Miguel Cane
En esta era de absurda corrección política que prácticamente maniata a todos los medios, cuando surge una sátira bien planeada y de sabrosa mala leche, sin duda resulta irresistible para el espectador discerniente, que lejos de ser mojigato y fósil, se decide a probar cosas nuevas, como la propuesta hecha por Jason Reitman, el muy joven hijo del estupendo cineasta de origen canadiense Ivan Reitman (Los Cazafantasmas, Dave) en su debut en el largometraje: Gracias por fumar.
Basada en una novela de Christopher Buckley, esta es la historia de las argucias de las que se vale Nick Naylor (un estupendo Aaron Eckhart, completamente en su elemento), quien trabaja como vocero para una corporación tabacalera, para ganarse las simpatías del público y desafiar a los no-fumadores, que representan a su enemigo natural. Para esto, utiliza una amplia gama de armas: retuerce palabras, presiona debilidades, deslumbra con su sonrisa. Nick es un charlatán y lo sabe perfectamente.
No le importa. Sus escrúpulos están bien, gracias. Su habilidad es tan sorprendente, que logra impactar al hacer creer que lo que más le preocupa es que los adolescentes fumen. Nick tiene un par de amigos (Maria Bello y David Koechner) con quienes se reúne cada semana: ella es vocero de la industria del alcohol y él de la industria del armamento. Les hace gracia su posición ante la vida: viven para matar a los demás, pero ¿qué se le va a hacer?
Es una manera de ganarse la vida, aunque las buenas consciencias y los vetarros del mundo se desgañiten y desgarren las ropas. Todo mundo tiene que vivir de algo, ¿no es verdad? Después de todo, la vida de Naylor tampoco es un lecho de rosas: bastante tiene con lidiar con su exesposa amargada (Kim Dickens), una latosa aunque sexy periodista (Katie Holmes) que puede ponerlo en peligro y un político anti-fumador pesado como collar de papayas (William H. Macy, espléndido en su interpretación, que hace completamente apegado a la realidad y sin necesidad de extrapolar o de manotazos sobre la mesa).
Es su interacción con estos personajes lo que da mayores matices a la trama y revela distintas facetas de los personajes. En esta cinta no todo es lo que parece y muchas veces, detrás de la carcajada, aparece también la punzada que indica que Reitman nos acaba de dar un puntapié por debajo de la mesa.
Para ser un debut realizado por un director de menos de treinta años de edad, hay que admitir que Gracias por fumar impresiona precisamente por esto mismo. Robert Altman o Sidney Lumet, que le llevan medio siglo de experiencia a este chavo, no harían algo como esta cinta, porque ya las hicieron: Altman se lanzó al ruedo con M*A*S*H en 1970 y Lumet se coronó con Network (Poder que mata) en el 76. Ambas cintas son obvio punto de referencia para Reitman que mamó (sin albur, que conste) el oficio desde pequeño y se advierte no sólo por la destreza técnica que demuestra, sino también por el ritmo que imprime a cada escena a partir de los diálogos y las reacciones y gestos de Naylor.
Para eso mismo, el colocar a un actor como Eckhart es clave: este cuate, aunque resulte repelente, tiene todo para cautivarnos y su actuación es sensacional, dándole al guión una verosimilitud que algunas veces zigzaguea, pero que gracias a él se mantiene siempre viva en pantalla.
Esta es una sátira y como tal debe ser vista. No es una comedia simplona, ni una farsa, ni pretende condenar ni denunciar, sino más bien burlarse de la idiotez gringa por buscarle siempre etiquetas a todo y satanizar lo que le asusta. Bien realizada, Gracias por fumar es un asomo a lo que este director tiene para ofrecer, por lo que es ocasión de celebrar: no todo está plastificado en Hollywood y mientras haya un poco de sarcasmo, con la capacidad de una industria de burlarse de sí misma, entonces hay esperanza más allá del consabido remake y las secuelas múltiples.
Gracias por fumar/Thank You for Smoking
Con Aaron Eckhart, Kate Holmes, Maria Bello, Kim Dickens y William H. Macy
Dirige: Jason Reitman
Estados Unidos, 2006