Miguel Cane
Con su impresionante filme debut de 2005, Hard Candy, David Slade demostró ser no solo una vibrante nueva mirada en el panorama cinematográfico contemporáneo, sino también un audaz narrador que se atreve a buscar las facetas desconocidas de un género preestablecido. Ahora, con su primera cinta creada para el público masivo, 30 Días de Noche, aborda un trabajo mas arriesgado: adaptar el medio de la novela grafica a la pantalla la obra de Steve Niles y Ben Templesmith.
Slade lo hace con fidelidad: mantiene las texturas y claroscuros de los dibujos originales, transmitiéndolos al celuloide, de modo que se consolida una atmósfera inquietante y claustrofóbica, que es uno de los grandes aciertos del cineasta para lograr una tensión que no consigue mantenerse del todo, hasta el final.
La trama gira en torno a los acontecimientos en Barrow, un pequeño pueblo aislado en Alaska, muy cerca del círculo polar, donde en el invierno, una noche puede durar treinta días. En este poblado, la figura de autoridad es Eben Oleson (Josh Hartnett), el sheriff local, recientemente separado de su esposa, Stella (Melissa George), que no consigue abandonar el lugar junto con otros habitantes, que emigran durante los treinta días de oscuridad, hacia Fairbanks u otros puntos más al sur. La aparición de un misterioso joven anónimo (Ben Foster) resulta en un caos que crece, al preparar la llegada de un monstruoso vampiro llamado Marlow (Danny Huston, hijo del legendario John, en un trabajo actoral realmente estremecedor) que, junto con una legión de chupasangres llega a invadir el pueblo.
Tomando elementos tanto de Stephen King (’Salem’s Lot) como de George A. Romero (la saga de los Muertos), Slade cuenta su historia con ritmo y los efectos visuales durante los taques de los vampiros, que matan espectacularmente a sus víctimas, son estupendos, así como el maquillaje. La tensión crece y se sostiene, hasta la parte en la que los sobrevivientes a la invasión vampírica tienen que tomar refugio y sucumben entonces a los convencionalismos del género, mismos que el director había, aparentemente, buscado desafiar en su composición y diseño. Es de esperarse que estas cosas sucedan cuando se trata de una película dirigida a un público más amplio y el resultado, en sí, no es deficiente, si bien decae un poco hasta la confrontación climática entre policía y vampiro, con un desenlace que para algunos resultará inesperado, donde algunos (especialmente los aficionados a la lectura de novelas de vampiros) lo encontrarán un tanto previsible.
Josh Hartnett es un buen actor, cuya limitada expresión facial es útil para transmitir un carácter adusto a Oleson, donde la sorpresa la da Melissa George (que ya había aparecido en Mulholland Drive, de David Lynch, así como muchas cintas y series de TV, sin alcanzar el estrellato que bien podría merecer) que hace de Stella una heroína intensa, interesante y muy bien definida. Por su parte, Huston saca la casta y su personaje, siniestro e implacable, consigue generar auténtico terror.
Los que admiraron a la “niña mala” de Slade, encontrarán mucho qué admirar en este filme, que también complacerá a los fans del gore. No es todo lo buena que pudo haber sido, pero funciona y cumple su cometido, que es hacer que, al abandonar la sala y salir caminando en la noche hacia el auto, los espectadores caminen mirando por encima del hombro, con una ominosa sensación de temor que no los dejará del todo por varios días.
30 Días de noche / 30 Days of Night
Con Josh Hartnett, Melissa George, Ben Foster y Danny Huston
Dirige: David SladeCanadá/Estados Unidos (2007)