31 dic 2008

Swimming Pool, de Francois Ozon, con Charlotte Rampling y Ludivine Seigner

Francisco Peña

Para Miguel Cane, seguidor de François Ozon, fan de Charlotte Rampling y... Escritor.


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En uno de los diálogos con Truffaut, Hitcock opone la sorpresa al suspense, de la manera siguiente:

Estamos hablando, tal vez haya una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es de lo más normal, no ocurre nada especial, y de repente: bum, una explosión. El público está sorprendido, pero antes de que lo estuviese se le ha mostrado una escena corriente, sin interés alguno. Ahora examinemos el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto al anarquista que la colocó. El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe también que es la una menos cuarto, hay un reloj en el decorado; la misma insignificante conversación se convierte de pronto en muy interesante, porque el público participa en la escena. Tiene ganas de decirle a los personajes que están en pantalla: No deberíais hablar de cosas tan triviales, hay una bomba debajo de la mesa y pronto va a estallar. En el primer caso, hemos ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le ofrecemos quince minutos de suspense. (1)

De los mediometrajes y cortometrajes que se han exhibido en México de la filmografía del director francés François Ozon, el espectador tiene ahora la oportunidad de ver su mejor film: Swimming Pool.

La obra del cineasta ha llamado la atención en ocasiones por violenta y otras por ambigüa, pero siempre por entrar al interior de sus personajes y mostrar una complejidad psicológica donde la realidad se entreteje con el recuerdo y la imaginación.

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Francois Ozon

Esta última constante reaparece en Swimming Pool, pero Ozon ha decidido complicar su historia al añadir las relaciones que sostiene un buen escritor con la realidad, de donde surgen los interesantes rejuegos entre imaginación y circunstancia, entre percepción y el mundo exterior, que dan como resultado la escritura personal y la obra literaria.

Ahora Ozon nos presenta en pantalla a una escritora, Sarah Morton (Charlotte Rampling), quien escribe una novela negra de crímenes. Sarah es la depositaria de todos estos planteamientos.

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Charlotte Rampling es Sarah Morton

1. Ozon los mete al interior de Sarah, entra en la mente de la escritora, por lo que vemos su complejidad psicológica personal.

2. Vemos la aparente realidad en la que vive Sarah, de donde extrae los elementos básicos de sus novelas detectivescas. Se inspira en los acontecimientos y personas que la rodean durante unas vacaciones en Francia. Es el contacto del escritor con la realidad, que alimenta después la ficción, transformada por la creatividad personal del escritor.

3. La imaginación de los escritores, representados por Sarah Morton, toma los elementos reales de su circunstancia y los transforma en anécdota, trama, personajes, acciones, ambientes y atmósferas. Todo este conjunto se va moldeando hasta convertirse en una obra literaria, en esrte caso en una novela.

4. El acto mismo de escribir, la escritura en sí misma, es visto desde uno de sus extremos básicos en el proceso de la comunicación. Ozon lo plasma en pantalla en el acto del emisor / escritor por el cual se construye el mensaje (la obra), al cual nos enfrentaremos después como lectores.


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François Ozon y Charlotte Rampling

En ese sentido, el film Swimming Pool es muy rico y, desde hoy, se convierte en referencia fílmica obligada para ver las relaciones de la literatura, del escritor, con la realidad fuente de la obra. Pero también se convierte en referencia cinematográfica para ver algunas relaciones entre cine y literatura.

Por estas y otras razones que expongo después, considero que Swimming Pool es el mejor film, hasta la fecha, de Francois Ozon, en una filmografía que contiene ya varias películas de primer nivel.

Para esta película, Ozon parece tomar lo mejor de tres modelos del género detectivesco o de crímenes.

A. El modelo estadounidense, el más conocido, muchas veces se centra en la opción de suspenso o sorpresa. En ocasiones parte del crimen y se centra en su ejecutor; en otras se centra en la investigación del hecho, sea desde el punto de vista del detective o del posible acusado.

