Miguel Cane
Un pequeño pueblo del sur de la Toscana es el escenario de encuentro entre un crítico de arte británico y la propietaria de una galeria de arte francesa Los dos vivirán un particular idilio, que trasciende las convenciones de cuaquier género. Copia fiel sorprende a primera vista porque se trata de una coproducción europea, entre Francia e Italia, y la primera que rueda fuera de su país del encumbrado y reputado (entre cierto sector de la crítica) director iraní Abbas Kiarostami, que ganó la Palma de Oro en 1997 con la excelente El sabor de las cerezas.
Prácticamente todos han señalado que se parece al clásico de Roberto Rossellini Viaje a Italia (1954) y no están lejos de la verdad. Kiarostami siempre ha realizado un cine muy natural, casi crudo, al no utilizar nunca ningún recurso artificial para adornar su mensaje. Prácticamente utiliza dos herramientas: actores y guión. Aquí retoma su estilo al contar lo que podría ser una típica historia de amor en la Toscana italiana, mostrándonos únicamente el punto de vista de su pareja protagonista, prescindiendo de los típicos paisajes con las que nos suelen regalar las comedias románticas ambientadas en la zona.
Ya en la primera secuencia, la fuerza de las miradas de los personajes, como la del hijo de Elle (Juliette Binoche), que es capaz de interpretar las miradas y gestos de su madre para predecir sus actos posteriores, nos introduce en el universo de la pareja formada por Elle y James (William Shimell). La sencilla puesta en escena permite que el espectador se centre en el discurso de los protagonistas, como el trayecto en el coche en el que se ven reflejados en el parabrisas los edificios, que incluso ellos mismos comentan, pero a los que Kiarostami no presta atención pues la historia no está en los edificios o el paisaje, sino en sus personajes.
Kiarostami saca el máximo provecho a la imagen que proyectan en la vida real los actores que dan vida a sus personajes: Juliette Binoche, auténtica diosa del cine europeo; William Shimell, cantante de ópera que interpreta al escritor que se cuestiona la validez de esas copias certificadas que encuentran en cada pareja que se cruza en su camino; o incluso Jean-Claude Carrière, colaborador y amigo de Buñuel, que interpreta a una de las piezas de otra pareja en la que se miran los protagonistas, igual que ellos mismos se enfrentan a su propia imagen en un espejo en dos de las secuencias más bellas de la película.
Los tres resultan ser las copias perfectas de cada una de sus nacionalidades, francesa la actriz, inglés el barítono e italiano el guionista, representando cada uno de ellos los tres idiomas que se hablan en la película, apuntando una crítica hacia el tradicional carácter anglosajón que como dice la camarera del restaurante, no suelen hablar otro idioma que no sea el suyo. Asimismo, la pareja que forman Elle y James no es la copia de una pareja universal, sino más bien de la pareja europea; el propio director iraní parece asumir una nacionalidad artística europea, auspiciada.
Ahora bien, la obra de Kiarostami no llegará ni se interpretará de la misma por todos los sectores del público cinematográfico que se dividirá en dos sectores muy pronunciados, aquellos que sólo verán en ella un trabajo “aburrido” y “pretencioso”, y aquellos que descubran en ella un interesante relato que estimulará su imaginación, lo cuál es, a final de cuentas, el propósito del cine.
Copia certificada/Copie Conforme
Con Juliette Binoche, William Shimell y Jean-Claude Carrière
Dirige: Abbas Kiarostami
Irán/Francia/Italia/Reino Unido
2010