22 ago 2010

Agora, de Alejandro Amenábar

La luz que falló
Miguel Cane



La obra de Alejandro Amenánbar, desde su debut con Tesis (en 1996) ha sido de lo más diversa, pasando de su pretenciosa pero muy lograda incursión en la ciencia ficción (Abre los ojos, 1997), a una formidable fabulita de horror gótico (Los Otros, 2001) a un melodrama realista (Mar Adentro, 2004) que no sólo fueron éxitos de taquilla, también le valieron el reconocimiento de la crítica, permitiéndole hacer la película que le venga en gana. Es así que en su afán por hacer cine de Hollywood fuera de Hollywood, y en el de aunar cine de autor con cine comercial, hace Ágora, que llega con un año de retraso a las pantallas mexicanas, acompañada del imbécil subtítulo de “La caída del imperio romano”, que demuestra la estupidez e ignorancia de los distribuidores locales, ya que la película de marras nada tiene qué ver con ese tema.




Amenábar de nuevo filma en inglés, y se atreve con una incursión en el cine histórico/épico, género del que son máximos exponentes Cecil B. DeMille y William Wyler, y al que en esta cinta pretende dotar de un estilo más realista, hablándonos de una mujer única, Hipatia, madre de la ciencia moderna, encarnada en una actuación irreprochable a manos de la deslumbrante Rachel Weisz. No obstante, es demasiada calidad y mucha ambición para unos resultados tan mediocres y desencantados.




El principal problema de la película es que se sustenta en un guión muy débil, obra del binomio Alejandro Amenábar/Mateo Gil, que no tienen a quién culpar de sus tambaleos. Según palabras del propio cineasta, su intención era hacer una película, o incluso un docudrama, sobre el cosmos, pero todo eso le llevó hasta la figura de Hipatia. De modo que se dispuso a armar un gran fresco histórico en el que la destrucción de la biblioteca de Alejandría, en el siglo IV, fuera el vórtice a partir del cual comienza una lucha entre religiones.




Esto suena muy bien, pero se ve estropeado por el reultado final, que se queda corto: su defecto es, notablemente, que Amenábar intenta abarcar demasiado. Por un lado, la historia del choque de culturas y de religiones (Roma vs. Los Cristianos, que se vuelve un argumento pesado y torpemente resuelto), por otro la búsqueda de conocimiento del universo que hace Hipatia a través de las matemáticas; por otro la destrucción de un sistema de creencias mediante los brotes de fanatismo totalitario (en claro contrapunto con situaciones muy semejantes que se viven aún hoy) Y a Amenábar le fallan las fuerzas. Es sencillamente incapaz de hilvanarlo todo de forma fluida y armónica, evidenciando graves trastornos rítmicos en el seguimiento a sus personajes, por lo que resulta incapaz de establecer un tono.

Ágora es una película hermosamente filmada y realizada, con una interpretación empática, memorable y muy sentida a manos de la Weisz, pero tanto trabajo de orfebrería cinematográfica de muy poco vale si no logra establecer el vínculo emocional que se dio en sus otros filmes (el desprecio por el niñato deforme en Abre..., la piedad por la madre abandonada con dos niños peculiares en esa mansión aislada en Los Otros... la angustia por la universitaria necia y temeraria en Tesis... ) y éste no se da. Uno puede admirar Ágora por cómo está filmada y editada, pero no se puede sentir nada por lo que en ella sucede.




Quizá esto derive de no saber exactamente qué nos quiere contar Amenábar. ¿Que los fanatismos son destructivos y terroríficos? Eso es obvio. ¿Que la razón siempre será más analítica que la fe? Ídem. Ahora, de los mecanismos de ese fanatismo, los intereses que los mueven y los promueven, las mentes que son manipuladas desde la ignorancia de una vida miserable, de todo eso no hay ni rastro en un relato que siempre se mueve por caminos fáciles, y que no profundiza. Intelectualmente, Ágora es un filme muy menor. No hay en él una sola idea, siendo una película que, en teoría, iba a hablar sobre las ideas, ni un hallazgo. No se hace preguntas, ni se las hace al espectador. Se deja ver, pero está vacía. No dice absolutamente nada. Y con esta lluvia de recursos y gran elenco, es una lástima y un desperdicio.

Ágora
Con Rachel Weisz, Ashraf Barhom, Oscar Isaac, Richard Durden, Max Minghella, Rupert Evans, Sami Samir y Michael Lonsdale
Dirige: Alejandro Amenábar
España/Reino Unido/Francia 2009



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