Como ejemplo de una trama contada desde el punto de vista de los criminales podemos recordar The Killing, de Stanley Kubrick, aunque se trata de un robo y no un asesinato. La investigación clásica del hecho aparece en cintas dedicadas a los personajes detectives de Sam Spade y Philip Marlowe, y en concreto El Halcón Maltés, de John Huston (joya también del género estilístico llamado Cine Negro o Film Noir). Las cintas que narran un crimen desde el punto de vista del posible acusado están varias salidas de la creatividad de Alfred Hitchcock, donde prevalece el suspenso.

B. El modelo clásico inglés, donde la lógica y la deducción del detective toman el lugar de la violencia estadounidense. Desde Arthur Conan Doyle a Agatha Christie, vemos como Sherlock Holmes o Hércules Poirot se enfrentan a una serie de personajes, hasta que al final hay un giro en la trama llena de falsas declaraciones y pistas erróneas para que se sepa la verdad. Con Conan Doyle se avanza por deducción y se incrementa el suspenso; con Christie se juega con una recomposición súbita y final de las pistas para dar con el culpable, por lo que predomina la sorpresa final.

C. El modelos francés, cuya cabeza más visible es Georges Simenon, que parece tender hacia un equilibrio entre los dos modelos anteriores. La lógica de la investigación no se opone a manifestaciones de violencia por el duro inspector de policía. En el campo del cine podríamos mencionar como ejemplo el clásico de Las Diabólicas (Clouzot, 1955).

Lo que toma Ozon de estos tres modelos es una combinatoria de sus mejores elementos. Narra la historia desde el punto de vista criminal, por lo que no aparecen ni policías ni detectives. No evita cierta violencia ni la confrontación de personajes que surge en el modelo estadounidense, pero prefiere el suspenso de los modelos europeos, donde la situación tiene un desarrollo más intelectual y psicológico.

Ya con su propia combinación para narrar los hechos, Ozon se dedica a profundizar en sus personajes, y en su preocupación por las relaciones del escritor con la realidad, desde una realización deliciosamente cinematográfica.

La acción comienza en Londres, donde aparece Sarah Morton. Es una escritora reconocida de novelas detectivescas, pero cuya vida es insatisfactoria: recluida, sola, molesta con la vida. Su relación social más fuerte es con su editor, John. Claro, el editor -que luego es una especie de psicólogo de sus escritores-, le ofrece vacaciones en Francia en su casa de campo personal. El hastío de Sarah la ha llevado a una sequía creativa, que afecta tanto su escritura como sus ideas para una nueva novela.

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John, el editor de Sarah Morton

La llegada a la casa de campo en Francia y los primeros días de estancia son de una cotidianeidad absoluta: Sarah escoge recámara, ve la alberca cubierta, pone su computadora, va al mercado. Todas las acciones se narran preponderantemente por imágenes y el diálogo es escaso. Si el ritmo se sostiene y el espectador acepta está realidad es por el magnífico trabajo de cámara y edición de Ozon, que está enfocado a observar a Charlotte Rampling.

La actriz deambula por la pantalla y la llena de esa característica intangible llamada fotogenia. Rampling es observada mientras observa. La mirada de la escritora recorre su nuevo ambiente, pero la cámara de Ozon, al ver el rostro de la actriz y del personaje de Sarah muestra que la escritora aun no se sobrepone de su sequía existencial y creativa.

Para agitar ambas aguas, las de Sarah como ser humano y como creadora, se introduce un elemento externo que entra como un vendaval de vida y contradicciones: aparece la hija de John, Julie (Ludivine Sagnier).

Así, tanto en el plano de la realización (1) como en el de la ficción en el film (2) y la ficción literaria de Sarah (3), se arma una mancuerna deslumbrante en los tres niveles, que llega a la película a un extraordinario nivel: intimista, creativo e intelectual.

