La figura de Giacomo Casanova como amante por excelencia, es leyenda desde hace siglos; fue inspiración de la ópera de Mozart Don Giovanni y se usa su apellido para calificar a un hombre hábil en las artes de la seducción. En 1976, Federico Fellini realizó un formidable retrato alegórico del célebre libertino, jugando con la noción de que posiblemente fuera una figura imaginaria o bien, no del todo real. Donald Sutherland, uno de los mejores y más valerosos actores de su generación, que en los 70 realizó su más impresionante y versátil obra, dio vida al personaje y la cinta, dado el estilo del cineasta italiano, se regodeaba en una serie de coloridas escenas y una producción pletórica de detalles excéntricos.
En la película que ahora presenta el sueco (avecindado en Estados Unidos) Lasse Hallström, cuya carrera ha sido – por decir lo menos- desigual, presentando filmes interesantes como What’s Eating Gilbert Grape o Atando cabos (sobre una novela de Annie Proulx), alternándolos con bodrios infames como Una vida sin terminar, la sensualidad desaforada del mito está presente, aunque ahora el guión de Jeffrey Hatcher y Kimberley Simi, esté salpicado de vigorosas dosis de humor, que sacan a la película de lo rutinario, resultando mucho más accesible para el público.
Heath Ledger interpreta aquí al seductor como un hombre que simplemente no puede evitar ser el objeto de delirante deseo por parte de las damas: desde matronas ya maduritas y casadas (uno supone que la frase “¡que viene mi marido!” puede atribuirse a sus andares por la Venecia de mediados del siglo XVIII) hasta novicias y vírgenes doncellas; todas literalmente son capaces de cualquier cosa por caer en sus brazos: de hecho, al comenzar la narración, el mismo Casanova hace alusión a diez mil mujeres a lo largo de su vida.
La cinta se enfoca en una en especial, la hermosa Francesca Bruni – encarnada por la joven inglesa Sienna Miller, que demuestra ser mucho más que un rostro celestial fotografiado hasta el cansancio en revistas de moda y deja ver una vis cómica que pocas chicas poseen- una rebelde de su tiempo que osa cuestionar su rol femenino en la sociedad veneciana, para emerger a la luz de la trascendencia: los fuegos artificiales que surgen cuando ella y Casanova ven sus caminos cruzados (a él le pisa los talones la Inquisición y no hay mucho que el Príncipe, máxima autoridad local, pueda seguir haciendo para salvarle la vida), será materia para que a lo largo de hora y media, Hallström y su elenco (que incluye a Jeremy Irons, Oliver Platt y a la esposa del director, la aún muy atractiva Lena Olin) se diviertan jugando en una farsa ligera – por momentos es casi similar al cine que Mauricio Garcés solía hacer aquí en los 60-, todo enmarcado por la música de Alexandre Desplat y hermosas locaciones naturales, captadas por Oliver Stapleton (cinefotógrafo de cabecera del cineasta: han hecho mancuerna en seis cintas).
Casanova no pretende ser cinta importante, sin embargo, tiene una simpatía que logra sostenerse hasta su desenlace; aquí lo interesante, es el esgrima verbal entre los protagonistas y la química que surge entre ellos. Como es natural en cintas de época, hay anacronismos e inconsistencias en la trama, sin embargo, la compañía lo lleva todo a buen fin, en una constante de risas que son tan irresistibles para el público, como los encantos del seductor.
Casanova
Con Heath Ledger, Sienna Miller, Jeremy Irons, Oliver Platt y Lena Olin
Guión: Jeffrey Hatcher y Kimberley Simi. Música: Alexandre Desplat.
Dirige: Lasse Hallström. Estados Unidos, 2005