Miguel Cane
El género del cinema de intriga y espionaje ha encontrado un buen artesano en Doug Liman que con El caso Bourne (2002), se estableció con solidez en el arte de crear una ficción inquietante y plausible. Ahora, parte de hechos reales para presentar una historiareal que resulta más apasionante que cualquier trama imaginaria.
Basándose en los libros The politics of truth, de Joseph Wilson, y Fair game, de Valerie Plame, la cinta revela los tejemanejes de un suceso que conmocionó a la opinión pública norteamericana, escándalo a nivel internacional, que si bien no llegó a la altura del caso Watergate, tuvo resonancias muy controversiales.
Valerie Plame (aquí interpretada por Naomi Watts, muy convincente) es un ama de casa y madre de familia de Washington D.C. que trabaja secretamente como agente de la CIA, y su marido, Joe Wilson, (un estupendo Sean Penn) es un embajador retirado. Cuando surge una misión en Nígeria ella sugiere su nombre y en un momento determinado éste confiesa en una entrevista a un periódico que éste país no vendió uranio a Saddam Hussein, y que no había en Irak armas de destrucción masiva, que era algo inventado por el presidente Bush con ocultos intereses. Para vengarse de esta declaración de Joe Wilson, la Casa Blanca filtró a la prensa republicana la identidad de Valerie Plame como agente de la CIA y su vida se convirtió en una pesadilla.
Estos son los hechos y en ellos se basa este film cuyo guión tropieza un poco con una larga primera parte que gira en torno a las misiones y trabajos importantes que Valerie Plame lleva a cabo, que quedaron suspendidos en el momento en que dejó de pertenecer a la agencia al conocerse su identidad. Este hecho puso en peligro la vida de algunos confidentes e incluso la suya propia, debido a las amenazas recibidas y también las de su familia, lo que casi llega a provocar la destrucción de su matrimonio.
El problema de esta cinta surge cuando se detiene en exceso en estas misiones y en unos hechos de los que se da una abundante información técnica y política que interesa poco al espectador que no es especialista en estas cuestiones, captando mejor la atención la parte final que se centra en el drama personal de la familia a raíz de la denuncia. El matrimonio Wilson, tras demostrar el amor por su país, ve manchado su honor, peligrar su integridad familiar y su intimidad es infectada por la corrupción política. A partir de esos momentos se plantea una nueva manera de ganarse la vida y buscar otro lugar donde continuar sus vidas, pero no todo es tan fácil.
Con un ritmo que recuerda a Todos los hombres del presidente (Pakula, 1976), Liman muesa cómo se echa a andar la maquinaria para destruir a aquellos que no sirven a los intereses del poder o que les son molestos por cualquier circunstancia. La tensión en el segundo acto de la cinta llega a volverse tangible, y aún si ya se conoce el desenlace, la angustiosa sensación de algo ominoso es inevitable para el espectador: Naomi Watts confiere a su personaje aspectos de fuerza férrea (como agente) y vulnerabilidad (como esposa y madre), haciendo que Plame sea una mujer tridimensional, más allá de caer en el cliché de ser un James Bond femenino, demostrando que, muchas veces, la realidad es tan – o más- impactante y memorable como la más sofisticada ficción.
Caza a la Espia/ Fair Game
Con Naomi Watts, Sean Penn, Ty Burrell, Sam Shepard, Noah Emmerich y Brooke Smith.
Dirige: Doug Liman
EstadosUnidos 2010