Entrevista con Miguel Cane por la publicación de su libro Íntimos Extraños, publicada en la revista Milenio Semanal 451, del 22 de mayo de 2006.
Por Nayeli Roldán
En el prólogo a Íntimos extraños, Jairo Calixto Albarrán escribe: “Es refrescante que Miguel Cane, personaje en busca de autor, uno de los periodistas más exóticos que se pueda encontrar en estos tiempos de sosa solemnidad, reúna en este libro conversaciones celosamente acumuladas a lo largo de dos años de escritura minuciosa, periplos tan exaltados como recalcitrantes alrededor del mundo en la búsqueda de los interlocutores que circulan en estas páginas, en el cumplimiento de una pasión que lo desborda: la cinematografía”.
Y es precisamente en derredor de esta pasión y de este libro que sostuvimos la siguiente conversación con el periodista que tiene entre su impresionante nómina de entrevistados a Charlotte Rampling, Jane Fonda, Jodie Foster, Philip Seymour Hoffman, Nicole Kidman, Roman Polanski y Liv Ullman.
¿Cuándo te diste cuenta que con las entrevistas publicadas en Milenio Semanal tenías un libro? ¿Cómo surge la idea de hacerlo?
Ya llevaba como un par de años publicando estas entrevistas, cuando en una comida, a Maricarmen, la esposa de Paco Ignacio Taibo I – uno de mis primeros jefes, que me enseñó el oficio periodístico- se le ocurrió la idea. En esa misma mesa estaba presente Anabel Ballesta, coordinadora de prensa para México de Ediciones B, que presentó la idea a Hugo Plessy (su director editorial) y a él le pareció atractiva. Al cabo de unos meses se concretó todo y tengo que admitir que fue un proceso desconcertante por lo veloz… realmente no pensé que hubiera suficiente material para un libro, por lo que me sorprendí al ver que había conversaciones que valía la pena rescatar y fue divertido releerlas y prepararlas para esta nueva encarnación, porque cada una (o casi) tiene su propia anécdota.
En una autocrítica, ¿cuáles son las virtudes y defectos que encuentras en tu libro?
¿Qué puedo decir? Para un padre todos sus hijos, no importa cómo sean, son hermosos. En este caso, puedo decir que es un libro que adquirió su vida independiente muy rápido. Cuando acordé estaba prácticamente escrito y Carmina Rufrancos se encargó de guiarme en el proceso de dar forma. Supongo que ahora, expuesto al público, éste podrá encontrarle facetas tanto halagadoras como reprensibles y estoy seguro de que en cada caso según se de, tendrá razones para crear su opinión. Eso es lo que yo buscaba en cada texto: que fuera el lector quien se hiciera una propia idea de la personalidad entrevistada, sin dejarse influir por quien escribe y describe; las opiniones expresadas pertenecen al entrevistado, pero si hay alguna metida de cuatro patas, esa es mea culpa, damas y caballeros.
¿Por qué el título Íntimos extraños?
Originalmente había pensado en Hablando con extraños, porque finalmente eso son los entrevistados: extraños. Podremos sentir que conocemos a alguien porque lo hemos visto muchas veces en el cine y gracias a lo que los medios revelan sobre sus vidas, existe una noción de conocerlos como si fueran nuestros amigos o vecinos. Pero la verdad es que no los conocemos de nada, aunque sintamos este nexo de intimidad. Íntimos extraños nos pareció más acertado para encapsular este concepto. Al leer cada entrevista uno siente que se asoma a la intimidad de, por decir un nombre, Glenn Close. Pero al terminar, ella permanece como una mujer a la que no conocemos, aunque nos permitió ver un poco más de ella, por lo que surge esa rara dicotomía de intimidad con alguien que realmente no conoces.
¿Sigues algunas técnicas en tus entrevistas? ¿Qué significa para ti este género?
