Desde que inició su carrera hace poco más de una década con la extraordinaria Pi: el orden del caos, el estadounidense Darren Aronofsky se ha establecido como un cineasta idiosincrásico y notable; su trabajo en la descarnada Réquiem por un sueño le valió el reconocimiento del público y la crítica, mientras que la muy anticipada La Fuente fue controvertida y vilipendiada por algunos, donde otros la señalan como una obra visionaria.

Como suele ser habitual en su obra, aquí Aronofsky nos ofrece un endeble atisbo de esperanza en un mundo monstruosamente cruel e indiferente, un resquicio de luz que se podría apagar de súbito, sin contemplación alguna, no sólo para su protagonista, sino para todos los que conforman su mundo. El director ofrece una mirada sin concesiones al declive de dos personajes cuyo trabajo y, por ende, su propia vida, depende de su físico él destruyéndolo gradualmente y ella exhibiéndolo con desgano: Ram y Cassidy dos personajes que ven cómo la gloria de la juventud les ha sido arrebatada, pero se rehúsan a aceptar la realidad.
El particular descenso a los infiernos del protagonista, ídolo con pies de barro, no es más que una nueva transustanciación de la lucha del hombre por alcanzar de algún modo la inmortalidad, tema también recurrente en la filmografía de Aronofsky, que adopta matices de inmediatez, de mirar todo de frente, convirtiendo la odisea del luchador en un conmovedor acto que permanece, como sus interpretaciones, tatuado de modo indeleble en la retina del espectador.
The Wrestler/El Luchador
Con Mickey Rourke, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood
Dirige: Darren Aronofsky
Estados Unidos 2008