Miguel Cane
Cuando usted va al cine a ver una película de Lars Von Trier, ya sabe a lo que le tira: no hay engaño, no hay expectativas. Se va a someter a una experiencia provocadora, fuerte, incluso brutal. Por lo mismo, no crea que va a ver una película convencional – en este caso, una especie de thriller – y si usted “no paga por ir al cine a sufrir” o “no va al cine a pensar sino a entretenerse”, entonces, no vaya. Queda advertido.
Por lo demás es casi imposible que esta película deje indiferente a nadie; ya sucedió hace un par de años en Cannes, donde hubo abucheos, desmayos, gritos y declaraciones polémicas del director del tipo; “soy el mejor director de cine del mundo” (cosa que, aunque exagerada y pretenciosa como el cineasta en si, no está tan lejos de la realidad). Sin embargo, no hay duda que Anticristo no es, ni de lejos, la mejor obra del danés. No es comparable ni a Rompiendo las olas, Bailando en la oscuridad o la formidable Dogville. Pero es un filme de Von Trier que habla (a veces grita) y sacude. Es preferible un Von Trier a medio gas, que una película “buena” de un director mediocre.
Esta no es una película más en su filmografía. En este caso el discurso es mucho más expresionista, con un esteticismo a veces extremo pero de gran belleza. Los brechtianos escenarios reducidos a nada en Dogville se convierten en un bosque a la par hermoso y ominoso, como la sede de un relato de los hermanos Grimm. El tema central de Anticristo es el mismo de siempre, que con tanta maestría ha tratado antes: la mujer torturada. En otros casos ha sido por el sublime sacrificio maternal o el profundo amor a un marido que la manipula, o por una comunidad que abusa de ella. En este caso es la muerte de su pequeño hijo (en una inquietante y hermosamente realizada secuencia de apertura). El dolor nace de su seno, de una depresión que la consume por dentro. Su marido tampoco la ayudará, con una actitud más propia de psicólogo profesional que de un cónyuge.
El resultado es absorbente y perturbador mientras esta pareja abandona su vida cotidiana en Seattle y se trasladan a una cabaña aislada en el bosque, con el significativo nombre de Edén. Una vez ahí, el horror interiorizado se manifiesta de muchas formas, entre ellas la aparición de tres extraños animales, incluyendo un zorro que revela una críptica frase: El Caos Reina. A partir de ahí, esto se vuelve la realidad. Haciendo variaciones de las Escenas de un Matrimonio de Bergman, Von Trier las compagina con elementos de Polanski y de August Strindberg, cuya obra Infierno, es fuente fundamental en la película, según el propio Von Trier.
Uno de los principales aciertos de la película es el reparto: Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg sobrepasan todos los límites; pasan de matrimonio apaleado por el dolor y la pérdida, a enemigos naturales y bestiales, con revelaciones insospechadas que cambian drásticamente la percepción del espectador que está sumergido en una atmósfera completamente irreal (casi Lynchiana). Los elementos sexuales y sádicos filme podrán afectar algunas susceptibilidades, aunque si el espectador ha sobrevivido a la secuencia inicial de Salvando al soldado Ryan o las películas de psycho-killers entonces no habrá tanto problema. La cinta ha sido acusada de ser una oda a la misoginia, cosa que sorprende, dado el hecho de que muchos entienden la filmografía de Von Trier como pro-feminista, si bien, siempre con su propia óptica retorcida.
Filme crudo, hermosamente filmado, con actuaciones temerarias y una resolución notable a un guión que divaga y muchas veces imposible de seguir, Anticristo llega algo tarde a pantallas mexicanas, pero no hay que dejar pasar la oportunidad de verla en una sala a oscuras, en pantalla grande.
Anticristo/Antichrist
Con Charlotte Gainsbourg y Willem Dafoe
Dirige Lars Von Trier
Dinamarca/Suecia/Alemania/Reino Unido/EEUU/Francia/Italia 2009