8 ideas sueltas sobre Los Cronocrímenes.
¿Cómo criticar una película que a todas luces está hecha con más amor al arte que con dinero? Tarea difícil, porque si parto de las buenas intenciones con las que está realizada, la película es casi perfecta y bajo este esquema no hay mucho que señalar o criticar.
Alabar lo original de su argumento no tendría nada de novedoso dado los premios que el film alcanzó en su corrida por el mundo y posiblemente me metería en problemas con los adeptos a la película de Nacho Vigalondo si señalara sus defectos.
Pero una charla con Miguel Cane me dio la pauta para intentar al menos comentar lo que podría mejorarse (desde mi humilde punto de vista) de contar con un mayor presupuesto; situación que ya es una realidad derivado del interés de Tom Cruise y Steven Zaillian de hollywoodizar el film español en una nueva versión cuyo estreno se espera para el 2012.
Así que, si el dinero para producirla sobra, ojalá los nuevos realizadores consideren (claro! seguramente me están leyendo) los siguientes detalles nimios susceptibles de revisar:
1. Los Cronocrímenes (2007) tiene todos los elementos para lograr algo que se llama atmósfera. Sí, esa ‘atmósfera’ que puede marcar la diferencia entre un film y otro aun partiendo de la misma historia. Las tomas en el bosque, ganarían más si la profundidad de campo fuese más amplia. Las imágenes fuera de foco que se observan a través del binocular de Héctor enchinan la piel pero es notorio que el trabajo fotográfico no es precisamente el fuerte de la película, esto supongo derivado ‘del presupuesto’.
2. El personaje principal, tiene pinta de poder colocarse en la galería de personajes oscuros más icónicos del séptimo arte. Su sola presencia y motivos son el principal gancho del film, después por supuesto, los viajes en el tiempo que siempre resultan atractivos a los seguidores de la ciencia ficción. La degradación del rostro del protagonista proyecta perfectamente la transformación y la ansiedad que experimenta Héctor por “desaparecer” al doble que ocupa su lugar. Hay sin embargo cierta ambigüedad en la emoción del espectador, pues el miedo que genera el ‘enmascarado’ en las secuencias iniciales se diluye cuando nos enteramos de quién es; sin embargo, si partimos de esa evolución de desesperación de la que está siendo presa, podrían conseguir proyectarlo más inquietante.
3. La selección de actores. Es obvio que ante la falta de recursos el director tuvo que entrarle a la actuación y Vigalondo podrá ser un talento comprobado como creador/realizador pero ‘actor’ no es. Su actuación es acartonada, sin matices y uno siente que se está viendo un trabajo de tésis. A la par de esto, siento que le hace falta una afinada al guión, hay ciertas incongruencias en la actitud de los personajes; por ejemplo: el exceso de confianza de la chica en bicicleta (Bárbara Goenaga) ante los “extraños” con los que se topa, no suena lógica. Mayores elementos narrativos tendrían que contemplarse para lograr que ella ‘haga’ lo que debe en la historia sin que pensemos: “¿quién hace eso en su sano juicio?”
4. Parte de los méritos que los fans del film le encuentran es que con poco dinero y mucho ingenio, la máquina del tiempo que vemos en pantalla cumple su cometido. Yo en cambio, desearía que en el remake que ya se prepara, la composición sea más sofisticada y las instalaciones científicas menos accesibles o con mayor misterio; todo con miras a que no se sienta una peli de serie B como en ciertos momentos percibí.
5. Todos los hilos, acertijos, bucles y misterios de la historia de alguna forma nos son resueltos, excepto uno: ¿cómo se genera el Héctor del primer viaje en el tiempo que nunca vemos? El film inicia con uno que ya está en el bosque atemorizando a una chica y otro que lo observa. Esta suerte de círculo sin fin, debe tener un inicio y no es precisamente con el que lo hace el film.
6. Más lana para reclutar a un buen compositor que elabore una banda sonora ad hoc y no se note lo precario que sí escuché en algunas secuencias. Consiguiendo al idóneo, la película puede tomar un aire de superioridad que marque la diferencia.
7. Que Tom Cruise no tome el papel principal y que se quede atrás poniendo el dinero. Ya antes desgració Abre los Ojos de Alejandro Amenábar cuando Cameron Crowe la refriteó con el título de Vanilla Sky. Está claro que al ex de la Kidman le gusta el cine español pero hay cosas que se deben enaltecer y una es el inteligente guión de Vigalondo.
8. Que Los Cronocrímenes conserve su título original o Timecrimes, que a mi me encanta. Algún día un ser superior juzgará al osado que en México tituló esta obra como “Rewind” (en clara alusión a REC de Jaumé Balagueró), que no hace más que entorpecer su identificación en las tiendas y videoclubes.
Sea pues, que Los Cronocrímenes alcance un nivel superior en la re-hechura; la historia se lo merece y estoy seguro que los fans de esta obra, así como Héctor -el protagonista de esta insólita película-, se multiplicarán.
...soñar no cuesta nada.