Miguel Cane
El que una película se construya en torno al rentable carisma de Tom Cruise, que ostentó el título de estrella de cine más taquillera del mundo hasta hace poco (Will Smith le comió el mandado) genera muchas expectativas, aunque no siempre salen como se espera. El caso de Operación Valkiria es ese.
Todos los aspectos actorales (incluyendo a Cruise, que pese a la loza de su estrellato no es necesariamente un mal intérprete, como lo probó en su momento, con cierto compromiso, para Oliver Stone, Paul Thomas Anderson y – con ciertos titubeos, de los que carecía su entonces esposa y compañera de escena- Stanley Kubrick en su opera finis, Ojos bien cerrados, estrenada hace ya una década) y técnicos son notables. Las fases del complot de Stauffenberg están muy bien explicadas, y se enriquecen con una noción y ritmo de suspenso que, pese a ya saberse el resultado de la misión, logra absorber la atención del público en la acción.
Pero estos momentos notable no logran disipar la sensación de que esta película está hecha por encargo, que no hay pasión en ella y que no ofrece nada nuevo. Esto se confirma en la aparición de estereotipos y detalles ya consabidos, como la coda que nos informa sobre el destino de todos los protagonistas, algo que ya es de cajón en esta clase de cintas.
Así, pese al carisma de Cruise – que se deja mostrar medianamente desfigurado, pero nunca se despoja de su estatus de movie star y de razón de existir de la película en sí- la cinta queda reducida así a la condición de película didáctica y a veces larga, que merecerá para bien o para mal más atención de la que merece por ser una película estelarizada por Tom Cruise que por cualquiera de sus otros valores.
Operación Valkiria/Valkyria
Con Tom Cruise, Clarice Van Houten, Bill Nighy, Tom Wilkinson y Kenneth Branagh
Dirige: Bryan Singer.
Estados Unidos (2008)