Miguel Cane
Inglaterra se ha distinguido desde hace algunos cuantos años, por producir comedias cinematográficas de buena factura, con argumentos sólidos y buenas actuaciones, que consiguen atraer la atención del público y la buena voluntad de muchos críticos. Tal es el caso de Kinky Boots, cinta de Julian Jarrold que, siguiendo la pauta de cintas memorables como El Full Monty o Cuatro Bodas y un Funeral, invita a la ternura y la carcajada muchas veces en una misma secuencia.
La historia gira en torno al bien intencionado Charlie Price (Joel Edgerton), heredero de una fábrica de zapatos que ha pertenecido a su familia por décadas y donde se produce calzado de altísima calidad con métodos artesanales. El meollo del asunto es, el mercado los está devorando y Charlie debe encontrar una solución para rescatar su fábrica, que es el principal sustento del pueblo.
El problema es que Charlie nunca se vio a sí mismo como director de la fábrica por lo que no tiene idea de que se trata el negocio del calzado, así que recibe una inesperada ayuda de la bella Lauren (Sarah-Jane Potts) una empleada que tuvo que despedir, que está enamorada de él y que le ayuda a buscar mercados alternativos donde colocar nuevos productos.
En esta odisea encontrarán a la formidable Lola (el estupendo nigeriano-británico Chiwetel Ejiofor) que es un transformista que canta en un cabaret y juntos, desarrollan la idea de fabricar botas para travestis, ya que las botas para mujeres no están diseñadas para soportar el peso de un hombre y de este modo, tendrán un mercado con cada vez mayor demanda.
Sin prejuicios y encantada, Lola se muda al pueblo donde está la fábrica de “Price Shoes” y divide su tiempo como cantante y diseñador de las botas, mientras Charlie lidia con el personal de la fábrica, su desconcierto y la dificultad de adaptarse al cambio de fabricar zapatos Oxford a crear “78 centímetros de sexo” (esto es, botas espectaculares, formidables y como bien lo señala el título, totalmente kinkis). Como es natural, la presencia de Lola en la fábrica rompe esquemas y provoca uno que otro conflicto con los trabajadores, aparte de causar sensación y liberar a muchos de sus rígidos prejuicios, mientras tratan de crear una colección para presentarla en Milán… ¿lo conseguirán?
Esta es una película con el corazón bien puesto en su lugar y no le cuesta trabajo conquistar al público – considerando que toca algunos temas que todavía hoy son considerados, sino “tabú”, sí son tratados con pinzas.
Jarrold hace un espléndido trabajo como director de actores y aprovecha la estupenda química existente no sólo entre Edgerton y Potts (que hacen una estupenda pareja) sino entre los personajes de Charlie y Lola, cuya amistad aparentemente imposible se presenta en pantalla con naturalidad y sin melodramas: todos podemos tener amigos estrambóticos, que del mismo modo nos aceptan como somos aún si no somos como ellos. ¿Por qué no lo hacemos los demás?
Un discreto éxito en Europa y los Estados Unidos, Kinky Boots llega a México casi con un año de retraso, pero la espera ha valido la pena: se trata de una de las comedias más divertidas, ágiles y bien escritas de la temporada de otoño: hecha con gusto, es una película que se deja ver y el resultado, realmente, es muy satisfactorio algo cada vez más difícil en el panorama que llega cada semana, plagado de ideas bobas y sin chiste; la comedia aún no muere ni sólo es albur barato. Bonitas botas, con cinta a juego.
Kinky Boots
Con Joel Edgerton, Chiwetel Eijofor, Sarah-Jane Potts y Linda Bassett
Dirige: Julian Jarrold
Reino Unido 2005
Inglaterra se ha distinguido desde hace algunos cuantos años, por producir comedias cinematográficas de buena factura, con argumentos sólidos y buenas actuaciones, que consiguen atraer la atención del público y la buena voluntad de muchos críticos. Tal es el caso de Kinky Boots, cinta de Julian Jarrold que, siguiendo la pauta de cintas memorables como El Full Monty o Cuatro Bodas y un Funeral, invita a la ternura y la carcajada muchas veces en una misma secuencia.
La historia gira en torno al bien intencionado Charlie Price (Joel Edgerton), heredero de una fábrica de zapatos que ha pertenecido a su familia por décadas y donde se produce calzado de altísima calidad con métodos artesanales. El meollo del asunto es, el mercado los está devorando y Charlie debe encontrar una solución para rescatar su fábrica, que es el principal sustento del pueblo.
El problema es que Charlie nunca se vio a sí mismo como director de la fábrica por lo que no tiene idea de que se trata el negocio del calzado, así que recibe una inesperada ayuda de la bella Lauren (Sarah-Jane Potts) una empleada que tuvo que despedir, que está enamorada de él y que le ayuda a buscar mercados alternativos donde colocar nuevos productos.
En esta odisea encontrarán a la formidable Lola (el estupendo nigeriano-británico Chiwetel Ejiofor) que es un transformista que canta en un cabaret y juntos, desarrollan la idea de fabricar botas para travestis, ya que las botas para mujeres no están diseñadas para soportar el peso de un hombre y de este modo, tendrán un mercado con cada vez mayor demanda.
Sin prejuicios y encantada, Lola se muda al pueblo donde está la fábrica de “Price Shoes” y divide su tiempo como cantante y diseñador de las botas, mientras Charlie lidia con el personal de la fábrica, su desconcierto y la dificultad de adaptarse al cambio de fabricar zapatos Oxford a crear “78 centímetros de sexo” (esto es, botas espectaculares, formidables y como bien lo señala el título, totalmente kinkis). Como es natural, la presencia de Lola en la fábrica rompe esquemas y provoca uno que otro conflicto con los trabajadores, aparte de causar sensación y liberar a muchos de sus rígidos prejuicios, mientras tratan de crear una colección para presentarla en Milán… ¿lo conseguirán?
Esta es una película con el corazón bien puesto en su lugar y no le cuesta trabajo conquistar al público – considerando que toca algunos temas que todavía hoy son considerados, sino “tabú”, sí son tratados con pinzas.
Jarrold hace un espléndido trabajo como director de actores y aprovecha la estupenda química existente no sólo entre Edgerton y Potts (que hacen una estupenda pareja) sino entre los personajes de Charlie y Lola, cuya amistad aparentemente imposible se presenta en pantalla con naturalidad y sin melodramas: todos podemos tener amigos estrambóticos, que del mismo modo nos aceptan como somos aún si no somos como ellos. ¿Por qué no lo hacemos los demás?
Un discreto éxito en Europa y los Estados Unidos, Kinky Boots llega a México casi con un año de retraso, pero la espera ha valido la pena: se trata de una de las comedias más divertidas, ágiles y bien escritas de la temporada de otoño: hecha con gusto, es una película que se deja ver y el resultado, realmente, es muy satisfactorio algo cada vez más difícil en el panorama que llega cada semana, plagado de ideas bobas y sin chiste; la comedia aún no muere ni sólo es albur barato. Bonitas botas, con cinta a juego.
Kinky Boots
Con Joel Edgerton, Chiwetel Eijofor, Sarah-Jane Potts y Linda Bassett
Dirige: Julian Jarrold
Reino Unido 2005