Desde siempre, en ciertos círculos intelectuales estadounidenses existe una cierta obsesión por hacer radiografías del proceso terminal de la unión de una pareja bajo el vínculo conyugal. Escritores como Edith Wharton, John Updike, Tom Wolfe, John Cheever y Joyce Carol Oates, han explorado este fenómeno, sus causas y consecuencias, casi siempre en un territorio académico, entre personas civilizadas, sofisticadas, bien educadas, biculturales y hasta desesperadas.
Es así que llega We don’t live here anymore, dirigida por John Curran (que hace su debut en el largometraje) y basada en una dos relatos de André Dubus III (mismo autor de la devastadora Casa de arena y niebla). Bajo el comercialón título de La tentación, esta cinta es un melodrama controlado que pretende dar una mirada "imparcial y objetiva" -- algo muy difícil dado el tema- a una múltiple “puesta de cuernos” entre dos parejas que (uno supone) sufren angustia sólo por el hecho de que son unos histéricos egocéntricos (self-centered) y tienen demasiado tiempo libre en sus manos.
Las parejas en quienes se centra la historia son Jack Linden (Mark Ruffalo), casado con Terry (una siempre interesante Laura Dern); y su mejor amigo y colega Hank Evans (Peter Krause) cuya esposa es la hermosa-pero-deprimida Edith (Naomi Watts). Ellos son profesores de literatura en una pequeña universidad, ellas son las proverbiales amas de casa desesperadas, dedicadas al hogar y a críar a sus hijos en edad escolar. Ambas familias mantienen vínculos sociales y afectivos sanos y estrechos a primera vista... pero la superficie no es tan idílica como pareciera.
Donde Hank es un hombre un tanto fatuo, pagado de sí mismo por sus conocimientos, que encima gusta de coquetear con sus alumnas y se siente justificado en la vida nada más por haber publicado un poema en la prestigiosa revista The New Yorker, Jack sueña con algo más tolstoiano en su vida, una pasión, algo que lo saque del marasmo suburbano en que vive. Pronto, ambos están sosteniendo aventuras amorosas clandestinas con la esposa del otro, respectivamente.
Obviamente, estos encuentros y desencuentros causarán una colisión entre cuatro. Con sorprendente candidez, Curran decide lanzarse sobre las imagines del sexo y la ansiedad sin apologías de ningún tipo. El adulterio es un elemento natural en la existencia de estos personajes tal como el fuego o el agua. Es así que, apoyándose en la cámara de la talentosa Maryse Alberti (Velvet Goldmine), logra dar un aspecto de trascendencia a lo que en otras manos menos competentes sería un relato totalmente baladí.
Por otra parte, son aquí las actrices quienes se dan el lujo de llevar el filme a alturas insospechadas (dado el trato del guionista Larry Gross al material): Laura Dern, como mujer despechada, manifiesta una ira casi palpable, aún si no está libre de culpas, donde la siempre luminosa Watts manifiesta el deseo carnal de un modo intenso, genuino, haciendo uso de una sensualidad natural que ya lució con gracia en la fascinante Mulholland Drive, de David Lynch.
Si bien (para disgusto de algún espectador, pero alivio para otros muchos de gustos más convencionales) la trama tiende a volverse un tanto cuanto telenovelesca al llegar a su conclusión, la cinta invita a cierta reflexión acerca del estado de las relaciones bajo una superficie armónica, algo que Edward Albee desglosó virtuosamente en su legendaria ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, la cuál demuestra aquí ser una referencia clave, no sólo en el celuloide: también en su contraparte real.
El adulterio existe. Se comete, aún si son relaciones de amasiato "together-apart" y es una parte inextricable de la oscura cara de la naturaleza de gente que uno podría describir como respetable, sin imaginar las sombras que carga por dentro.
La tentación/We don’t live here anymore
Con Mark Ruffalo, Laura Dern, Peter Krause y Naomi Watts. Dirige: John Curran.
Distribuye: Artecinema (2004)