Primero: yo no he leído ni una sola de las novelas de Dan Brown, aunque no fui ajeno al fenómeno que armó con el libro El Código Da Vinci. Alguna vez, antes de partir a España, mi novia me pidió que le comprara un libro –con hartas páginas, para sobrevivir el vuelo- y tuve la puntada de comprarle precisamente el de El Código. El libro le encantó y terminamos yendo a ver la película protagonizada por Tom Hanks, que no me gustó para nada. Pero un segundo viaje a España me llevó a regalarle el Ángeles y Demonios, que, como consecuencia, me llevó a llevarla a ver la película. Así que, yo no he leído ni una página de Dan Brown, de lo que hablo aquí es solamente de la película.
Segundo: yo esperaba una película igual de mediocre que la primera, pero quizá fue mi fe en que el director Ron Howard se superara de aquél trabajo, que me hizo comprar los boletos sin chistar (esto y que el resto de la cartelera está realmente floja).
Tercero: un tema de intriga religiosa, dentro del Vaticano, involucrando la muerte de un Papa, si es bien tratada, puede conducir a una buena película.
Y pues, no es que esta sea una muy buena película que vaya corriendo a comprar cuando saquen en DVD, pero de las palomeras, resulta ser bastante entretenida.
Una de los aciertos de esta película es que se establece desde el principio, de forma clara y hasta eso –por el tema- sencilla, la problemática. Todo comienza en un acelerador de partículas donde se está creando antimateria, alguien se roba una de las tres partículas de antimateria y amenaza con volar con ella el Vaticano, todo esto en medio del Cónclave para elegir a un nuevo Papa.
Robert Langdon –interpretado por Hanks- , a quien ya conocen y no quieren mucho en el Vaticano por lo sucedido en la película anterior (esto en la adaptación, porque en el mundo de las novelas, primero va esta y luego la de El Código da Vinci), es llamado para resolver los misterios de los Iluminati, la supuesta secta secreta que está detrás no sólo de la amenaza de bomba sino del secuestro de cuatro de los cardenales –de los favoritos para ser el Papa- a quienes amenazan con matar.
El asunto con Brown es que es criticado por no saber mucho de religión ni de historia, se toma no solamente muchas libertades sino que acomoda los hechos históricos a su antojo para construir una intriga. En las investigaciones de Langdon por todo Roma para dar con el escondite histórico de los iluminati, recurre a los archivos del Vaticano, buscando textos de Galileo, que vivió 200 años de la primera seña de esta supuesta orden secreta.
Las reglas para elegir al nuevo Papa, también, son torcidas lo más que se puede por Brown… lo mismo con el comienzo mismo de la historia, que es la creación de antimateria en un acelerador de partículas, que es una sinrazón… pero sirve a la trama y si sirve a la trama pos qué nos importa. No estamos viendo un documental sino una película palomera.
Las claves para el desarrollo del misterio y sus revelaciones se dan de poco a poco y se explican convincentemente –que es el rol de Hanks en la película- ayudado por una presencia extraordinaria de Ewan McGregor, que la hace del Cameralengo –algo así como el secretario particular del Papa muerto- quien, según la película, se convierte en el jefe del Vaticano cuando muere el Papa y en lo que eligen a otro (que no es cierto).
Como en muchas películas de intrigas, se va sospechando de la gente, porque casi desde el inicio nos plantean alguna traición en el Vaticano, y se muestran personajes que obviamente son los malos, otros los buenos y unos más que se mueren en las balaceras y no importa.
Y hablando de balazos… esta no es una película de acción, la verdad es que Tom Hanks ya no está como para desembarcar en Normandía en la Segunda Guerra Mundial o para atravesar Estados Unidos corriendo. Sí hay dos o tres escenas en que escapa por los pelos de los malos y otra en que rescata a los buenos, pero ahí necesita ayuda. Adaptado totalmente a su edad, ni siquiera se le plantea a la más joven Ayelet Zurer como interés romántico, porque ese tipo de subtrama nomás añadiría al enredo (supongo).
El que no me convenció del todo fue Ewan McGregor, que cumple perfecto con su escena de acción. Su presencia se ve muy joven entre todos los viejitos cardenales –obvio que mi novia estaba fascinada con su presencia y no creo que haya sido la única- pero al final resulta pieza clave en todo el tinglado y uno le termina comprando el papel al Cameralengo.
Como película entre detectivesca y de intriga, está muy buena, para los que no leímos el libro (y ni nos interesa), y por ende no sabemos quiénes son los malos y quiénes los buenos (bueno, Tom Hanks está claro que interpreta al bueno) todo es un misterio que se va resolviendo de a poquito.
Junto con las claves que va resolviendo Langdon, está padre también el paseo que nos dan por la impresionante basílica de San Pedro y algunos sitios interesantes en Roma –aunque los datos históricos que dan son inexactos y los archivos no son así- y con todo y que son a alta velocidad, se compensa al ver a los Alfa Romeo a los que hacen un muy buen anuncio en las horas en que todos los involucrados andan dándole vueltas a Roma tratando de rescatar cardenales.
Dirán que cito mucho Tesoro Nacional (porque me parece lo que debe de ser una buena película palomera), pero esta es como Tesoro Nacional tomada un poco en serio y en un tono universal.