apaguen y la película se proyecte en pantalla y no sepas casi nada de ella, que no conozcas cada vuelta de la trama y cada movimiento de los personajes ni lo que va a ocurrir. Quiero que una película me sorprenda y me entretenga, así que eso estamos tratando de hacer con el público. Obviamente, también tenemos que vender la película. Es un equilibrio que, creo, Warner Brothers está manejando muy bien. Supongo que en algún momento, el mantener algo en secreto conduce a su propio grado de exageración, pero no pienso en ello como un exceso de confidencialidad o clandestinidad. Creo que es algo apropiado si se hace con medida. Ya sabes, invitamos al público a que venga y nos basamos en algunas imágenes e ideas de la historia y su premisa, pero no queremos contarla toda. Creo que hoy, con mucha frecuencia, se revela demasiado de una película en su mercadeo.
El tema de El Origen es el mundo de los sueños. ¿Te han fascinado toda tu vida, piensas de forma distinta sobre ellos luego de trabajar en esta película?
Me fascinan los sueños… desde que era niño, y pienso que la relación entre películas y sueños siempre me ha interesado. Me gustó la idea de representar los sueños en cine, y he estado trabajando en el guión por algún tiempo, en realidad diez años en la forma en que los has visto en la película con esa estructura de “robo”. Para mí, el interés principal en los sueños y en hacer esta película es la noción de que, mientras estás dormido, en tu mente puedes crear todo un mundo y que lo estás viviendo sin darte cuenta de que sueñas. Creo que eso dice mucho del potencial de la mente humana, en especial el potencial creativo. Es algo que encuentro fascinante.
Mencionaste que te gustó la idea los sueños en cine. ¿Querías explorar el concepto de cine como un tipo de ensoñación?
Mira, yo creo que cuando reflexionas sobre la idea de ser capaz de crear un mundo ilimitado y usarlo como un espacio para la acción y la aventura, te acercas inevitablemente hacia mundos cinematográficos, sean como las películas de Bond o cosas así. Algunas ocasiones en mi vida he experimentado el “sueño lúcido”, que es uno de los puntos importantes de El Origen –la idea de darte cuenta de que estás en un sueño y tratas de cambiarlo o manipularlo de alguna forma. Es una experiencia muy sorprendente para quién la tiene. Está claramente plasmada en la película y es una parte importante de ésta. Así que, sin ser muy consciente mientras escribía el guión dejé que mi mente divagara hacia donde quería dirigirse naturalmente; por lo tanto muchos fragmentos de distintos géneros cinematográficos –de espías, de suspenso, ese tipo- se permearon de manera natural en ese mundo.
¿Investigaste sobre los sueños y las ciencias que se relacionan con ellos?
No tiendo a investigar mucho mientras escribo. Me enfoque en El Origen de la misma manera en que lo hice en Memento con la memoria y su pérdida, que fue examinar mis propios procesos; en este caso, sobre los sueños –en Memento sobre la memoria- y tratar de analizar cómo trabajan, cómo pueden cambiar y ser manipulados. Cómo puede surgir una regla de mi propio proceso. Lo sé porque pienso mucho sobre lo que encuentro, y la investigación es sólo para confirmar lo que piensas, lo que quieres hacer. Si la investigación contradice lo que quieres hacer, tiendes a seguir adelante y hacerlo de todas maneras. Así que en determinado momento me di cuenta de que si quieres comunicarte con el público, la mejor manera es ser tan subjetivo como te sea posible y tratar de escribir a partir de una experiencia auténtica, genuina. De hecho, la mayor parte surge de mis propios procesos, de mi propia experiencia.
¿En algún momento consideraste hacer la película en 3D?
Sí, claro, evaluamos filmarla en distintos formatos antes de entrar al rodaje incluyendo la tecnología 3D. Luego, cuando editamos la película, revisamos el proceso de postconversión y obtuvimos pruebas muy buenas. Después, cuando vi el tiempo que nos quedaba y en qué tenía que enfocarme para terminar el filme; decidí que no teníamos el tiempo suficiente para obtener el nivel de calidad que deseaba. Pienso que la cuestión de la 3D realmente pertenece al público. Según las pruebas que hemos visto, es perfectamente posible post-convertir muy bien un filme, pero a mí no me gusta tener lentes cuando veo una película, y me gusta ver una imagen muy brillante en la que pueda sumergirme. Así que, al final, estoy muy contento de distribuir y exhibir la película en copias de 35 mm que se proyectarán con mucha brillantez y con la más alta calidad posible de imagen. Eso es lo que realmente me entusiasma.
¿Cómo ha cambiado el cine desde que empezaste a trabajar en Hollywood hace 12 años?
En cuanto a lo que se refiere a mi trabajo como director, lo que siempre digo –que puede ser muy difícil que la gente entienda- es que para mí el proceso cinematográfico siempre ha sido el mismo. Cuando estaba haciendo Following, que se rodó con mis amigos un día a la semana durante un año, conjunté la película de esa manera. Para mí, lo que hago en el estudio es ver cómo ocurren las cosas como si fuera un miembro del público, y tratar de ver “qué es la imagen que estamos fotografiando, cómo hará que avance la historia, y cuál será la siguiente imagen”. Ese es el proceso que, para mí, no ha cambiado; extrañamente siempre es similar no importa que tan grande sea la película.