Miguel Cane
Existen intérpretes que con su sola presencia justifican, por mucho, el desembolso de un boleto de cine, especialmente para miembros de cierta generación. Tal es el caso de la pareja conformada por Dustin Hoffman y la formidable Emma Thompson; aunque ya no se encuentran en la cima de la popularidad, en un mundo como el del cine, que favorece indiscriminadamente a lo más nuevo, lo más joven y lo más bonito, éstos dos siguen siendo figuras de peso, que entregan lo mejor de sí en cada toma, en cada escena y no importa tanto si la historia no es terriblemente original: ellos le dan un cariz de humanidad, de empatía, incluso de ternura, que hace al espectador interesarse totalmente en ellos.
Situada en Londres, ésta es la historia de Harvey Shine (Hoffman), un hombre maduro que no ha tenido éxito en la vida y siempre se ha salido por la tangente para eludir sus responsabilidades. Harvey viaja a Inglaterra para asistir a la boda de su hija, y estando ahí se entera de que ya no tiene trabajo y que su hija preferiría que su padrastro la entregara al pie del altar.
Por su parte Emma Thompson encarna a Kate Walker, una mujer solitaria que trabaja en el aeropuerto (donde se conocen brevemente) y que debe lidiar con una serie de cosas en su vida – la creciente noción de que ya no tendrá una vida romántica satisfactoria, de que ha llegado a una edad en que ya no es una “chica” y una madre senil (la brillante Eileen Atkins) que tiene temores irracionales respecto a sus vecinos-.
Cuando estos dos se encuentran y se conocen, comienzan una larga conversación (podría decirse que casi toda la película es un diálogo entre ambos) acerca de sus vidas, sus temores, sus anhelos, y es el principio de lo que podría ser una relación entre dos personas maduras, solas e imperfectas, ante la proverbial “última oportunidad” que el título implica.
Ahí, con los dos trabajando, es cuando la película funciona. El resto – las subtramas de persuadir al padre de asistir finalmente a la boda, la madre de Kate y sus sospechas del vecino, el choque cultural- funcionan como adornos, son de escasa trascendencia y pueden ser hasta distracciones. El objeto de la cinta, es ver a la pareja conocerse, y el director-guionista Joel Hopkins, les da la oportunidad de hacerlo, aún si algunas veces las interrupciones resultan irritantes.
Londres funciona muy bien como locación y se utiliza al máximo. Emma Thompson está (como siempre) radiante de carisma y es quien realmente lleva la película, estimulando a Hoffman para dar vida a un hombre cualquiera – casi una versión madura del confundido Ben Braddock de El Graduado, cuarenta años después- y hacer creíble la relación entre ambos.
Esta, aunque disfrazada de “comedia romántica” y armada con los convencionalismos propios del género en muchos aspectos, es una película muy humana, con personajes entrañables y un sosiego que ya no es habitual en este tiempo de edición por computadora y efectos especiales a lo salvaje y sirve para recordarnos que hay otras razones para ir al cine – si bien no todo el mundo comparte esta idea, en la constante búsqueda de espectáculo y esparcimiento-: poder asomarnos a una actuación (en este caso dos), de gran calibre, y a una historia (o en este caso, dos) de sorprendente interés humano, y con un elenco como éste, no es raro que funcione, aunque sólo sea para un público que sea, como los protagonistas, de tipo maduro.
Tu última oportunidad/Last chance Harvey
Con: Dustin Hoffman, Emma Thompson, Kathy Baker, James Brolin y Eileen Atkins.
Dirige: Joel Hopkins
Estados Unidos/Reino Unido 2008.