Miguel Cane
El argentino Alejandro Agresti era conocido en México por el estreno comercial de dos de sus cintas anteriores, Una noche con Sabrina Love (con Cecilia Roth) y la muy bien recibida y enternecedora Valentín.
De hecho, es el éxito de esta película, realizada en 2002, lo que le abrió las puertas de Hollywood; así con el precedente de otros cineastas sudamericanos (y latinoamericanos) que incursionan en el cinema angloparlante, Agresti busca romper moldes de un género preestablecido: donde “El Negro” González-Iñárritu apostó por el melodrama de venganza (21 Gramos), Walter Salles por la fábula gótica (la preciosa Agua turbia, con Jennifer Connelly) y su compatriota Fernando Meirelles redefinió los parámetros del thriller político (la deslumbrante El Jardinero fiel), Agresti – que es también talentoso artista plástico, lo cuál se advierte en la composición de sus escenas- decide hacer lo mismo por el género de la película “romántica” o bien, basada en el desarrollo y consecuencias de una relación amorosa entre los protagonistas, aún si La Casa del lago no entra de lleno en los cánones de la comedia romántica [pese a llevar como protagonista a una estupenda y madura Sandra Bullock] y se las ingenia para evadir los artificios habituales del melodrama.
Basada parcialmente en la cinta coreana Il Mare (Hyun-seung Lee, 2000) y adaptada por el dramaturgo David Auburn – responsable de traducir al lenguaje cinematográfico La prueba-esta es la historia de Kate Forster (Bullock), una dedicada médico y el arquitecto Alex Wyler (Keanu Reeves, bastante alivianado) quienes tienen en común el ser inquilinos de una sofisticada y ultramoderna residencia ubicada justo sobre el Lago Michigan, en la orilla norte de Chicago, con dos años de diferencia.
Lo que sucede cuando, mediante cartas depositadas en un misterioso buzón, comienzan a comunicarse y – naturalmente- a enamorarse, es lo que da pie a esta trama, que exime algunos elementos narrativos más lógicos y realistas (¿cómo es que Kate no le da un número de teléfono a Wyler en vez de hacer toda esta faramalla de las cartitas? La verdad es que llega un punto en que no importa) a favor de secuencias que invitan a la reflexión sobre la existencia sentimental de los personajes, no sólo en relación con ellos mismos, también en cómo lo que sienten por los demás los afecta [como sucede en la exploración del presunto romance de Kate con un abogado llamado Morgan (Dylan Walsh) o la ominosa relación entre Alex y su padre, Simon (interpretado por Christopher Plummer, aquí muy lejos de los alpes austriacos y su Fräulein Maria)] en formas que, como este desliz en el tiempo que los aproxima, resultan inexplicables.
Aunque bellamente realizada (el trabajo del cinefotógrafo Alar Kivilo es extraordinario) y muy bien actuada, la cinta tiene un problema nada menor, que provoca inquietud conforme avanza hacia su conclusión: ¿qué es lo que me quiere contar? ¿Es un análisis de la naturaleza humana del amor y sus despropósitos? Sí, pero… ¿con qué objeto suceden las cosas que estoy viendo? ¿Agresti desea – yo espero que no- aderezar su filme con elementos del sobadísimo “realismo mágico” que en las últimas cuatro décadas ha sido un zapato que no se pueden sacar los narradores latinoamericanos (y sí, Agresti narra mediante sus fluidas imágenes) para contar algo?
Tal pareciera que, por momentos, su identidad zigzaguea y la historia se pone demasiados antifaces para su juego de las representaciones, llegando a perder noción algunas veces y por momentos, de lo que realmente importa en su argumento y entre los personajes.
La Bullock ha crecido y el papel le viene como anillo al dedo: es bastante distinto a las heroínas ingeniosas de su pasado y permite un asomo de lo que podrá venir en su futuro, mientras que Reeves se suelta y le entra al juego, para dejar de lado que podría ser la versión masculina de Faye Dunaway, en lo que a ponerse intenso respecta, ya que aquí luce más como un ser humano que como una imagen en celuloide y es así que por momentos uno cree que realmente está presenciando una historia de amor, aún si al terminar el espectador ya no va a estar tan seguro, por mucho que esta cinta, hecha con espléndida factura, le haya gustado.
La Casa del lago/The Lake House
Con Sandra Bullock, Keanu Reeves, Shoreh Angsdaloo, Dylan Walsh y Christopher Plummer
Dirige: Alejandro Agresti
Estados Unidos, 2006