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Charlotte Rampling / Ludivine Sagnier (Sarah Morton / Julie)

1. En el plano de la realización y puesta en escena, Ozon puede contraponer a dos magníficas actrices. Charlotte Rampling y Ludivine Sagnier hacen gala de capacidad actoral para encarnar a sus pérsonajes, cada quien desde su edad.

Charlotte Rampling hace una Sarah Morton adulta, casi seca, pero que conserva la chispa genial como escritora. La actriz aporta una gama muy amplia de matices emocionales y psicológicos a partir del manejo de miradas, gestos, sonrisas y muecas. El rostro de Rampling es el lienzo en donde se pintan emociones y reacciones, decisiones y fragilidades, soledad y comprensión. Aunque puritana la mayor parte del tiempo, Rampling no rehuye tampoco el desnudo parcial o total; es una belleza clásica del cine que se mantiene consciente de la edad, pero también de la belleza de dicha edad.

Ludivine Sagnier es la joven ninfa Julie. Como corresponde a su papel, Sagnier es más dinámica y abiertamente sensual. De acuerdo al guión, muestra su cuerpo en desnudos parciales y totales que connotan la desenvoltura del personaje. Pero también es observada en su rostro, en sus reacciones. Sagnier da a Julie un peso y una belleza indiscutible en pantalla. Con una actuación más naturalista que la Rampling, se convierte en un complemento ideal de la presenta la actriz consagrada. Sus matices están de acuerdo a las contradicciones de su personaje, lo cual ayuda a hacer de Julie un personaje veraz.

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Ludivine Sagnier es Julie

En la puesta ern escena Ozon aprovecha hasta la última gota el trabajo de sus dos actrices. Con base en sus rostros, cuerpos y movimiento escénico, mueve su cámara para observar a ambas en su intimidad. A partir del lenguaje corporal se va adentrando en sus dos actrices para construir la psicología de sus personajes.

Con la arquitectura de las primera escenas, las relaciona en el cuadro más con sus acciones - reacciones que por medio del diálogo. También juega mucho con la presencia - ausencia de una o la otra en el cuadro, sobre todo con la ausencia de Sagnier en la presencia del cuadro de Rampling, a la que sin embargo escucha. Esto da por resultado que la ausencia - presencia de Julie modifica constantemente las acciones y decisiones de Sarah, en un contrapunto imagen - sonido de primera magnitud artística.

Luego, Ozon usa los close ups para captar gestos y actitudes. Las actrices le brindan una amplia gama que enriquece a los personajes y, la habilidad artístca de Ozon le permite transmitir las profundidades de sus personajes al espectador. Que conste que aun no hablo de la construcción del guión y la historia en pantalla. Sólo hablo aquí de elementos de imagen.

2. La ficción en el film presenta a dos personajes femeninos que se oponen para terminar en una complementaridad extraordinaria.

Al inicio de la cinta Sarah no soporta la presencia de Julie. Desde el inicio aparecen como opuestas. Sarah es seca, intelectual, incomunicada y solitaria. Julie arranca como vivaz, promiscua, exaltando su libertad sexual. Despliega una sensualidad natural que se opone a la resequedad de Sarah.

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Julie y Sarah

Como ya dije, el choque de personalidades está narrado con énfasis en lo visual y con pocos diálogos, cuya presencia es o cotidiana o explota en las álgidas fricciones entre las dos mujeres. La simple presencia de una afecta a la otra y viceversa.

Lo que más afecta a Sarah es la sexualidad de Julie. No se trata de lesbianismo ni nada por el estilo; se trata de la vitalidad de un personaje frente a la soledad del otro. Julie trae amantes ocasionales a la casa, lo que perturba a Sarah, quien se convierte en observadora de la vida de Julie. A partir de ese momento Sarah observa a Julie con interés, no sólo en sus encuentros sexuales sino en su uso solitario de la alberca, donde la joven va y viene con sensualidad natural y abierta, pues no detecta la observación de la que es objeto.