Cuando comencé a hacer entrevista, hace diez años, yo no tenía muy claro que existiera una técnica. En esa época yo era literalmente adicto al Vanity Fair. Cada mes la devoraba como lata de galletas y pensaba ¿cómo preguntan esto? Y más todavía: ¿cómo hacen para que alguien así conteste algo como esto? Tuve la fortuna de conocer a Elizabeth Vargas, quien es reconocida por su estilo para conducir una entrevista y soy su alumno. No es que la Vargas tenga una técnica – sería como hablar del método de Stanislavski, si estuviera uno actuando. Es sólo que hay, o al menos ella me enseñó, unas ciertas reglas. Ponte en los zapatos del otro; respétalo; entérate de quién es y qué ha hecho, por poco o insignificante que parezca y ten presente su humanidad; no le preguntes cosas que a ti te ofenderían y recuerda que no eres su fan club. A lo largo de los años eso me ha servido. Para mí una buena entrevista no es llegar a preguntar “¿y con quién andas ahora, manís?” eso no me interesa. Lo que sí, es saber qué motiva al entrevistado. Por qué hace lo que hace. Qué sueña y desea, no su color favorito o si se las truena o si va a divorciarse para vivir con un cactus. La entrevista debe ser un reflejo del interlocutor en nosotros, no un asunto de lavadero, superficial y vulgar.
¿De los 35 personajes que entrevistas en tu libro, cuáles te impresionaron más, quiénes te costaron más trabajo, con quién o quiénes no quisieras volver a encontrarte?
Las más impresionantes… Jane Fonda, Julie Christie (¡Julie Christie!, me puse tartamudo al principio), la Rampling... obviamente Liv Ullmann. Algunas grandes sorpresas fueron figuras como Meryl Streep y Nicole Kidman, que son estrellas de alto voltaje y sin embargo son sencillas y hasta modestas respecto a ellas mismas. ¿La más difícil? Keanu Reeves, que estaba enfermo y de malas, pero se fue ablandando, aunque es difícil encontrar el modo de entrar con él… sobre a quién no me gustaría volver a encontrarme… pues creo que todas fueron buenas experiencias… aunque algunas más que otras, por supuesto.
¿Cuál es la entrevista que te dejó más satisfecho y por qué?
Son varias… la de Gwyneth Paltrow, por ejemplo, que es la más reciente de todas. Fue inesperada y muy placentera. La Paltrow estaba embarazadísima y muy relajada, aún si hay quienes dicen que ella es difícil, a mí no me lo pareció. Otra es la de Liv Ullmann, que fue importante para mí a nivel personal: he sido su admirador desde muy joven y me siento afortunado de haberla conocido y hablar con ella ahora sí que cara a cara.
Este es tu primer libro publicado, pero tienes otros ya escritos. ¿Podrías hablarnos de ellos?
Soy escritor porque no podría ser otra cosa. No concibo la vida sin la pluma. Me formé en talleres con María Luisa Puga, Rafael Ramírez Heredia, Juan Villoro y Gilda Salinas y desde los veintiún años publiqué cuentos en antologías colectivas. A lo mejor es presuntuoso cuando lo dices a esa edad, pero quería vivir de la palabra – cosa que en este país no es fácil, todos te ven como si fueras alumno del Instituto Sylvia Plath para escritores suicidas-. Este, podría decirse, es el primer fruto de un árbol que se sembró hace diez años y espero que no sea el último. Lo mismo, entrevista o crítica cinematográfica, aunque me apasionan, no son lo único que hago: soy narrador por naturaleza. Un amigo poeta al que admiro, asegura que de hecho, mi verdadera vocación es narrar(me) la vida. Tengo una novela titulada Todas las Fiestas de Mañana (soy incondicional confeso de Lou Reed).
Es una especie de thriller ambientado en una serie de fiestas interminables a las que asisten los personajes como toda la gente sola que busca una fiesta (y cuando ya se acaba la fiesta, la gente sola busca otra fiesta). Yo quería hacer una historia de amor, ¡pero me salió muy negra!... posiblemente se publique a fines de año, pero en tanto seguimos tras el pan nuestro de cada día. Hoy aquí y mañana nunca sabe, pero eso es lo que me gusta del oficio: siempre habrá alguien interesante al otro lado para conversar contigo y eso hace que cualquier calamidad (nunca faltan: desde un vuelo perdido hasta una cancelación de última hora o un acosador beligerante y enfermizo, que sí, también me tocó) se minimice al ver tu trabajo impreso, que será leído por alguien más, algún íntimo extraño.