Miguel Cane
Adaptar al cine la obra de Gabriel García Márquez ha resultado ser, tradicionalmente, un albur: nunca se sabe cuál será el resultado y sea cual sea, a los ojos de sus muchos admiradores, siempre se quedará corto en comparación con la prosa original. Cuando en 2005 se anunció que, tras tres años de labor de convencimiento, se iba a filmar El amor en los tiempos del cólera, una de las principales reacciones fue el escepticismo, mismo que sólo se disiparìa hasta el estreno, mismo que a nivel global tiene lugar esta temporada y es ahora que surge la respuesta a la incógnita ¿está a la altura del libro la película? Tiene muchos matices y es difícil de encapsular en una sola opinión.
Para quienes han leído la novela desde que apareció en 1985, la historia de Florentino Ariza, Fermina Daza y el doctor Juvenal Urbino y sus consecuencias a lo largo de cinco décadas, no tiene secretos y ha sido fuente de admiración. Traducir la prosa de García Márquez al celuloide es una tarea difícil y en este caso recae mayormente en Ronald Harwood, guionista que ha trabajado con cineastas de la talla de Roman Polanski.
Su guión es en algunas escenas y diálogos sorprendentemente fiel a la novela, aún si al pasar al inglés, algunas de las frases pierden su sentido, pero es el precio a pagar por una producción internacional pagada en dólares. Mike Newell, el director – reconocido por su trabajo sólido en filmes como Donnie Brasco, Cuatro Bodas y un Funeral, y la cuarta cinta de la saga de Harry Potter- hace un trabajo honroso, dadas las circunstancias y Cartagena luce esplendorosa como una locación que se convierte en un personaje más de la trama, en buena parte gracias a la fotografía del brasileño Affonso Beato -- que ha realizado trabajos notables en filmes como La Reina (Stephen Frears-2006), Agua Turbia (Walter Salles – 2005) y Todo sobre mi madre, de Almodóvar- que utiliza a la perfección los escenarios naturales para enmarcar la historia.
No obstante, tanta belleza y recursos resultan inútiles para transmitir una historia que en vez de arrebatar las emociones y provocar reacciones emotivas en el espectador, sólo provoca una creciente sensación de desazón, de desperdicio y en algunas secuencias, de incredulidad y tedio, donde la novela, evidentemente, no podía darse el lujo de caer en ello. Quizá el principal problema es que el conglomerado de personajes que componen el universo de la novela, no consigue encajar del todo en las restricciones de una película, tales como tiempo y ritmo: Javier Bardem, como Florentino Ariza, hace un trabajo interpretativo estupendo, aún si el maquillaje que lo transforma en un anciano es bastante obvio y pobre (lo mismo pasa con los otros personajes), y Fernanda Montenegro, como su madre, también hace un buen trabajo, igual que Catalina Sandino Moreno y Unax Ugalde; sin embargo, hay una falla fatal que afecta al desarrollo de la cinta y esto es la elección de la italiana Giovanna Mezzogiorno como Fermina, que pese a brindar su belleza al personaje, presenta una actuación insegura, viéndose demasiado mayor para parecer una adolescente y demasiado joven para ser la viuda anciana de Juvenal Urbino, quien es interpretado por Benjamín Bratt que no es un actor particularmente convincente y casi siempre parece estar interpretándose a sí mismo.
La cinta posiblemente gustará a un público que no ha leído la novela y que la tomará por un melodrama de época con suntuosas imágenes. Pero tanto a cinéfilos como a admiradores de la obra del Premio Nobel colombiano, el resultado les sabrá un poco a desencanto, pero ya se esperaba: hay autores a los que no importa cómo se les aproxime un cineasta, nunca será posible recapturar la magia de la narrativa y éste es un caso de esos.