Pero Ozon introduce un elemento de discordia entre ambas mujeres, que hace estallar la hostilidad subterránea. Como en el mejor cine clásico, ambas se acercan al mismo hombre: un mesero de restaurante, a la que Sarah acaba de conocer y Julie sabe quien es desde hace tiempo. De alguna manera cada una lo desea, por lo que hay competencia, celos soterrados, deseos ocultos...

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Ozon y Ludivine Sagnier

Pero Sarah es una escritora. Toda la situación en la que está involucrada, la presencia discordante de Julie, sus propias observaciones sobre la joven, convergen en un estallido de creatividad literaria. Sarah tiene la historia que deseaba de mejor calidad literaria, alejada de las fórmulas del género y basada más bien en las experiencias de su realidad inmediata.

Abre su archivo xobre Julie en su PC y comienza a escribir febrilmente y con fluidez su nueva novela...

Ante su nuevo libro, Sarah hace lo que muchos escritores: el libro tiene prioridad de vida propia sobre cualquier escrúpulo ético personal del escritor. Ahora si, consciente de lo que hace y busca, Sarah espía con detalle a Julie. Es la raíz de su inspiración por lo que esculca su vestuario, mochila, ve objetos personales y descubre su diario íntimo, del cual extrae literal y literariamente extractos para depositarlos en su propio texto. De nuevo, el montaje de Ozon es rey, y los diálogos no están presentes, pero la intensidad emocional de la cinta se incrementa considerablemente.

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John y Sarah / Moralidad en el mundo de los libros...

Sarah profundiza en Julie como fuente de inspiración para el libro y cambia conscientemente de actitud: la invita a cenar y la interroga para sacarle el background de su vida. Julie cuenta su inicio sexual y detalla su conducta promiscua posterior. Pero Sarah también cuenta una parte de su historia, es una sobreviviente del Swinging London de los años 60.

Pero Ozon plasma cinematográficamente una lección que todo escritor debe aprender de la realidad y no de su propia obra literaria: el mundo es más poderoso y paradójico que la ficción, que la vida misma del escritor. No es un ente controlable a su antojo literario, es independiente y puede girar a veces en contra de quien pretende narrarlo.

Julie descubre que el libro es sobre ella y, desde ese momento, manipula los acontecimientos, pues sabe que irán a parar a la novela. Ahora Julie es la escritora que maneja a Sarah en su rol de escritora. Julie interviene en el libro a transmano y dicta lo que debe ocurrir en la novela al manejar a su autora.

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Julie, como co-narradora...

Julie lo hace todo por el libro de Sarah. No es una rebelión o venganza personal, tampoco una manipulación descarada: es su propia aportación creativa al libro, por lo que Julie se convierte en co-narradora.

Para ello, Julie convierte la situación en un trío emocional soterrado. Invita al mesero Frank y termina por hacer que Sarah y Frank bailen, y la escritora fluya más como ser humano. Después Julie quiere que Frank le haga el amor en la alberca y termina con una felación, ya que se sabe observada por Sarah como material de novela. Le crea situaciones para que la escritora las recoja y las escriba.

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La fiesta de tres...

Pero no hay que olvidar que Ozon es el meganarrador que está por encima de Sarah y Julie, y su campo artístico es el cine. Todas estas secuencias se relatan con medios cinematográficos, en donde destaca en especial el montaje. Es la sucesión de imágenes y su colocación en orden (sintagmas / secuencias) lo que crea el suspenso de la situación.

3. La ficción que escribe Sarah se ve afectada por los acontecimientos. Frank desaparece y Sarah se convierte en su propia investigadora. Pero no es una investigadora como lo sería Spade o Poirot; es como si lo hicieran Dashiel Hammett o Agatha Christie en persona.

A partir de ese momento las relaciones Sarah - Julie cambian para hacerse más profundas y personales. No se trata de cuestiones sexuales sino de una generación de roles madre - hija. A Sarah, como escritora, la realidad se le viene encima; Julie encuentra una respuesta emocional solidaria y protectora ante sus problemas. Lo curioso es que este fuerte acercamiento emocional está generado por el libro mismo, todo ocurre por darle fuerza a la trama de la novela (y por ende, al relato de la película misma, ya que Ozon es su propio guionista junto con Emmanuèle Bernheim).

