9 dic 2008

Cine de Cool-to

Miguel Cane

¿Qué es una película de culto? ¿Cómo las reconocemos? ¿Existen todavía? ¿Dónde la encuentro? ¿Cómo se vuelve una película de culto? Las respuestas a estas y otras preguntas, aquí en “Todo lo que quiso saber sobre las películas de culto y nunca se atrevió a preguntar…”

¡Suena bien! ¿verdad?

Aunque, será mejor que les diga la verdad: aunque existe mucho escrito acerca del llamado cine de culto, no existe una verdad absoluta al respecto. ¿Qué quiero decir con esto?

Pues que en un momento dado, toda película puede ser considerada de culto. No pretendería yo ser una autoridad y ponerme a pontificar con voz engolada acerca del tema (como lo hace un pelmazo que es novio de una conocida, que de inmediato suelta su soporífero bla-bla-blá a la menor provocación), pero les hablaré de mi propia experiencia, que finalmente, es lo único que realmente tengo a la mano para compartir con ustedes, así pues, me gustaría, si ustedes me lo permiten, llevarlos a un viaje extraño… [aquí se inserta una carcajada y ustedes pueden preguntarme “Miguel, ¿porqué te ríes como Vincent Price?”]

¿Cuál es la onda con el cine de culto?

Partamos del supuesto que habitualmente se da al respecto: una cinta de culto es aquella que tiene (dicen) un considerable grupo de entusiastas fans, que le encuentran méritos muy peculiares y acostumbran disfrutarla y discutirla una y otra vez.
Y no sólo eso.
Se aprenden los diálogos.
La buscan en los cines.
Se disfrazan de los personajes.
Especulan acerca de ellos, de manera incansable.

La película en cuestión lo mismo puede ser una obra de arte (La Dolce Vita, por ejemplo, es considerada de culto por la gente culta) o formar parte del canon de un director que se considera “de culto” – John Waters, el de Pink Flamingoes y Polyester, no sólo es considerado de culto: él mismo ha cultivado semejante estatus y es evidente que le encanta.

También puede ser un churrazo (todo el ouvre del Santo y anexas, se consideran de culto) o algo peor – como la horripilante-pero-irresistible Mamita Querida, que desde su estreno hace 25 años ha sido un hitazo de culto [prometo que en un futuro, dedicaremos un Cinerama a este fenómeno], aún si a Faye Dunaway parece que le va a dar una hemorragia cerebral cuando le mencionan la película (me consta: casi me agarra a bolsazos en una entrevista por haberlo hecho… ¡yo qué iba a saber!).

Quizá el ejemplo más notable de una película de culto es El Show de Terror de Rocky (1976), que se hizo célebre después de su estreno, cuando empezó a proyectarse a media noche en un cine de Greenwich Village y causó sensación. Pronto, surgió una tropa de fans que se vestían como los personajes, cantaban las canciones y hasta llevaban parafernalia para actuar (naipes, periódicos, paraguas, matracas, etcétera) en diversas escenas y números musicales. El fenómeno fue tal que el cine Waverly proyectó cada noche de viernes por veinte años la película y aún hoy, hay convenciones, coleccionistas de memorabilia y tal, que le dan vida a la película y aún se alborotan y bailan “El Baile del Sapo”.

La idea de película de culto aquí en México, aparte de las ya citadas cintas de luchadores, igual es más abstracta: yo reconozco un puñado de películas de culto mexicanas. Quizá las más notables sean la trilogía de Pepe el Toro con Pedro Infante – Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y la homónima-, algunas de Tin Tán (Mátenme porque me muero, por ejemplo: ¿quién podría olvidar a Tongolele exclamando “Charos, charos. Tómete tu medecina para que te cures, chaparo”?) y más recientemente, Los Caifanes (aunque como 8 ½ o Annie Hall, esta entra más bien en la categoría de “culto-culto”), Mecánica Nacional – cinta precursora del estilo que Robert Altman convertiría en su rúbrica- y la muy psicodélica (sería por la ingestión de frutos de Oaxaca) 5 de Chocolate y 1 de Fresa, con la sensacional y vivaz Angélica María, reloaded vía José Agustin y “la onda”.

De hecho, yo confieso que sí le rindo culto a esa película… y también les prometo que un día de estos, no muy lejano, nos echamos una buena plática sobre ella.

Así pues, chamacos y chamacas, no lo tomen de mí: realmente, la idea del cine de culto es completamente subjetiva. No hay grandes respuestas. Una película puede, de la nada y de repente, generar su propio culto. Éste puede derivar en furor (ahí tienen la saga de Star Wars o de ESDLA) o bien, puede ser un culto sorpresivo (Piratas del Caribe, o más recientemente El Diablo viste a la moda). Todo depende de la reacción que en ustedes provoque la película, su trama, su música, su gente.

Pero recuerden también un detalle importante del cine de culto: ¡no se claven en la textura! ¡Fíjense en los colores!

Ahora, no sean malos y cuéntenme… ¿para ustedes cuáles son películas de culto?
Y sobre todo: ¿por qué?
Corre cinta…

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