Miguel Cane
Desde que inició su carrera hace poco más de una década con la extraordinaria Pi: el orden del caos, el estadounidense Darren Aronofsky se ha establecido como un cineasta idiosincrásico y notable; su trabajo en la descarnada Réquiem por un sueño le valió el reconocimiento del público y la crítica, mientras que la muy anticipada La Fuente fue controvertida y vilipendiada por algunos, donde otros la señalan como una obra visionaria.
Ahora retorna con El luchador, una cinta que se centra en cómo transcurre la vida de Randy 'The Ram' Robinson, un profesional de la lucha libre de la década de los ochenta que ha visto pasar sus mejores épocas y tras sufrir un infarto después de participar en un combate, es instado por los médicos a abandonar definitivamente el ring. Sin muchas opciones, Robinson trata de rehacer su vida junto a Cassidy, una fatigada stripper a la que corteja y trata de reestablecer una relación significativa con su hija adolescente, Stephanie, a la que no ha visto en años y quien, a todas luces, lo desprecia – al menos al principio- pero una irresistible oferta para un nuevo combate de exhibición contra su antiguo rival, el Ayatollah, lo lleva a buscar la gloria de nuevo, aunque sea una vez más.
Suena un poco como el argumento de una de las cintas de la saga Rocky, ¿no es verdad? Sin embargo, esta es una cinta madura, casi documental, con una cámara en mano pegada casi siempre a la espalda de su protagonista, por lo que trasciende las etiquetas y resulta en un verdadero prodigio. Levantándose de su propia ruina, igual que Ram Robinson, Mickey Rourke, que fuera un actor con el mundo a sus pies y que por su petulancia personal acabó sistemáticamente con cualquier respeto profesional que tuviera, se levanta de la caída y ofrece una interpretación intensa, casi desesperada, sin nada qué perder y junto a él brillan la casi olvidada Marisa Tomei y la joven Evan Rachel Wood, incandescentes como las dos mujeres que lo anclan al mundo real fuera del cuadrilátero.
Como suele ser habitual en su obra, aquí Aronofsky nos ofrece un endeble atisbo de esperanza en un mundo monstruosamente cruel e indiferente, un resquicio de luz que se podría apagar de súbito, sin contemplación alguna, no sólo para su protagonista, sino para todos los que conforman su mundo. El director ofrece una mirada sin concesiones al declive de dos personajes cuyo trabajo y, por ende, su propia vida, depende de su físico él destruyéndolo gradualmente y ella exhibiéndolo con desgano: Ram y Cassidy dos personajes que ven cómo la gloria de la juventud les ha sido arrebatada, pero se rehúsan a aceptar la realidad.
El particular descenso a los infiernos del protagonista, ídolo con pies de barro, no es más que una nueva transustanciación de la lucha del hombre por alcanzar de algún modo la inmortalidad, tema también recurrente en la filmografía de Aronofsky, que adopta matices de inmediatez, de mirar todo de frente, convirtiendo la odisea del luchador en un conmovedor acto que permanece, como sus interpretaciones, tatuado de modo indeleble en la retina del espectador.
The Wrestler/El Luchador
Con Mickey Rourke, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood
Dirige: Darren Aronofsky
Estados Unidos 2008