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Charlotte Rampling es Sarah Morton

Ambas hacen cosas y realizan acciones una por la otra, para ayudarse mutuamente, que serían impensables en la primera parte de la cinta. Sarah protege abrumadoramente a Julie al grado de usar su propia sexualidad para distraer la atención; Julie corresponde entregándole la novela nunca publicada de su madre, para que la use como material literario (así, la madre real de Julie recuperará parte de su vida a través de la nueva madre postiza que es Sarah).

LA VUELTA DE TUERCA

A lo largo de la cinta, Ozon se ha mantenido en el territorio del suspenso, que ha ido incrementando con las informaciones entregadas a los espectadores. Pero al final les entrega una deliciosa sorpresa.

A diferencia del Corte del Director de Blade Runner, que contiene la sorpresa fallida del unicornio (con la que Scott pretende erróneamente alterar de golpe en 180 grados el sentido total de la cinta, y que falla miserablemente en su objetivo: Deckard es humano), Ozon construye con delicadeza y respeto al espectador su final sorpresivo, que también contiene tres niveles significativos (no tres ideas distintas, sino que un sólo final repercute en tres niveles de significación en la cinta).

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La Julie sensual de Ludivine Sagnier

La sorpresa, que hay que detectar con atención al final de la cinta, está encarnada en Julie: quien es en realidad, sus características y fisonomía real. Allí está la clave.

A partir de esta sorpresa, Ozon hace que repercuta en la realización, en la ficción del film y en la novela misma que escribe Sarah Morton. También es una solución que combina el suspenso y la sorpresa, de una manera sorprendente y, sobre todo, muy inteligente y artística.

1. La realización se mantiene con pocos diálogos, dentro del estilo construido para Swimming Pool por el realizador francés.

Aquí Ozon luce los recursos cinematográficos y, por contraste, los coteja con los de la literatura. Así, parece que la creatividad literaria y fílmica tienen el mismo punto de arranque en la imaginación visual de los creadores, para después afinarse en la observación del mundo real. El transvasamiento creativo de ambas artes tomará después un curso distinto pero no radicalmente diferente, pues uno hace uso de imágenes y sonidos y el otro de palabras para arribar ambos al ámbito común de la narración como eje.

En Swimming Pool es el cine que, como arte, se asoma a la literatura para ver sus mecanismos de creación. Pero también la literatura se ha asomado al cine, como arte, para ver sus mecanismos de creación. Un ejemplo es la extraordinaria novela inacabada del norteamericano Francis Scott Fitzgerald, llamada The Last Tycoon / El Último Magnate.

Cine y literatura comparten vasos comunicantes que parecen inagotables.

2. En la ficción del film, Sarah Morton profundiza en el ámbito de ficción de su novela, al grado de vivirla con intensidad y de una forma personal. Lo que Ozon marca es l,a inmersión del creador literario en su obra, en un parto donde todo el ser del escritor está involucrado. Julie se reviste ya de los rasgos literarios del personaje novelesco, que le adjudica Sarah como escritora.


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Sarah / Rampling

De hecho, el material real y el de ficción están muy mezclados en el film. Sólo con un esfuerzo crítico de análisis se pueden suponer hipótesis sobre cuales materiales pertenecen a la realidad de Julie y cuales están ya mezclados o provienen de la imaginación de Sarah. Pero esto ya corresponde a una metalectura del film de Ozon que, por el momento, no considero pertinente exponer en este texto.

Lo que si es claro es que Ozon ha manejado a lo largo del film al menos cuatro niveles narrativos.