Adaptar al cine la obra de Gabriel García Márquez ha resultado ser, tradicionalmente, un albur: nunca se sabe cuál será el resultado y sea cual sea, a los ojos de sus muchos admiradores, siempre se quedará corto en comparación con la prosa original. Cuando en 2005 se anunció que, tras tres años de labor de convencimiento, se iba a filmar El amor en los tiempos del cólera, una de las principales reacciones fue el escepticismo, mismo que sólo se disiparìa hasta el estreno, mismo que a nivel global tiene lugar esta temporada y es ahora que surge la respuesta a la incógnita ¿está a la altura del libro la película? Tiene muchos matices y es difícil de encapsular en una sola opinión.
Para quienes han leído la novela desde que apareció en 1985, la historia de Florentino Ariza, Fermina Daza y el doctor Juvenal Urbino y sus consecuencias a lo largo de cinco décadas, no tiene secretos y ha sido fuente de admiración. Traducir la prosa de García Márquez al celuloide es una tarea difícil y en este caso recae mayormente en Ronald Harwood, guionista que ha trabajado con cineastas de la talla de Roman Polanski.
Su guión es en algunas escenas y diálogos sorprendentemente fiel a la novela, aún si al pasar al inglés, algunas de las frases pierden su sentido, pero es el precio a pagar por una producción internacional pagada en dólares. Mike Newell, el director – reconocido por su trabajo sólido en filmes como Donnie Brasco, Cuatro Bodas y un Funeral, y la cuarta cinta de la saga de Harry Potter- hace un trabajo honroso, dadas las circunstancias y Cartagena luce esplendorosa como una locación que se convierte en un personaje más de la trama, en buena parte gracias a la fotografía del brasileño Affonso Beato -- que ha realizado trabajos notables en filmes como La Reina (Stephen Frears-2006), Agua Turbia (Walter Salles – 2005) y Todo sobre mi madre, de Almodóvar- que utiliza a la perfección los escenarios naturales para enmarcar la historia.
No obstante, tanta belleza y recursos resultan inútiles para transmitir una historia que en vez de arrebatar las emociones y provocar reacciones emotivas en el espectador, sólo provoca una creciente sensación de desazón, de desperdicio y en algunas secuencias, de incredulidad y tedio, donde la novela, evidentemente, no podía darse el lujo de caer en ello. Quizá el principal problema es que el conglomerado de personajes que componen el universo de la novela, no consigue encajar del todo en las restricciones de una película, tales como tiempo y ritmo: Javier Bardem, como Florentino Ariza, hace un trabajo interpretativo estupendo, aún si el maquillaje que lo transforma en un anciano es bastante obvio y pobre (lo mismo pasa con los otros personajes), y Fernanda Montenegro, como su madre, también hace un buen trabajo, igual que Catalina Sandino Moreno y Unax Ugalde; sin embargo, hay una falla fatal que afecta al desarrollo de la cinta y esto es la elección de la italiana Giovanna Mezzogiorno como Fermina, que pese a brindar su belleza al personaje, presenta una actuación insegura, viéndose demasiado mayor para parecer una adolescente y demasiado joven para ser la viuda anciana de Juvenal Urbino, quien es interpretado por Benjamín Bratt que no es un actor particularmente convincente y casi siempre parece estar interpretándose a sí mismo.
La cinta posiblemente gustará a un público que no ha leído la novela y que la tomará por un melodrama de época con suntuosas imágenes. Pero tanto a cinéfilos como a admiradores de la obra del Premio Nobel colombiano, el resultado les sabrá un poco a desencanto, pero ya se esperaba: hay autores a los que no importa cómo se les aproxime un cineasta, nunca será posible recapturar la magia de la narrativa y éste es un caso de esos.
El amor en los tiempos del cólera/Love in the time of cholera
Con Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno, Catalina Sandino Moreno, Benjamín Bratt, Ana Claudia Talancón, Unax Ugalde y Fernanda Montenegro.
Dirige: Mike Newell
Reino Unido/Estados Unidos/Colombia/España 2007
Con Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno, Catalina Sandino Moreno, Benjamín Bratt, Ana Claudia Talancón, Unax Ugalde y Fernanda Montenegro.
Dirige: Mike Newell
Reino Unido/Estados Unidos/Colombia/España 2007