El mundo de la clase burguesa estadounidense, con sus casas bonitas, sus autos flamantes y toda la felicidad y el horror que la tarjeta American Express puede comprar, son el escenario de esta brillante cinta, al segunda en el canon de Todd Field (el mismo de la demoledora Crimen Imperdonable/In The Bedroom), que camina muy cuidadosamente entre la carcajada y el escalofrío, pero librándose de las trampas del melodrama. En buena parte esto se debe al espléndido guión del novelista Tom Perrotta y Field, que nos muestra lo que ocurre durante un largo y caluroso verano en el ficticio suburbio residencial de Bellington, en algún punto de la costa oeste de ese monstruoso leviatán conocido como los Estados Unidos de América.
Los habitantes de ese bonito vecindario son el engranaje que lo convierte en un arma letal de precisión: compacta, eficiente y muy peligrosa, bajo su apariencia. Junto con un efectivo narrador, conforman un coro polifónico de consciencias, un variopinto grupo de padres de familia que oscilan entre la treintena y la cuarentena, y que pese a ser "adultos responsables" teóricamente hablando, se desdoblan como los "niños pequeños" del título original.
Ahí está Sarah (una deslumbrante Kate Winslet), un ama de casa sexualmente frustrada que ve con cierto horror a su hija Lucy, a la que no alcanza a comprender y que secretamente anhela volver a sus años de feminista post-universitaria de ambigua sexualidad, mientras prepara almuercitos y ve a Barney en la TV.
O también está Brad (Patrick Wilson), amo de casa, temeroso de su futuro, mismo que intenta posponer lo más posible: y cómo no, si como rey de la prepa y de la universidad lo tuvo todo siempre fácil, pero que ahora se acerca a la paternidad de tiempo completo con una mezcla de orgullo, miedo y sorpresa, estableciendo un nexo estrecho y complicado con su pequeño Aaron, suscitando los celos inexplicables de su hermosísima esposa, Kathy (Jennifer Connelly, en un trabajo sensacional), quien ha logrado consumar su expresión como cineasta de documentales al costo de sus fantasías de ser la madre perfecta.
Lo que sucede en estas dos casas, cuando Sarah -- que ignora que su marido Richard, a todas luces maduro y centrado, está adicto y enviciado con un sitio web de porno- y Brad se enredan, casi sin proponérselo en un affair que se complica y retuerce, es parte central de la trama... pero no todo es lo que vemos en las inmaculadas superficies de esta cinta.
De hecho, ellos no son los únicos personajes que encontramos en las calles arboladas, parques y áreas de juego de Bellington: también está Larry Hedges (Noah Emmerich) un ex policía de carácter volátil y obsesivo compulsivo, que establece una jihad personal contra Ronnie, un pedófilo atormentado (mas no por ello menos repelente, encarnado por el excelente Jackie Earle Haney) y su anciana madre, May, quienes forman parte de la textura del vecindario, soportando estoicamente los ataques de gente decente que escalan en violencia y provocación hasta llegar a un punto de quiebra.
Poseedor de un humor salvaje y una mirada sagaz, Field trabaja de una manera simple para contar su historia y lo hace con imágenes magistrales y diálogos completamente genuinos. Uno siente que ha dicho palabras como éstas más de una vez... y que ha oído a gente como esta hablar así, porque al final de cuentas, son gente como uno. Eso es lo que más me atrajo de la película: su urgente sensación de inmediatez, de lugar, de tiempo definido; las actuaciones son de primera, pero definitivamente la cinta pertenece a Winslet y Connelly que se reparten el botín con absoluta elegancia en una de las mejores cintas de la temporada de premios… y por mucho.
Secretos íntimos/Little Children
Con Kate Winslet, Jennifer Connelly, Patrick Wilson y Jackie Earle Haney
Dirige Todd Field
Estados Unidos, 2006