- El suyo como meganarrador del film, que se plasma primero en el guión, luego en la realización y el montaje de su cinta

- El libro de Sarah Morton, que recoge la verdadera historia final, pero al cual no tenemos acceso, pues no somos lectores de ese libro sino espectadores de este film, pero que podemos suponer que la mayor parte de lo que hemos visto está allí escrito

- La ficción del film, donde está la relación de los dos personajes femeninos, es la que muestra Ozon, pero que es resultado de la imaginación global de Sarah Morton y, con elementos a detectar provenientes de la realidad de la simbiosos Julie-Sarah

- La realidad de la que parte la imaginación de Sarah Morton, donde si existe una joven Julie, que aportó datos reales para la imaginación de Sarah y la escritura de la novela.

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Sagnier

El suspense y la sorpresa son las que permiten que el espectador re-construya adecuadamente estos cuatro niveles, y se asombre de lo artístico del tejido de la treama y de la realización cinematográfica.

La relación Sarah - Julie es la que contiene el mayor número de datos, que deben reactualizarse a partir de la sorpresa final, mecanismo por el cual el espectador acepta el giro sorpresivo de la cinta. Las marcas que Ozon pone muy bien en su cinta, debido a su control total sobre su película, le permiten hacerlo (cuya ausencia es una de las graves fallas en el Corte del Director de Blade Runner). Su control se ve, por ejemplo, en el transparente ir y venir entre el inglés y el francés que usan ambas actrices, que le aporta una gran naturalidad a la cinta y contribuye a su verosimilitud.

De hecho, estas marcas se resumen en la escena de despedida entre Sarah y Julie, entre el balcón y la alberca, donde con claridad y sin trampas fallidas Ozon señala el juego de realidad - ficción en toda su riqueza. Sarah se despide de Julie -la persona- pero también se despide, como escritora, del personaje Julie que ella misma ha creado. Le ha dado el ser a una Julie literaria, en base a una Julie real, que para los ojos del espectador de cine tiene una vida autónoma gracias al arte fílmico de François Ozon.

Esta complejidad narrativa fluye muy bien en la cinta de Ozon. Gracias a esos distintos niveles narrativos Swimming Pool se convierte en un homenaje cinematográfico, muy sentido y humano, para todos aquellos escritores que crean ficción literaria. Revela al gran público parte del mecanismo de su creatividad, por la que llega a crearse un libro.

Pero además, Ozon lo hace desde su propia creatividad fílmica, con un manejo sobrio y delicioso de los recursos cinematográficos, con un par de actrices magníficas (una que vuelve a confirmar su calidad histriónica, la otra como un descubrimiento joven de gran calidad), que muestra el sello indudable del cine como arte, como el Séptimo Arte.

Swimming Pool es un extraordinario capítulo más en la historia de ese amor entre Cine y Literatura, entre Literatura y Cine: un homenaje a los escritores desde la plataforma fílmica de un extraordinario director.

(1) Citado por Gaudreault, André & Jost. François. El relato cinematográfico. Ciencia y narratología Paidós Comunicación # 64 Cine. Ediciones Paidós Ibérica, S. A. Madrid. 1995. pp. 137. El original es: Hitchcock / Truffaut, edición definitiva, París, Ramsay, 1993 (trad. cast.: El cine según Hitchcock, Madrid, Alianza, 1993).

Producción : Canal+, FOZ, Fidélité Productions, France 2 Cinéma, Gimages y Headforce Ltd. Dirección : François Ozon Guión : François Ozon y Emmanuèle Bernheim Países : Francia-Gran Brtaña Año : 2003 Fotografía : Yorick Le Saux Música : Philippe Rombi Edición : Monica Coleman Actores : Charlotte Rampling (Sarah Morton), Ludivine Sagnier (Julie), Charles Dance (John Bosload), Marc Fayolle (Marcel), Jean-Marie Lamour (Franck), Mireille Mossé (hija de Marcel) Producción: Canal+, FOZ, Fidélité Productions, France 2 Cinéma, Gimages, Headforce Ltd., Timothy Burrill, Christine De Jekel, Olivier Delbosc, Marc Missonnier. Duración : 103 minutos Distribución : Cinemas Nueva

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