Después de un largo rodaje en Bahamas y mucha especulación, Johnny Depp regresa como el capitán Jack Sparrow en la más nueva aventura de los Piratas del Caribe. Dirigida por Gore Verbinski (El Aro), que repite su función detrás de la cámara después de la bastante fallida The Weatherman, esta es una comedia de aventuras hecha al estilo de las antiguas películas de Burt Lancaster o Erroll Flynn, filtrada a través de las sensibilidades modernas, con fuertes dosis de humor y aventura (y algunas secuencias francamente espeluznantes, lo cuál hace pensar si realmente serán los niños en quienes estaban pensando al producirla), que reúne virtualmente a todo el elenco de la primera aventura, estrenada en 2003.
Esta secuela, cuidadosamente planeada, no va a decepcionar a los miles de fans que generó la anterior: es inteligente y divertida, aprovecha bien a su elenco [hasta Orlando Bloom, que es un actor insípido y deficiente, sale muy bien librado] y se mueve, con espléndido ritmo para llegar a un desenlace que – naturalmente- hará que el público esté muy, muy pendiente del estreno de la tercera parte el año próximo.
Sin arruinar ninguna de las muchas sorpresas que el filme reserva para su público, a grandes rasgos se puede decir que en esta aventura los personajes encaran peligros aún mayores que los hallados en el Perla Negra. Gracias a la magia del siniestro y grotesco Davy Jones (Bill Nighy), Will Turner (el carilindo y medio pelele Bloom) se reúne con su padre, Bootstrap Bill Turner (aquí interpretado por Stellan Skarsgaard), un hombre maldito que no desea que su hijo cometa los mismos errores que él, mismos que lo llevaron a pasar un buen tiempo atado en el fondo del mar y posteriormente a ser parte de la tripulación del Holandés Errante, barco fantasma por excelencia.
De este modo, todos los que en ese barco se encuentran se han convertido en una suerte de monstruos marinos y Jack Sparrow corre el grave peligro de convertirse en uno de ellos, si es que sus amigos no intervienen a tiempo.
Por su parte, la bella Keira Knightley demuestra que no es flor de un día y su Elizabeth Swann, ahora colocada en un dilema más complicado de lo que parece, se luce como una heroína digna de novela de Salgari; su transformación de una película a otra es notable: ya no es la criaturita frágil e inocente que vimos al principio de la saga; ahora Elizabeth descubre en ella la posibilidad de ser ella misma una pirata, aún si irónicamente, parte de su labor es convencer a Sparrow que bajo su postura de corsario, existe un hombre bueno… ¿será que ella no es tan blanca paloma como parece?
La chica ha madurado como actriz y trasciende su rostro celestial para convertirse en uno de los principales apoyos del sensacional Depp dentro del reparto, que incluye estupendas actuaciones por parte de los actores, especialmente de Jack Davenport como el buenmozo pero amargado James Norrington, a quien Elizabeth, Turner y Sparrow le arruinaron la vida y ahora buscará la manera de desquitarse porque es lo justo; donde Tom Hollander es un espléndido villano en su papel de Lord Cutler Beckett, que curiosamente no exagera su desempeño, aún si es básicamente una perniciosa caricatura.
Como cineasta, Gore Verbinski se ha logrado sacudir el estigma de tener éxitos comerciales por encima del reconocimiento artístico y lo cierto es que su manera de trabajar y construir la cinta amerita reconocimiento: nunca pierde el ritmo ni resulta tedioso: la cinta es de aventuras y acción y así mismo la presenta, sin ninguna engañifa. La casa Disney sin duda estará de plácemes: la película es de excelente factura y garantiza no sólo el retorno de los fans admiradores de la trama, sino que además los mantiene cautivos para la próxima. Larga vida pues al capitán Sparrow y mucha suerte… la necesitará para salir íntegro de esta.
Piratas del Caribe: El Cofre de la Muerte/ Pirates of The Caribbean: Dead Man’s Chest
Con Johnny Depp, Keira Knightley, Orlando Bloom, Bill Nighy, Jack Davenport y Stellan Skargaard.
Dirige: Gore Verbinski
Estados Unidos 2006
