Este es un filme clásico de los 60, que en su momento sufrió la incomprensión de los públicos y actualmente, padece a causa de la amnesia/anorexia/apatía de las nuevas generaciones que, sin explosiones o chistes baratos, se rehúsan a siquiera explorar una historia que les resulte ajena en periodo histórico, temática o lenguaje.
Basada en una novela de Thomas Hardy (el mismo de Tess de los D'Urberville), ésta es la historia de una chica llamada Bathsheba Everdene (la celestial Julie Christie) y los tres hombres en su vida.
Todo comienza en 1864, cuando Bathsheba (o bien, Betsabé, como en la Biblia), siendo aún una adolescente, recibe su primera oferta matrimonial por parte de Gabriel Oak (el espléndido y muy guapo Alan Bates), un granjero modesto -- aunque con mejor posición que ella- que se dedica a la cría de ovejas. Bathsheba declina la proposición. Pese a que le convendría (ella es una huérfana sin medios), no ama a Gabriel y ¿qué objeto tendría casarse sin amor para ser infelices?
Gabriel accede. Después resulta que esto fue una bendición después de todo, ya que pocas noches después, uno de sus perros pastores enloquece y acaba con sus ovejas, por lo que ahora el hombre está arruinado. Haber tenido una esposa sólo habría complicado las cosas.
Quiere el destino entonces que Miss Everdene herede una granja y que Oak vaya a trabajar para ella. El granjero vecino, el rico viudo Mister Boldwood (el muy propio Peter Finch) pretende a Bathsheba, pero ésta se fija en el petulante y atractivo Sargento Frank Troy (Terence Stamp, tan apuesto como repugnante) y las cosas se complican de modo trágico...
No voy a contarles el resto de la historia (eso no es comentar cine, sólo es repetir lo que se ve y no tiene ningún mérito). Es preferible que, si pueden, traten de encontrar esta formidable cinta. El trabajo como director de cinematografía de Nicolas Roeg (años después se convertiría en un sensacional director por mérito propio) es fascinante: nunca antes la campiña inglesa de Wessex y Wiltshire había sido fotografiada con tanta ternura y textura.
Schlesinger es reconocido como un excepcional director de actores y éste filme no es la excepción.
El impacto de esta cinta reside en que pese a que dura casi tres horas, mantiene la atención del espectador todo el tiempo, siempre hay algo que sucede con los personajes y la historia, que hace reveladoras confesiones sobre las clases sociales en el Reino Unido del siglo XIX, está llena de sorpresas inteligentes.
Sin duda, uno de los filmes más relevantes de su periodo histórico que amerita un redescubrimiento, no sólo por las extraordinarias actuaciones de su elenco, sino también por su magnífica historia, relatada con compasión y riqueza de atmósfera, algo que no se ve mucho en cine hoy en día.