Miguel Cane
Llueve sobre Nueva York. La atmósfera de esta película, desde sus tomas iniciales, es tan lúgubre que establece el tono de la película de inmediato y con precisión. La vida no ha sido buena con la hermosa Dahlia Williams (Jennifer Connelly). Su pasado es una sucesión de abandonos, desencantos y migrañas. Dejó una carrera en el mundo editorial para convertirse en ama de casa y mamá de tiempo completo. Ahora Kyle, su marido (Dougray Scott), ha dejado de quererla y su vida entera gira en torno a su brillante hija de cinco años, Cecilia (la sorprendente Ariel Gade).
Como es natural, Dahlia está al borde de una ordinaria crisis nerviosa, pero no puede darse el lujo. Si flaquea, perderá a su pequeña y no puede permitir que la quiten de su lado; es por ello que alquila, casi desesperada, un feo departamento en Roosevelt Island, área deteriorada de la ciudad. Lo que no sabe es que algo aún más complicado, siniestro y devastador está ocurriendo justo ahí. Dalia está a punto de quebrarse, pero antes, deberá enfrentar el miedo más arraigado en el corazón de cualquier madre, pero para hacerlo tendrá que creer lo que considera imposible y encarar sus propios demonios ocultos.
El talentoso cineasta brasileño Walter Salles, brillante director de actores, toma una cinta del maestro del horror japonés Hideo Nakata (que fracasó estrepitosamente con la muy inferior El Aro 2) y toma los elementos familiares de la original, para contar algo en la tradición de Henry James.
La adaptación del novelista Rafael Yglesias a la trama original, es un relato gótico de fantasmas, en que el pasado se vuelve asfixiante y más importante que el presente. Por lo mismo, ésta no es una película de terror convencional como habitualmente las presenta Hollywood. Bellamente realizada (por el cinefotógrafo Affonso Beato que hace un prodigioso manejo del claroscuro), Agua turbia es una historia espeluznante, pero también sensible y humana. Angelo Badalamenti crea la música atmosférica, que contribuye a lo ominoso y conmovedor de las escenas.
El elenco es excelente: John C. Reilly muy bien como un cínico agente de bienes raices, Pete Postlethwaite como el conserje misterioso y Tim Roth rompe su racha de malos, para dar vida a un gentil y enternecedor abogado de divorcios (aunque tal cosa parezca imposible). La pequeña Ariel Gade, es toda una revelación en su papel. Es difícil a esa edad poder brindar una actuación coherente y ella lo hace con naturalidad, aún si la estrella aquí es la Connelly, quien aparece virtualmente en cada escena, lo que resulta agotador para cualquier actor, y lo hace con gracia elegancia y temple, muy al estilo de Nicole Kidman en la deslumbrante Reencarnación de Jonathan Glazer:
Dahlia es una mujer real puesta cara a cara ante lo inconcebible y la interpreta con una gran dignidad, que conmueve a quien comparte con ella momentos por turnos horrendos y plenos de ternura. Es una pena que el debut anglosajón de Salles, que logra una pequeña obra de arte, sea lanzado como algo que definitivamente no es.
Los aficionados al cinema de horror y violencia estarán decepcionados: Agua turbia es una de las más hermosas películas del año, que juega con nuestros temores y angustias, desgarrándonos el corazón… pero sin ahogar nunca la esperanza. Un verdadero hallazgo que trasciende sus raíces y que debe ser visto para recibir lo mucho que tiene para dar.
Agua turbia/Dark Water
Con Jennifer Connelly, Ariel Gade, Tim Roth, Dougray Scott y John C. Reilly
Dirige: Walter Salles. Distribuye: Buena Vista Internacional (2005)
Llueve sobre Nueva York. La atmósfera de esta película, desde sus tomas iniciales, es tan lúgubre que establece el tono de la película de inmediato y con precisión. La vida no ha sido buena con la hermosa Dahlia Williams (Jennifer Connelly). Su pasado es una sucesión de abandonos, desencantos y migrañas. Dejó una carrera en el mundo editorial para convertirse en ama de casa y mamá de tiempo completo. Ahora Kyle, su marido (Dougray Scott), ha dejado de quererla y su vida entera gira en torno a su brillante hija de cinco años, Cecilia (la sorprendente Ariel Gade).
Como es natural, Dahlia está al borde de una ordinaria crisis nerviosa, pero no puede darse el lujo. Si flaquea, perderá a su pequeña y no puede permitir que la quiten de su lado; es por ello que alquila, casi desesperada, un feo departamento en Roosevelt Island, área deteriorada de la ciudad. Lo que no sabe es que algo aún más complicado, siniestro y devastador está ocurriendo justo ahí. Dalia está a punto de quebrarse, pero antes, deberá enfrentar el miedo más arraigado en el corazón de cualquier madre, pero para hacerlo tendrá que creer lo que considera imposible y encarar sus propios demonios ocultos.
El talentoso cineasta brasileño Walter Salles, brillante director de actores, toma una cinta del maestro del horror japonés Hideo Nakata (que fracasó estrepitosamente con la muy inferior El Aro 2) y toma los elementos familiares de la original, para contar algo en la tradición de Henry James.
La adaptación del novelista Rafael Yglesias a la trama original, es un relato gótico de fantasmas, en que el pasado se vuelve asfixiante y más importante que el presente. Por lo mismo, ésta no es una película de terror convencional como habitualmente las presenta Hollywood. Bellamente realizada (por el cinefotógrafo Affonso Beato que hace un prodigioso manejo del claroscuro), Agua turbia es una historia espeluznante, pero también sensible y humana. Angelo Badalamenti crea la música atmosférica, que contribuye a lo ominoso y conmovedor de las escenas.
El elenco es excelente: John C. Reilly muy bien como un cínico agente de bienes raices, Pete Postlethwaite como el conserje misterioso y Tim Roth rompe su racha de malos, para dar vida a un gentil y enternecedor abogado de divorcios (aunque tal cosa parezca imposible). La pequeña Ariel Gade, es toda una revelación en su papel. Es difícil a esa edad poder brindar una actuación coherente y ella lo hace con naturalidad, aún si la estrella aquí es la Connelly, quien aparece virtualmente en cada escena, lo que resulta agotador para cualquier actor, y lo hace con gracia elegancia y temple, muy al estilo de Nicole Kidman en la deslumbrante Reencarnación de Jonathan Glazer:
Dahlia es una mujer real puesta cara a cara ante lo inconcebible y la interpreta con una gran dignidad, que conmueve a quien comparte con ella momentos por turnos horrendos y plenos de ternura. Es una pena que el debut anglosajón de Salles, que logra una pequeña obra de arte, sea lanzado como algo que definitivamente no es.
Los aficionados al cinema de horror y violencia estarán decepcionados: Agua turbia es una de las más hermosas películas del año, que juega con nuestros temores y angustias, desgarrándonos el corazón… pero sin ahogar nunca la esperanza. Un verdadero hallazgo que trasciende sus raíces y que debe ser visto para recibir lo mucho que tiene para dar.
Agua turbia/Dark Water
Con Jennifer Connelly, Ariel Gade, Tim Roth, Dougray Scott y John C. Reilly
Dirige: Walter Salles. Distribuye: Buena Vista Internacional (2005)