Miguel Cane
Ojo: pese a que desde su publicidad parecería que éste es un thriller de acción bastante rutinario, pero lo cierto es que resulta bastante tramposo. O bien, padece el síndrome de “¡No sé qué soy!”.
Al comienzo parece una de esas cintas que nos muestran “el lado desconocido” de los agentes de superseguridad en las altas esferas (como En la línea de fuego), olfatean conspiraciones y aprovechan el clima de angustia creado por los acontecimientos internacionales; es decir se plantea una conspiración y cuando se comprueba que hay un traidor entre los guardias del presidente, surgen los problemas y la película se convierte en un melodrama bastante sobado: la historia del hombre que es acusado de un crimen que no cometió y que debe probar su inocencia… ¿y qué mejor manera de demostrarla, que dándose a la fuga como un verdadero idiota?
Es así que para la segunda hora, la película se torna por momentos inverosímil y previsible. Finalmente, en la prisa por resolver todo el convulso enredo, muchos hilos quedan sueltos, el torbellino de movimiento no consigue disimular la cantidad de situaciones increíbles que debilitan la historia, los personajes se desdibujan (como le sucede a los de Eva Longoria y Kim Basinger, que se antojan más como accesorios que como personajes) y el entretenimiento se frustra por falta de tensión y de suspenso verdaderos. Sobre todo deja al espectador con la sensación del vacío. La televisión suele hacer mejor este tipo de cosas... y lo peor de todo, es que se trata de una historia que promete.
En las primeras escenas se explica por qué, a pesar de su edad [léase arañando los 60], el agente Pete Garrison (Michael Douglas) forma parte del grupo de agentes del servicio secreto más próximo al presidente: se supone que él es una verdadera leyenda desde que resultó herido en el famoso atentado de 1981 contra Ronald Reagan (a manos de un fan enloquecido de Jodie Foster).
Ojo: pese a que desde su publicidad parecería que éste es un thriller de acción bastante rutinario, pero lo cierto es que resulta bastante tramposo. O bien, padece el síndrome de “¡No sé qué soy!”.
Al comienzo parece una de esas cintas que nos muestran “el lado desconocido” de los agentes de superseguridad en las altas esferas (como En la línea de fuego), olfatean conspiraciones y aprovechan el clima de angustia creado por los acontecimientos internacionales; es decir se plantea una conspiración y cuando se comprueba que hay un traidor entre los guardias del presidente, surgen los problemas y la película se convierte en un melodrama bastante sobado: la historia del hombre que es acusado de un crimen que no cometió y que debe probar su inocencia… ¿y qué mejor manera de demostrarla, que dándose a la fuga como un verdadero idiota?
Es así que para la segunda hora, la película se torna por momentos inverosímil y previsible. Finalmente, en la prisa por resolver todo el convulso enredo, muchos hilos quedan sueltos, el torbellino de movimiento no consigue disimular la cantidad de situaciones increíbles que debilitan la historia, los personajes se desdibujan (como le sucede a los de Eva Longoria y Kim Basinger, que se antojan más como accesorios que como personajes) y el entretenimiento se frustra por falta de tensión y de suspenso verdaderos. Sobre todo deja al espectador con la sensación del vacío. La televisión suele hacer mejor este tipo de cosas... y lo peor de todo, es que se trata de una historia que promete.
En las primeras escenas se explica por qué, a pesar de su edad [léase arañando los 60], el agente Pete Garrison (Michael Douglas) forma parte del grupo de agentes del servicio secreto más próximo al presidente: se supone que él es una verdadera leyenda desde que resultó herido en el famoso atentado de 1981 contra Ronald Reagan (a manos de un fan enloquecido de Jodie Foster).
Es por lo mismo que le han confiado la custodia de la elegante primera dama, Sarah Ballentine (la Basinger, a la que pese a todo, no se le notan tanto los años) y ¡claro! esa proximidad ha concluido en un affair ilícito y secreto, aunque usted no lo crea, para el ejército de colegas que no hacen otra cosa que vigilar día y noche cuanto movimiento se produce en torno de la pareja presidencial.
Ah, pero cuando un ocurrente deja la pista de que el indefinido enemigo que planea el magnicidio tiene acceso a información confidencial, es evidente que alguien se ha filtrado al Servicio Secreto y está apoyándolo desde adentro. Ergo, todos los ojos se vuelven a Garrison y por si no fuera suficiente, descubre que el presunto asesino fue su amigo y hoy le guarda rencor por motivos personales.
Así pues, Douglas encarna a perseguido y perseguidor: mientras sus colegas, encabezados por el formidable Jack Bauer, er… David Breckinridge (Kiefer Sutherland, haciendo lo que mejor sabe hacer) le siguen los pasos, él debe ocuparse del verdadero traidor, que opera en las sombras, hasta que llega la hora del enfrentamiento durante una cumbre en Toronto.
Ah, pero cuando un ocurrente deja la pista de que el indefinido enemigo que planea el magnicidio tiene acceso a información confidencial, es evidente que alguien se ha filtrado al Servicio Secreto y está apoyándolo desde adentro. Ergo, todos los ojos se vuelven a Garrison y por si no fuera suficiente, descubre que el presunto asesino fue su amigo y hoy le guarda rencor por motivos personales.
Así pues, Douglas encarna a perseguido y perseguidor: mientras sus colegas, encabezados por el formidable Jack Bauer, er… David Breckinridge (Kiefer Sutherland, haciendo lo que mejor sabe hacer) le siguen los pasos, él debe ocuparse del verdadero traidor, que opera en las sombras, hasta que llega la hora del enfrentamiento durante una cumbre en Toronto.
Es una lástima que la construcción de la intriga sea tan fallida, tan pedestre; lo mismo, el buen reparto es desperdiciado: los personajes no generan empatía con el público. Michael Douglas recae en su vicio de interpretar a personajes antipáticos, sólo que sin el carisma de Gordon Gekko (Wall Street, Oscar 1989) donde Kiefer repite su papel de la serie 24.
Por lo mismo, la cinta se desbalaga y ya no recupera su carril… así que, si el fin de semana no tienen ganas de conectarse el cerebro y todas las entradas a otras películas están agotadas, pueden ir ordenando sus palomitas, pero francamente, quien esto escribe recomendaría esperar al video: esta es la clase de proyecto ambiciosón que acaba por funcionar mejor en la pantalla chica.
El Centinela/The Sentinel
Con Michael Douglas, Kiefer Sutherland, Eva Longoria y Kim Basinger.
Dirige: Clark Johnson
Estados Unidos, 2006
Con Michael Douglas, Kiefer Sutherland, Eva Longoria y Kim Basinger.
Dirige: Clark Johnson
Estados Unidos, 2006