Retrato de la Reina Adolescente
Miguel Cane
Antes de ser esa señora de mucho peso, con expresión agria y unas resecas ideas sobre la sexualidad de sus súbditos, que convirtió en ley ciegamente, Victoria Regina (la Reina Victoria de Inglaterra para nosotros los pobres plebeyos) fue una muchacha igual que todas – o casi-. Así pues, La joven Victoria se ajusta bastante a ser un retrato de los años de la joven Victoria, justo antes, durante y un poco después de ser coronada reina de Inglaterra con apenas 18 años. Por lo tanto, pese a la impresión que de sobada biopic se pudiera dar el título, hay una intención de mostrar a la jovencita más allá de la monografía de sangre azul, para que podamos verla realmente al borde de cambiar – involuntariamente- la faz del mundo como se conocía hasta entonces.
Martin Scorsese y la ex Duquesa Sarah Ferguson, producen un film dirigido por el canadiense Jean-Marc Vallée (su debut, la notable C.R.A.Z.Y. data de 2005) siguiendo un libreto elaborado por Julian Fellowes, que ya se había encargado de similares labores en otros sólidos productos de época como Gosford Park (Robert Altman, 2001) o La feria de la vanidades (Mira Nair, 2004) y el equipo consigue establecer una lograda atmósfera para contar la historia de la chica que sería la cabeza del imperio británico y que se refiere a sí misma en estos términos: “¿Nunca te has sentido como una pieza de ajedrez en una partida que se juega contra tu voluntad? A mí me pasa constantemente.” una frase que sirve perfectamente para ilustrar y dejar constancia de su situación: heredera de un trono al que prácticamente es demasiado joven e inexperta para acceder, Victoria deberá soportar las manipulaciones que tanto sus familiares como políticos de diverso rango intentarán ejercer sobre ella, sabedores de la importancia de tenerla bajo su control. Sin embargo, ella no dudará en mantener las distancias adecuadas con aquellos personajes que no pueden reportarle ningún beneficio, intentando sobrellevar las intrigas palaciegas e imponiéndose sobre el signo de los tiempos, en lo que busca (y eventualmente, para su sorpresa, encuentra) el verdadero amor.
Dejando a un lado la importancia histórica de su reinado –no en vano acabó dando nombre a toda una etapa histórica de su país–, la cinta se enfoca (como es natural) en el romance que mantuvo con el príncipe Alberto, primo lejano suyo, y que finalmente terminaría por ser su esposo al que adoraba, sin cargar demasiado la melcocha (al menos es un cambio respecto a la imagen de anciana avinagrada que se ha solido transmitir de ella).
En general el argumento cuidadosamente se centra en la época que quiere captar –con un retrato de los diferentes bandos implicados en los vaivenes de la política y la realeza–, sin pasar por alto todo tipo de detalles: fotografía, decorados y vestuario (Oscar muy merecido para Sandy Powell). Destacan las interpretaciones de Jim Broadbent, Paul Bettany, la regia Miranda Richardson o la frescura y vitalidad de la propia Emily Blunt que encarna con gracia a la protagonista, si bien resulta muy difícil pensar que realmente su majestad se pareciera a esta hermosa ojiazul.
Como biografía, al igual que la María Antonieta de Sofia Coppola, esta cinta está más cerca de la fantasía de muchachita que otra cosa, no obstante, está tan bien realizada y es tan primorosa en su efecto final, que se puede pasar por alto cualquier tipo de hueco, para admirar su estilo que arrastra por completo la sustancia. Además, toda película que nos hace simpatizar con una de las mujeres más célebremente lóbregas de la historia, tiene en sí un encanto que no se puede negar.
La joven Victoria/Young Victoria
Con: Emily Blunt, Rupert Friend, Mark Strong, Jim Broadbent, Thomas Kretschmann, Paul Bettany, y Miranda Richardson.
Dirige: Jean-Marc Vallée
Reino Unido, Estados Unidos 2009