26 ene 2009

Shrek 3, film de Chris Miller

Miguel Cane

En su tercera aventura, el malhumorado (pero noble) ogro del pantano alcanza una cierta madurez que ya se dejaba ver desde el principio de la serie; ha ido creciendo hasta convertirse en una nueva figura icónica dentro del cinema animado, y aún con sus detractores y sin estar exenta de alguna falla, es una de las razones para ir al cine este verano.








Partiendo de la anécdota original – una historia de búsqueda sin mayor pretensión-, Shrek Tercero muestra una congruencia que muchas cintas “reales” – esto es, con actores ante la cámara- muchas veces no consiguen al llegar a una tercera cinta: los personajes que el público ha llegado a querer y ubicar perfectamente han crecido; en la primera cinta, Shrek consideraba que no era digno de nadie. En la segunda, no se consideraba digno de ser esposo de Fiona y ahora no se considera digno de ser rey y sufre de miedo con la noticia de que va a ser padre.

Hemos podido ver también como han ido aumentando sus responsabilidades y hemos ido conociendo todo el entorno que lo rodea: conocimos a su enamorada Fiona, conocimos la familia y padres de su esposa, los reyes Harold y Lillian y ahora lo que muchos estábamos esperando ver: podremos conocer a sus hijos.

Evidentemente, con mayores expectativas, hay mayores retos; es así que para esta tercera parte, los animadores de DreamWorks ponen toda la carne en el asador, por así decirlo: la tecnología usada para esta cinta permite dar más vida a cada uno de los personajes, ahora podemos ver y disfrutar de más detalles en la expresión, con un absoluto control de los rostros y como valor agregado de muchos más personajes con tanto cuidado en detalles como los principales.

A todo esto la producción la llama “realidad estilizada”; es decir, la construcción de personajes con una realidad marcada. Podemos ver en la cinta de forma muy evidente, muy perceptible a cualquier espectador que no conozca mucho de este tipo de tecnología (como es el caso de uno) cosas como: el movimiento del pelo (que es algo excepcional), la textura de los vestidos, el tejido, el brillo y su suavidad.



Particularmente parece rescatable este último aspecto de la cinta, que es de la cosas que más se resaltan en el filme y hacen que cobre más vida cada uno de los personajes dentro de la historia, que ahora gira en torno a la búsqueda de un heredero adecuado al trono del Reino Muy, Muy Lejano, que resulta ser nada menos que una versión adolescente del Rey Arturo; así mientras Shrek, el Burro y el Gato con Botas tratan de encontrarlo (otra historia de búsqueda), Fiona – que va a ser mamá- se alía con otras princesas como La Bella Durmiente, Blancanieves, Cenicienta y Rapunzel, para impedir que el gandallón Príncipe Encantador le arrebate el reino a sus legítimos soberanos.

La anécdota es simple, pero rinde para hora y media de enredos, humor (blanco y de varios colores) y algunos números musicales. Ahora bien, los comentarios y especulaciones acerca de esta nueva versión vienen y van. Muchos de ellos no le favorecen, pues mencionan que la película es mala, demasiado simple, los combates dejan mucho que desear, bla, bla, bla – ya saben, nunca se puede tenerlo todo-. No obstante, una cosa es innegable: esta saga está pensada en el público infantil, pero su naturaleza picaresca le ha ganado la atención del público adulto.

Pero no se puede dejar de lado la simpleza de su historia y de sus personajes justamente por su carácter infantil. En lo que si me pondré a favor de la crítica internacional, es en considerar que la historia del ogro y la princesa hasta aquí puede llegar. Yo particularmente he saciado todo lo que quería ver y podía esperar de este personaje. Una historia más la tornaría aburrida y completamente innecesaria… por lo demás, sobre todo si son admiradores, tanto de los personajes, o del sorprendente arte de la animación por computadora.

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