Desde su estreno en Broadway en 1979, el violento y macabro musical de Stephen Sondheim Sweeney Todd, ha sido objeto de culto y aunque hay algunas adaptaciones de la anécdota, el espectáculo no trascendió a las pantallas, hasta que apareció el director idóneo para plasmarlo en todo su oscuro y retorcido esplendor decimonónico. Tim Burton la aborda con su estilo muy particular y la hace suya por completo (aunque ojo aquí, esta no es una historia original de Burton, como algunos despistados creen: de hecho, es mucho más antigua de lo que se cree, originándose en una leyenda urbana del Londres Victoriano en la que se basaron numerosos relatos, obras de teatro y películas).
La trama gira en torno a Benjamin Barker (Johnny Depp, nuevamente como alter-ego del director), un honrado barbero que tras ser acusado injustamente es desterrado de Londres – todo por las maquinaciones y calumnias de un juez pedante y envidioso (Alan Rickman)-y separado de su esposa e hija por 15 años. Durante este tiempo, se entera, su mujer (Laura Michelle Kelly) fue violada por el malévolo vetarro y tras perder la razón, intentó suicidarse; así, al regresar de Australia a la tierra que lo vio perder lo que más amaba, es como un hombre consumido por la locura y el rencor; se hace llamar Sweeney Todd y comienza a tramar su venganza contra el juez, mismo que aún tiene a la hija de Barker, Joanna (Jayne Wisener) en su poder y pretende cebarse casándose con ella, no conforme con espiarla a través de un hoyo en la pared.
Para lograr su cometido, Todd se alía con la siniestra Mrs. Lovett, una pastelera y antigua vecina suya, quien tras revelarle el destino de su familia, se ofrece a ayudarlo incondicionalmente. Así, comienza una aventura lo mismo sangrienta que emocionante, con todos los elementos para hacer sentir al espectador que ha sido secuestrado y que vive en la febril mente de un enfermo, en este caso Todd, experimentando junto con él cada paso de su truculento ajuste de cuentas.
Tim Burton y Johnny Depp conforman nuevamente un equipo sólido y logrado, a casi veinte años de El Joven Manos de Tijera. El hecho de que el director y el actor sean poco convencionales en un Hollywood cada vez más complaciente (y condescendiente), ha resultado en filmes como Ed Wood o Sleepy Hollow, la película que marcó un antes y un después en la carrera de Burton y Depp. Así, Burton recrea espectacularmente un Londres imaginario, arrancado tal vez de las peores pesadillas de Charles Dickens, y le da vida. A esta atmósfera, se une la música de Sondheim, ligeramente modificada – después de todo, la obra dura más de tres horas-.
En manos de otro director que no fuera Burton, el filmar este musical hubiera sido arriesgado y quizá decepcionante (¿recuerdan el estrepitoso fracaso de las recientes versiones fílmicas de Rent y El Fantasma de la Opera?), pero gracias a su oficio, consigue momentos impactantes en la película (el primer encuentro Depp-Rickman, el primer crimen de Todd y luego Mrs. Lovett cantando “Los peores pasteles de Londres” (la voz de la Bonham-Carter sorprende y uno comprende que no obtuvo el rol por nepotismo, sino porque es una actriz que se esfuerza y canta, mas no viceversa), la espectacular secuencia climática), demostrando que la rúbrica de Burton sigue vigente y vigorosa y que su sociedad con Depp tiene aún mucho que dar.
Sweeney Todd es un musical, cierto, pero los que van a verla no deben esperar espectáculos como Moulin Rouge! o Vaselina. Quedan advertidos, el propósito es crear pesadillas… y lo logra, con creces.
Sweeney Todd: El Diabólico Barbero de la Calle Fleet/Sweeney Todd
Con Johnny Depp, Helena Bonham-Carter, Laura Michelle Kelly, Sacha Baron Cohen, Timothy Spall y Alan Rickman.
Dirige: Tim Burton
Estados Unidos/Gran Bretaña 2007